“Significar”.
Capítulo SEGUNDO.
Capítulo 7
“Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy
dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se
entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y
recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y
te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad
elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no
busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la
que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y
entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos
se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran,
respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente,
mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando
en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un
silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente
la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena
de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos
mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber
simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva
y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna
en el agua”.
*Julio Cortázar /Rayuela cap. 7.
Previo…
Provincia de Bs. As., jueves 24
de enero de 2018.
Guillermo recuerda que Pedro le
miró los labios, sabe que tiene una sonrisa especial.
__ Así que es carpintero.
__Ebanista, el mejor. Hace
muebles bellos. Es un artista pero…
__Pero…
__No es muy
cumplidor. Tarda mucho por hacerlos perfectos y pierde clientes.
__ ¿No tiene
familia?
__Viven lejos.
__ ¿Y sabes dónde vive él?
__En el barrio. Usted se va a
hacer cargo de él, ¿verdad, don Guillermo?
Pedro no podrá trabajar por
buen tiempo y no sé de qué vivirá si no puede trabajar.
__Claro que sí. Claro que me
haré cargo, lo prometo.
“Don Guillermo, pareciera que adivinó que me seducen las
sonrisas. Debe saber que me he perdido admirando su boca. Que no sé si es de
día o de noche cuando la más leve mueca hace un generoso derroche de la
seducción.
Que cada comisura me hace perder la mesura, que cuando en
una sonrisa se curva turba todas mis emociones
y olvido el dolor. Que su rojo alborota cada sentido, que un leve
movimiento me hace sentir vivo y pensar en su aliento me quita el sueño. Que me
desvelo pensando en el momento de probar de sus labios un dulce beso que me
haga el único dueño del universo. ¿Y es que no sabe su boca el insomnio al que
me convoca?”
__Es como le digo don Guillermo, Pedro es muy reservado en sus cosas, no dice
pero no creo que tenga novia, anda siempre solo aunque lo persigan, me incluyo, y yo tampoco tengo
candidatos, solo me dedico a trabajar _dice Camila sonriendo, Guillermo recordó
su propio andar antes de Juan en tantas y tantos equivocados.
__Había una vez un reino en la tierra del olvido, donde
solo existían hombres buenos, apuestos y muy gentiles.
Su bondad se reflejaba en cada acto de su vida, porque así fueron criados, con buenos valores, en hogares humildes con personas de gran corazón.
Ellos jamás supieron que sus hijos tenían un peligro eminente que atenta sus vidas, por ser buenos atraían todas las mujeres malas del reino, parecían un imán.
Su corazón iba de fracaso en fracaso porque no llegaba la mujer indicada.
Que se hizo costumbre, aceptar su mala suerte, porque por su bondad la maldad convertida en bruja malvada, les había hecho un hechizo, para que no sean felices.
Ella una mujer horrible de rostro y cuerpo, asustaba solo con verla, que todos huían, para que no les haga ningún encantamiento, y terminen esclavos en su lecho.
Pero antes se convertía en una mujer encantadora, de voz dulce, y de mirada tierna, así los enamoraba.
Hasta tenerlos, se iban secando, su rostro se tornaba amarillento, y el cansancio invadía su cuerpo, hasta dejarlos en huesos para después desecharlos, porque ya no le servían, vivía de su dinero, porque ella jamás trabajo.
Siempre salía por las noches a buscar incautos para que fueran su juguete de amor, de sus bajas pasiones, tenía gustos extraños, difícil de comentar, pero a todos los encontraban sin corazón, de eso se alimentaba, la horrible bestia del averno.
Aquellos hombres buenos llevaban el mejor amuleto que era el amor de sus familias, que nunca los abandonó, la bruja quería a toda costa robarles su amuleto, para tener control total sobre ellos, pero nunca pudo, porque era más fuerte que cualquier metal.
Cierto día, llegó una hermosa doncella de buen corazón, se miraron y se rompió el hechizo de su mala suerte, en general a todos el amor los cubrió, para que llegue la felicidad a sus vidas.
Desde ese momento, ya nadie le tenía miedo a la bruja malvada, al verla todos se reían de su fealdad, sus hechizos no funcionaban, dicen que un caballero de elegante traje se la llevó, en su carruaje ella se fue feliz, sin saber que era el diablo que se la llevaba para que sea
la amante de todos sus demonios, por ser tan mala en la tierra, de esa forma la premiaba, con su propia ley.
Todo lo que se hace se paga, nadie escapa de su propio infierno, de eso se trata la vida, obra bien y te irá bien, obra mal y recibirás lo que mereces.
Su bondad se reflejaba en cada acto de su vida, porque así fueron criados, con buenos valores, en hogares humildes con personas de gran corazón.
Ellos jamás supieron que sus hijos tenían un peligro eminente que atenta sus vidas, por ser buenos atraían todas las mujeres malas del reino, parecían un imán.
Su corazón iba de fracaso en fracaso porque no llegaba la mujer indicada.
Que se hizo costumbre, aceptar su mala suerte, porque por su bondad la maldad convertida en bruja malvada, les había hecho un hechizo, para que no sean felices.
Ella una mujer horrible de rostro y cuerpo, asustaba solo con verla, que todos huían, para que no les haga ningún encantamiento, y terminen esclavos en su lecho.
Pero antes se convertía en una mujer encantadora, de voz dulce, y de mirada tierna, así los enamoraba.
Hasta tenerlos, se iban secando, su rostro se tornaba amarillento, y el cansancio invadía su cuerpo, hasta dejarlos en huesos para después desecharlos, porque ya no le servían, vivía de su dinero, porque ella jamás trabajo.
Siempre salía por las noches a buscar incautos para que fueran su juguete de amor, de sus bajas pasiones, tenía gustos extraños, difícil de comentar, pero a todos los encontraban sin corazón, de eso se alimentaba, la horrible bestia del averno.
Aquellos hombres buenos llevaban el mejor amuleto que era el amor de sus familias, que nunca los abandonó, la bruja quería a toda costa robarles su amuleto, para tener control total sobre ellos, pero nunca pudo, porque era más fuerte que cualquier metal.
Cierto día, llegó una hermosa doncella de buen corazón, se miraron y se rompió el hechizo de su mala suerte, en general a todos el amor los cubrió, para que llegue la felicidad a sus vidas.
Desde ese momento, ya nadie le tenía miedo a la bruja malvada, al verla todos se reían de su fealdad, sus hechizos no funcionaban, dicen que un caballero de elegante traje se la llevó, en su carruaje ella se fue feliz, sin saber que era el diablo que se la llevaba para que sea
la amante de todos sus demonios, por ser tan mala en la tierra, de esa forma la premiaba, con su propia ley.
Todo lo que se hace se paga, nadie escapa de su propio infierno, de eso se trata la vida, obra bien y te irá bien, obra mal y recibirás lo que mereces.
Quizás algo así les pasa a Pedro y a vos, pero ya se
podrán enamorar.
__!Qué lindo cuenta las cosas!, espero que Pedro al menos
sea feliz, lo merece, es muy bueno.
El auto tiene un seguro para terceros que incluye daños a
terceros. ¿Qué diantres significará eso y por qué tendré que haber aceptado
manejar esta cosa si yo no manejo?, se reprocha Guillermo mientras de soslayo
mira hacia atrás por el espejo retrovisor __.Juan tendrá que saberlo. Juan
llegará pronto. Yo tendría que llamar a la policía, informar lo sucedido, ni
uno de tránsito hay en este barrio olvidado.
Guillermo se esmera en esquivar los baches del camino y
en concentrarse en la ruta al hospital Rivadavia. Al fin ve el edificio y
siente que se pondrá a llorar. Suspira, respira hondo intentando aliviar la
opresión en el pecho sin soltar el llanto. Sigue los rótulos que indican la
entrada en emergencias. Se estaciona. Esperen aquí dice a sus acompañantes como
si ellos pudieran hacer otra cosa, se increpa reclamándose la tontería de esas
fórmulas corteses que no cesa de emplear como si las hubiesen grabado en el
ADN. Entra veloz pensando en por qué no llamó a Beto al menos. Pide ayuda. Al
fin, hay un revuelo de médicos, de enfermeros que sacan al herido, lo colocan
con cuidado en una camilla y desaparecen tras la puerta del salón de
urgencias. Guillermo ve la salita
pequeña, con las filas de sillas y un grupo de personas en una esquina
dormitando. Camila le indica que tome asiento cuando lo ve azorado sin atinar
qué hacer. Guillermo se sienta a su lado.
__No le gustan los hospitales, se nota, está asustado.
__No gusto ni de
mí, Camila, menos de esto.
A veces, algunas veces a lo largo de la vida sentí la casi
irrefrenable e intensamente atrayente pulsión de salir desde mí mismo, y
escapando con los otros yo, abandonarme aunque fuera temporalmente.
Y así, liberándome de mí mismo vivir otras vidas, que, de alguna forma tanto éticamente como de lógica, racional, humanamente,
creía estaba obligado a utilizar,
a insuflarlas ánima, a despertarlas, a desarrollarlas, a darles piernas y alas para que pudieran caminar o volar ya que ahí
estaban, alguien, algo o el simple azar las había introducido dentro de mí, en
mi conciencia, en mi mismo yo, ¿entiendes? Incluso teniendo la… ¿rara? percepción de que no
darles vida era antinatural, porque de forma natural habían sido ellas incluidas en mí.
darles vida era antinatural, porque de forma natural habían sido ellas incluidas en mí.
¿ Acaso por diversas razones algunas de ellas de una apariencia totalmente
extraña, irracional, ilógica, simplista, infantil, tendenciosa, mezquina, idiota, represiva, oculta, o simplemente
estrafalaria... dedicamos nuestra existencia a reprimir esas otras
personalidades ... posibilidades ?
¿ Acaso la vida, nuestra vida se nos pasa torpe e inútilmente luchando ferozmente contra las otras
que portamos en nuestro yo, intentando apagar con fiereza los cabos
de vela de las mismas que intentan de forma permanente prender del único que vigilamos que siga
encendido ; solamente encendido sin
realmente vitalizarlo, estando como estamos únicamente entretenidos, cretina
y desoladoramente en evitar que prendan y den luz y calor a las otras? ¿Acaso vivimos como enanos en un
mundo que nos diseñó para ser gigantes?
En todo eso venía pensando cuando lo llevé por delante, Camila, en que tal vez era hora de volver a casa, de regresar al hogar, al verdadero yo.
En todo eso venía pensando cuando lo llevé por delante, Camila, en que tal vez era hora de volver a casa, de regresar al hogar, al verdadero yo.
Precisamente en ese momento, un oficial de la policía de
tránsito hace su entrada en la sala de emergencias. Mira alrededor. Guillermo
se pone de pie sin pensarlo dos veces.
__Yo soy el del accidente __ dice dirigiéndose al uniformado.
¿Anda aquí por el accidente en el barrio del bajo?
El oficial lo mira de arriba abajo.
__ ¿Era usted el que conducía la camioneta que embistió
al señor Beggio?
__Sí.
__Vamos afuera __dice el oficial __.Muéstreme su
vehículo. ¿Tiene seguro?
Guillermo mira a Camila inquiriendo con la mirada si está
bien que salga y la deje esperando a que vuelvan los médicos y digan algo sobre el estado de Pedro.
__Vaya usted, vaya _dice la muchacha __. Yo aquí estaré.
Ha caído la noche. En el estacionamiento bajo la luz
blanquecina de las lámparas de neón, el oficial revisa los documentos del
coche, la licencia de conducir de Guillermo. Examina los datos y lo mira.
Guillermo repite el gesto de meterse los dedos en el cabello y sacudírselo, es
un gesto muy suyo como suspirar.
__No parece nacido en esta fecha__ le dice__. Se ve más joven.
__Gracias __dice Guillermo apenas sonriendo. ¿Se verá más
joven? ¿No le ha llegado la andropausia o la crisis de los cincuenta o no se
nota? El oficial no entendería si le dijera que ese día andaba angustiado
precisamente preguntándose qué pasaría cuando la juventud lo abandonara. No
pensaré en eso, se recrimina. Recuerda su estado mental mientras conducía.
Vuelve sentir el impacto del coche sobre Pedro. Un escalofrío lo recorre. El
oficial requiere los datos del suceso. Guillermo se recompone. Intenta sonar
tranquilo, pero la voz se le quiebra aquí y allá. En esas está cuando oye
aproximarse los pasos de Juan.
Juan lo divisa
cuando busca dónde estacionar.
El corazón le da un vuelco cuando lo mira conversar con
un policía. Guillermo no sabe nada de esas cosas, apenas maneja a
regañadientes, piensa. Hablará más de la cuenta y se pondrá en rol de abogado.
Se apresura a buscar un sitio donde dejar el coche. Su esposo es impulsivo.
Está hecho para otro mundo, el de tribunales y no sabe el lío en que se ha metido.
Él siempre ha tenido un accidente de este tipo. Uno puede
abollar los coches pero embestir a un ser humano trae aparejado un sinfín de
problemas. Lo sabe bien por su práctica médica. La gente suele abusar del
sentimiento de culpa del responsable de la colisión, sacarle hasta el último
peso. Baja y camina de prisa hacia donde dialogan Guillermo y el policía. No
espera que él lo presente, interrumpe. Extiende la mano sonriendo al oficial.
Soy su marido, decide, poniendo un brazo protector sobre el hombro de
Guillermo. Yo respondo por él. Soy el doctor Juan Arismendi, médico no abogado
como él.
Guillermo mira a Juan hacerse cargo con la simpatía que
usa a veces. Responde por mí, piensa, como si yo fuera un nene. Así es Juan.
Aún después de vivir con él veinte y tantos años resiente su aire de
superioridad masculina.
En este caso, sin embargo, se siente aliviado porque hace
minutos el oficial decía que tendría que acompañarlo a la comisaría y
permanecer detenido, y aunque podría llamar a Marcos o a Gaby para que lo sacara,
prefería ni siquiera enterarlos. Guillermo había quedado demudado, sin saber
qué hacer, imaginándose en una jaula como una mascota, con maleantes peores que
los que a diario ve en tribunales. Se pega contra Juan que está ultimando
detalles con el oficial sobre el documento que firmará asumiendo la
responsabilidad por los gastos médicos del internado. En verdad la camioneta, la tarjeta verde y el
seguro están a su nombre.
__Tendrá que arreglarse con él __afirma el oficial __, si
es que el señor Beggio queda en condiciones de aceptar su propuesta, porque
hasta ahora no ha aparecido ningún médico, ni familiar, solo esa señorita que
acompañó a su esposo.
__No es familia _se apresura a decir Guillermo__. Es una
conocida de él. Me lo dijo ella.
__Si me acompañan, voy a tomarles la declaración a ambos.
Usted doctor Arismendi, va a firmar el documento para el hospital.
Dentro del hospital, Juan está en su elemento. El policía
toma la declaración de Guillermo y luego sale con Camila. Guillermo se queda
solo en la sala de espera. Bajo la luz blanca, ingrata de una lámpara de bajo
consumo, se mira el rostro. Parece un fantasma.
Pero… le gusté al muchacho, piensa, o serán ideas mías.
Se mira la piel. Tendrá que cuidarse. Estoy hecho un asco, piensa. La sangre le
mancha el pantalón y no aguanta los zapatos. Qué día para tener un accidente,
justo cuando él iba listo para solo caminar del
vehículo a la mesa del restaurante donde acordó encontrarse con su amigo
José. Sale del baño. Toma asiento. Después de un rato, regresa Camila. Sale
Juan del interior del hospital. Están operando al paciente, dice. Saluda cortés
a Camila. Se la lleva a conversar afuera, quiere hacerle unas preguntas,
Guillermo queda solo. No sabe cuánto tiempo ha pasado, cuando un médico joven
se asoma desde la puerta interna de las emergencias.
__ ¿Familiar del señor Beggio?
__ ¿Cómo está? __pregunta Guillermo __. ¿Terminó la
operación?
__Puede pasar a verlo _dice el médico__. Está despertando
de la anestesia.
Guillermo lo sigue sin pensar. ¿Dónde estará Juan? ¿Y
Camila? ¿De qué hablarán que han tardado tanto?
Pedro tiene vendada la cabeza y del brazo derecho le
salen dos varillas que le atraviesan la piel a la altura del hombro y una a la
altura del codo.
Está conectado a una bolsa de suero y a un monitor que
marca los latidos cardíacos. Los latidos son fuertes, acompasados, es un
corazón que no titubea.
__Tendrá que estar en reposo al menos dos meses __dice el
médico __. Tiene dos fracturas serias en la clavícula y una en la unión del radio
con la articulación del codo. También tiene una costilla rota y un corte severo
en la pierna. Le suturamos la herida de la cabeza, pero no es mayor cosa. No
hay contusión cerebral. Es una persona joven y fuerte. Si se cuida se
recuperará sin secuela.
El médico lo deja con el corazón encogido de pena.
Guillermo mira al hombre en la cama, Le cuesta creer que él es el responsable
de que ese muchacho esté allí, maltrecho. Se acerca y le habla.
__Pedro, ¿me oye? ¿Cómo se siente?
Pedro parpadea. Abre y vuelve a cerrar los ojos. Ve
doble, pero lo reconoce.
__ ¿Dónde dejó la camioneta? __dice arrastrando las
palabras.
__Afuera __dice él, desconcertado.
__Me alegro __contesta Pedro __.Me alegro de verlo
inofensivo don Guillermo, usted al volante es un peligro.
Guillermo contiene la risa, cómo puede hacer bromas con
los dolores que debe de tener.
__Pedro, quiero que sepa que mi esposo y yo nos haremos
cargo de sus gastos en el hospital, de todo lo que necesite. No debe
preocuparse de nada, solo recuperarse.
Pedro le fija los ojos.
__ ¿Usted sabe de carpintería?
__No.
__Pues vale, no veo cómo podrá hacerse cargo __ sonríe.
Solo entonces Pedro ve los clavos que lo atraviesan y
exclama.
__ ¡Santo Dios! ¿Desde cuándo ponen estas varillas en
lugar de yeso?
__No se asuste __ sonríe Guillermo __.Son lo mejor, más
moderno. Lo sé porque mi esposo es médico. Ese es el método más moderno. El
yeso es molesto y no es tan efectivo.
__Pero es que parezco Frankenstein. Se van a reír de mí
los jóvenes del barrio.
__ ¿Usted nunca se pone serio? Qué suerte tiene de tener
ese sentido del humor.
__No se engañe _dice él __.No siempre soy risueño pero
imagínese, me pudo haber atropellado un viejo gordo y panzón. Usted al menos es
de buen ver.
Juan aparece en ese momento en la sala y se acerca. Mira
la escena de su esposo y el herido. Buena señal que simpaticen, piensa. Se
presenta. Repite lo que Guillermo ha dicho. Ellos se harán cargo. Él no tendrá
que preocuparse de nada. Pagarán el hospital, la rehabilitación, los
medicamentos.
__Gracias _dice Pedro.
__Y lo ayudaremos con el dolor. Ahora está bien bajo el
efecto del demerol. Cuando la concentración se diluya en sangre, sentirá
bastante incomodidad _dice Juan__ pero no dude en pedir que le apliquen más. He
orientado al médico de turno para que no lo deje sufrir. Soy especialista en
manejo del dolor __ dice muy profesional.
__ ¿Ah, sí? ¡Esa debe ser la mejor especialidad del
mundo!
Se cruzan las miradas de Guillermo con la de Pedro.
“Qué pícaro este muchacho, piensa y disfruta la cómplice
burla con que él reacciona a la charla de Juan”.
__Cuidado que me sacará drogadicto de aquí, doctor. No
tengo plata para esas cosas.
__No, por supuesto, claro que no. No lo voy a aburrir con explicaciones médicas, pero le
aseguro que dos o tres días no le afectarán en nada y sí lo ayudarán a relajar
los músculos y eso es importante en este tipo de lesiones para que los tejidos
se regeneren alrededor de las fracturas. Está en buenas manos. Matías Olazábal
es un excelente traumatólogo. No tengo que decirle cuánto sentimos Guillermo y
yo lo que ha pasado __añadió Juan.
__Yo me crucé sin fijarme _dice Pedro__. No lo culpe solo
a su esposo.
Guillermo siente aflorar una sonrisa pero la atrapa con
los dientes. Gracias, gracias, piensa y mira a Juan afirmando el “te lo dije”
con la mirada.
Guillermo cierra los ojos. Se siente de pronto cansado,
agobiado, pero al mismo tiempo liviano, como si flotara.
__ ¿Está bien que entre Camila? __pregunta Guillermo__.
Ella ha estado aquí todo el tiempo.
__Claro _responde él.
__Hasta mañana, Pedro __musita Guillermo __.Descanse.
Salen Guillermo y Juan y entra Camila No tarda mucho y
luego la pareja ofrece llevarla de regreso. Guillermo la deja al lado de Juan y
se acomoda en el asiento de atrás. Está agotado. Durante el trayecto los
escucha hablar, reír. Cuando estacionan en la farmacia y Guillermo mira el
lugar del accidente cierra los ojos sin alivio porque revive cada instante.
Pedro tarda en dormir. Piensa ahora en Guillermo, en qué
sabrá de él, de su elección de estar solo, de sus razones, y sabe que en algún
momento se lo dirá. No quiere cualquier cosa, solo espera pacientemente el amor
de su vida, y hasta ese día solo se contenta con ver sonrisas bonitas.
“Al amor de mi vida lo espero con los brazos cerrados, y
que me traiga buenas razones para abrirlos.
Cuando se llega a conocer la vida, cuando se teje despacio esa emoción de sentirse en el limbo y filo de los suspiros, esta es preciosa, dando pasos a los hilos de las oportunidades para que se acomoden despacio al placer de seguir disfrutando de la vida, de los pasos de la vida. Es entonces cuando el horizonte es tan fino que se alcanza en la mirada de las rosas y en las cascadas de los párpados que se duermen cuando son suavemente besados. En la vida los abrazos son un paréntesis de entusiasmo y saludos, la vida es como un permanente remanente de abrazos e instintos y de eso vivimos.
Cuando se llega a conocer la vida, cuando se teje despacio esa emoción de sentirse en el limbo y filo de los suspiros, esta es preciosa, dando pasos a los hilos de las oportunidades para que se acomoden despacio al placer de seguir disfrutando de la vida, de los pasos de la vida. Es entonces cuando el horizonte es tan fino que se alcanza en la mirada de las rosas y en las cascadas de los párpados que se duermen cuando son suavemente besados. En la vida los abrazos son un paréntesis de entusiasmo y saludos, la vida es como un permanente remanente de abrazos e instintos y de eso vivimos.
De eso el corazón
es dueño, de las emociones más sutiles y
las más extasiadas, como las olas de ese
mar que cautiva al mismo cielo. Tú eres una buena razón de abrir los brazos
porque tu vida ha sido un hermoso detalle que se agiganta en la tertulia de tus
manos. Tocar tus manos es sentirse inundando por el breve milagro de ver y
sentir tu piel. Tu piel es un esmero de sobriedad, con ella navegas dulcemente
por donde tu barco se aparea con las espumas dulces de las nubes hasta anidar
en la cresta de tus propios esfuerzos.
Nacimos con ligereza en los pies pero supimos domar al corcel y a las miradas furtivas y emboscadas
apacibles de lo fácil, he enarbolado la disciplina como primer eslabón de mis
éxitos y he vencido los fracasos con la espiga del sol en mi alma cuando libera
los designios oportunistas. ¿Acaso el destino se incuba por momentos y luego se
va a como llega? Quizás. Pero las palabras si no se acompañan con la libertad
de los abrazos siempre estarán con el alma cerrada aunque la vida es un libro
de páginas que son un mundo abierto y tierno.
Los años no pasan
en uno, es el tiempo que se abona en mi
sensibilidad y se refugia férrea mente porque soy espejo y cristal de sus pasos, no los mido,
solo camino y ellos me llevan con férrea
disciplina que adosan las miradas que no necesitan hablar.
Un gesto suave, una mirada dicen más acciones que las
agendas del día y puedo leerlos en usted don Guillermo. Lo importante es que me
encontré con el tiempo de mi tiempo, es por ello que valgo y danzo hasta volar
como libélula, como luciérnagas que doran las miradas de la noche y engalanan
el campo de colores maravillas.
Así lo siento y veo, es amor del alma y es a través de mi
alma que puedo adorar y querer, le amo aunque no lo sabe, tanto no lo sabe que abre
sus brazos para que sus aromas se hagan polen de su piel en mi piel que ha
permitido abrirme paso por los senderos donde solo bosquejo su mirada de la
cual me abre camino hasta encontrar el viento que me dice que lo amo”.
__
Esa noche mientras se quita la ropa ve la sangre y piensa
en Pedro, en Camila. Agradece en medio de la mala suerte, la decencia y
bonhomía de ambos. La sonrisa de él, sobre todo, su boca tan perfecta y su buen
humor. No lo defraudará.
Juan querrá darle dinero, pero él quiere volver a verlo,
ayudarlo, cumplir con la promesa que le hizo de hacerse responsable. Se ve los
ojos irritados. La preocupación le hace verse desencajado. Mañana será otro
día, solo necesita dormir bien.
Juan ha empezado a preocuparse por las consecuencias
económicas del percance y en la cama le hace preguntas que, según él, tendrían
que saber contestar a la aseguradora. Ha sacado la póliza del vehículo del archivador
y la lee con cuidado.
No creo que sea suficiente para cubrir todos los gastos _dice__.
Lo vamos a tener que mantener por dos meses. Para colmo, en diez días tengo que marcharme al Congreso de
Cirugía en Atlanta, te tocará finiquitar el interminable papeleo con el seguro.
Guillermo lo mira. A menudo Juan lo insulta sin
percatarse. Lo trata como si fuese incapaz de lidiar con la vida.
__Puedo hacerlo yo sin ningún problema, soy abogado,
¿recuerdas? __le dice mirando el techo
con voz monocorde.
__Estuve hablando con la muchacha de la farmacia. Yo creo
que con ella podemos arreglar lo del
cuidado de él, hacer un presupuesto de sus necesidades. Es solo, lo cual es una
ventaja.
__ ¿Así lo ves vos? Un asunto de darle plata y punto.
Juan lo mira sin comprender.
__Sí, la verdad. ¿Qué otra cosa se te ocurre?
__Todavía no sé, pero yo por lo menos me siento
responsable. No es un perro al que atropellé. Pedro, es un ser humano. Lo dejé
inválido por lo menos por dos meses. ¿Te imaginas cómo va a comer con esos clavos?
Ya no se diga trabajar…
__Se lo voy a encargar muy bien a Matías. Guillermo, no
te alteres.
__Yo me voy a encargar. Vos te vas tranquilo al congreso.
__Si eso te hace feliz, pero no exageres. No es
necesario. No te olvides que sos otra clase de gente. No te pase que por dar
una mano, te agarren el codo.
Ya en la cama, con la luz apagada, Juan se pone cariñoso.
Lo abraza por la espalda.
__No puedo, Juan, hoy no.
__Lo entiendo, tremendo susto que pasaste, por haber
discutido temprano te dejé la camioneta.
Juan no tarda en dormirse. Guillermo siente el cuerpo de
él distenderse. Oye el cambio de su respiración, los ronquidos. Suavemente se
aparta, le molesta el roce. Hubo un tiempo que podía dormir enredado a él, con
él, pero ese tiempo ya pasó. Ahora necesita su espacio, de lo contrario le
falta el aire, no se relaja. Cuando se mete en la cama le lleva un rato
acomodarse, y si él lo tiene en sus brazos, siente el imperativo de quedarse
quieto para no molestarlo y al rato
resiente que se aferre a él.
¿Cuánto tiempo le tomó descubrir esa particular manera de
querer de Juan? Su manera de querer sin realmente pensar en Guillermo, sin
curiosidad por descubrirlo. Lo abrazaba porque abrazarse de noche formaba parte
de su concepción de amor. Que él necesitara tiempo para acomodarse no entraba
en la ecuación.
Ya en su lado de la cama se acuesta boca arriba.
Pedro, qué lindo
que sos, qué diferente, creo que puedo estar eternamente con vos sin el deseo
de cortar tus anhelos para que estés aquí, a mi lado, el invierno es frío y mis
manos jugarían con tu pelo.
Aquí juntos en este momento no habría tristeza, sería como el arcoíris que hace magia en tus ojos, cuando vos crees que estamos lejos, yo en nuestro sueño te digo que estamos abrazados.
Te amo en cada latido de mi corazón con la fuerza que lleva mi sangre en las venas, imaginando tenerte siempre tomados de la mano, te rozo con la punta de mis dedos, llenándote de pasión a cada instante de nuestras vidas.
Hoy mi universo está lleno de felicidad, anhelo caminar a tu lado tomados de la mano y vivir los momentos más felices, porque en este sitio ha brotado nuestra alegría y lo único que falta es tener tu presencia para mí.
Te amaré toda mi existencia, todos los momentos, viendo mágicos instantes, como los besos llenos de pasión y llevarte al mismo cielo para ser felices donde vive Dios, ahí donde nos dio la oportunidad de estar juntos toda la eternidad.
Aquí juntos en este momento no habría tristeza, sería como el arcoíris que hace magia en tus ojos, cuando vos crees que estamos lejos, yo en nuestro sueño te digo que estamos abrazados.
Te amo en cada latido de mi corazón con la fuerza que lleva mi sangre en las venas, imaginando tenerte siempre tomados de la mano, te rozo con la punta de mis dedos, llenándote de pasión a cada instante de nuestras vidas.
Hoy mi universo está lleno de felicidad, anhelo caminar a tu lado tomados de la mano y vivir los momentos más felices, porque en este sitio ha brotado nuestra alegría y lo único que falta es tener tu presencia para mí.
Te amaré toda mi existencia, todos los momentos, viendo mágicos instantes, como los besos llenos de pasión y llevarte al mismo cielo para ser felices donde vive Dios, ahí donde nos dio la oportunidad de estar juntos toda la eternidad.
Y esperando el amor
se me va la vida, yo trato de
atraparla, de sonreírle, de coquetearle, trato de encontrarla conmigo.
En los días y en las noches la abrazo, la acaricio, la beso, pero
aún no puedo estar al día.
Ella avanza locamente, veloz, se ríe en mi cara de
mi andar, porque voy lento, ¡me demoro! ¡Quédate conmigo vida, te deseo! Necesito
más tiempo para bailar, para sonreír, amar, soñar y besar. Que mis
pensamientos ganen, que las oraciones se escuchen, que Dios te deje
aquí un poco más. Aún me falta aprender y enseñar, aún me falta reír y
hasta llorar, aún tengo ganas de contar de él y que me pueda llevar de su
mano.
Una copa de vino es testigo de mis tristezas y de mis alegrías,
con ella siempre tengo compañía. Brindo con una copa de vino, por mi soledad,
mis triunfos, o alegrías y por mis amigos que junto conmigo, disfrutan el sorbo
de una copa de vino.
Ese vino que endulza el paladar de mi boca, que se lleva
la amargura, que permanece muchas veces oculta en mi sonrisa. Ese sabor que me
embriaga y me hace ser diferente; y que muchas veces rompe el silencio, para
dar paso a una nueva alegría. Esa copa de vino que
testigo es de mis desvelos, de mis desvaríos, y de estas ensoñaciones que me
hacen compañía.
Esa copa de vino que brindo a mis amigos, pues no solo en
mis tristezas ella me acompaña,
también en mis alegrías y junto a mis amigos s brindo por la vida, pero solo en el estudio, no puedo con Juan, y sin embargo hoy cuando vi a Pedro caer, quise bridar por su vida.
también en mis alegrías y junto a mis amigos s brindo por la vida, pero solo en el estudio, no puedo con Juan, y sin embargo hoy cuando vi a Pedro caer, quise bridar por su vida.
Con una copa de vino brindo, brindo por la vida, por las
alegrías, por mis pérdidas, una copa de
vino que desnuda mi alma aunque tenga frío, brindo por tu vida, Pedro,
brindo por vos.
Las horas se mueven detrás de las sombras, el destino de
mis propias palabras no tiene final, camino por el pasillo pleno de la luz de
la luna, los sepulcros se amontonan a mis pasos, ¿qué hago aquí?
¿Será que busco la última huella de tus besos?
¿Quizás busco ese aroma sutil de tus cabellos?
Los mausoleos se delatan contra las sombras. Ya no quiero llorar más. El silencio me envuelve como si fueran tus brazos. Una luz al final se agita ante mi caminar, no quiero perderte y sé que no estás. Quizás quieras llevarme acaba mi soledad con vos.
¿Será que busco la última huella de tus besos?
¿Quizás busco ese aroma sutil de tus cabellos?
Los mausoleos se delatan contra las sombras. Ya no quiero llorar más. El silencio me envuelve como si fueran tus brazos. Una luz al final se agita ante mi caminar, no quiero perderte y sé que no estás. Quizás quieras llevarme acaba mi soledad con vos.
__
Por las altas ventanas de la habitación la luna brilla
como el sol de plata alumbrando tenuemente la cómoda neoclásica, herencia de su
abuela, sobre la que hay retrateras con fotos de familia. Los padres de los
dos, los hijos de Guillermo y Ana, Fabián y Malena, fotografías de cuando eran
bebés y las más recientes de jóvenes adultos, ambos ya independientes, Juan los
quiere como propios, no pidió otros.
Los dos están en la universidad y tienen sus
departamentos propios.
Una foto de ellos
pocos días antes de su matrimonio. Hace veintiséis años que son pareja, solo
desde que se promulgó la ley es que están casados, Guillermo estaba ansioso
porque llegara el día, por irse con él de luna de miel y que los dos olvidaran
la profesión, el trabajo. Le recuerda el nerviosismo de perder la virginidad
tantos años antes también con Juan. Pero en realidad, el sexo con su marido
nunca le pareció merecedor de la anticipación con que esperó ese episodio de su
vida en la facultad. La verdad es que recordaba con más cariño, la manera en
que lo tocaba a escondidas cuando eran compañeros, que el propio hecho de
acostarse con él por primera vez. Habían pasado la primera luna de miel en un
hotel de montaña que a Juan le gustaba, en la adolescencia, apenas iniciada la
edad adulta antes de que existiera el casamiento igualitario. La habitación era
maravillosa, decorada al estilo de un chalet suizo, con los techos altos y una
cama con cuatro pilares y un dosel.
La botella de
champán que la gerencia mandó poner en una mesa coqueta al lado de la ventana
que miraba hacia unas montañas azules coronadas de estrellas, se la tomó Juan.
Guillermo recuerda que apenas bebió unos cuantos tragos de la alta copa sintiéndose adulto y calmo.
Juan en cambio se puso nervioso mientras terminó la botella, y en cierto
momento se levantó, apagó todas las luces, lo tomó de la mano y le dijo que no
se preocupara por vestirse porque de todas formas él no haría otra cosa que
desnudarlo. Juan tenía experiencia con hombres y una mujer desde los quince
años, para Guillermo él era el primer hombre. Se había imaginado saliendo del baño
con un albornoz sugestivo y que él le besaría los hombros desnudándolo poco a
poco, desempacando con delicia el encanto de su pecho, de sus pezones, superó
la desilusión de su prisa diciéndose que tal apuro pintaba bien y revelaba en
él un espíritu aventurero como tenía en la vida.
Con las luces apagadas y apenas el resplandor de una
noche sin luna por la ventana, Juan lo dejó que se desvistiera de su ropa de
viaje, mientras se afanaba en acomodar las almohadas como si se tratara de una mesa donde realizaría una
complicada cirugía.
Guillermo se sabía atractivo, pero no perfecto. Le
encantaban los helados, los chocolates y el whisky, nada de
ello estuvo presente. Se fue deslizando bajo la sábana, a medida que se
quitaba las prendas, de manera que cuando quedó desnudo, no tuvo problemas de
acomodarse bajo el edredón y cubrirse
hasta la barbilla pues hacía frío. Apenas miró de soslayo la mesa de noche de
Juan, pero se percató que él había dispuesto en ella su maletín de médico que
tenía desde antes de entrar a la carrera. No supo por qué pero el corazón le
dio un vuelco. ¿Sabría algo que él no descubría aún sobre aquel procedimiento?
Grita si te duele, le había dicho, pero lo mejor es dejar
que el trago amargo pase rápido. Que dolió, le dolió. Le dolió tanto que empujó
a Juan con todas sus fuerzas para quitárselo de encima y que no siguiera
empujando, aquel mástil que se le antojó enorme d entro del pequeño reducto que
ofrecía. Parsimonioso y profesional, él dijo que tenía la solución: una pomada
anestésica. Iba preparado, anunció y él no tenía de qué preocuparse, ni por qué
sufrir si aquello le resultaba tan incómodo.
Es normal, es el tejido que se desgarra, le explicó. La
palabra desgarre le produjo a Guillermo una ola de aprensión. Imaginó trapos,
telas rotas. Voy al baño, anunció con ganas de llorar.
Espera, dijo Juan, extendiéndole un tubo de crema blanco.
Agarras un poquito de esta pomada con tus dedos y la untas dentro y alrededor
del orificio, procura ponerla lo más hondo posible. Era la primera vez que
alguien le mencionaba su anatomía con familiaridad y le chocó, pero en el
lenguaje médico era la norma, no para él. Tomó con determinación el tubo y
entró en el baño. Cuando regresó sentía todo su cuerpo inferior inflamado.
Segundo intento, dijo Juan, sonriendo y acomodándose en
la cama sin aspavientos. Lo hizo que se acostara de costado, lo abrazó y se le
coló entre las piernas con una celeridad digna de mejor causa. Esta vez
Guillermo aguantó la embestida y la extraña sensación de sentir y no sentir al
mismo tiempo. Cuando él gruñó, lo percibió en lo profundo de sí. Se le salieron
lágrimas, no de dolor, sino de una nostalgia vaga y tonta por lo que había
hecho esa noche sin amor.
Durante ese viaje intercambiaron roles, Juan demostró sus
dotes de amante limitado y Guillermo de artista consumado. Quizás allí, al inicio ya comenzó su farsa. No bien
percibió que todo el proceso se aceleraba si fingía, comenzó a gemir y
retorcerse, a irse en suspiros y exhalaciones, no le fue difícil fingir. Al
contrario, habría querido que lo que imaginaba mientras Juan trajinaba fuera
cierto. Desafortunadamente no lo era y Juan era un buen tipo.
Lo hacía reír. Lo que más lo enamoró si podía llamarse
así, fue su insistencia: lo llamaba todo el día, no sabía qué hacer sin él, y
le decía sin parar lo atractivo que era y cuánto lo necesitaba y cuánto lo
admiraba en su inteligencia y sentido práctico. Fue justamente el sentido
práctico de Guillermo y el descubrirse gay lo que lo empujó a elegirlo entre
los tantos pretendientes que lo requerían, había leído que lo más importante a
requerir es que lo adoraran sobre todas las cosas.
Juan además, era responsable, se afianzó con los años en
su profesión y sin ser un hombre bello, poseía buena estampa porque era
atlético, delgado, alto, y sus piernas bien formadas. Lo que Guillermo empezó a
descubrir era que, quizás por ser cirujano, Juan tenía una manera clínica de
aproximarse al cuerpo. Seguro había leído sobre qué hacer para excitarlo, de
manera metódica y medida. Más que entregarse al asunto, Guillermo notó tras
varios días de verlo actuar que seguía una suerte de protocolo: lo besaba un
rato, le mordía las orejas otro, luego los pezones, todo el tiempo mirando a
ver si lo que hacía tenía en él el efecto esperado.
Lógicamente que Guillermo reaccionaba porque no era de
palo y recién empezaba la relación, y quería reaccionar pero se le iba la pasión
cuando lo miraba a él siempre levantando los ojos de lo que estaba haciendo
para cerciorarse de que a él se le
estuvieran encendiendo las luces, como si en vez de besar pezones, ombligo y
piernas, él estuviera accionando los controles de una consola o monitor.
Fue para no defraudarlo y para ayudarle a que olvidara de
su preocupación que empezó a desarrollar sus dotes de actor.
En el fondo, sin embargo, Guillermo captaba la mirada
clínica de Juan a la hora de hacer el amor. Y sufría porque, a pesar de ser tan
metódico, él no lograra provocarle un orgasmo más que cada muerte de obispo y
no de alto vuelo.
Cuando se aventuraba al sexo oral no atinaba a percatarse
de cuán delicado era el extremo. Lo atacaba a mordiscos o a chupetazos, como si
el solo hecho de atreverse a llegar a la intimidad bastara para que él
explotara de placer.
Tras los años juntos, Guillermo se las había ingeniado
para provocarse orgasmos a gusto, y darle placer a Juan. No se le escapaba que
era un arte y que había que mantener constancia en el estímulo para
conseguirlo, pericia, a veces hasta él se aburría de autocomplacerse.
Según oía hablar a los amigos a todos les iba parecido,
todos suspiraban por las películas y leían libros elegantemente pornográficos
cuando ocasionalmente aparecían en librerías. Lo que ni Guillermo ni los otros
lograban explicarse era por qué sus experiencias en la vida real tenían tan
poco que ver con las maravillas de la ficción.
¿Por qué no lograban con sus parejas remontarse a esas
alturas? ¿Por qué, sin embargo cuando leían o veían películas aquéllas, sus
cuerpos respondían como convencidos de que era posible sentir todo eso?
Guillermo no puede dormir pensando en Pedro.
Es digno de mejor trato que esa idea de Juan de pagarle y
olvidarse de él. Típica actitud de su marido. Pero los problemas del otro
apenas empezarán cuando salga del hospital.
Cómo hará la gente que no tiene ingresos fijos en una
situación así, se pregunta.
¿Qué tan pobre sería Pedro? ¿Cómo sería su vida?
Le gustó tanto su actitud. Los trató de igual a igual.
Era alguien que sabía que el hábito no hace al monje, y le pareció educado,
casi diría universitario, de modales cuidados. Nada que ver con la hosca y a
menudo servil humildad común del personal doméstico o de los empleados de los restaurantes
u oficinas públicas, una actitud que él detesta.
Guillermo se esmera en ser igualitario, no autoritario
excepto en su profesión. Bromea dentro y fuera de su casa, usa la risa contra
los chirridos de diferencia de clase o educación como usó con Beto cuando lo
sacó de la calle.
Su relación con Julieta, la empleada, ama de llaves, de
tantos años, es íntima de tan larga. Con ella conversa no solo sobre los menús
que a veces trabajan juntos o las compras del supermercado, sino sobre sus quejas
de esposo, hijos, o la madre anciana por la que ella vive preocupada. Guillermo
se hace la ilusión de que en su casa existe un espíritu amable, de equipo, pero
sabe que no es posible evadir el rencor que a veces percibe en las miradas de
refilón de los empleados.
Se pregunta, si Camila, ayudaría a Pedro como afirmaba
Juan. Intuye que la chica querría que él se fijara en toda ella, y no solo en
su sonrisa, Pero ¿qué se yo? –sonríe en la oscuridad__ si apenas conozco al
pobre hombre. Cansado de estar insomne, se levanta y toma su medida de whisky,
o sabe que de lo contrario, esa noche, no pegará un ojo.
Sin embargo la sexualidad hoy es para Guillermo su
estandarte de vida, y no con Juan. Tiembla de miedo al pensar que el tiempo le
pasará por encima aplastándolo, suspira, y cierra sus párpados.
“Hoy he descubierto esa risa que hay en vos, Pedro, ese
rubor de tus mejillas, la dulce melodía de tu voz que acaricia el alma, que
poco a poco llega a mi corazón provocando que desee saber más.
He descubierto ese nerviosismo que te hace ver más lindo, que hace que juegues con tus manos, que enredes tu cabello, que muerdas tus labios, que la vista ocultes por miedo a que te delate ese sentimiento que yace escondido en tu corazón, sos más de lo que pareces.
Hoy he descubierto que la noche tiene ese mismo misterio que habita en tu presencia,
que cada estrella es una incógnita que deseo descubrir, que el sereno de la madrugada tiene la quietud de tu mirar, que tus ojos son marrones verdosos, que tus labios tienen guardado
un beso quizá para mí, hoy he descubierto que a pesar de la distancia te siento tan cerca, que tu existencia para mí, es invaluable, que el tiempo es mi único enemigo, porque cuando pregunto... ¿cuándo te veré?, por respuesta solo recibo..." yo te aviso " o “si yo me lo permito”.
Hoy he descubierto que es lindo saber que existes, que sos real y diferente, que puedo decir tu nombre, que puedo soñar con vos.
He descubierto ese nerviosismo que te hace ver más lindo, que hace que juegues con tus manos, que enredes tu cabello, que muerdas tus labios, que la vista ocultes por miedo a que te delate ese sentimiento que yace escondido en tu corazón, sos más de lo que pareces.
Hoy he descubierto que la noche tiene ese mismo misterio que habita en tu presencia,
que cada estrella es una incógnita que deseo descubrir, que el sereno de la madrugada tiene la quietud de tu mirar, que tus ojos son marrones verdosos, que tus labios tienen guardado
un beso quizá para mí, hoy he descubierto que a pesar de la distancia te siento tan cerca, que tu existencia para mí, es invaluable, que el tiempo es mi único enemigo, porque cuando pregunto... ¿cuándo te veré?, por respuesta solo recibo..." yo te aviso " o “si yo me lo permito”.
Hoy he descubierto que es lindo saber que existes, que sos real y diferente, que puedo decir tu nombre, que puedo soñar con vos.
Hay una llamada de la noche en tus labios, que me
preguntan si quiero ser besado, y también mordido con dulzura, cuando la
oscuridad alcanza la plenitud total.
Qué insolencia tiene el clarear del día, qué pomposidad tienen los rayos solares, que despiertan mis necesidades ancestrales, cuando la poderosa luz me impide amarte.
Empujo las manecillas de las horas, cubro de un negro deseoso toda la bóveda celeste, enjaulo el cantar de los pájaros con mis manos impidiendo que el ruido llegue a tus orejas, y pinto las estrellas en el mediodía.
Todo para que la noche se comprima de nuevo en tus ojos y puedas disponer de mi boca.
Qué insolencia tiene el clarear del día, qué pomposidad tienen los rayos solares, que despiertan mis necesidades ancestrales, cuando la poderosa luz me impide amarte.
Empujo las manecillas de las horas, cubro de un negro deseoso toda la bóveda celeste, enjaulo el cantar de los pájaros con mis manos impidiendo que el ruido llegue a tus orejas, y pinto las estrellas en el mediodía.
Todo para que la noche se comprima de nuevo en tus ojos y puedas disponer de mi boca.
El amor es la oportunidad que llega, no se pide, llega,
¿quién puede controlar de quién enamorarse?, no es culpa de nadie, es, se hace
intensidad y luego matriz de todas las emociones, esas emociones incontrolables
a veces, que nos llevan raudo al despeñadero de los infortunios, situación que
no debe ser y tiene que ser administrada de otra manera, el amor es algo tan
bonito, tan único que merece convertirse en lo bello, en lo incondicional, es
la lluvia, es la sangre genuina de las aves convertidas en horizontes, el amor
es el concepto más hermoso encontrado a lo largo de la vida, no existe palabra
más especial que el amor, en primera instancia porque nos dirige hacia la
madre, luego a otro ser, como breve
muestra de sus existir, el amor existe por sí mismo, está allí a la espera del
camino para arropar a quien desea vestirse con sus sedas, escúchese bien con
sus delicadezas, no es posible emboscarse con destinos frívolos y lejos de su
esencia, el amor es esencialmente bondadoso, sencillo, franco, intenso, jovial,
sin restricciones, es la hermandad entre dos personas, es la razón y la verdad
conjugada con las miradas y los hechos posibles y positivos entre las parejas,
nadie más que otro, los dos en uno, solo
fusión de ambos una sola alma, en un solo corazón, el amor sensitivo, viendo lo
que otros no pueden ver, y es que el amor ve todo sin discriminar, es
absolutamente humilde, porque es entregado, se entrega sin condición, el amor
no se condiciona, se humaniza y es venerablemente sano y siempre está pegadito
a la piel, siempre súper sensible y sensitivo, abraza aun cuando el frío es
devastador, abraza aun cuando las llamas parecen quemar el destino de dos
corazones en un solo beso, el beso es el amor de los labios, de los labios
identificados con el amor, es lindo conocer y dejarse amar por el amor, es
bello guiarse por las cortinas del amor, porque estas se convierten en olas que
siempre estarán bañando la piel de los dos amores en un solo amor.
Es el Amor lo que faltó en cada relación, el amor lo que
hace la diferencia, pasa que nunca lo conocí, pero presiento que te voy a amar,
Pedro, que pese a lo que sos y lo que tengo, me voy a enamorar, a mi edad,
casado y con hijos grades, el tema es, ¿seremos capaces de jugarnos la vida, el
trabajo, todo por amar?
Desde que nuestras manos entrelazaron sus dedos, yo no
soy el mismo, cambié a tu lado, de tu mano fue que pude salir de aquel abismo
en el que habitaba con desgano.
Mi mirada es otra, es más luminosa mi sonrisa, llegaste a
mi vida para sanar mi alma que estaba rota y me enseñaste a vivir despacio, sin
correr de prisa.
Cambió también mi sentido de pertenencia, yo ya no soy
mío, no soy tampoco de la tierra que piso, soy tuyo de nombre, de letras, de
desesperación y de paciencia, soy de tu destino que así lo quiso.
Desde que yo supe que existías, no soy más aquél que fui,
soy un solo verbo y al mismo tiempo mil novelas, soy insomnio desde el día en
que te conocí. Desde ayer ya, soy noches de insomnio. Noches de anhelarte,
noches de ansias de vos.
Me cobijo con tu mirada y encuentro a los misterios
encendidos con una antorcha que se hacen abrazos y nos enciende el espíritu,
hasta desnudar las palabras y penetrar lo recóndito de las pieles, sentir tu
voz abriéndose con mis besos, pidiendo un beso más con tus caricias, que llegan
hasta verme en tu mirada y seguir con los misterios.
Sueño despierto
que voy al encuentro de tus besos con la algarabía del primer día, que viajo en
tu boca por vez primera y en tu dulce regazo me duermo.
Voy navegando, en mis vehementes recuerdos en vino de tu
aroma, que embriaga mis sentires deletreando en mi mente embrujo de amores de noches colmadas, de
suspiros pintados. Al encuentro con el amor, de volcán candente con la intensidad
y el vibrar de caricias aferrado al deseo, absurdamente latente en mi piel por
tus labios, de acuarela tatuados.
Voy al encuentro, con tu incitante vientre, enjambre,
miel de placeres insólitos, éxtasis, sentires de edén presente, delirios
infinitos”.
__
Guillermo pasa de Pedro a su juventud, a sus diecisiete
años corriendo en el mar que hoy detesta, cree oír lo que piensan: muchacho
hermoso, atractivo piernas perfectas, hombros anchos, pecho fuerte, carreteras
en el abdomen, caminos en la espalda, la gracia, el viento en su negro pelo
largo.
Él corre más rápido, más erguido, gozando con su belleza
masculina, saberse hombre deseable, el sol lo baña y lo ama.
Tanto se divirtió con esos juegos de seducción, los jeans
ajustados, las motos, los anteojos oscuros, el cigarrillo, las poses
sugerentes, todo lo que sin exceso barato llamara la atención y lo distinguiera
del montón.
Cuánto disfrutó de ese poder saliendo de un sitio
profundo dentro de él, llenándolo todo de un flujo eléctrico animal. Siguió
usando esa ropa aun después de estar con Juan. Juan nunca lo reprimió. No
parecía importarle.
Luego como marido olvidó los elogios que abundaron
durante el noviazgo. Se tornó parco y seco en sus alabanzas pero le gustaba ver
como voyeur el efecto de la belleza de Guillermo en los demás.
Después de tantas decepciones, de promesas sin
vida, ni yo sabía cuán roto estaba, hasta que empecé a
limpiar cada herida y a remendar cada pieza de mi corazón rasgado.
A así fue, como me reparé de cada una de esas caricias
fingidas. Lágrimas que caen y tras sus huellas, vos arrastrando lamentos como
una cruz que ciega tu andar.
En el otro extremo, yo abriendo mis brazos guiando tu
naufragio a la calma de mis mares. Cerrando recuerdos de capítulos oscuros que
respiran en tu extraño proceder...
Instintos que zarpan de mi ser ahuyentado por tu rechazo,
he aprendido que nunca perdonarás las heridas que causó el tiempo y yo
tampoco Juan.
Y yo sigo muriendo, sigo perdiéndome sin tu amor como una
hoja en el viento. Tu mirada enciende mis ojos, haciéndome temblar por dentro. Y
yo sigo muriéndome, sigo perdiéndome,
como agua que corre en una cascada de sufrimientos.
como agua que corre en una cascada de sufrimientos.
Derroto tu altivez con la sencillez de mi alma, acaricio
el silencio de tus verdades atadas .Me arañas con tus besos desafiando mi
indiferencia, para ti soy solo eso tu amante de locuras prisionero de tus
misterios. Y yo sigo muriendo, sigo perdiéndome sin tu amor como una hoja
en el viento pero tampoco te amo.
__A vos te gustaría verme hacer el amor con otro tipo,
¿verdad Juan? Te encanta cómo se me quedan mirando.
__No te niego que lo del mènage à trois me parece sexy
__sonreía Juan __.Pero soy yo el que me imagino con dos. ¿Verte con otro
hombre? No sé si podría. Me fascina y repugna la idea, te soy sincero.
__ ¿Y con una mujer sí? Tendríamos que probarlo __
bromeaba Guillermo.
Ninguno de los dos se atrevió a poner en práctica sus
fantasías eróticas. Era un asunto de logística, decía Juan, no solo de dónde
sino de con quién. Él no podía arriesgarse por su carrera ya de por sí
vapuleada a hacerlo con alguien conocido que pudiese luego contarlo. A
Guillermo le pasaba lo mismo y no, sabía mentir identidad en otros sitios. Los
cuentos como esos tenían pies. Y había que admitirlo, parte de la diversión era
contarlo.
Había mujeres que alardeaban de sus conquistas, pero para
los hombres el alarde era consustancial a la aventura. Las mujeres tenían la
fama del chisme, pero sin embargo Guillermo recuerda el asombro que sintió
cuando se sentó con amigos del padre y los escuchó hacerlo, chismear. Le
pareció que lo disfrazaban sin las culpas que se cuelan por las ranuras cuando
las mujeres se cuentan cosas, frases como “no quisiera hablar mal, pero…”, no
existían en la plática de los hombres. Lo despiadado de las afirmaciones
parecía ser parte del chiste.
Por esto o aquello ni Juan ni Guillermo exploraron más
allá de la cama de ellos, o algún otro amante oculto al par.
Juan jugó y logró que Guillermo tuviera deslumbrantes
orgasmos, haciéndole cerrar los ojos y susurrándole al oído escenas imaginarias
en las que otros hombres o mujeres o la combinación de ambos le hacían el amor,
y funcionó por algunos años. Él hablaba e iba acariciándolo o entrando en él
por sus propios medios o a la inversa. Fue un tiempo en que los dos entraron en
delicadezas suntuosas, untándose los cuerpos para tocarse como sedas, o aceite
para resbalar, o crema batida para lamerse. El sexo gourmet tuvo su periodo de
auge pero después Juan cortó por lo sano según él preocupado de si no estarían
perdiendo la simple capacidad de amarse porque sí.
Regresó a vigilar el placer que le causaba su régimen de
movidas calculadas y Guillermo se acomodó a la rutina que solo rompían muy de
vez en cuando. Guillermo concluyó que a fin de cuentas el desaforo y hasta el
placer de sus inventos habían
atemorizado al marido. Al atisbar el efecto de los instintos desatados en sí
mismo y en el otro, Juan optó ante sí y porque sí, por cerrar las puertas del
zoológico antes que las fieras se salieran del dormitorio a rondar por sus
plácidas vidas.
Viernes, 25 de enero de 2018.
Por la mañana, en la farmacia, Camila se ve asediada por
los vecinos que requieren noticias sobre lo que sucedió con su amigo, el herido
__algunos lo conocen y preguntan directamente por Pedro__. El barrio es un
sitio populoso de gente que con mucho esfuerzo saca la cabeza de la pobreza,
educa a sus hijos, prospera con pequeños negocios, vende en mercados productos
de sus granjas o subsiste en familias donde tíos, abuelos o parientes del campo
conviven apretados a veces bien, a veces soportándose sin otro remedio.
En calles desiguales, algunas a medio pavimentar, llama
la atención el contraste de algún muro de bloques al lado de la barda de madera
pintada en colores vivos o la casilla maltrecha.
El que logra trabajo fijo siembra su pequeño jardín, pero
el barrio carece del ánimo común que habría permitido líneas continuas de árboles
en las aceras.
Hay algún almendro
o eucalipto solitario entre la aglomeración, hay un ceibo enorme que sirve de
punto de referencia para las direcciones. Los pájaros soportan mejor que los
vecinos el paso de las rutas de buses en que los choferes mal encarados abusan
de la docilidad de los pasajeros que carecen de recursos o autoridad para
quejarse o reclamar mejor trato.
Otrora era un barrio tranquilo pero su aire cambió cuando
la municipalidad decidió partirlo por la mitad con una carretera que comunica
el este de la ciudad con el oeste. Desde entonces los dueños de las casas de familia que bordean el camino o
se han cambiado o han optado por aprovechar el tráfico de gente abriendo negocios
que compiten inclementes entre sí. A pocos pasos de la farmacia donde trabaja
Camila, hay otra más. Ya existía cuando su jefe, salió de su retiro, y
aprovechó el título de farmacéutico del hijo, ahora propietario de una flotilla
de taxis y desinteresado de los medicamentos, para obtener la licencia.
De aguantar el intenso tráfico, las broncas de los bares
que surgieron en la zona y los cambios introducidos por la incorporación de esa
parte del vecindario al ajetreo de la ciudad, los que permanecieron a los lados
del trecho de carretera han desarrollado entre ellos la solidaria amistad de
quienes sufren los cambios a falta de alternativa. La mayoría conocen a Pedro,
tanto por su amistad con Diego, que hace muebles, marcos y molduras, como por
sus visitas al bar local y a la farmacia.
A varios vecinos, Pedro, aunque es ebanista, les ha
trabajado estanterías o reparaciones de carpintería en sus casas.
A los que llegan a la farmacia, Camila los tranquiliza
con la noticia de que Pedro se recuperará y de que el responsable del accidente
y su marido parecen ser personas decentes puesto que han ofrecido hacerse cargo
de los gastos médicos y de lo que sea necesario.
Cada quien rememora los pormenores.
El del taller con su rostro compungido y grave, pide
papel y lápiz para dibujar un croquis y mostrarle a las señoras que no vieron
el accidente, cómo fue que Pero voló por los aires.
__Ese hombre se salvó por rico__ dice la muchacha de la peluquería.
Si fuese yo la que le hubiese dado, estaría presa.
__Vos presa, y pobre Pedro, bien jodido __dice el hombre __.
A saber cuánto habría tardado la ambulancia
y a qué hospital lo habría llevado.
Camila __ dice doña Irma, que es su vecina__, alguien
tiene que entrar a la casa de Pedro. El gato ha estado llorando y Dios guarde
que se le pierda ese gato. Lo cuida como si fuese un hijo. Y de seguro se quedó
encerrado como siempre que sale. Es la única compañía de Pedrito.
__Don Guillermo dijo que me pasaría a recoger para
llevarme al hospital al mediodía. Cuando vea a Pedro le pediré la llave para
entrar a darle de comer al gato. No se preocupe.
Camila mira su reloj, apenas falta una hora, y don
Guillermo llegará a buscarla, irán a ver a Pedro, y un dejo de inquietud le
arde en la piel.
¿Por qué ese
hombre la inquieta más que cualquiera de las chicas del barrio que persiguen a
Pedro?
Seguramente, no significa nada, es solo que ella no
consigue nada, que para Pedro es solo… la chica de la sonrisa bonita.
CONTINUARÁ.
Hechos y personajes son ficticios.
Cualquier parecido
con la realidad es coincidencia.
Lenguaje adulto, escenas explícitas.
Analia Hernandez Me encanta
ResponderEliminarSusana Pomar Que gran historia
ResponderEliminarJuliana Kalen Hermoso 💝💝
ResponderEliminarPatricia Mosquera Bello
ResponderEliminarSilvana Me encanta
ResponderEliminarAna Maria Que ejemplo de verdadero amor
ResponderEliminarJuliana Kalen Bello
ResponderEliminarPaola Vanina Duarte PRECIOso
ResponderEliminarPaola GUILLE .enamorado de su Cielito hermoso❤
ResponderEliminarPatricia Abrazos que hablan y transmiten amor y desesperacion!!
ResponderEliminarGraciela Bonfiglio DIVINO!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarEsther Saleme Hermoso
ResponderEliminarMaria Angelica Liboa ternuraa tanta ternura!!!!
ResponderEliminarJuany Testa Hermoso!
ResponderEliminarMiryam Bellisimooo
ResponderEliminarIsabel Que hermoso!!!!!!
ResponderEliminarMar Belleza
ResponderEliminarMarcos Vino Hermoso
ResponderEliminarAmalia Martin Que hermosura
ResponderEliminarPatricia A. Qué linda. Muchísimas gracias querida Eve Monica Marzetti!!! Que pases un hermoso sábado! Cariños.
ResponderEliminarSantiaga Tauste Gracias Eve
ResponderEliminarYaneth Hernández Hermoso!
ResponderEliminarHuber Maravilloso
ResponderEliminarGladis Maravillosa
ResponderEliminarAna Ulehla Gracias Eve Monica Marzetti
ResponderEliminarMartha Bello amiga
ResponderEliminarRaquel Wuaooooo que bonito
ResponderEliminarLida Garcia Gomez Que maravilla muy buenos días
ResponderEliminarIlsa Merlano Muy hermosa
ResponderEliminarMe encantó Eve, pero menudo lío se va a armar para que ellos puedan estar juntos...Por lo pronto sería bueno que el congreso al que tiene que ir Juan dure un año...Pido mucho, no?
ResponderEliminarSos loquita, me hiciste reír dormida veremos, pbre Juan siempre le pasa algo, no lo pensé, pero es muy linda, pero más me gusta No soy yo, de las nuevas, ahora voy a una de mis amores Prohibido, besotes.
EliminarVeronica Lorena Piccinino muy lindo... los recuerdos de Guillermo con su vida con Juan fue un relato exquisito, excelente... Nunca leí a Guillermo de esa manera, tan sometido a una persona... Me gustó Eve, Gracias
ResponderEliminar