sábado, 10 de febrero de 2018

"SIGNIFICAR". CAPÍTULO SEGUNDO.



“Significar”.


Capítulo SEGUNDO.La imagen puede contener: una o varias personas

Capítulo 7
“Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua”.
*Julio Cortázar /Rayuela cap. 7.
Previo…
Provincia de Bs. As., jueves 24 de enero de 2018.

Guillermo recuerda que Pedro le miró los labios, sabe que tiene una sonrisa especial.
__ Así que es carpintero.
__Ebanista, el mejor. Hace muebles bellos. Es un artista pero…
__Pero…
__No es muy cumplidor.  Tarda mucho por hacerlos perfectos y pierde clientes.
__  ¿No tiene familia?
__Viven lejos.
__ ¿Y sabes dónde vive él?
__En el barrio. Usted se va a hacer cargo de él, ¿verdad, don Guillermo?
Pedro no podrá trabajar por buen tiempo y no sé de qué vivirá si no puede trabajar.
__Claro que sí. Claro que me haré cargo, lo prometo.

“Don Guillermo, pareciera que adivinó que me seducen las sonrisas. Debe saber que me he perdido admirando su boca. Que no sé si es de día o de noche cuando la más leve mueca hace un generoso derroche de la seducción.
Que cada comisura me hace perder la mesura, que cuando en una sonrisa se curva turba todas mis emociones  y olvido el dolor. Que su rojo alborota cada sentido, que un leve movimiento me hace sentir vivo y pensar en su aliento me quita el sueño. Que me desvelo pensando en el momento de probar de sus labios un dulce beso que me haga el único dueño del universo. ¿Y es que no sabe su boca el insomnio al que me convoca?”

__Es como le digo don Guillermo,  Pedro es muy reservado en sus cosas, no dice pero no creo que tenga novia, anda siempre solo aunque lo  persigan, me incluyo, y yo tampoco tengo candidatos, solo me dedico a trabajar _dice Camila sonriendo, Guillermo recordó su propio andar antes de Juan en tantas y tantos equivocados.

__Había una vez un reino en la tierra del olvido, donde solo existían hombres buenos, apuestos y muy gentiles.
Su bondad  se reflejaba en cada acto de su vida, porque así fueron criados,  con buenos valores, en hogares humildes con personas de gran corazón.
Ellos jamás supieron que sus hijos tenían un peligro eminente que atenta sus vidas, por ser buenos atraían todas las mujeres malas del reino, parecían un imán.
Su corazón iba de fracaso en fracaso porque no llegaba la mujer indicada.
Que se hizo costumbre, aceptar su mala suerte, porque por su bondad la maldad convertida en bruja malvada, les había hecho un hechizo, para que no sean felices.
Ella una mujer horrible de rostro y cuerpo, asustaba solo con verla, que todos huían, para que no les haga ningún encantamiento, y terminen esclavos en su lecho.
Pero antes se convertía en una mujer encantadora, de voz dulce, y de mirada tierna, así los enamoraba.
Hasta tenerlos, se iban secando, su rostro se tornaba amarillento, y el cansancio invadía su cuerpo, hasta dejarlos en huesos para después desecharlos, porque ya no le servían, vivía de su dinero, porque ella jamás trabajo.
Siempre salía por las noches a buscar incautos para que fueran su juguete de amor, de sus bajas pasiones, tenía gustos extraños, difícil de comentar, pero a todos los encontraban sin corazón, de eso se alimentaba, la horrible bestia del averno.
Aquellos hombres buenos llevaban el mejor amuleto que era el amor de sus familias, que nunca los abandonó, la bruja quería a toda costa robarles su amuleto, para tener control total sobre ellos, pero nunca pudo, porque era más fuerte que cualquier metal.
Cierto día, llegó una hermosa doncella de buen corazón, se miraron y se rompió el hechizo de su mala suerte, en general a todos el amor los cubrió, para que llegue la felicidad a sus vidas.
Desde ese momento, ya nadie le tenía miedo a la bruja malvada, al verla todos se reían de su fealdad, sus hechizos no funcionaban, dicen que un caballero de elegante traje se la llevó, en su carruaje ella se fue feliz, sin saber que era el diablo que se la llevaba para que sea
la amante de todos sus demonios, por ser tan mala en la tierra, de esa forma la premiaba, con su propia ley.
Todo lo que se hace se paga, nadie escapa de su propio infierno, de eso se trata la vida, obra bien y te irá bien, obra mal y recibirás lo que mereces.
Quizás algo así les pasa a Pedro y a vos, pero ya se podrán enamorar.
__!Qué lindo cuenta las cosas!, espero que Pedro al menos sea feliz, lo merece, es muy bueno.

El auto tiene un seguro para terceros que incluye daños a terceros. ¿Qué diantres significará eso y por qué tendré que haber aceptado manejar esta cosa si yo no manejo?, se reprocha Guillermo mientras de soslayo mira hacia atrás por el espejo retrovisor __.Juan tendrá que saberlo. Juan llegará pronto. Yo tendría que llamar a la policía, informar lo sucedido, ni uno de tránsito hay en este barrio olvidado.
Guillermo se esmera en esquivar los baches del camino y en concentrarse en la ruta al hospital Rivadavia. Al fin ve el edificio y siente que se pondrá a llorar. Suspira, respira hondo intentando aliviar la opresión en el pecho sin soltar el llanto. Sigue los rótulos que indican la entrada en emergencias. Se estaciona. Esperen aquí dice a sus acompañantes como si ellos pudieran hacer otra cosa, se increpa reclamándose la tontería de esas fórmulas corteses que no cesa de emplear como si las hubiesen grabado en el ADN. Entra veloz pensando en por qué no llamó a Beto al menos. Pide ayuda. Al fin, hay un revuelo de médicos, de enfermeros que sacan al herido, lo colocan con cuidado en una camilla y desaparecen tras la puerta del salón de urgencias.  Guillermo ve la salita pequeña, con las filas de sillas y un grupo de personas en una esquina dormitando. Camila le indica que tome asiento cuando lo ve azorado sin atinar qué hacer. Guillermo se sienta a su lado.

__No le gustan los hospitales, se nota, está asustado.
__No  gusto ni de mí, Camila, menos de esto.

A veces, algunas veces  a lo largo de la vida sentí  la casi irrefrenable e intensamente atrayente pulsión de  salir desde mí mismo, y escapando con los otros yo, abandonarme aunque fuera temporalmente.
Y así, liberándome de mí mismo  vivir otras vidas,  que, de alguna forma  tanto éticamente como de lógica, racional,  humanamente,  creía estaba obligado a utilizar,  a insuflarlas ánima, a despertarlas,  a desarrollarlas,  a darles piernas y alas  para que pudieran caminar o volar ya que ahí estaban, alguien,  algo  o el simple azar  las  había introducido dentro de mí, en mi conciencia, en  mi mismo yo, ¿entiendes? Incluso teniendo la…  ¿rara? percepción de que no
darles vida era antinatural, porque de forma natural habían sido ellas incluidas en mí.
¿ Acaso   por diversas razones  algunas de ellas de una apariencia totalmente extraña, irracional, ilógica, simplista, infantil, tendenciosa, mezquina,  idiota, represiva, oculta, o  simplemente   estrafalaria... dedicamos nuestra existencia a reprimir esas otras personalidades ... posibilidades ?
¿ Acaso  la vida,  nuestra vida se nos pasa  torpe  e inútilmente  luchando ferozmente contra las otras que  portamos en nuestro yo, intentando apagar con fiereza  los cabos de vela de las mismas  que intentan  de forma permanente   prender del único que vigilamos que siga  encendido ; solamente encendido  sin realmente vitalizarlo, estando como estamos únicamente entretenidos, cretina y  desoladoramente en evitar que prendan  y den luz y calor  a las otras? ¿Acaso vivimos como enanos en un mundo que nos diseñó para ser gigantes?
En todo eso venía pensando cuando lo llevé por delante, Camila, en que tal vez era hora de volver a casa, de regresar al hogar, al verdadero yo.

Precisamente en ese momento, un oficial de la policía de tránsito hace su entrada en la sala de emergencias. Mira alrededor. Guillermo se pone de pie sin pensarlo dos veces.

__Yo soy el del accidente __ dice dirigiéndose al uniformado. ¿Anda aquí por el accidente en el barrio del bajo?

El oficial lo mira de arriba abajo.
__ ¿Era usted el que conducía la camioneta que embistió al señor Beggio?
__Sí.
__Vamos afuera __dice el oficial __.Muéstreme su vehículo. ¿Tiene seguro?

Guillermo mira a Camila inquiriendo con la mirada si está bien que salga y la deje esperando a que vuelvan los médicos y digan  algo sobre el estado de Pedro.

__Vaya usted, vaya _dice la muchacha __. Yo aquí estaré.

Ha caído la noche. En el estacionamiento bajo la luz blanquecina de las lámparas de neón, el oficial revisa los documentos del coche, la licencia de conducir de Guillermo. Examina los datos y lo mira. Guillermo repite el gesto de meterse los dedos en el cabello y sacudírselo, es un gesto muy suyo como suspirar.

__No parece nacido en esta fecha__ le dice__. Se ve más joven.

__Gracias __dice Guillermo apenas sonriendo. ¿Se verá más joven? ¿No le ha llegado la andropausia o la crisis de los cincuenta o no se nota? El oficial no entendería si le dijera que ese día andaba angustiado precisamente preguntándose qué pasaría cuando la juventud lo abandonara. No pensaré en eso, se recrimina. Recuerda su estado mental mientras conducía. Vuelve sentir el impacto del coche sobre Pedro. Un escalofrío lo recorre. El oficial requiere los datos del suceso. Guillermo se recompone. Intenta sonar tranquilo, pero la voz se le quiebra aquí y allá. En esas está cuando oye aproximarse los pasos de Juan.
Juan  lo divisa cuando busca dónde estacionar.
El corazón le da un vuelco cuando lo mira conversar con un policía. Guillermo no sabe nada de esas cosas, apenas maneja a regañadientes, piensa. Hablará más de la cuenta y se pondrá en rol de abogado. Se apresura a buscar un sitio donde dejar el coche. Su esposo es impulsivo. Está hecho para otro mundo, el de tribunales y no sabe el lío en que se ha metido.
Él siempre ha tenido un accidente de este tipo. Uno puede abollar los coches pero embestir a un ser humano trae aparejado un sinfín de problemas. Lo sabe bien por su práctica médica. La gente suele abusar del sentimiento de culpa del responsable de la colisión, sacarle hasta el último peso. Baja y camina de prisa hacia donde dialogan Guillermo y el policía. No espera que él lo presente, interrumpe. Extiende la mano sonriendo al oficial. Soy su marido, decide, poniendo un brazo protector sobre el hombro de Guillermo. Yo respondo por él. Soy el doctor Juan Arismendi, médico no abogado como  él.
Guillermo mira a Juan hacerse cargo con la simpatía que usa a veces. Responde por mí, piensa, como si yo fuera un nene. Así es Juan. Aún después de vivir con él veinte y tantos años resiente su aire de superioridad masculina.
En este caso, sin embargo, se siente aliviado porque hace minutos el oficial decía que tendría que acompañarlo a la comisaría y permanecer detenido, y aunque podría llamar a Marcos o a Gaby para que lo sacara, prefería ni siquiera enterarlos. Guillermo había quedado demudado, sin saber qué hacer, imaginándose en una jaula como una mascota, con maleantes peores que los que a diario ve en tribunales. Se pega contra Juan que está ultimando detalles con el oficial sobre el documento que firmará asumiendo la responsabilidad por los gastos médicos del internado.  En verdad la camioneta, la tarjeta verde y el seguro están a su nombre.
__Tendrá que arreglarse con él __afirma el oficial __, si es que el señor Beggio queda en condiciones de aceptar su propuesta, porque hasta ahora no ha aparecido ningún médico, ni familiar, solo esa señorita que acompañó a su esposo.

__No es familia _se apresura a decir Guillermo__. Es una conocida de él. Me lo dijo ella.

__Si me acompañan, voy a tomarles la declaración a ambos. Usted doctor Arismendi, va a firmar el documento para el hospital.

Dentro del hospital, Juan está en su elemento. El policía toma la declaración de Guillermo y luego sale con Camila. Guillermo se queda solo en la sala de espera. Bajo la luz blanca, ingrata de una lámpara de bajo consumo, se mira el rostro. Parece un fantasma.
Pero… le gusté al muchacho, piensa, o serán ideas mías. Se mira la piel. Tendrá que cuidarse. Estoy hecho un asco, piensa. La sangre le mancha el pantalón y no aguanta los zapatos. Qué día para tener un accidente, justo cuando él iba listo para solo caminar del  vehículo a la mesa del restaurante donde acordó encontrarse con su amigo José. Sale del baño. Toma asiento. Después de un rato, regresa Camila. Sale Juan del interior del hospital. Están operando al paciente, dice. Saluda cortés a Camila. Se la lleva a conversar afuera, quiere hacerle unas preguntas, Guillermo queda solo. No sabe cuánto tiempo ha pasado, cuando un médico joven se asoma desde la puerta interna de las emergencias.

__ ¿Familiar del señor Beggio?
__ ¿Cómo está? __pregunta Guillermo __. ¿Terminó la operación?

__Puede pasar a verlo _dice el médico__. Está despertando de la anestesia.

Guillermo lo sigue sin pensar. ¿Dónde estará Juan? ¿Y Camila? ¿De qué hablarán que han tardado tanto?

Pedro tiene vendada la cabeza y del brazo derecho le salen dos varillas que le atraviesan la piel a la altura del hombro y una a la altura del codo.
Está conectado a una bolsa de suero y a un monitor que marca los latidos cardíacos. Los latidos son fuertes, acompasados, es un corazón que no titubea.
__Tendrá que estar en reposo al menos dos meses __dice el médico __. Tiene dos fracturas serias en la clavícula y una en la unión del radio con la articulación del codo. También tiene una costilla rota y un corte severo en la pierna. Le suturamos la herida de la cabeza, pero no es mayor cosa. No hay contusión cerebral. Es una persona joven y fuerte. Si se cuida se recuperará sin secuela.
El médico lo deja con el corazón encogido de pena. Guillermo mira al hombre en la cama, Le cuesta creer que él es el responsable de que ese muchacho esté allí, maltrecho. Se acerca y le habla.

__Pedro, ¿me oye? ¿Cómo se siente?
Pedro parpadea. Abre y vuelve a cerrar los ojos. Ve doble, pero lo reconoce.
__ ¿Dónde dejó la camioneta? __dice arrastrando las palabras.

__Afuera __dice él, desconcertado.

__Me alegro __contesta Pedro __.Me alegro de verlo inofensivo don Guillermo, usted al volante es un peligro.

Guillermo contiene la risa, cómo puede hacer bromas con los dolores que debe de tener.
__Pedro, quiero que sepa que mi esposo y yo nos haremos cargo de sus gastos en el hospital, de todo lo que necesite. No debe preocuparse de nada, solo recuperarse.
Pedro le fija los ojos.
__ ¿Usted sabe de carpintería?
__No.
__Pues vale, no veo cómo podrá hacerse cargo __ sonríe.

Solo entonces Pedro ve los clavos que lo atraviesan y exclama.
__ ¡Santo Dios! ¿Desde cuándo ponen estas varillas en lugar de yeso?
__No se asuste __ sonríe Guillermo __.Son lo mejor, más moderno. Lo sé porque mi esposo es médico. Ese es el método más moderno. El yeso es molesto y no es tan efectivo.

__Pero es que parezco Frankenstein. Se van a reír de mí los jóvenes del barrio.
__ ¿Usted nunca se pone serio? Qué suerte tiene de tener ese sentido del humor.
__No se engañe _dice él __.No siempre soy risueño pero imagínese, me pudo haber atropellado un viejo gordo y panzón. Usted al menos es de buen ver.

Juan aparece en ese momento en la sala y se acerca. Mira la escena de su esposo y el herido. Buena señal que simpaticen, piensa. Se presenta. Repite lo que Guillermo ha dicho. Ellos se harán cargo. Él no tendrá que preocuparse de nada. Pagarán el hospital, la rehabilitación, los medicamentos.

__Gracias _dice Pedro.

__Y lo ayudaremos con el dolor. Ahora está bien bajo el efecto del demerol. Cuando la concentración se diluya en sangre, sentirá bastante incomodidad _dice Juan__ pero no dude en pedir que le apliquen más. He orientado al médico de turno para que no lo deje sufrir. Soy especialista en manejo del dolor __ dice muy profesional.

__ ¿Ah, sí? ¡Esa debe ser la mejor especialidad del mundo!

Se cruzan las miradas de Guillermo con la de Pedro.
“Qué pícaro este muchacho, piensa y disfruta la cómplice burla con que él reacciona a la charla de Juan”.
__Cuidado que me sacará drogadicto de aquí, doctor. No tengo plata para esas cosas.
__No, por supuesto, claro que no. No lo voy a  aburrir con explicaciones médicas, pero le aseguro que dos o tres días no le afectarán en nada y sí lo ayudarán a relajar los músculos y eso es importante en este tipo de lesiones para que los tejidos se regeneren alrededor de las fracturas. Está en buenas manos. Matías Olazábal es un excelente traumatólogo. No tengo que decirle cuánto sentimos Guillermo y yo lo que ha pasado __añadió Juan.

__Yo me crucé sin fijarme _dice Pedro__. No lo culpe solo a su esposo.

Guillermo siente aflorar una sonrisa pero la atrapa con los dientes. Gracias, gracias, piensa y mira a Juan afirmando el “te lo dije” con la mirada.
Guillermo cierra los ojos. Se siente de pronto cansado, agobiado, pero al mismo tiempo liviano, como si flotara.

__ ¿Está bien que entre Camila? __pregunta Guillermo__. Ella ha estado aquí todo el tiempo.
__Claro _responde él.

__Hasta mañana, Pedro __musita Guillermo __.Descanse.

Salen Guillermo y Juan y entra Camila No tarda mucho y luego la pareja ofrece llevarla de regreso. Guillermo la deja al lado de Juan y se acomoda en el asiento de atrás. Está agotado. Durante el trayecto los escucha hablar, reír. Cuando estacionan en la farmacia y Guillermo mira el lugar del accidente cierra los ojos sin alivio porque revive cada instante.


Pedro tarda en dormir. Piensa ahora en Guillermo, en qué sabrá de él, de su elección de estar solo, de sus razones, y sabe que en algún momento se lo dirá. No quiere cualquier cosa, solo espera pacientemente el amor de su vida, y hasta ese día solo se contenta con ver sonrisas bonitas.
“Al amor de mi vida lo espero con los brazos cerrados, y que me traiga buenas razones para abrirlos.
Cuando se llega a conocer la vida, cuando se teje despacio esa emoción de sentirse en el limbo y filo de los suspiros, esta es preciosa, dando pasos a los hilos de las oportunidades para que se acomoden despacio al placer de seguir disfrutando de la vida,  de los pasos de la vida. Es entonces cuando el horizonte es tan fino que se alcanza en la mirada de las rosas y en las cascadas de los párpados que se duermen cuando son suavemente besados.  En la vida los abrazos son un paréntesis de entusiasmo y saludos, la vida es como un permanente remanente de abrazos e instintos y de eso vivimos.
 De eso el corazón es dueño,  de las emociones más sutiles y las más extasiadas,  como las olas de ese mar que cautiva al mismo cielo. Tú eres una buena razón de abrir los brazos porque tu vida ha sido un hermoso detalle que se agiganta en la tertulia de tus manos. Tocar tus manos es sentirse inundando por el breve milagro de ver y sentir tu piel. Tu piel es un esmero de sobriedad, con ella navegas dulcemente por donde tu barco se aparea con las espumas dulces de las nubes hasta anidar en la cresta de tus propios esfuerzos.
 Nacimos  con ligereza en los pies pero supimos  domar al corcel y a las miradas furtivas y emboscadas apacibles de lo fácil, he enarbolado la disciplina como primer eslabón de mis éxitos y he vencido los fracasos con la espiga del sol en mi alma cuando libera los designios oportunistas. ¿Acaso el destino se incuba por momentos y luego se va a como llega? Quizás. Pero las palabras si no se acompañan con la libertad de los abrazos siempre estarán con el alma cerrada aunque la vida es un libro de páginas que son un mundo abierto y tierno.
 Los años no pasan en  uno, es el tiempo que se abona en mi sensibilidad y se refugia férrea mente porque soy  espejo y cristal de sus pasos, no los mido, solo camino  y ellos me llevan con férrea disciplina que adosan las miradas que no necesitan hablar.
Un gesto suave, una mirada dicen más acciones que las agendas del día y puedo leerlos en usted don Guillermo. Lo importante es que me encontré con el tiempo de mi tiempo, es por ello que valgo y danzo hasta volar como libélula, como luciérnagas que doran las miradas de la noche y engalanan el campo de colores maravillas.
Así lo siento y veo, es amor del alma y es a través de mi alma que puedo adorar y querer, le amo aunque no lo sabe, tanto no lo sabe que abre sus brazos para que sus aromas se hagan polen de su piel en mi piel que ha permitido abrirme paso por los senderos donde solo bosquejo su mirada de la cual me abre camino hasta encontrar el viento que me dice que lo amo”.
__
Esa noche mientras se quita la ropa ve la sangre y piensa en Pedro, en Camila. Agradece en medio de la mala suerte, la decencia y bonhomía de ambos. La sonrisa de él, sobre todo, su boca tan perfecta y su buen humor. No lo defraudará.
Juan querrá darle dinero, pero él quiere volver a verlo, ayudarlo, cumplir con la promesa que le hizo de hacerse responsable. Se ve los ojos irritados. La preocupación le hace verse desencajado. Mañana será otro día, solo necesita dormir bien.
Juan ha empezado a preocuparse por las consecuencias económicas del percance y en la cama le hace preguntas que, según él, tendrían que saber contestar a la aseguradora. Ha sacado la póliza del vehículo del archivador y la lee con cuidado.
No creo que sea suficiente para cubrir todos los gastos _dice__. Lo vamos a tener que mantener por dos meses. Para colmo, en  diez días tengo que marcharme al Congreso de Cirugía en Atlanta, te tocará finiquitar el interminable papeleo con el seguro.

Guillermo lo mira. A menudo Juan lo insulta sin percatarse. Lo trata como si fuese incapaz de lidiar con la vida.
__Puedo hacerlo yo sin ningún problema, soy abogado, ¿recuerdas?  __le dice mirando el techo con voz monocorde.

__Estuve hablando con la muchacha de la farmacia. Yo creo que con  ella podemos arreglar lo del cuidado de él, hacer un presupuesto de sus necesidades. Es solo, lo cual es una ventaja.
__ ¿Así lo ves vos? Un asunto  de darle plata y punto.
Juan lo mira sin comprender.
__Sí, la verdad. ¿Qué otra cosa se te ocurre?
__Todavía no sé, pero yo por lo menos me siento responsable. No es un perro al que atropellé. Pedro, es un ser humano. Lo dejé inválido por lo menos por dos meses. ¿Te imaginas cómo va a comer con esos clavos? Ya no se diga trabajar…
__Se lo voy a encargar muy bien a Matías. Guillermo, no te alteres.
__Yo me voy a encargar. Vos te vas tranquilo al congreso.
__Si eso te hace feliz, pero no exageres. No es necesario. No te olvides que sos otra clase de gente. No te pase que por dar una mano, te agarren el codo.

Ya en la cama, con la luz apagada, Juan se pone cariñoso. Lo abraza por la espalda.
__No puedo, Juan, hoy no.
__Lo entiendo, tremendo susto que pasaste, por haber discutido temprano te dejé la camioneta.

Juan no tarda en dormirse. Guillermo siente el cuerpo de él distenderse. Oye el cambio de su respiración, los ronquidos. Suavemente se aparta, le molesta el roce. Hubo un tiempo que podía dormir enredado a él, con él, pero ese tiempo ya pasó. Ahora necesita su espacio, de lo contrario le falta el aire, no se relaja. Cuando se mete en la cama le lleva un rato acomodarse, y si él lo tiene en sus brazos, siente el imperativo de quedarse quieto para no  molestarlo y al rato resiente que se aferre a él.
¿Cuánto tiempo le tomó descubrir esa particular manera de querer de Juan? Su manera de querer sin realmente pensar en Guillermo, sin curiosidad por descubrirlo. Lo abrazaba porque abrazarse de noche formaba parte de su concepción de amor. Que él necesitara tiempo para acomodarse no entraba en la ecuación.
Ya en su lado de la cama se acuesta boca arriba.
 Pedro, qué lindo que sos, qué diferente, creo que puedo estar eternamente con vos sin el deseo de cortar tus anhelos para que estés aquí, a mi lado, el invierno es frío y mis manos jugarían con tu pelo.
Aquí juntos en este momento no habría tristeza,  sería como el arcoíris que hace magia en tus ojos, cuando vos crees que estamos lejos, yo  en nuestro sueño te digo que estamos abrazados.
Te amo en cada latido de mi corazón con la fuerza que lleva mi sangre en las venas, imaginando tenerte siempre tomados de la mano, te rozo con la punta de mis dedos, llenándote de pasión a cada instante de nuestras vidas.
Hoy mi universo está  lleno de felicidad, anhelo caminar a tu lado tomados de la mano y vivir los momentos más felices, porque en este sitio ha brotado nuestra alegría y lo único que falta es tener tu presencia para mí.
Te amaré toda mi existencia, todos los momentos, viendo mágicos instantes, como los besos llenos de pasión y llevarte al mismo cielo para ser felices donde vive Dios, ahí donde nos dio la oportunidad de estar juntos toda la eternidad.
Y esperando el amor  se me va la vida,  yo trato de atraparla,  de sonreírle, de coquetearle,  trato de encontrarla conmigo. En los días y en las noches  la abrazo, la acaricio, la beso,  pero aún no puedo estar al día.
Ella avanza locamente, veloz,  se ríe en mi cara de mi andar,  porque voy lento, ¡me demoro! ¡Quédate conmigo vida, te deseo! Necesito más tiempo para bailar,  para sonreír, amar, soñar y besar. Que mis pensamientos ganen,  que las oraciones se escuchen,  que Dios te deje aquí un poco más. Aún me falta aprender y enseñar,  aún me falta reír y hasta llorar,  aún tengo ganas de contar de él y que me pueda llevar de su mano.
Una copa de vino es testigo de mis tristezas y de mis alegrías, con ella siempre tengo compañía. Brindo con una copa de vino, por mi soledad, mis triunfos, o alegrías y por mis amigos que junto conmigo, disfrutan el sorbo de una copa de vino.
Ese vino que endulza el paladar de mi boca, que se lleva la amargura, que permanece muchas veces oculta en mi sonrisa. Ese sabor que me embriaga y me hace ser diferente; y que muchas veces rompe el silencio, para dar  paso  a una nueva alegría. Esa copa de vino que testigo es de mis desvelos, de mis desvaríos, y de estas ensoñaciones que me hacen compañía.
Esa copa de vino que brindo a mis amigos, pues no solo en mis tristezas ella me acompaña,
también en mis alegrías y junto a mis amigos s brindo por la vida, pero solo en el estudio, no puedo con Juan, y sin embargo hoy cuando vi a Pedro caer, quise bridar por su vida.
Con una copa de vino brindo, brindo por la vida, por las alegrías,  por mis pérdidas, una copa de vino que desnuda  mi alma aunque tenga frío, brindo por tu vida, Pedro, brindo por vos.
Las horas se mueven detrás de las sombras, el destino de mis propias palabras no tiene final, camino por el pasillo pleno de la luz de la luna, los sepulcros se amontonan a mis pasos, ¿qué hago aquí?
¿Será que busco la última huella de tus besos?
¿Quizás busco ese aroma sutil de tus cabellos?
Los mausoleos se delatan contra las sombras. Ya no quiero llorar más. El silencio me envuelve como si fueran tus brazos. Una luz al final se agita ante mi caminar, no quiero perderte y sé que no estás. Quizás quieras llevarme acaba mi soledad con vos.
__
Por las altas ventanas de la habitación la luna brilla como el sol de plata alumbrando tenuemente la cómoda neoclásica, herencia de su abuela, sobre la que hay retrateras con fotos de familia. Los padres de los dos, los hijos de Guillermo y Ana, Fabián y Malena, fotografías de cuando eran bebés y las más recientes de jóvenes adultos, ambos ya independientes, Juan los quiere como propios, no pidió otros.
Los dos están en la universidad y tienen sus departamentos propios.
 Una foto de ellos pocos días antes de su matrimonio. Hace veintiséis años que son pareja, solo desde que se promulgó la ley es que están casados, Guillermo estaba ansioso porque llegara el día, por irse con él de luna de miel y que los dos olvidaran la profesión, el trabajo. Le recuerda el nerviosismo de perder la virginidad tantos años antes también con Juan. Pero en realidad, el sexo con su marido nunca le pareció merecedor de la anticipación con que esperó ese episodio de su vida en la facultad. La verdad es que recordaba con más cariño, la manera en que lo tocaba a escondidas cuando eran compañeros, que el propio hecho de acostarse con él por primera vez. Habían pasado la primera luna de miel en un hotel de montaña que a Juan le gustaba, en la adolescencia, apenas iniciada la edad adulta antes de que existiera el casamiento igualitario. La habitación era maravillosa, decorada al estilo de un chalet suizo, con los techos altos y una cama con cuatro pilares y un dosel.
 La botella de champán que la gerencia mandó poner en una mesa coqueta al lado de la ventana que miraba hacia unas montañas azules coronadas de estrellas, se la tomó Juan. Guillermo recuerda que apenas bebió unos cuantos tragos  de la alta copa sintiéndose adulto y calmo. Juan en cambio se puso nervioso mientras terminó la botella, y en cierto momento se levantó, apagó todas las luces, lo tomó de la mano y le dijo que no se preocupara por vestirse porque de todas formas él no haría otra cosa que desnudarlo. Juan tenía experiencia con hombres y una mujer desde los quince años, para Guillermo él era el primer hombre. Se había imaginado saliendo del baño con un albornoz sugestivo y que él le besaría los hombros desnudándolo poco a poco, desempacando con delicia el encanto de su pecho, de sus pezones, superó la desilusión de su prisa diciéndose que tal apuro pintaba bien y revelaba en él un espíritu aventurero como tenía en la vida.
Con las luces apagadas y apenas el resplandor de una noche sin luna por la ventana, Juan lo dejó que se desvistiera de su ropa de viaje, mientras se afanaba en acomodar las almohadas como  si se tratara de una mesa donde realizaría una complicada cirugía.
Guillermo se sabía atractivo, pero no perfecto. Le encantaban los helados, los chocolates y el whisky,  nada de  ello estuvo presente. Se fue deslizando bajo la sábana, a medida que se quitaba las prendas, de manera que cuando quedó desnudo, no tuvo problemas de acomodarse bajo  el edredón y cubrirse hasta la barbilla pues hacía frío. Apenas miró de soslayo la mesa de noche de Juan, pero se percató que él había dispuesto en ella su maletín de médico que tenía desde antes de entrar a la carrera. No supo por qué pero el corazón le dio un vuelco. ¿Sabría algo que él no descubría aún sobre aquel procedimiento?
Grita si te duele, le había dicho, pero lo mejor es dejar que el trago amargo pase rápido. Que dolió, le dolió. Le dolió tanto que empujó a Juan con todas sus fuerzas para quitárselo de encima y que no siguiera empujando, aquel mástil que se le antojó enorme d entro del pequeño reducto que ofrecía. Parsimonioso y profesional, él dijo que tenía la solución: una pomada anestésica. Iba preparado, anunció y él no tenía de qué preocuparse, ni por qué sufrir si aquello le resultaba tan incómodo.
Es normal, es el tejido que se desgarra, le explicó. La palabra desgarre le produjo a Guillermo una ola de aprensión. Imaginó trapos, telas rotas. Voy al baño, anunció con ganas de llorar.
Espera, dijo Juan, extendiéndole un tubo de crema blanco. Agarras un poquito de esta pomada con tus dedos y la untas dentro y alrededor del orificio, procura ponerla lo más hondo posible. Era la primera vez que alguien le mencionaba su anatomía con familiaridad y le chocó, pero en el lenguaje médico era la norma, no para él. Tomó con determinación el tubo y entró en el baño. Cuando regresó sentía todo su cuerpo inferior inflamado.
Segundo intento, dijo Juan, sonriendo y acomodándose en la cama sin aspavientos. Lo hizo que se acostara de costado, lo abrazó y se le coló entre las piernas con una celeridad digna de mejor causa. Esta vez Guillermo aguantó la embestida y la extraña sensación de sentir y no sentir al mismo tiempo. Cuando él gruñó, lo percibió en lo profundo de sí. Se le salieron lágrimas, no de dolor, sino de una nostalgia vaga y tonta por lo que había hecho esa noche sin amor.
Durante ese viaje intercambiaron roles, Juan demostró sus dotes de amante limitado y Guillermo de artista consumado. Quizás  allí, al inicio ya comenzó su farsa. No bien percibió que todo el proceso se aceleraba si fingía, comenzó a gemir y retorcerse, a irse en suspiros y exhalaciones, no le fue difícil fingir. Al contrario, habría querido que lo que imaginaba mientras Juan trajinaba fuera cierto. Desafortunadamente no lo era y Juan era un buen tipo.
Lo hacía reír. Lo que más lo enamoró si podía llamarse así, fue su insistencia: lo llamaba todo el día, no sabía qué hacer sin él, y le decía sin parar lo atractivo que era y cuánto lo necesitaba y cuánto lo admiraba en su inteligencia y sentido práctico. Fue justamente el sentido práctico de Guillermo y el descubrirse gay lo que lo empujó a elegirlo entre los tantos pretendientes que lo requerían, había leído que lo más importante a requerir es que lo adoraran sobre todas las cosas.
Juan además, era responsable, se afianzó con los años en su profesión y sin ser un hombre bello, poseía buena estampa porque era atlético, delgado, alto, y sus piernas bien formadas. Lo que Guillermo empezó a descubrir era que, quizás por ser cirujano, Juan tenía una manera clínica de aproximarse al cuerpo. Seguro había leído sobre qué hacer para excitarlo, de manera metódica y medida. Más que entregarse al asunto, Guillermo notó tras varios días de verlo actuar que seguía una suerte de protocolo: lo besaba un rato, le mordía las orejas otro, luego los pezones, todo el tiempo mirando a ver si lo que hacía tenía en él el efecto esperado.
Lógicamente que Guillermo reaccionaba porque no era de palo y recién empezaba la relación, y quería reaccionar pero se le iba la pasión cuando lo miraba a él siempre levantando los ojos de lo que estaba haciendo para cerciorarse de que  a él se le estuvieran encendiendo las luces, como si en vez de besar pezones, ombligo y piernas, él estuviera accionando los controles de una consola o monitor.
Fue para no defraudarlo y para ayudarle a que olvidara de su preocupación que empezó a desarrollar sus dotes de actor.
En el fondo, sin embargo, Guillermo captaba la mirada clínica de Juan a la hora de hacer el amor. Y sufría porque, a pesar de ser tan metódico, él no lograra provocarle un orgasmo más que cada muerte de obispo y no de alto vuelo.
Cuando se aventuraba al sexo oral no atinaba a percatarse de cuán delicado era el extremo. Lo atacaba a mordiscos o a chupetazos, como si el solo hecho de atreverse a llegar a la intimidad bastara para que él explotara de placer.
Tras los años juntos, Guillermo se las había ingeniado para provocarse orgasmos a gusto, y darle placer a Juan. No se le escapaba que era un arte y que había que mantener constancia en el estímulo para conseguirlo, pericia, a veces hasta él se aburría de autocomplacerse.
Según oía hablar a los amigos a todos les iba parecido, todos suspiraban por las películas y leían libros elegantemente pornográficos cuando ocasionalmente aparecían en librerías. Lo que ni Guillermo ni los otros lograban explicarse era por qué sus experiencias en la vida real tenían tan poco que ver con las maravillas de la ficción.
¿Por qué no lograban con sus parejas remontarse a esas alturas? ¿Por qué, sin embargo cuando leían o veían películas aquéllas, sus cuerpos respondían como convencidos de que era posible sentir todo eso?

Guillermo no puede dormir pensando en Pedro.
Es digno de mejor trato que esa idea de Juan de pagarle y olvidarse de él. Típica actitud de su marido. Pero los problemas del otro apenas empezarán cuando salga del hospital.
Cómo hará la gente que no tiene ingresos fijos en una situación así, se pregunta.
¿Qué tan pobre sería Pedro? ¿Cómo sería su vida?
Le gustó tanto su actitud. Los trató de igual a igual. Era alguien que sabía que el hábito no hace al monje, y le pareció educado, casi diría universitario, de modales cuidados. Nada que ver con la hosca y a menudo servil humildad común del personal doméstico o de los empleados de los restaurantes u oficinas públicas, una actitud que él detesta.
Guillermo se esmera en ser igualitario, no autoritario excepto en su profesión. Bromea dentro y fuera de su casa, usa la risa contra los chirridos de diferencia de clase o educación como usó con Beto cuando lo sacó de la calle.
Su relación con Julieta, la empleada, ama de llaves, de tantos años, es íntima de tan larga. Con ella conversa no solo sobre los menús que a veces trabajan juntos o las compras del supermercado, sino sobre sus quejas de esposo, hijos, o la madre anciana por la que ella vive preocupada. Guillermo se hace la ilusión de que en su casa existe un espíritu amable, de equipo, pero sabe que no es posible evadir el rencor que a veces percibe en las miradas de refilón de los empleados.

Se pregunta, si Camila, ayudaría a Pedro como afirmaba Juan. Intuye que la chica querría que él se fijara en toda ella, y no solo en su sonrisa, Pero ¿qué se yo? –sonríe en la oscuridad__ si apenas conozco al pobre hombre. Cansado de estar insomne, se levanta y toma su medida de whisky, o sabe que de lo contrario, esa noche, no pegará un ojo.
Sin embargo la sexualidad hoy es para Guillermo su estandarte de vida, y no con Juan. Tiembla de miedo al pensar que el tiempo le pasará por encima aplastándolo, suspira, y cierra sus párpados.

“Hoy he descubierto esa risa que hay en vos, Pedro, ese rubor de tus mejillas, la dulce melodía de tu voz que acaricia el alma, que poco a poco llega a mi corazón provocando que desee saber más.
He descubierto ese nerviosismo que te hace ver más lindo, que hace que juegues con tus manos, que enredes  tu cabello, que muerdas tus labios, que la vista ocultes por miedo a que  te delate ese sentimiento que yace escondido en tu corazón, sos más de lo que pareces.
Hoy he descubierto que la noche tiene ese mismo misterio que  habita en tu presencia,
que cada estrella es una incógnita que deseo descubrir, que el sereno de la madrugada tiene la quietud de tu mirar, que tus ojos son marrones verdosos, que tus labios tienen guardado
un beso quizá  para mí, hoy he descubierto que a pesar de la distancia te siento tan cerca, que tu existencia para mí, es invaluable, que el tiempo es mi único enemigo, porque cuando pregunto... ¿cuándo te veré?,  por respuesta solo recibo..." yo te aviso " o “si yo me lo permito”.
Hoy he descubierto que es lindo saber que existes, que sos real y diferente, que puedo decir tu nombre, que puedo soñar con vos.
Hay una llamada  de la noche en tus labios, que me preguntan  si quiero ser besado, y también mordido con dulzura, cuando la oscuridad  alcanza la plenitud total.
Qué insolencia  tiene el clarear del día, qué pomposidad  tienen los rayos solares, que despiertan mis necesidades ancestrales, cuando la poderosa luz me impide amarte.
Empujo las manecillas  de las horas, cubro de un negro  deseoso  toda la bóveda celeste,  enjaulo el cantar de los pájaros con mis manos impidiendo que el ruido  llegue a tus orejas, y pinto las estrellas en el mediodía.
Todo para que la noche  se comprima  de nuevo en tus ojos y puedas disponer  de mi boca.
El amor es la oportunidad que llega, no se pide, llega, ¿quién puede controlar de quién enamorarse?, no es culpa de nadie, es, se hace intensidad y luego matriz de todas las emociones, esas emociones incontrolables a veces, que nos llevan raudo al despeñadero de los infortunios, situación que no debe ser y tiene que ser administrada de otra manera, el amor es algo tan bonito, tan único que merece convertirse en lo bello, en lo incondicional, es la lluvia, es la sangre genuina de las aves convertidas en horizontes, el amor es el concepto más hermoso encontrado a lo largo de la vida, no existe palabra más especial que el amor, en primera instancia porque nos dirige hacia la madre, luego a  otro ser, como breve muestra de sus existir, el amor existe por sí mismo, está allí a la espera del camino para arropar a quien desea vestirse con sus sedas, escúchese bien con sus delicadezas, no es posible emboscarse con destinos frívolos y lejos de su esencia, el amor es esencialmente bondadoso, sencillo, franco, intenso, jovial, sin restricciones, es la hermandad entre dos personas, es la razón y la verdad conjugada con las miradas y los hechos posibles y positivos entre las parejas, nadie más que otro, los dos en uno,  solo fusión de ambos una sola alma, en un solo corazón, el amor sensitivo, viendo lo que otros no pueden ver, y es que el amor ve todo sin discriminar, es absolutamente humilde, porque es entregado, se entrega sin condición, el amor no se condiciona, se humaniza y es venerablemente sano y siempre está pegadito a la piel, siempre súper sensible y sensitivo, abraza aun cuando el frío es devastador, abraza aun cuando las llamas parecen quemar el destino de dos corazones en un solo beso, el beso es el amor de los labios, de los labios identificados con el amor, es lindo conocer y dejarse amar por el amor, es bello guiarse por las cortinas del amor, porque estas se convierten en olas que siempre estarán bañando la piel de los dos amores en un solo amor.
Es el Amor lo que faltó en cada relación, el amor lo que hace la diferencia, pasa que nunca lo conocí, pero presiento que te voy a amar, Pedro, que pese a lo que sos y lo que tengo, me voy a enamorar, a mi edad, casado y con hijos grades, el tema es, ¿seremos capaces de jugarnos la vida, el trabajo, todo por amar?

Desde que nuestras manos entrelazaron sus dedos, yo no soy el mismo, cambié a tu lado, de tu mano fue que pude salir de aquel abismo en el que habitaba con desgano.
Mi mirada es otra, es más luminosa mi sonrisa, llegaste a mi vida para sanar mi alma que estaba rota y me enseñaste a vivir despacio, sin correr de prisa.
Cambió también mi sentido de pertenencia, yo ya no soy mío, no soy tampoco de la tierra que piso, soy tuyo de nombre, de letras, de desesperación y de paciencia, soy de tu destino que así lo quiso.
Desde que yo supe que existías, no soy más aquél que fui, soy un solo verbo y al mismo tiempo mil novelas, soy insomnio desde el día en que te conocí. Desde ayer ya, soy noches de insomnio. Noches de anhelarte, noches de ansias de vos.
Me cobijo con tu mirada y encuentro a los misterios encendidos con una antorcha que se hacen abrazos y nos enciende el espíritu, hasta desnudar las palabras y penetrar lo recóndito de las pieles, sentir tu voz abriéndose con mis besos, pidiendo un beso más con tus caricias, que llegan hasta verme en tu mirada y seguir con los misterios.
 Sueño despierto que voy al encuentro de tus besos con la algarabía del primer día, que viajo en tu boca por vez primera y en tu dulce regazo me duermo.
Voy navegando, en mis vehementes recuerdos en vino de tu aroma, que embriaga mis sentires deletreando en mi mente  embrujo de amores de noches colmadas, de suspiros pintados. Al encuentro con el amor, de volcán candente con la intensidad y el vibrar de caricias aferrado al deseo, absurdamente latente en mi piel por tus labios, de acuarela tatuados.
Voy al encuentro, con tu incitante vientre, enjambre, miel de placeres insólitos, éxtasis, sentires de edén presente, delirios infinitos”.
__
Guillermo pasa de Pedro a su juventud, a sus diecisiete años corriendo en el mar que hoy detesta, cree oír lo que piensan: muchacho hermoso, atractivo piernas perfectas, hombros anchos, pecho fuerte, carreteras en el abdomen, caminos en la espalda, la gracia, el viento en su negro pelo largo.
Él corre más rápido, más erguido, gozando con su belleza masculina, saberse hombre deseable, el sol lo baña y lo ama.
Tanto se divirtió con esos juegos de seducción, los jeans ajustados, las motos, los anteojos oscuros, el cigarrillo, las poses sugerentes, todo lo que sin exceso barato llamara la atención y lo distinguiera del montón.
Cuánto disfrutó de ese poder saliendo de un sitio profundo dentro de él, llenándolo todo de un flujo eléctrico animal. Siguió usando esa ropa aun después de estar con Juan. Juan nunca lo reprimió. No parecía importarle.
Luego como marido olvidó los elogios que abundaron durante el noviazgo. Se tornó parco y seco en sus alabanzas pero le gustaba ver como voyeur el efecto de la belleza de Guillermo en los demás.

Después de tantas decepciones,  de promesas sin vida,  ni yo sabía cuán roto estaba,  hasta que empecé  a limpiar cada herida  y a remendar cada pieza  de mi corazón rasgado. A así fue,  como me reparé  de cada una de esas  caricias fingidas. Lágrimas que caen y tras sus huellas, vos arrastrando lamentos como una cruz que ciega tu andar.
En el otro extremo, yo abriendo mis brazos guiando tu naufragio a la calma de mis mares. Cerrando recuerdos de capítulos oscuros que respiran en tu extraño proceder...
Instintos que zarpan de mi ser ahuyentado por tu rechazo, he aprendido que nunca perdonarás las heridas  que causó el tiempo y yo tampoco Juan.
Y yo sigo muriendo, sigo perdiéndome sin tu amor como una hoja en el viento. Tu mirada enciende mis ojos, haciéndome temblar por dentro. Y yo sigo muriéndome, sigo perdiéndome,
como agua que corre en una cascada de sufrimientos.
Derroto tu altivez con la sencillez de mi alma, acaricio el silencio de tus verdades atadas .Me arañas con tus besos desafiando mi indiferencia, para ti soy solo eso tu amante de locuras prisionero de tus misterios. Y yo sigo muriendo, sigo perdiéndome  sin tu amor como una hoja en el viento pero tampoco te amo.


__A vos te gustaría verme hacer el amor con otro tipo, ¿verdad Juan? Te encanta cómo se me quedan mirando.
__No te niego que lo del mènage à trois me parece sexy __sonreía Juan __.Pero soy yo el que me imagino con dos. ¿Verte con otro hombre? No sé si podría. Me fascina y repugna la idea, te soy sincero.
__ ¿Y con una mujer sí? Tendríamos que probarlo __ bromeaba Guillermo.

Ninguno de los dos se atrevió a poner en práctica sus fantasías eróticas. Era un asunto de logística, decía Juan, no solo de dónde sino de con quién. Él no podía arriesgarse por su carrera ya de por sí vapuleada a hacerlo con alguien conocido que pudiese luego contarlo. A Guillermo le pasaba lo mismo y no, sabía mentir identidad en otros sitios. Los cuentos como esos tenían pies. Y había que admitirlo, parte de la diversión era contarlo.
Había mujeres que alardeaban de sus conquistas, pero para los hombres el alarde era consustancial a la aventura. Las mujeres tenían la fama del chisme, pero sin embargo Guillermo recuerda el asombro que sintió cuando se sentó con amigos del padre y los escuchó hacerlo, chismear. Le pareció que lo disfrazaban sin las culpas que se cuelan por las ranuras cuando las mujeres se cuentan cosas, frases como “no quisiera hablar mal, pero…”, no existían en la plática de los hombres. Lo despiadado de las afirmaciones parecía ser parte del chiste.
Por esto o aquello ni Juan ni Guillermo exploraron más allá de la cama de ellos, o algún otro amante oculto al par.
Juan jugó y logró que Guillermo tuviera deslumbrantes orgasmos, haciéndole cerrar los ojos y susurrándole al oído escenas imaginarias en las que otros hombres o mujeres o la combinación de ambos le hacían el amor, y funcionó por algunos años. Él hablaba e iba acariciándolo o entrando en él por sus propios medios o a la inversa. Fue un tiempo en que los dos entraron en delicadezas suntuosas, untándose los cuerpos para tocarse como sedas, o aceite para resbalar, o crema batida para lamerse. El sexo gourmet tuvo su periodo de auge pero después Juan cortó por lo sano según él preocupado de si no estarían perdiendo la simple capacidad de amarse porque sí.
Regresó a vigilar el placer que le causaba su régimen de movidas calculadas y Guillermo se acomodó a la rutina que solo rompían muy de vez en cuando. Guillermo concluyó que a fin de cuentas el desaforo y hasta el placer de sus inventos  habían atemorizado al marido. Al atisbar el efecto de los instintos desatados en sí mismo y en el otro, Juan optó ante sí y porque sí, por cerrar las puertas del zoológico antes que las fieras se salieran del dormitorio a rondar por sus plácidas vidas.

Viernes, 25 de enero de 2018.

Por la mañana, en la farmacia, Camila se ve asediada por los vecinos que requieren noticias sobre lo que sucedió con su amigo, el herido __algunos lo conocen y preguntan directamente por Pedro__. El barrio es un sitio populoso de gente que con mucho esfuerzo saca la cabeza de la pobreza, educa a sus hijos, prospera con pequeños negocios, vende en mercados productos de sus granjas o subsiste en familias donde tíos, abuelos o parientes del campo conviven apretados a veces bien, a veces soportándose sin otro remedio.
En calles desiguales, algunas a medio pavimentar, llama la atención el contraste de algún muro de bloques al lado de la barda de madera pintada en colores vivos o la casilla maltrecha.
El que logra trabajo fijo siembra su pequeño jardín, pero el barrio carece del ánimo común que habría permitido líneas continuas de árboles en las aceras.
Hay algún  almendro o eucalipto solitario entre la aglomeración, hay un ceibo enorme que sirve de punto de referencia para las direcciones. Los pájaros soportan mejor que los vecinos el paso de las rutas de buses en que los choferes mal encarados abusan de la docilidad de los pasajeros que carecen de recursos o autoridad para quejarse o reclamar mejor trato.
Otrora era un barrio tranquilo pero su aire cambió cuando la municipalidad decidió partirlo por la mitad con una carretera que comunica el este de la ciudad con el oeste. Desde entonces los dueños de  las casas de familia que bordean el camino o se han cambiado o han optado por aprovechar el tráfico de gente abriendo negocios que compiten inclementes entre sí. A pocos pasos de la farmacia donde trabaja Camila, hay otra más. Ya existía cuando su jefe, salió de su retiro, y aprovechó el título de farmacéutico del hijo, ahora propietario de una flotilla de taxis y desinteresado de los medicamentos, para obtener la licencia.
De aguantar el intenso tráfico, las broncas de los bares que surgieron en la zona y los cambios introducidos por la incorporación de esa parte del vecindario al ajetreo de la ciudad, los que permanecieron a los lados del trecho de carretera han desarrollado entre ellos la solidaria amistad de quienes sufren los cambios a falta de alternativa. La mayoría conocen a Pedro, tanto por su amistad con Diego, que hace muebles, marcos y molduras, como por sus visitas al bar local y a la farmacia.
A varios vecinos, Pedro, aunque es ebanista, les ha trabajado estanterías o reparaciones de carpintería en sus casas.

A los que llegan a la farmacia, Camila los tranquiliza con la noticia de que Pedro se recuperará y de que el responsable del accidente y su marido parecen ser personas decentes puesto que han ofrecido hacerse cargo de los gastos médicos y de lo que sea necesario.
Cada quien rememora los pormenores.
El del taller con su rostro compungido y grave, pide papel y lápiz para dibujar un croquis y mostrarle a las señoras que no vieron el accidente, cómo fue que Pero voló por los aires.

__Ese hombre se salvó por rico__ dice la muchacha de la peluquería. Si fuese yo la que le hubiese dado, estaría presa.

__Vos presa, y pobre Pedro, bien jodido __dice el hombre __. A saber cuánto habría tardado la ambulancia  y a qué hospital lo habría llevado.
Camila __ dice doña Irma, que es su vecina__, alguien tiene que entrar a la casa de Pedro. El gato ha estado llorando y Dios guarde que se le pierda ese gato. Lo cuida como si fuese un hijo. Y de seguro se quedó encerrado como siempre que sale. Es la única compañía de Pedrito.

__Don Guillermo dijo que me pasaría a recoger para llevarme al hospital al mediodía. Cuando vea a Pedro le pediré la llave para entrar a darle de comer al gato. No se preocupe.

Camila mira su reloj, apenas falta una hora, y don Guillermo llegará a buscarla, irán a ver a Pedro, y un dejo de inquietud le arde en la piel.

¿Por  qué ese hombre la inquieta más que cualquiera de las chicas del barrio que persiguen a Pedro?
Seguramente, no significa nada, es solo que ella no consigue nada, que para Pedro es solo… la chica de la sonrisa bonita.


CONTINUARÁ.
Hechos y personajes son ficticios.
 Cualquier parecido con la realidad es coincidencia.
Lenguaje adulto, escenas explícitas.

32 comentarios:

  1. Paola GUILLE .enamorado de su Cielito hermoso❤

    ResponderEliminar
  2. Patricia Abrazos que hablan y transmiten amor y desesperacion!!

    ResponderEliminar
  3. Maria Angelica Liboa ternuraa tanta ternura!!!!

    ResponderEliminar
  4. Patricia A. Qué linda. Muchísimas gracias querida Eve Monica Marzetti!!! Que pases un hermoso sábado! Cariños.

    ResponderEliminar
  5. Lida Garcia Gomez Que maravilla muy buenos días

    ResponderEliminar
  6. Me encantó Eve, pero menudo lío se va a armar para que ellos puedan estar juntos...Por lo pronto sería bueno que el congreso al que tiene que ir Juan dure un año...Pido mucho, no?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sos loquita, me hiciste reír dormida veremos, pbre Juan siempre le pasa algo, no lo pensé, pero es muy linda, pero más me gusta No soy yo, de las nuevas, ahora voy a una de mis amores Prohibido, besotes.

      Eliminar
  7. Veronica Lorena Piccinino muy lindo... los recuerdos de Guillermo con su vida con Juan fue un relato exquisito, excelente... Nunca leí a Guillermo de esa manera, tan sometido a una persona... Me gustó Eve, Gracias

    ResponderEliminar