EL EMBAJADOR.
TERCERA PARTE.
CAPÍTULO VEINTICUATRO.
Matías vaciló.
__De acuerdo _ aceptó__. Nos vemos __Después
de cortar se dijo: Pedro Beggio no puede estar detrás de esto.
Cuando Guillermo trató de llamar de nuevo a
Matías, este se había ido y nadie sabía adónde.
“Me llamas tu vida, llámame tu alma; porque
el alma es inmortal,
y la vida es un día, un instante.” Paul Charles Borge.
y la vida es un día, un instante.” Paul Charles Borge.
“Hay dos miradas: La mirada del cuerpo que
puede olvidar a veces,
pero la del alma, ella recuerda siempre”. Alejandro Dumas.
pero la del alma, ella recuerda siempre”. Alejandro Dumas.
“La felicidad es amor, no es otra cosa.
El que sabe amar, es feliz”. Herman Hesse.
El que sabe amar, es feliz”. Herman Hesse.
“No ser amado, es una simple desventura.
La verdadera desgracia es no saber amar”. Albert Camus.
La verdadera desgracia es no saber amar”. Albert Camus.
__Yo no confiaría en Olazábal, Guillermo, y
solo puedo decirle que Pedro daría su vida por usted _ afirmó Alberto.
__De hecho ustedes me salvaron la vida cuando
el atentado.
__Es nuestro trabajo embajador. ¿Sigue
enamorado de su esposa?
__El amor y el amar son y serán, para todo
ser humano, un arte maravilloso, aprendido en la universalidad de la vida
misma.
Con el inexorable paso del tiempo de la vida irá cambiando sus formas y su interpretación, pero nunca jamás perderá su esencia.
El niño, en su adorable pequeñez, interpreta todo el amor que recibe a su manera, y pensará: “Amo a todo aquello que me ama”.
Luego y a su tiempo, ya absorbido en sus propias vivencias pero todavía inmaduro, pensará diferente: “Te amo porque te necesito”.
Más adelante en el tiempo y en los años de su vida, y en su íntima relación familiar, pensará distinto, “me aman porque amo”.
En la plenitud de su vida y con la experiencia de vivencias compartidas, seguirá, con la humildad necesaria, este sabio principio, “te necesito porque te amo”.
Nosotros, seres pensantes, nos sentimos bien si nos aman, y creo que también anhelamos amar apasionadamente. Sentir el amor con todo nuestro ser. Entenderlo y recibirlo, será el más maravilloso de nuestros anhelos.
Y me refiero a las diferentes formas de dar y recibir a todo el amor, conyugal, filial, de amistad, etc.
Pero, a veces, por inesperadas y duras circunstancias en nuestra existencia que nos toca vivir, (nunca estaremos preparados para las impensadas desgracias y los “antes y después”), podemos perder de vista la necesidad de necesitar y buscar tener el amor.
La mejor maestra es la propia vida. Cuando somos niños, en nuestra inocencia, equivocadamente queremos ser mayores, creyendo que eso nos dará mayores privilegios, pero sin pensar y saber que los privilegios vienen junto con mayores obligaciones.
En la madura adultez, mirando un poco hacia atrás, tal vez agobiados por el duro vivir pensamos en la quimera de volver a ser niños. Y allí descubrimos que en el tiempo de la vida, solo somos como una estrella fugaz, que ilumina por instantes el firmamento de nuestra existencia, que vuela sin conocer su destino y se apaga en algún momento inesperado.
Nuestra conciencia, suprema rectora de nuestra conducta, a veces puede impulsarnos como una forma de mitigar nuestras penas, al auto sacrificio, como una solución a esas duras circunstancias que nos golpearon en momentos no esperados, al darnos cuenta de nuestra infelicidad.
Y optamos por deprimirnos en una gris soledad, o dedicarnos mucho más al trabajo, al estudio o a ser solidarios hasta el cansancio con los seres que nos rodean o los que no, sacrificando el tiempo de nuestras vidas, pensando que esta será la forma que los otros y nosotros mismos, interpretaremos esto como la máxima expresión de nuestra capacidad de amar.
Pero debemos convencernos, sin lugar a dudas, que la mejor prueba de amor es y será la disposición y la renuncia hasta el sacrificio, por lo que amamos y especialmente con esa persona amada, y como también asumir la responsabilidad a favor del ser amado que hemos herido sin desearlo, rozando la grandeza de espíritu.
Y valorar a ese amor de aquella persona que permanece a nuestro lado, sin importarle las inclemencias de los tiempos cotidianos, la que nos entrega su pasión y ternura todos los días de la vida.
La correspondencia a esta actitud es la confirmación que el amor total y pleno es posible y existe, en una simbiosis de sus propias fuerzas, unidas con un único destino.
Ser felices. Con mi esposa fui feliz, pero ya no está y no logro adaptarme a mi vida con otra persona, con los chicos, no termino de entenderme, de confiar. Confirme a Arismendi que iré a esa fiesta.
Con el inexorable paso del tiempo de la vida irá cambiando sus formas y su interpretación, pero nunca jamás perderá su esencia.
El niño, en su adorable pequeñez, interpreta todo el amor que recibe a su manera, y pensará: “Amo a todo aquello que me ama”.
Luego y a su tiempo, ya absorbido en sus propias vivencias pero todavía inmaduro, pensará diferente: “Te amo porque te necesito”.
Más adelante en el tiempo y en los años de su vida, y en su íntima relación familiar, pensará distinto, “me aman porque amo”.
En la plenitud de su vida y con la experiencia de vivencias compartidas, seguirá, con la humildad necesaria, este sabio principio, “te necesito porque te amo”.
Nosotros, seres pensantes, nos sentimos bien si nos aman, y creo que también anhelamos amar apasionadamente. Sentir el amor con todo nuestro ser. Entenderlo y recibirlo, será el más maravilloso de nuestros anhelos.
Y me refiero a las diferentes formas de dar y recibir a todo el amor, conyugal, filial, de amistad, etc.
Pero, a veces, por inesperadas y duras circunstancias en nuestra existencia que nos toca vivir, (nunca estaremos preparados para las impensadas desgracias y los “antes y después”), podemos perder de vista la necesidad de necesitar y buscar tener el amor.
La mejor maestra es la propia vida. Cuando somos niños, en nuestra inocencia, equivocadamente queremos ser mayores, creyendo que eso nos dará mayores privilegios, pero sin pensar y saber que los privilegios vienen junto con mayores obligaciones.
En la madura adultez, mirando un poco hacia atrás, tal vez agobiados por el duro vivir pensamos en la quimera de volver a ser niños. Y allí descubrimos que en el tiempo de la vida, solo somos como una estrella fugaz, que ilumina por instantes el firmamento de nuestra existencia, que vuela sin conocer su destino y se apaga en algún momento inesperado.
Nuestra conciencia, suprema rectora de nuestra conducta, a veces puede impulsarnos como una forma de mitigar nuestras penas, al auto sacrificio, como una solución a esas duras circunstancias que nos golpearon en momentos no esperados, al darnos cuenta de nuestra infelicidad.
Y optamos por deprimirnos en una gris soledad, o dedicarnos mucho más al trabajo, al estudio o a ser solidarios hasta el cansancio con los seres que nos rodean o los que no, sacrificando el tiempo de nuestras vidas, pensando que esta será la forma que los otros y nosotros mismos, interpretaremos esto como la máxima expresión de nuestra capacidad de amar.
Pero debemos convencernos, sin lugar a dudas, que la mejor prueba de amor es y será la disposición y la renuncia hasta el sacrificio, por lo que amamos y especialmente con esa persona amada, y como también asumir la responsabilidad a favor del ser amado que hemos herido sin desearlo, rozando la grandeza de espíritu.
Y valorar a ese amor de aquella persona que permanece a nuestro lado, sin importarle las inclemencias de los tiempos cotidianos, la que nos entrega su pasión y ternura todos los días de la vida.
La correspondencia a esta actitud es la confirmación que el amor total y pleno es posible y existe, en una simbiosis de sus propias fuerzas, unidas con un único destino.
Ser felices. Con mi esposa fui feliz, pero ya no está y no logro adaptarme a mi vida con otra persona, con los chicos, no termino de entenderme, de confiar. Confirme a Arismendi que iré a esa fiesta.
Guillermo y los chicos cenaban en la
residencia.
__Realmente se te ve mucho mejor papá _ dijo
Malena__. Estábamos asustados, y preocupados.
__Ya me siento bien, hijita__ aseguró
Guillermo, y era la verdad. “Gracias a Dios tuve la ayuda de Matías. No podía
apartar a Pedro de su mente, dejar de oír su voz: Aquí tiene su café. Lo
preparé yo mismo. Poco a poco iba matándolo”. Se estremeció.
__ ¿Tienes frío? __quiso saber Fabián.
__No hijito.
No debía hacer participar a sus hijos de sus
pesadillas, aún estaban de duelo por Silvina. A lo mejor debería enviarlos a
Los Estados Unidos por un tiempo, los Baunes los podrían cuidar, y luego pensó:
También podría ir yo con ellos, investigar lo de Silvina, tal vez todo se
relacione, pedir ayuda a Moravia. Pero eso sería una cobardía, una victoria
para Pedro Beggio y quienesquiera fuesen sus cómplices. ¿Acaso trabajaba como
doble agente, lo enviaba Arismendi? Sin embargo, había una sola persona que
podría ayudarlo. Orestes Moravia. Solo él sabría qué hacer con Pedro.
Sin embargo, no puedo acusarlo sin pruebas.
¿Y qué pruebas tengo? ¿Qué me servía un café todas las mañanas?
Fabián estaba hablándole.
__ ..Entonces contestamos que íbamos a
preguntar si nos dejaban ir con ellos.
__Perdón, hijo. ¿Qué decías?
__Que el hijo del presidente nos invitó a ir
de campamento el fin de semana que viene, con su familia.
__! No! __La respuesta le salió más violenta
de lo que hubiera deseado. __No quiero que ninguno de los dos se aleje de la
residencia.
__ ¿Y para ir al colegio? _inquirió Malena.
Guillermo dudó. No podía tenerlos presos y
tampoco debía alarmarlos.
__Esta bien, irán, siempre y cuando los lleve
y traiga Florián, pero nadie más. ¿Entendido Fabián?
Malena le inquirió con la mirada.
__ ¿Pasa algo, papá?
__No. No, en absoluto. ¿Por qué me lo
preguntas?
__No sé. Noto algo en el ambiente.
__Déjalo tranquilo _ intervino Fabián__. El
pobre tuvo la fiebre rumana.
“Qué interesante manera de definirlo.
Envenenamiento con arsénico: la fiebre rumana. Con todas las pestes que hay en
este país, es lo que más o menos pensaría Moravia antes de un atentado más”.
__ ¿Vemos una película esta noche? _propuso
Fabián.
__Podemos ver una película esta noche __le
corrigió el padre.
__ ¿Eso significa que sí?
Guillermo no había pensado en pasar una película,
pero como últimamente había estado tan poco tiempo con los niños, decidió
darles el gusto.
__Efectivamente, significa que sí.
__Gracias, señor embajador _ gritó el hijo__.
Yo elegiré la película.
__Eso sí que no. La última la elegiste tú.
¿Podemos ver American Graffiti de nuevo?
American Graffiti. De pronto ya supo qué
pruebas podría exhibirle a Orestes Moravia.
__
A Medianoche le pidió a Carmen que llamara un
taxi.
__ ¿No quiere que Florián lo lleve en el
coche?
__No.
La visita que planeaba, debía hacerla en
secreto. Y minutos más tarde llegó el taxi, y Guillermo subió.
__A la embajada norteamericana, por favor _le
indicó al chofer.
__Está cerrada a esta hora. No hay nadie…
__El hombre se volvió y lo reconoció.
__Señor embajador. Qué gran honor. __Puso el auto en marcha. __Lo reconocí por
tantas fotos suyas que han aparecido en periódicos y revistas. Es usted casi
tan famoso como nuestro gran conductor.
Ya otros en la embajada habían hecho también
comentarios al respecto de la enorme publicidad que su persona recibía en la
prensa rumana.
__A mí me gustan los norteamericanos _parloteaba
el conductor__. Son gente buena. Espero que tenga éxito en su programa de
acercamiento entre los pueblos que inauguró el presidente. Nosotros lo apoyamos
de todo corazón. Ya es hora de que reine la paz en el mundo.
Guillermo no estaba de humor como para
conversar.
Al llegar a la embajada le indicó al taxista
un sitio señalado por un cartel.
__Deténgase aquí, por favor, y vuelva a
buscarme dentro de una hora para regresar a la residencia.
__Cómo
no, señor embajador.
__No se puede estacionar aquí. Está reserv…
__Al reconocer a Guillermo, el guardia
de marina se acercó al vehículo, le hizo la venia. __Ah, perdone. Buenas
noches, señor embajador.
__Buenas noches.
El soldado lo acompañó hasta la entrada y le
abrió la puerta con solemnidad.
__ ¿Necesita algo, señor?
__No. Voy a estar solo unos minutos en mi
oficina.
__Sí, señor. __Lo miró alejarse por el
pasillo.
Guillermo encendió la luz de su despacho y
contempló las paredes donde antes le habían escrito las amenazas. Fue hasta la
puerta de comunicación y entró en la oficina a oscuras de Pedro.
Al encender la luz, vio que no había papeles
sobre el escritorio. Comenzó a revisar los cajones, pero lo único que halló
fueron folletos y otros impresos inocentes, nada que pudiera llamarle la
atención a un empleado curioso. Sin embargo, tenía que estar por alguna parte.
No podía tener todo escondido en otro lado, y era muy improbable que lo llevara
encima.
Decidió entonces revisar más minuciosamente
el contenido de los cajones. Al llegar al de abajo, sintió algo duro al fondo,
detrás de una pila de papeles. Lo sacó y se quedó mirándola.
Era una lata de pintura roja en aerosol.
“No puedo amarte, no te respeto y no confío
en vos, Pedro, ¿cómo hacerlo si encuentro esto y estás sacando arsénico de la
farmacia? ¿Por qué?”
__
Poco después de las nueve de la noche, el
doctor Matías Olazábal, aguardaba en el bosque Baneasa, cerca de la fuente. Se
preguntó si no habría hecho mal al no denunciar a Pedro Beggio. No, pensó.
Primero quiero oír qué explicaciones me da. Una falsa acusación de mi parte lo destruiría.
Súbitamente apareció Pedro camuflado en la
penumbra.
__Gracias por haber venido-. Podemos aclarar
este asunto enseguida. Usted cree que alguien estuvo envenenando a Guillermo
Graziani, ¿verdad?
__Lo sé positivamente. Han estado dándole
arsénico, y antes le dejaron amenazas.
__Sabe bastante por lo que dice. ¿También
conoce de los otros dos atentados? Del secuestro lo salvó usted, muy
convenientemente, por cierto, doctor.
_No sé de eso, solo del arsénico.
__ ¿Y piensa que el culpable soy yo?
__Podría habérselo agregado al café… una pequeña
dosis por vez.
__Siendo amante del embajador también pudo
agregárselo usted, que además es médico ¿no es así?
Matías empalideció.
__ ¿Ya informó de esto a alguien?
__Todavía no. Primero quería hablar con
usted.
__Me alegro, el embajador ha sido blanco de
demasiados atentados, y no creo que con lo que hizo por su hijo, vengan del
presidente rumano. __Pedro sacó la mano del bolsillo, donde llevaba una pistola
Magnum calibre 357.
Matías lo miró fijo.
__ ¿Qué… qué hace? ¡Escúcheme! ¡No puede…!
Pedro Beggio apretó el gatillo y vio cómo el
pecho del francés estallaba en una nube roja.
“Por Guillermo puedo todo... todo, traidor de
mierda”.
En la embajada, Guillermo se hallaba en la
burbuja llamando por teléfono a la oficina de Moravia por la línea de
seguridad. Era la una de la madrugada en Bucarest, y las seis de la tarde en
Washington.
__Habla el embajador Guillermo Graziani. Sé
que el señor Moravia viajó a la China con el presidente pero tengo urgencia en
comunicarme cuanto antes con él. ¿Hay alguna forma de localizarlo?
__Lo siento, señor, pero como su itinerario
es muy flexible, no tenemos ningún número donde llamarlo.
El corazón le dio un vuelco.
__ ¿Y cuándo llamará él ahí?
__No sabría qué decirle, por la cantidad de
compromisos que figuran en su agenda. A lo mejor alguien del departamento de
seguridad podría ayudarlo.
__No. Nadie más puede ayudarme. Gracias.
Allí se quedó, solo, con la mirada perdida,
rodeado por el instrumental electrónico más moderno del mundo, que sin embargo
de nada le servía. Pedro Beggio estaba tratando de asesinarlo y él debía
hacérselo saber a alguien. Pero, ¿a quién? ¿En quién podría confiar? La única
persona que estaba al tanto de las intenciones de Pedro era Matías.
Marcó nuevamente el número y tampoco le
atendió. Recordó entonces lo que le había dicho Orestes Moravia. “Si quiere
enviarme un mensaje y no desea que nadie más lo lea, escriba en el
encabezamiento del cable el código de tres equis.
Volvió de prisa a su despacho, redactó un
cable urgente dirigido a Moravia y agregó las tres equis. Sacó del cajón con
llave el libro de códigos y con sumo cuidado cifró el texto del mensaje. Si
algo le pasaba, al menos Moravia sabría a quién atribuirle la culpa.
Fue luego a la sala de comunicaciones,
atendida en esos momentos por el agente de la CIA, Miguel Ángel Mendoza.
__Buenas noches, señor embajador. Tuvo que
trabajar hasta tarde hoy.
__Sí. Quiero despachar este mensaje, y que
salga en el acto.
__Yo mismo lo remitiré.
__Gracias. _Guillermo le entregó el papel y
se encaminó a la puerta, ansiaba desesperadamente reunirse con sus hijos.
En la sala de comunicaciones, Mendoza terminó
de descifrar el mensaje que le entregara Guillermo. Lo leyó dos veces con
rostro de preocupación. Luego se dirigió a la máquina destructora de documentos
con una diabólica sonrisa, arrojó dentro el cable y vio cómo se convertía en
papel picado.
Acto seguido llamó a Washington, al
secretario de estado, Edgardo Pérez. Nombre en clave: _Thor o G.
__
Dos meses demoró Levin Pasten, custodio
antiguo de Groza, el exrebelde en exilio asesinado, en seguir la tortuosa pista
que lo condujo hasta Buenos Aires. El Servicio de Inteligencia Británico y otra
media docena de organismos de seguridad del mundo habían colaborado para
identificar a Ángel como el asesino. El Mossad, servicio de inteligencia
israelí le suministró el nombre de Ana Acevedo. Todos querían eliminar a Ángel.
Para Levin, Ángel se había convertido en una obsesión. Por un error suyo su
querido jefe Groza había muerto y con él el líder revolucionario que podría
liberar a Rumania del dictador, y eso nunca se lo perdonaría. Podía, eso sí,
expiar su culpa y así lo había decidido.
No se puso en contacto directamente con Ana
Acevedo. Localizó el departamento donde vivía y comenzó a vigilarlo, en la
esperanza de ver aparecer a Ángel. Al cabo de cinco días de infructuosa espera,
Pasten resolvió actuar... Esperó que la mujer se hubiera ido. Quince minutos
después subió. Abrió la puerta con una ganzúa, entró al departamento y lo revisó
concienzudamente. Sin embargo, no encontró foto, cartas ni nada que pudiese
conducirlo a Ángel. Luego descubrió los trajes del armario. Leyó las etiquetas
de Herrera, descolgó una chaqueta de una percha y se la colocó debajo del
brazo. Segundos más tarde volvía a salir, tan silenciosamente como ingresó.
A la mañana siguiente se presentó en la
tienda con la ropa arrugada, despeinado y oliendo a whisky.
__ ¿En qué puedo servirlo, señor? _le
preguntó el gerente con cara de desagrado.
Pasten esbozó una sonrisa tímida.
__Mire, anoche me emborraché como un beduino.
Estuvimos jugando a las cartas con unos sudamericanos en mi habitación del
hotel, y creo que todos nos pasamos con la bebida. Bueno, lo cierto es que uno
de esos tipos _no me acuerdo en nombre_ se dejó la chaqueta en mi habitación...
_la levantó para mostrarla, con mano temblorosa. __Como tenía la etiqueta de
acá, pensé que ustedes podrían indicarme adónde debo devolverla.
El gerente examinó la prenda.
__Sí, es de confección nuestra. Tendría
que fijarme en nuestros registros.
Déjeme su número, así le aviso.
__Imposible _ farfulló Levin __. Me voy ahora
a otra partida de póquer. Si me da una
tarjeta suya, lo llamo yo.
__Sí. __El gerente se la entregó.
__No va a robar la chaqueta, ¿no? __preguntó
Levin, con acento de borracho.
-Por supuesto que no _ se indignó el hombre.
Pasten le dio una palmada en la espalda.
__Bien _ dijo__. Esta tarde le hablo.
Cuando esa tarde llamó desde su hotel, el
gerente de Herrera le informó:
__El caballero a quien confeccionamos el
traje es el señor H.R. de Mendoza, que se aloja en la habitación 417 del hotel
Astor.
Lev Pasten verificó que la puerta de la
habitación estuviese trancada. Sacó luego una maleta del armario, la colocó
sobre la cama y la abrió. Adentro había una pistola SIG Sauer calibre .45 con
silenciador, cortesía de un amigo suyo, miembro del servicio secreto argentino.
Pasten controló que el arma estuviese cargada y el silenciador trabado. Volvió
a poner la valija en el armario y se fue a dormir.
A las cuatro de la madrugada avanzaba
sigilosamente por el desierto pasillo del cuarto del hotel Astor. Al llegar a
la habitación 417, miró alrededor para comprobar que no hubiese nadie en las
inmediaciones. En silencio introdujo un alambre
en la cerradura de la puerta. Al oír que se destrababa el pestillo, sacó en el
acto la pistola.
Sintió una corriente de aire en el instante en
que se abrió la puerta de en frente, del otro lado del pasillo. Sin darle
tiempo de volverse, algo duro y frío lo golpeó en la nuca.
__No me gusta que nadie me siga __murmuró
Ángel.
Lev Pasten oyó el chasquido del gatillo un
segundo antes de que le volara la tapa de los sesos.
Ángel no sabía a ciencia cierta si Pasten
andaba solo o trabajaba con alguien, por eso no estaba de más tomar otras
precauciones. Ya le había llegado el aviso telefónico, de modo que era hora de
actuar, pero primero había que hacer algunas compras. Había una hermosa
lencería en la avenida Pueyrredón, era cara, pero Ana se merecía lo mejor.
__Quiero que me muestre algún salto de cama
con volados y puntillas _pidió Ángel.
La empleada se quedó boquiabierta.
__Y un slip con abertura en la entrepierna.
Minutos más tarde, Ángel entraba en Frenkel”s
y contemplaba el despliegue de artículos de cuero en las estanterías.
__Quiero un portafolio. Negro, por favor.
---
__El Aljibe, del hotel Sheraton. Era uno de los
mejores restaurantes de Buenos Aires. Ángel se ubicó en una mesa de un rincón.
Y apoyó el portafolio nuevo sobre la mesa. El camarero se acercó a atenderlo.
__Buenas tardes.
__Voy a empezar con centolla. Después quiero
una parrillada con ensalada de berro. El postre se lo pido más tarde.
__Cómo no.
__ ¿Dónde quedan los baños?
Ángel se levantó y se encaminó al fondo del
local, dejando el maletín sobre la mesa, a la vista de todos. Había un angosto
pasillo con dos puertas pequeñas. Una decía Damas, y la otra, Caballeros. Al
terminar el corredor había una puerta doble que daba a la ruidosa cocina. Ángel
empujó una de ellas para entrar y se encontró con una febril actividad: chefs
ajetreados, que trabajaban tratando de
cumplir con urgentes pedidos de la hora del almuerzo, camareros que entraban y
salían con bandejas, los cocineros le gritaban a los camareros y estos hacían
lo propio con los ayudantes.
Ángel se abrió paso por la cocina y salió por
una puerta del fondo que daba a un callejón. Allí esperó cinco minutos para
cerciorarse de que nadie lo hubiese seguido.
Tomó un taxi que había en la esquina, le dio
la dirección, se bajó luego de un breve trayecto y subió a otro coche de
alquiler.
__ ¿Adónde, por favor?
__Al aeropuerto de Ezeiza.
Allí lo aguardaba el pasaje para Londres. En clase turista porque
la primera habría llamado mucho la atención.
Dos horas más tarde observaba desaparecer la
ciudad de Buenos Aires detrás de las nubes como si fuese un truco de algún mago
celestial, y comenzó a pensar en las instrucciones que le habían dado para la
próxima misión.
“Que los hijos mueran con él. Deben ser
muertes espectaculares”.
No le hacía ninguna gracia que le indicara
cómo debía trabajar. Solo los aficionados eran estúpidos como para atreverse a
dar consejos a los profesionales. Ángel sonrió. Todos morirían, y sería algo
más espectacular de lo que esperaban.
Después, se durmió como un lirón.
__
__El significado de amor es contraer toda la
fuerza que te arrulla, es alcanzar lo imposible y soportar dolor y pena de una
manera plausible.
El significado de amor es vivir, es compartir
lo vivido, es mostrar tu cara a lo adverso y valorar lo conseguido.
El significado del amor es escribir sobre
poemas ya olvidados, es tomar su mano y sentirse de los mundos apartados.
El significado de amor es volver a ser niños,
es reír y rogar por mimos, es pagar con travesuras todos los regaños y
aventuras.
Es mostrar a mano limpia el alma, es perder
el cuerpo al compartir el otro lado de tu cama, es andar por los caminos de
ilusión con verdadera calma.
El amor y su significado nos llevan al
terreno de la experiencia más divina que hay: ser humano y amar la canción de
una vida que nos brinda su alegría.
Amor significa reír y llorar, soñar y volar,
vivir y tener más allá adonde ir, motivar y gritar todo lo que tienes por
sentir.
El significado del amor es música del viento,
es llover y alzar tu cara al cielo descubierto, es tocar fuego que no arde y no
se extingue, tu calor es lo que le distingue.
Amor no significa sexo sin límites, regalos o
detalles que te dignifiquen, es abrazar el tiempo y en la gente dejar legado.
Esto para mí es el amor y su significado.
__Te admiro, Pedro _dijo Beto al oírlo.
__Solo quiero salvarlo, mierda si yo mismo
debería poder arrancarlo de acá, necesitaría un ejército que lo llevara a Los
Estados Unidos, pero me temo que no lo hará, ¿irá a lo de Arismendi?
__Sí.
__Lo imaginé.
__
Había varios automóviles en el sitio dedicado
al estacionamiento en la mansión Arismendi, todos costosos y salpicados de
barro. Para quien entendía no pasaba desapercibida la custodia, hombres armados, que con M-16 en bandolera,
walkie- talkies en mano y actitud atenta los observaban al llegar.
Alberto traspuso el portón seguido por un
jeep con cuatro soldados, los guardias controlaron las identificaciones, y no
tardó en detectar las cámaras de seguridad que se movían siguiendo el recorrido
de los vehículos, y también observó el paredón de tres metros que se extendía a
ambos costados del portón de chapa blindada, y que desaparecía de la vista
engullido por la vegetación, había rollos de alambre de púa rematando el muro,
y los perros que ladraban a cada auto que llegaba. Sabía que Pedro había llegado antes, y que el embajador,
Sonia y Gaby llegarían con él en minutos. A poco de subir por un camino
pavimentado con pórfido observaron la construcción moderna, de una planta, que,
a un simple vistazo, se caracterizaba por la abundancia de aberturas de paño
fijo sin cortinas, como si el interior estuviese expuesto y no guardara ninguna
intimidad. El diseño arquitectónico, de
líneas duras y revestimiento en piedra laja, confería la idea de frialdad,
soberbia y suntuosidad a tono con el dueño de casa.
__General, es inusual verlo tan elegante sin
uniforme __le dijo el asistente según se decía el amante fijo del presidente.
__Me sienta mejor el uniforme, le aseguro.
__Enseguida le avisaré al presidente, por
favor disfruten de las copas y de la comida, del grupo que rodea el perímetro de la piscina.
Dentro de la casa, Pedro se preguntó por qué
soportaba el asedio como de perro en celo de Juan Arismendi, y la respuesta le
llegó en imagen, Guillermo.
__Anoche te esperé hasta tarde despierto,
cariño _ dijo Juan en reproche.
__Lo siento, estaba cansado.
__ ¿Por qué? ¿Qué estuviste haciendo?
__Juan, hace tiempo que no le doy
explicaciones a nadie.
Después de cambiarse para la fiesta en la
casa de fin de semana, Juan abandonó la actitud combativa para cubrirse con una
seductora. Lo encontró solo, en la biblioteca, husmeando entre los libros, y se
le acercó por detrás. Le pasó la mano abierta por los glúteos, firmes, bajo el
género liviano del pantalón, y lo excitó que él siguiese sin volverse, sin
articular palabra, como si estuviese solo. No obstante, percibía el ligero
endurecimiento de los músculos, y, cuando hundió el dedo mayor, y dibujó la raya del pantalón,
lo oyó inspirar. Sonrió con aire triunfal.
Pedro devolvió el libro al estante y se dio
vuelta. Se topó con los ojos de su anfitrión, que no parpadeaba y, contenía la
respiración. Le pasó la mano por la nuca, otra por las caderas, y lo pegó a su
cuerpo para besarlo. ¿Por qué lo hacía? ¿Para castigar y vengarse de Guillermo
y su traición? ¿Por deseo? ¿Porque
estaba aburrido? En tanto el beso se desmadraba, el apetito se despertaba en
Juan, en Pedro, en cambio, se diluía. Fastidiado se apartó y, cuando Juan se
movió para atraparlo de nuevo en su abrazo, él levantó la mano y lo detuvo.
__Mírame _ exigió Arismendi, y lo sujetó por
el mentón para obligarlo a cumplir la orden.
__ ¿Qué quieres, Juan? __le preguntó con
hastío.
El hombre le sujetó los testículos y el pene
a través del pantalón y los comprimió con cuidado.
__Esto quiero lindo. Y esto –dijo, y deslizó
la mano hacia la zona del corazón__ y esto _repitió, y le contuvo el costado de
la cabeza con la palma abierta__. Te quiero todo, Pedro Beggio. __Pedro rio sin
ganas y se apartó__. ¿Qué te ha hecho ese hombre? Te ha despojado de tu energía
y de tus ganas de vivir. En otra época, ya me habrías tomado en todas las
habitaciones de la casa y en todas las posiciones que la mente humana es capaz
de inventar, eres el ser más viril que conocí jamás.- Estaríamos riendo de todo
y todos.
Pedro se volvió y Juan contuvo el aliento,
conmovido por la mirada siniestra y el gesto, trasformado por la ira.
__Lo tengo clavado aquí __pronunció, en un
susurro de dientes apretados, y se apretó el sexo bajo el cierre del pantalón__
y aquí __descargó el puño en el lado izquierdo del pecho__ y aquí _ agregó, y
apoyó la punta del índice en la frente__. Está volviéndome loco.
Juan permaneció quieto, callado. Solo sus
ojos se movían sobre las facciones de Pedro, contorsionadas por una mezcla de
rabia y de dolor. Levantó la mano y le acarició la mejilla.
__Tal vez sea un ser muy superior a nosotros,
de espíritu más ingenuo que los simples mortales, más elevado por cierto, que
se encuentra por sobre las mezquindades
del mundo.
__Habla por ti. __Pedro bajó los párpados y
exhaló un suspiro.
__Yo conozco personas así, y te aseguro que
nunca te sientes a su altura, te parece que jamás lograrás alcanzarlas que, por
mucho que subas, apenas le rozas el talón.
__Pero yo lo quiero solo para mí.
__Nunca lo tendrás por completo __profetizó el
hombre y giró hacia la puerta__. Me voy, mis invitados me esperan _ declaró,
sin volverse y abandonó la biblioteca.
Pedro permaneció en silencio en recogimiento,
asolado por lo dicho por Juan. Salió de la biblioteca envuelto en un impulso de
rencor. No le gustaba el modo desesperado, casi obsesivo con que amaba a
Guillermo, lo debilitaba, lo hacía sufrir, lo convertía en alguien que no era.
Quería volver a ser egoísta, seductor, libre. Con ese espíritu, se unió al
festejo que se desarrollaba en torno a la piscina.
Guillermo con Gaby y Sonia llegaron a la fiesta
apenas oscurecía. Caminaron por un sendero de laja hacia la mansión, cuyos
enormes ventanales descollaban en la penumbra soltando sobre el exterior un
fulgor de luz y colores. La música, una canción bastante movida se filtraba, y
competía con el incansable rumor de la noche. Guillermo observó que la fiesta
había comenzado en el jardín, porque, gracias al reflector que iluminaba el
área, descubrió copas, los platos, los ceniceros y las botellas vacías que
atestaban mesas apostadas alrededor de la piscina. Resultaba obvio que los
invitados se habían desplazado al interior al caer el sol para evitar la
picadura de insectos aunque el olor al pesticida fumigado que solo allí y pocos
más, pensó se podían permitir, le inundó las fosas nasales. La puerta blanca,
imponente, de dos hojas, se abrió, y la casa expulsó una onda fresca
aromatizada y sonora que lo envolvió como un puño y los atrajo dentro,
Guillermo puso un pie en el amplio vestíbulo experimentando poca simpatía por
el sitio, y sus ocupantes.
Lo intimidó el movimiento de gente unos
metros más allá. Se trataba de un grupo nutrido, especialmente compuesto de
hombres, que se desplazaban por un amplio salón con copas, cigarros, y canapés,
en la mano. Reían, algunos bailaban, y las chicas a duras penas reprimían las
ganas de bailar y sacudían los brazos, impacientes, mientras no terminaban de
saludar al hombre del servicio doméstico que había abierto la puerta.
A Guillermo la visión de espaldas de Juan le
produjo inquietud. Este volteó y su mirada se congeló en él, Guillermo
permaneció inmutable en tanto pensó que el hombre le recordaba al mal, pese a
la ternura que sentía por su hijo. De nuevo supo que no se encontraría con la
esposa.
Juan se repuso enseguida de verlo rodeado de
sus asistentes y caminó hacia el vestíbulo con una sonrisa. Guillermo seguía
fijando la mirada en él, sin ser capaz de distinguir cómo y qué lucía.
__Qué gusto embajador _ exclamó y lo envolvió
en un abrazo.
Guillermo percibió el perfume y le acometió
una punzada de celos y rabia, ese perfume les pertenecía solo a Pedro y a él,
aunque no le sorprendía, Arismendi siempre despertaba lo peor de él.
__ ¿Conoce a mis asistentes?
__Claro, encantado de verlas. Qué sorpresa
tan agradable. ¡Cuánto me alegra saber que se ha hecho amigo de estas jóvenes
tan maravillosas! _ exclamó mientras las mantenía abrazadas.
__Hola a todos __saludó Federico el
asistente.
__Hola.
__ Estas chicas son un tesoro invaluable,
¿verdad Federico?
__El más valioso __contestó y los fotografió.
Guillermo caminó desganado, hacia el gentío,
aún sumido en una mente aturdida de recuerdos e imágenes, y como a veces le
asaltaba un espíritu supersticioso, se dijo, que, nada bueno le aguardaba allí.
Y enseguida supo que su recelo no era infundado. Pedro Beggio, se hallaba a
metros de él, de perfil, sentado en un sillón, el codo en el apoyabrazos y el
dorso de los dedos contra los labios. Atendía a un comentario de su
interlocutor, sentado frente a él, y bajo el puño, se le adivinaba una sonrisa.
Guillermo reconoció que su belleza era arrebatadora, y le admiró el cuello
tostado, la barbilla, el cabello lustroso que no iba peinado con gel, si no que
alborotado le caía sobre la frente.
__Pedro __dijo Gaby.
__Ya lo vi y no quiero acercarme, ¿entendido?
__Sí señor.
__Gaby, Señor, Sonia __ Alberto se aproximó
dando zancadas y Sonia se adelantó para echarse a sus brazos ante la mirada de
desaprobación de su amiga.
__ ¡Qué sorpresa!
Pedro volvió la cabeza hacia el alboroto y
los descubrió. Su mirada se encontró con la de Guillermo, se tocaron, se
encadenaron, se entrelazaron. En el corto espacio que los separaba, atestado de
personas, de ruidos, de colores, ellos solo eran conscientes de la presencia
del otro, como si lo demás se hubiese desintegrado, como si la sala se hubiese
sellado al vacío.
Pasado el segundo de aturdimiento y de
parsimonia, Pedro se volvió para prestar atención al funcionario que le narraba
anécdotas divertidas de grupos rebeldes, incluso soltó la risa, a sabiendas de
que Guillermo seguía con la vista fija en él, y se empeñó en que su fachada no
evidenciara el trastorno que le había causado la visión de Guillermo. “¿Qué
haces en este antro de corruptos, traficantes y mafiosos, mi amor? ¿Por qué te
expones a este mundo que te devoraría sin que te dieras cuenta como casi lo
logró Matías?”. Se mantuvo quieto, en tensión, mientras se apretaba la boca con
el puño hasta que el filo de los dientes se le clavó en la carne.
La indiferencia de Pedro, desproveyó a Guillermo de
pensamiento, aun de respiración. Sintió una punzada en el estómago, como si le
hubiesen propinado un puñetazo. La familiaridad del rostro amable de Alberto,
su sonrisa y sus ojos vivaces lo ayudaron a reponerse.
__Hola, Guillermo.
__Hola, ¿qué haces acá?
__Somos invitados del presidente, es una
velada informal.
De pronto Gaby llegó arrastrada por Sonia, y
casi chocó con el cuerpo fuerte de Alberto, se contemplaron mientras se daban
la mano, y farfullaban un saludo. A pesar de haberla encontrado atractiva en el
trabajo desde la primera vez, vestida de gala y de cerca su belleza le pareció arrebatadora.
Le sonrió, y obtuvo una respuesta tímida, apenas un temblor de comisuras y una
bajada de párpados para esconder la mirada del color del sol.
__Vamos a la fiesta _propuso Sonia y los
arrastró con su entusiasmo hacia el sitio donde algunos bailaban.
__No, no, yo no bailo, solo miro, yo miro _dijo
Guillermo.
__Yo tampoco _ se negó Gaby, cuando Sonia la
tomó de las manos y la incitó a seguir el ritmo__. No sé bailar, por favor,
Sonia, no quiero hacer el ridículo.
__Déjala Sonia _ intervino Guillermo__. Yo
tampoco iré. Ven, Gaby, vamos a sentarnos.
Después de hacer un gesto de disgusto a Gaby,
Sonia tomó dos copas de champagne de las que ofrecía una empleada y le entregó
una a Alberto.
__Jamás imaginé tomar champaña en Rumania.
__Y no es cualquiera _le advirtió este__. Es
Dom Pèrignon.
__Mira, langostinos empanados _ y robó dos de
la bandeja.
__Llegan en vuelo desde Bruselas.
__Sí, claro, porque este país da para
turismo. ¡No me jodas! Es un lugar hermoso. Me refiero a los paisajes
naturales, pero la vida acá es una película de terror. ¿El papurri no se va a
dignar a saludarnos?
__Está con el ministro de defensa _ justificó
Beto a Pedro.
Juan No daba crédito de su suerte. Contra
todo pronóstico, el embajador acababa de aparecer en la recepción, el estúpido
del francés no lo había seducido como se comentaba. Lo estudió mientras
terminaba con los saludos y las presentaciones. Resultaba un cambio radical
verlo vestido de etiqueta fuera de su
embajada, sobrio, lejos de los trajes recargados de otros invitados, solo
llevaba como joyas, un reloj y gemelos de oro. Aun de lejos, llamaba la
atención el impacto que ocasionaban sus ojos, su mirada que atravesaba. Se
aproximó sin disimulo al sillón donde Guillermo conversaba con su secretaria y
se ubicó a sus espaldas. Apoyó los antebrazos en el respaldo y le susurró un
saludo íntimo al oído.
__Hola, Guillermo.
El embajador giró la cabeza, sobresaltado.
__ Presidente, ya nos hemos saludado _ se
sorprendió y lo miró.
El detalle de que lo mirara borró las malas
intenciones de Juan, al menos de momento, las de provocar los celos e ira de
Pedro. Se vio inmerso en la belleza de esos ojos café y en la pureza que reflejaban.
Rodeó el sillón y se detuvo frente a él. Se inclinó para besarlo en las
mejillas, y una estela cálida de perfume jugueteó bajo las fosas nasales. Se
sentó frente a él muy próximo a las rodillas de Guillermo y separó las piernas
para abarcar entre ellas las del embajador.
Desde la aparición de Guillermo minutos atrás
la mente de Pedro se había precipitado en un torbellino de pensamientos
oscuros, en el cual, la presencia de Arismendi no ocupaba un lugar menor. Si
estuviese el otro, pensó, lo habría acompañado a esta fiesta. En medio de esos
cuestionamientos y escrúpulos, recreaba la mirada que le había dirigido él,
entre atónita, sorprendida, expectante y dolida. Lo había visto empalidecer a sus
ojos, y le había dado vuelta la cara porque un segundo más tarde habría corrido
para sostenerlo, besarlo, y olerlo… para reclamarlo como suyo. ¡Cuánto ansiaba
probar sus labios, disfrutar la suavidad de su piel!
Un movimiento de Juan lo alertó de que el
tipo se ponía en movimiento hacia su presa. Olfateaba el deseo que lo dominaba.
Sus ojos destilaban hambre, y rodeó a Guillermo con la cadencia empleada por un
lobo para acechar a un cordero. Se puso de pie, indiferente a la anécdota que
le refería el ministro, y caminó hacia Guillermo sin detenerse ante las
sirvientas que le ofrecían comida y bebida ni ante los invitados que lo
saludaban. Cruzó la sala con la precisión de una flecha, Alberto y Sonia
cesaron de bailar y lo siguieron con la mirada.
__ Juan _ explicó Guillermo a Gaby__ ha
traído una pierna ortopédica para un chico amputado del hospital… __ Una voz
sensual, baja, lo cortó en seco.
__Guillermo.
Se volvió hacia la derecha y echó la cabeza
atrás para encontrar la mirada de Pedro. Lo conocía enfurecido y le temía
cuando sus párpados celaban los ojos, el entrecejo se le arrugaba en una sola
línea y le palpitaban las fosas nasales. Se quedó inerte, mirándolo. Resultaba
inverosímil tenerlo frente a él y que con mirarlo le robara la voluntad, el
arrojo de soltar frente a todos sus sospechas. Por el contrario, lo estudió de
cabeza a pies, y le gustó la combinación de pantalón azul de gabardina y la
remera blanca de hilo, le destacaba la dureza de los pectorales y de los
bíceps.
__Ven un momento __Pedro se expresó en inglés
a propósito__, quiero hablarte.
__ ¿Por qué? _ atinó a susurrar y la juzgó
una pregunta idiota.
Debido a que el embajador no reaccionaba, Pedro le tendió la mano, y aquel se incorporó,
ahogó una exclamación, habría caído enredado entre las piernas de Juan de no
aferrarlo Pedro. Arismendi, impelido por su abrupta salida, pudo abandonar su
sitio un instante después. Aferró a Pedro por el hombro y lo detuvo.
__Beggio, no veo que el señor embajador vaya
con usted por su voluntad. Quite su mano de él.
__Arismendi, no se entrometa entre mi pareja
y yo _susurró.
__Guillermo no es su pareja.
__Lo es, Juan _ afirmó, con acento irónico y
una sonrisa que no suavizaba la ferocidad instalada en sus ojos__, te aseguro
que Guillermo es mi hombre.
__Por favor _ articuló el embajador, y movió
el brazo en un intento de zafarse de la garra de Pedro, aunque en verdad lo
ponía feliz, era la paradoja de la frustración por no desear querer que no lo
retuviera__. ¿Qué pasa?
__Que no tiene idea de la calaña que es el
presidente, embajador.
__Es él quien no sabe qué clase de basura
eres tú.
__Sé muy bien por qué quieres acercarte a
todo lo mío, Juan.
__ ¿Lo sabes? ¿Se lo cuentas tú o yo?
Pedro
dio media vuelta y arrastró a Guillermo hacia la puerta de la biblioteca con
una rudeza que lo hizo reaccionar de súbito.
__! Suéltame! __le exigió, y su orden se
mezcló con el chasquido de un golpe seco y el quejido de Pedro. Guillermo
exclamó al salir despedido a un costado cuando Pedro lo alejó para frenar la embestida
de Arismendi.
El
rumor de los invitados se elevó por encima de la música, bastante bebidos y con
cocaína en sangre, los rodearon para
alentar la pelea.
__Podría apresarte, Beggio _ dijo Juan, o
extraditarte.
__Hazlo, pero jamás te acercarás a Guillermo.
__Si tenemos que pelear, vamos afuera.
Los sirvientes se apresuraron en abrir las puertaventanas,
y el gentío se desplazó hacia el jardín, para escoltar a los que prometían
ofrecer un buen espectáculo. Alberto intentó detener a Pedro.
__Te extraditará o te fusilará.
__Que lo haga, cuida a Guille, este me tiene
las pelotas por el suelo. Es hora de ajustar las cuentas con él.
Guillermo contenido por Alberto observaba la
pelea que se desarrollaba frente a él e intentaba discernir de qué modo las
cosas habían alcanzado ese cariz. Un tipo levantaba apuestas. La situación adquiría
ribetes de pesadilla, detestaba la violencia, y le hacían presenciar una riña
de gallos, él era conciliador por naturaleza, pero detestaba la violencia con
el mismo ímpetu que Pedro y Juan se lanzaban patadas y trompadas. No se atrevía
a apartar la mirada de Pedro por temor a que algo malo le sucediese. Ambos eran
excelentes luchadores, lo hacían con técnica y precisión, los volvía mortíferos.
Pedro trastabilló después de una patada
voladora de Juan, y este aprovechó para arrojársele encima con la furia de un
toro. Pedro recobró el dominio y se desplazó hacia un costado en el último
instante. El rumano pasó de largo, Pedro, sin volverse, le plantó un codazo a
la altura del riñón, que lo echó por tierra. Juan cayó de bruces y profirió un
quejido lastimoso. Intentó incorporarse, pero Pedro se lo impidió colocándole
la bota sobre la nuca. Juan humillado se rebulló sin éxito, Pedro le había
inutilizado las manos a la altura de los omóplatos y en cuclillas le habló en
susurro jadeante:
__Juan, manda a fusilarme, ya me has tendido
decenas de emboscadas, pero no te metas con Guillermo, porque si me dejas con
vida nada me detendrá.
__Yo no me detendré hasta destruirte __jadeó
Juan la promesa.
__Ven detrás de mí, estoy más que listo para
hacerte frente, pero mantente lejos de Guillermo, Juan, o te lo juro por mi
vida, si tocas a mi hombre, te arrancaré los brazos.
Pedro se puso de pie, se retiró el pelo de la
cara y supo, por instinto, por el escozor que percibió en la piel, que si no se
ponía hielo, se desfiguraría.
__No te tengo miedo, Pedro.
__Eso lo has dicho otras veces.
Lo detuvo el instinto, supo que Juan lo
apuntaba con un arma desde la posición en el suelo. Fijó la vista en Guillermo,
flanqueado por Alberto y las chicas, y descubrió lágrimas rodando por sus
mejillas.
__Guarda el arma, Juan. __Sus palabras
provocaron que Guillermo se sobresaltara y que Alberto tuviera que esforzarse
ante la fuerza adquirida por el embajador para no perderlo.
“¿Qué pensabas hacer, mi amor?” “Tranquilo
que soy un soldado”. Le dijo Pedro con la mirada, y una oleada de ternura ocupó
el sitio de la rabia que él le inspiraba a veces.
__Solo un cobarde mataría a sangre fría y por
la espalda _ declaró, Pedro__. Y yo sé que tú no lo eres, Juan.
“Sí, lo soy”, pensó Arismendi.
Pedro pese a los pedidos de que entrara,
siguió avanzando hasta que el cañón estuvo a la altura de su pierna.
__! Pedro! __El grito de Guillermo pareció
enmudecer a la selva. Pedro apretó los puños para sofrenar el impulso de
volverse y mirarlo, no se distraería, no cometería ese error.
Al fin Juan guardó el arma en su pistolera
axilar, se puso de pie y miró de hito en hito a Pedro.
__Algún día te destruiré __susurró.
Pedro dio media vuelta y caminó hacia la casa
envuelto en el murmullo que levantó entre los invitados. Al trasponer la
puertaventana advirtió que Guillermo se había acercado a Juan, a ofrecer sus
disculpas.
__Lo siento. Ha sido por mi culpa.
__ Guillermo, esto no tiene nada que ver
contigo, te lo aseguro. Pedro y yo tenemos deudas pendientes, tú has sido la
excusa. ¿Beggio es tu pareja? __Guillermo negó, mientras se mordía el labio
porque tenía la impresión, de que mentía__. Él no es bueno para ti, Guillermo.
Buenas noches.
_Embajador __lo llamó Pedro.
__Vete, si Arismendi nos encuentra acá, no
creo que le guste.
__Me importa un carajo Arismendi, necesito
hablar contigo.
Pedro lo arrinconó contra la puerta, lo
aprisionó con sus brazos y piernas, con los ojos aún oscurecidos. __Aún percibo
el calor vivificante, la pureza y la espontánea honestidad de ese beso que robé
con ansiedad; me donaste larga vida en un instante. Aún se encienden en pasión
abrasadora estos labios que besaste en arrebato; me siento como un niño... un novato y te espero en cada ocaso y cada
aurora. Con un beso a mis labios alentaste aquel día, en ardiente primavera, como
previa caricia y la postrera. No comprendo por qué ya te olvidaste de alimentar
y abonar esta quimera. me diste vida... y también me aniquilaste.
Se puede amar a pesar de las distancias. Se
puede amar a pesar de las ausencias. Se puede amar aún en las carencias. Se
puede amar en todas las instancias. Se puede amar «a pesar de» saber que no
existe perfección; es cuestión de entregar el corazón y darlo entero, total y
por la fe.
Un beso no es solo el contacto ni el fugaz
intercambio de los fluidos; un beso es entrega y sin sentido dar todo de sí...
nomás... «De facto».
Estoy atado a ti. A tu amor. A tu cuerpo. Aunque
sé que no eres perfecto pero eres mi adicción.
Cada vez que te pienso me siento atado a tu cuerpo,
vivo atado a tus besos, eternamente enredado a tus deseos. Vivir así siempre
atado a ti es un placer, despertar y seguir a tu lado atado para toda la vida.
Me ataste por completo a tu vida, a tu amor, a tus besos, a tus labios,
a tus huellas que dejaste tatuadas en mi piel, esas que me torturan y erotizan mi piel cuando mi cuerpo se enciende deseoso de ti. Mi dulce amor mío. Te amo tanto, que si me arrancaras de ti sería mi perdición porque prisionero de tu amor yo vivo. Estoy atado a ti, a tu instinto animal, a tus deseos carnales, a todas las batallas campales que he tenido en la cama contigo,
a tu fuego y tu pasión cuando llegas y me tomas sin piedad. Bésame nuevamente, bésame sin cansancio que no hay nada que tanto aprecie como el sentir tu alma en mis labios. Bésame dulcemente bésame con arrebato que no hay nada que más disfrute que perder contigo el recato. Bésame en la frente, bésame en los labios que no hay nada como llevar en mí, de tu esencia los resabios. Bésame eternamente, bésame y llévame a la gloria, con un beso enamorado que escriba nuestra historia.
a tus huellas que dejaste tatuadas en mi piel, esas que me torturan y erotizan mi piel cuando mi cuerpo se enciende deseoso de ti. Mi dulce amor mío. Te amo tanto, que si me arrancaras de ti sería mi perdición porque prisionero de tu amor yo vivo. Estoy atado a ti, a tu instinto animal, a tus deseos carnales, a todas las batallas campales que he tenido en la cama contigo,
a tu fuego y tu pasión cuando llegas y me tomas sin piedad. Bésame nuevamente, bésame sin cansancio que no hay nada que tanto aprecie como el sentir tu alma en mis labios. Bésame dulcemente bésame con arrebato que no hay nada que más disfrute que perder contigo el recato. Bésame en la frente, bésame en los labios que no hay nada como llevar en mí, de tu esencia los resabios. Bésame eternamente, bésame y llévame a la gloria, con un beso enamorado que escriba nuestra historia.
Te siento totalmente mío, tu humedad, tus
latidos y sobre todo tus movimientos, cuando te toco... Y un escalofrío, en
todo mi cuerpo... Eres totalmente mío.
Hace tiempo un día como hoy me puse a pensar,
que fue el instante más inesperado el cual llegaste y me hiciste muy feliz, ahora estás a mi lado y no soy inmensamente dichoso.
Aunque jamás callaré lo que siente mi corazón, que con solo pronunciar amor es la melodía que brota de tu boca, de ninguna manera esconderé lo que mi alma siente por ti, hoy sé que el amor no se oculta, se disfruta amor mío.
Anhelo ofrecerte la magia de mis sueños llenos de pasión y que de tu rostro gane una maravillosa sonrisa llena de bondad, deseo platicar, conversar palabras de amor
y ofrecer la vida misma como la dulce madrugada.
Es una bendición el poder abrir los ojos y tenerte junto a mí en cada amanecer, ahora vivimos en nuestro universo alejado, donde no hay tiempo ni distancias en el cual mi único deseo es amarte hasta el infinito.
Por ti daría la vida misma, eres el amor de mi vida, tú eres la chispa del amor, la que jamás había sentido en mi existencia, eres quien despertó mis ilusiones, mil gracias te doy.
Aunque jamás callaré lo que siente mi corazón, que con solo pronunciar amor es la melodía que brota de tu boca, de ninguna manera esconderé lo que mi alma siente por ti, hoy sé que el amor no se oculta, se disfruta amor mío.
Anhelo ofrecerte la magia de mis sueños llenos de pasión y que de tu rostro gane una maravillosa sonrisa llena de bondad, deseo platicar, conversar palabras de amor
y ofrecer la vida misma como la dulce madrugada.
Es una bendición el poder abrir los ojos y tenerte junto a mí en cada amanecer, ahora vivimos en nuestro universo alejado, donde no hay tiempo ni distancias en el cual mi único deseo es amarte hasta el infinito.
Por ti daría la vida misma, eres el amor de mi vida, tú eres la chispa del amor, la que jamás había sentido en mi existencia, eres quien despertó mis ilusiones, mil gracias te doy.
Siempre estaré muy dentro de tu alma, en la
inmensidad del roce de tu piel tan suave y en lo más profundo de tus
pensamientos, del arte del amor y la
pasión, siempre deseo sentir el roce de tus labios amado mío.
Eres el sueño que se ha hecho camino, son mis
pasos los que guían mis deseos, son mis deseos de ti los que forjan mi destino,
soy tu enamorado de paso firme y a la vez mi cuerpo es ola en las madrugadas,
soy vida mía, la fragancia dulce que te llevaste en tus labios, el de la
palabra inquieta y mirada serena, soy volcán en calma cuando te espero y pasión
que se desarma cuando te sueño, soy todo eso amor, tu libertad deseada en las noches,
en donde deshaciéndonos de los miedos dábamos rienda suelta a la felicidad.
Eres amor mío la serenidad ansiada por mi alma, el delirio que manas de un beso soñado, eres esa caricia robada cuando cierro mis ojos y te veo tras el cristal donde escribo mis versos transformados en sueños, donde la soledad no se calla, y las nostalgias besan mis ojos.
Al llegar la noche es cuando cierro las puertas de mis ojos, con un único propósito de encontrarte en mis sueños, enredándote entre el lino de mis sábanas blancas, perfumando mi cuerpo con el aroma de los pétalos de una rosa en la madrugada, ahí vida mía, es donde estás frente a mis ojos, y yo vestido de deseos veo cómo te haces el dueño de mis delirios de amor, donde poder amarte con la misma calma que el mar arrulla las olas, quiero abrigar tu alma con mis suspiros, quiero beber de tus labios la sonrisa que dibujas cuando tus ojos me miran bajo la luz de la luna, cuando con mi confesión de amor hecha verso, te desnudo mi alma en las noches oscuras, donde regalarte quiero, tu libertad soñada. Pero me humilla tu desconfianza, tu desdén, tu traición, un día te dije que necesitaba que confiaras en mí, pase lo que pase, y si no quieres o no puedes, te protegeré… desde lejos.
Eres amor mío la serenidad ansiada por mi alma, el delirio que manas de un beso soñado, eres esa caricia robada cuando cierro mis ojos y te veo tras el cristal donde escribo mis versos transformados en sueños, donde la soledad no se calla, y las nostalgias besan mis ojos.
Al llegar la noche es cuando cierro las puertas de mis ojos, con un único propósito de encontrarte en mis sueños, enredándote entre el lino de mis sábanas blancas, perfumando mi cuerpo con el aroma de los pétalos de una rosa en la madrugada, ahí vida mía, es donde estás frente a mis ojos, y yo vestido de deseos veo cómo te haces el dueño de mis delirios de amor, donde poder amarte con la misma calma que el mar arrulla las olas, quiero abrigar tu alma con mis suspiros, quiero beber de tus labios la sonrisa que dibujas cuando tus ojos me miran bajo la luz de la luna, cuando con mi confesión de amor hecha verso, te desnudo mi alma en las noches oscuras, donde regalarte quiero, tu libertad soñada. Pero me humilla tu desconfianza, tu desdén, tu traición, un día te dije que necesitaba que confiaras en mí, pase lo que pase, y si no quieres o no puedes, te protegeré… desde lejos.
__ Déjame
en paz, Pedro.
__Vamos a un sitio tranquilo donde podamos
hablar.
__No.
¿Dónde está Matías Olazábal, Pedro? ¿Dónde aprendiste a pelear así?
__Demasiadas preguntas… embajador.
CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES
COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO. ESCENAS EXPLÍCITAS.
LIBRO DE ANCLAJE: EL CAPRICHO DE LOS DIOSES.
SIDNEY SHELDON.
Susana Hermoso
ResponderEliminarBeatriz Hermoso
ResponderEliminarNorma Estupendo
ResponderEliminarDelia Bellísimo
ResponderEliminarMartha Bello
ResponderEliminarSonia Maravilloso..!!!
ResponderEliminarNorma Maravilloso Pedrito.
ResponderEliminarKuki Maravilloso
ResponderEliminarMarta Bellisimo
ResponderEliminarTeresita Bellisimo
ResponderEliminarYuli BELLÍSIMO!.
ResponderEliminarVeronica Lorena Piccinino Me dejaste muda Eve Monica Marzetti... Pedro mato a Matías. Amante de arisnendi eso no me lo esperé... y ahora pelear por amor y encarar a Guillermo dé esa manera ....guillermo un tonto
ResponderEliminarEve Monica Marzetti Movidita Veronica Lorena Piccinino, te dije esperaras, no es amante de Juan, solo le hace el juego para salvar siempre a Guillermo, es soldado.
EliminarVeronica Lorena Piccinino, despertó Pedro, es soldado de elite encubierto, puede usar armas, Matías quiso matarlo las otras dos veces, no es amante de Juan, solo lo deja revolotear para dejarlo fuera de combate, y ya Guillermo empieza a ver quién es quién, te dije que esperaras.
EliminarGÉNESIS, PERDÓN, SE ME CORTÓ INTERNET A LAS SEIS HORAS, DEJO ESTE APASIONANTE EMBAJADOR Y ÉL TAMBIÉN APASIONANTE, BESOTE.
EliminarMe sorprendés Eve...No está penada la homosexualidad en Rumania? Están todos con todos, bueno casi...Un lío, confío en vos y sé que vas a arreglar semejante situación...No va a ser fácil, pero espero tranquila Eve...
ResponderEliminarSí, entre bambalinas es esto, no está con nadie Pedro, lee arriba el comentario, es soldado y secreto, juega con Juan por ahora y como traidor mató a Matías que atentó 2 veces contra Guille, tranquila, besote. Está todo penado pero son todos al revés, recuerda los informes que le dierona Guille al asumir.
EliminarMatías fue el autor de los atentados por eso Pedro lo mata y por algo más, Pedro es soldado, secreto y puede, no es amante de Juan, ya lo irán viendo, Guillermo se derretirá por él,, paciencia Sol Urvino, Génesis, no quise como siempre que fuera el flechazo, pero es. besos mi bella.
EliminarSol Urvino Valio la pena esperar, EVE, no teniamos derecho a dudar del sentimiento que los une, UN BESO
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