EL
VIAJE
CAPÍTULO
133.
«Parecía
especializarse en causas perdidas. Perderlas primero, y después largarse atrás
como un loco».
Julio
Cortázar | Rayuela [31]
“No
importa cómo muere un hombre, sino cómo ha vivido.
El acto de morir no es importante, su duración es escasa.”
Samuel Johnson.
El acto de morir no es importante, su duración es escasa.”
Samuel Johnson.
__Son sorpresas. ¿Te interesa ese muchacho
acaso?
__No.
__ ¿Me interesó mandar a… ya sabes dónde a
Maximiliano cuando apareció al conocerte?
__No.
__Entonces, vamos a hacer lo que vinimos a
hacer.
__ ¿Que sería?
__Cumplir con nuestro sueño erótico, tengo
hambre de vos, y no me iré de acá sin vos, es más, sin renovar nuestros votos, no olvides que
perdimos los anillos, allí empezó la maldición.
__ ¿Qué sería?
__ ¿La maldición?
__No, lo otro, el sueño…
__Sueño erótico. Cuando pierdes la inocencia.
Cuando un orgasmo vale más que mil te quiero. Cuando el encuentro cuerpo a
cuerpo ilumina la noche. Cuando el sudor se confunde y nuestros cuerpos
resbalan. Cuando las caricias rebasan más allá del pudor. Cuando nuestros centros
se confunden con nuestros cerebros. Cuando desdibujados y casi invisibles
hacemos palidecer de los siete pecados capitales al más candente. Cuando
detenemos el tiempo y nos volvemos labios, manos como ventosas y cuerpos que
penetran unos poros en otros.
“Parado
frente a los tres caminos, cuarenta años después, aún puedo sentir la emoción
que me movilizaba en aquellos años de niñez extrema. Puedo oler de alguna
manera el aroma de la aventura que me llamaba en esas tres direcciones.
En una calle de Santiago, mi ciudad, barrio Las Delicias, un par de cuadras después de los galpones de la “F” (Empresa de transporte urbano), calle que en esa época era de tierra y daba contra la calle Ombú. Allí comenzaba el campo que estaba alambrado. Recuerdo que llegábamos en bici, mi mejor amiga, y primero estaba la zanja casi sin profundidad y una vez sorteada la misma había unos tres metros hasta el alambre, en ese espacio dominaban esos árboles que tienen racimos de bolitas que usábamos para soplar a través de canutos de caña o los tubos de sifones de soda. Estos arbolitos se extendían hacia los lados por varias cuadras y le daban al paisaje un tono encantador, eran como la división entre el mundo real y la maravillosa aventura que nos invitaba a probarla.
Montados en las bicicletas, con un pie en el suelo, admirábamos emocionados los tres caminos que custodiados por espesa vegetación y yuyos de considerable altura, no nos permitían ver la ilusión que estaba vedada por el momento debido a la falta de edad. En esos tiempos se obedecía lo que te habían permitido no hacer. Recorrer los caminos deseados tenía que esperar, pero igual siempre nos asegurábamos que estuvieran esperándonos hasta que nos dieran permiso. El recorrido en bici siempre y de alguna manera pasaba por allí. El cerco de alambre estaba cortado como insinuándose y provocándonos para desobedecer a nuestros padres.
40 años después parado al final de la calle Pueyrredón, edificaciones, árboles extraños y extranjeros, pavimento y autos yendo y viniendo, no pueden robarme mi pertenencia, la esencia de lo que soy por dentro, un viajero y aventurero incansable en bicicleta. Los tres caminos aún están ahí aunque nadie los vea, en mi memoria.
¿Si pude recorrer los tres caminos algún día? Sí, al fin llegó la autorización y pude explorarlos. Lo que vi en ellos y en dónde desembocaban, me lo guardo para mí. Pagaron con creces la espera. No te llegues hasta el lugar para tratar de verlos, ese privilegio es solo mío y de mi vieja bicicleta”.
En una calle de Santiago, mi ciudad, barrio Las Delicias, un par de cuadras después de los galpones de la “F” (Empresa de transporte urbano), calle que en esa época era de tierra y daba contra la calle Ombú. Allí comenzaba el campo que estaba alambrado. Recuerdo que llegábamos en bici, mi mejor amiga, y primero estaba la zanja casi sin profundidad y una vez sorteada la misma había unos tres metros hasta el alambre, en ese espacio dominaban esos árboles que tienen racimos de bolitas que usábamos para soplar a través de canutos de caña o los tubos de sifones de soda. Estos arbolitos se extendían hacia los lados por varias cuadras y le daban al paisaje un tono encantador, eran como la división entre el mundo real y la maravillosa aventura que nos invitaba a probarla.
Montados en las bicicletas, con un pie en el suelo, admirábamos emocionados los tres caminos que custodiados por espesa vegetación y yuyos de considerable altura, no nos permitían ver la ilusión que estaba vedada por el momento debido a la falta de edad. En esos tiempos se obedecía lo que te habían permitido no hacer. Recorrer los caminos deseados tenía que esperar, pero igual siempre nos asegurábamos que estuvieran esperándonos hasta que nos dieran permiso. El recorrido en bici siempre y de alguna manera pasaba por allí. El cerco de alambre estaba cortado como insinuándose y provocándonos para desobedecer a nuestros padres.
40 años después parado al final de la calle Pueyrredón, edificaciones, árboles extraños y extranjeros, pavimento y autos yendo y viniendo, no pueden robarme mi pertenencia, la esencia de lo que soy por dentro, un viajero y aventurero incansable en bicicleta. Los tres caminos aún están ahí aunque nadie los vea, en mi memoria.
¿Si pude recorrer los tres caminos algún día? Sí, al fin llegó la autorización y pude explorarlos. Lo que vi en ellos y en dónde desembocaban, me lo guardo para mí. Pagaron con creces la espera. No te llegues hasta el lugar para tratar de verlos, ese privilegio es solo mío y de mi vieja bicicleta”.
“El
mundo en una ciudad de tantas a fecha de un día cualquiera de un siglo que
comienza.
Querida
libertad, desde el exilio de mi tristeza, le escribo al viento para que mis
letras lleguen hasta ti. Todo ha cambiado desde tu marcha, la ciudad no es la
misma, se detiene moderada en cada semáforo, la gente, se viste con la prisa
arrastrado por una moda que les consume no fabricada a su medida, por el último
héroe de la diosa publicidad, que canta una canción repetitiva, plasmada en el
sonido digital que te confunde con la comunicación.
Querida
libertad, un fuerte abrazo a tus hermanos los vientos. Un beso efusivo a tu
hermana
pequeña la brisa y un saludo de mi parte a tus amigos los océanos y los mares. Sigo a la espera de tu regreso, y sé, con la absoluta certeza de mi corazón, que un día harás un hueco en tu solícita agenda, comprendo que infatigable viajas allí donde te reclaman gritando tu nombre.
Disculpa mi atrevimiento, pues no pretendo ser egoísta, pero te hecho tanto de menos que no concibo la vida sin ti. Mi querida libertad, no hay día que mi pensamiento sea reiterativo en ti.
A veces, pienso en tu regreso, el cual se me hace eterno y el día menos pensado, calzaré las sandalias de la existencia y vistiéndome con el polvo de mil caminos, me iré a tu encuentro. Cada noche tu ausencia es más grande, y cuando el ovillo de la luna, desgaja su último hilo de plata, sueño, sueño que entre las nubes estás conmigo atrapando estrellas como quien atrapa pensamientos en la utopía, y es que tu recuerdo me invita a soñar.
pequeña la brisa y un saludo de mi parte a tus amigos los océanos y los mares. Sigo a la espera de tu regreso, y sé, con la absoluta certeza de mi corazón, que un día harás un hueco en tu solícita agenda, comprendo que infatigable viajas allí donde te reclaman gritando tu nombre.
Disculpa mi atrevimiento, pues no pretendo ser egoísta, pero te hecho tanto de menos que no concibo la vida sin ti. Mi querida libertad, no hay día que mi pensamiento sea reiterativo en ti.
A veces, pienso en tu regreso, el cual se me hace eterno y el día menos pensado, calzaré las sandalias de la existencia y vistiéndome con el polvo de mil caminos, me iré a tu encuentro. Cada noche tu ausencia es más grande, y cuando el ovillo de la luna, desgaja su último hilo de plata, sueño, sueño que entre las nubes estás conmigo atrapando estrellas como quien atrapa pensamientos en la utopía, y es que tu recuerdo me invita a soñar.
Mi
apreciada infravalorada libertad, un profundo abrazo de parte de mi amiga la
paz. La esperanza, no cesa de pedirme que la visites. La muerte, ya cansada, me
ruega que por favor la liberes de su esclavitud mortuoria y mi amiga la
soledad, te recuerda que cumplas tu promesa de visitarla. Mi muy querida
libertad, antes de despedirme comunicarte que Dios te recuerda que concluyas tu
bagaje, pues el paraíso sin ti está perdido. Un saludo protocolario a tu padre
el universo, y un abrazo con mi más amplia sonrisa, a tu madre, la naturaleza.
A la espera de tu ansiada vuelta me despido de ti, esta que siempre te quiere,
tu amiga la democracia.
POSDATA:
Con urgencia te ruego que visites a la guerra y al hambre, pues están viejos y cansados y precisan un poco de tu libertad.
Con urgencia te ruego que visites a la guerra y al hambre, pues están viejos y cansados y precisan un poco de tu libertad.
"En
vano buscamos la libertad en una sociedad donde debemos de consumirla bajo un
orden establecido."
__Nosotros
hoy somos libres ¿acaso no es así? __interrogó Guiiermo con esa expresión entre
curiosa y confundida.
__Sí,
nos lo hemos ganado creo pero pocos lo son si no tienen siquiera cubiertas las
necesidades mínimas como viste en camino a la ciudad, y de algún modo quise
dejarlo reflejado en el libro. ¿La sorpresa?
__Luego.
__Y
después del amor me dijiste. ¿Bailamos? y fue el mejor baile de mi vida, aún
recuerdo la melodía. Sí, bailamos pegaditos muy pegaditos, sintiendo cómo
nuestros cuerpos se movían al mismo ritmo en la misma sintonía. Y volvimos, la
ropa cayó de nuevo, esa música, el roce de mi pecho, tus labios en mis oídos
cantándome tan quedito susurrando apenas tu deseo… Bailamos de nuevo en un tono
tan sensual como solo lo podemos hacer juntos tú y yo, ese vaivén nos atrapó
por muchas horas más.
Edith
Piaf, ¿te gustaría?
__Tenía
una voz extraordinaria, sí me gustaría oírla. Me conmueve su historia.
Se
trataba de una selección de sus temas más conocidos. Pedro colocó el CD y al
volverse chocó con el cuerpo de su esposo.
__Sigamos
bailando precioso.
Pedro
asintió conmovido por la delicadeza con que le apoyó la mano en la cintura y
embelesado en la contemplación del rostro y lo atrajo a su cuerpo. Guillermo descansó la mejilla sobre su pecho
y se meció al ritmo de la canción.
__
¿Me la traduces por favor? __pidió Pedro.
Guillermo
apuntó el equipo con el control remoto, volvió atrás, pulsó play y la canción
recomenzó y perdido en el cuello de Pedro fue susurrando los versos en voz
baja, ronca y al oído: “Ojos que hacen bajar los nuestros… Una sonrisa que se
pierde en su boca… He aquí el retrato sin retoques… del hombre a quien
pertenezco… Cuando él me toma en sus brazos… y me canta bajito veo la vida en
rosa. Él me dice palabras de amor… Me las dice cada día… Y eso me hace sentir
algo… Él hace entrar en mi corazón… una
parte de felicidad… donde yo conozco la causa. Él es para mí, yo soy para él…
Para toda la vida… Me lo ha dicho, lo juró por la vida. Tan pronto lo vi… sentí
mi corazón saltar emocionado.
Las
noches de amor tienen que terminar… Una gran felicidad toma su lugar… Los
problemas y penas se alejan… Felicidad, felicidad por la cual se puede morir”.
Le siguió la preferida de Guillermo No me
arrepiento de nada. No, no lamento nada.
--“No,
no, nada de nada,
No,
no lamento nada.
Ni el bien que me han hecho,
ni el mal,
todo eso me da igual.
Ni el bien que me han hecho,
ni el mal,
todo eso me da igual.
No
nada de nada,
no… no lamento nada.
Está pagado, barrido, olvidado...
Me importa un bledo el pasado.
no… no lamento nada.
Está pagado, barrido, olvidado...
Me importa un bledo el pasado.
Con
mis recuerdos
he encendido el fuego,
mis penas, mis placeres…
Ya no los necesito.
he encendido el fuego,
mis penas, mis placeres…
Ya no los necesito.
Barridos
los amores
Y todos sus temblores,
barridos para siempre,
vuelvo a empezar de cero.
Y todos sus temblores,
barridos para siempre,
vuelvo a empezar de cero.
No
nada de nada,
no no lamento nada.
Ni el bien que me han hecho,
ni el mal, todo eso me da igual.
no no lamento nada.
Ni el bien que me han hecho,
ni el mal, todo eso me da igual.
No
nada de nada,
no no lamento nada.
Porque mi vida,
porque mis alegrías,
hoy comienzan contigo”.
no no lamento nada.
Porque mi vida,
porque mis alegrías,
hoy comienzan contigo”.
Edith
Piaf, nació en París, el 19 de diciembre de 1915, bajo el nombre de Edith
Giovanna Gassion. Su padre, Louis Alphonse Gassion (nacido en Castillon en la
región de Calvados en Normandía en 1881), era acróbata, y para celebrar su
nacimiento se emborrachó y dejó a su madre, que era cantante ambulante, Annetta
Maillard (1895-1945), de origen ítalo-bereber. Sin apoyo, tuvo que afrontar el
parto sola. Salió a la calle por sus propios medios, pero no consiguió llegar
al hospital y Edith nació en plena calle debajo de una farola frente al número
72 de la calle de Belleville en París.
Annetta,
al ser demasiado pobre como para criar a la pequeña Edith, la confía a su
madre, Emma (Aïcha) Saïd Ben Mohammed (1876-1930) de origen marroquí , quien en
vez de darle leche con biberón, la alimentaba con vino, con la excusa de que
así se eliminaban los microbios. Después la entrega a su padre, quien está a
punto de ir al frente en la Primera Guerra Mundial, lo que lo lleva a dejar a
la niña con su madre (abuela paterna de Édith), dueña de una casa de
prostitución en Bernay, Normandía, donde la niña es criada por las prostitutas
de la casa.
Al
finalizar la Primera Guerra Mundial, su padre vuelve del frente y la lleva
consigo a vivir la vida de los artistas de los pequeños circos itinerantes,
luego la del artista ambulante, independiente y miserable. Édith revela su
talento y su excepcional voz en las canciones populares que canta en las calles
junto a su padre, tal como su madre lo hacía. En Montmartre, Rue Veron Nº 18 se
encuentra el Hotel Clermont, donde residió Edith Piaf a los 14 años al
separarse de su padre en 1929. Hace su propio camino como cantante en la Place
Pigalle, Ménilmontant, y en los suburbios de París. En 1933 a los diecisiete
años se enamoró de un chico de los recados, Louis Dupont, con quien poco
después, tuvo su única hija, una niña llamada Marcelle, que murió a la edad de
dos años de meningitis.
En
marzo de 1936, debutó en el género de music-hall en el teatro abc de París. Se
convierte inmediatamente en la estrella de la canción francesa, adorada por el
público y difundida por la radio. En 1940 Piaf triunfa en el Bobino con una
pieza escrita especialmente para ella por Jean Cocteau llamada Le Bel
Indiférent, que interpreta con éxito, junto al actor Paul Meurisse.
Siempre
con Paul como partenaire, en 1941, Piaf interpreta la película de
Montmartre-sur-Seine de Georges Lacombe. Durante el rodaje de ese largometraje,
Edith conoce a Henri Contet, que, como Marguerite Monnot, se convertirá en uno
de sus autores fetiches. Durante la ocupación alemana, la cantante continua
dando conciertos, sin ceder a la ocupación nazi. Ella interpreta canciones con
un doble sentido evocando la Resistencia cuando interpreta Tu es partout en la
que alude a la traición de un amante. En este período tan difícil para todos
los habitantes de Francia, Piaf se erige como protectora de los artistas
judíos, perseguidos por las autoridades alemanas.
En
la primavera de 1944 se presenta en el Moulin Rouge, donde el joven cantante de
music-hall Yves Montand forma parte importante del espectáculo. Se produce un
flechazo entre los dos artistas y Édith Piaf lo presenta a las personas más
importantes de la época en el mundo del espectáculo: Joseph Kosma, Henri
Crolla, Loulou Gasté, Jean Guigo, Henri Contet, Louiguy, Marguerite Monnot, Bob
Castella, Francis Lemarque...
Durante
la guerra, Edith Piaf cantaba en los clubes y music-halls, y ayudaba a los
prisioneros a escapar de los invasores alemanes. Tras la guerra, en 1945,
escribe la letra de La vie en rose, su canción más célebre, que interpreta en
la Comédie-Française.
Su
fallecimiento fue anunciado oficialmente el 11 de octubre, el mismo día en que
muere su amigo el cineasta Jean Cocteau con quien mantenía una estrecha
comunicación. Al enterarse de la muerte de su amiga, Cocteau, horas antes de
morir el mismo, dijo: "Nunca he conocido un ser más desprendido de su
alma. Ella no entregaba su alma, ella la regalaba, ella tiraba oro por las
ventanas."
Con
la última estrofa Pedro se aferró a la solapa de la bata de su esposo y hundió
el rostro para llorar. Las canciones siguieron y Guillermo ya no tradujo.
Guardó silencio mientras lo contenía en su abrazo y lo mecía al son de las
baladas.
__Me
emocioné, creo que escribieron esa canción para mí.
__Dicen
que fue lo que dijo Edith cuando la
escuchó por primera vez.
__
¿De verdad? __Pedro elevó el rostro y Guillermo barrió una lágrima con el
pulgar__. Entonces sufrió mucho antes de hallar al verdadero amor.
Guillermo
se quedó mirándolo hasta que Pedro volvió a buscar refugio entre sus brazos en
su pecho y le ocultó los ojos. Él no podía saber el daño que le había causado
con esa frase. El sufrimiento de Pedro… los golpes, el desamor sus
pérdidas, sus padecimientos… no existía nada que le produjese más
desolación que imaginarlo sufriendo.
Al
cabo Pedro expresó.
__Edith
Piaf también amó tanto como te amo yo. Es obvio para mí. Nadie puede cantar así
sin el sentimiento.
__Dicen
que amó muchísimo a un boxeador que murió en un accidente aéreo y nunca se
repuso.
Se
miraron de nuevo fijamente con el pánico de la pérdida silente disimulado, con la certeza de que el amor resiste.
--Debajo
de mi ropa, tus manos descubren mi piel, curioseas por conocer todos mis
secretos, me miras y me cautivas, tus ojos destilan infierno exquisito, quieres
poseerme, lo transmiten tus ojos, la lascivia entre los dos está a la orden del
día.
Te
levantas y dejamos la taza del café, una invitación tuya al hotel, y ahí
empieza el dulce tormento, seducirme con el mejor y el más oscuro de tus besos,
anhelas mi silueta y de ella haces la mejor obra de arte, me esculpes, me
tocas, me fascinan tus caricias, tus manos saben perfectamente cómo
desquebrajarme de tanto que hacen caer ante tus brazos.
Nuestras
aromas se impregnan con nuestros cuerpos, mezclas de perfumes que erotizan la
piel, me sumo en tu fuego, sin cadenas, somos la locura, ansias envueltas en
deseo, pasión y sexo, es la adrenalina de lo rico que es lo prohibido.
Degustamos
de la miel, besas mi cuerpo, vibro, me siento tan vivo, mi desnudez y la tuya
luchan cuerpo a cuerpo, provocando lo inefable y la agonía de entregarnos a lo
maravilloso, hacer el amor, que no es fantasía, sino una realidad bellísima, en
mis poros deja cada huella inventada donde ambicionas despertar mi cuerpo.
Tu
geografía embelesa mis sentidos, escalas lentamente mi cuerpo hasta la cúspide,
mis caderas al ritmo de tus gemidos, acallamos los gritos con besos fugaces que
se vuelven etéreos, mis pezones no se escapan de tus labios, de tu boca, es la
perdición de mis sentimientos, entregando mi alma, y todo mi ser, tú, yo y
nuestras pieles pedirán nombrarse antes de conciliar el sueño... Quedamos
exhaustos, esperando la llegada de otro encuentro como este, tan lleno de
pasión y deseo.
Pedro
despertó en un sitio oscuro y desconocido.
__Guiie?
_dijo con voz adormecida y estiró la mano para tocarlo no estaba__. ¿Guiiermo?
__Se incorporó asustado__. Guiie.
Oyó
un correteo. Provenía de la planta alta. Abrió las cortinas para que las luces
del jardín del hotel y el tenue resplandor de la luna a la que las nubes
tormentosas intentaban engullir se filtrasen en el dormitorio y lo iluminasen
apenas sin resplandores impetuosos.
Vio
a Pedro sentado en la cama con la bata abierta y caída por un hombro, el
cabello alborotado y un destello sobrenatural en los ojos.
__Aquí
estoy amorcito __lo tranquilizó y entrelazó sus dedos con los que él le ofrecía__. ¿Qué pasa?__Lo obligó a
recostarse a su lado__. ¿Otra pesadilla?
Pedro
se ovilló contra él que profundizó la cavidad de su cuerpo para contenerlo.
__No.
Me desperté confundido. No sabía dónde estaba. Te llamaba y tú no me escuchabas,
he perdido la costumbre de dormir solo, en casa siempre están los chicos en
medio.
__Vine
apenas de oí.
__
¿Qué hora es?
__Poco
más de las ocho.
__Dormí
demasiado ¿no?
__Sí
por suerte. Estabas exhausto.
__Por
tu culpa. ¿Qué estabas haciendo?
__Trabajando… es solo una asesoría que me pidió un
político.
__Y
si estoy dormido estar conmigo te quita tiempo ¿no?
Guillermo
enterró la nariz en la tibieza del cuello
__Sí,
muchísimo tiempo _bromeó.
__
¿Soy pura pérdida de tiempo Graziani o su esposo lo compensa de algún modo?
__Ha
hecho algunos intentos por compensarme pero todavía no me encuentro del todo
satisfecho.
__!
Qué hombre más desconsiderado! __Pedro se desovilló para encontrar la mirada.
Le pasó el índice por los labios y le delineó la sonrisa que despuntaba.
__El
más desconsiderado de todos. Pero yo lo soporto igualmente porque es hermoso.
Ninguno es como él.
__Te
amo Guiie no quiero que volvamos a
pelear esos celos que nacen como fuego y nos dominan como cerilla echada a la
paja seca. __Pedro acercó la boca a la de él. Primero se trató de un
intercambio de alientos húmedos y tibios y de miradas fijas y anhelantes al que
siguió un roce de labios. Caricias sutiles__. No sé qué hice para merecerte no
me importa. Lo único que pido es que nunca me faltes.
Guillermo
le pasó el dorso del índice por el filo de la mandíbula admirando el corte
perfecto de su cara, el delicado oval de pómulos encumbrados que terminaba en
ese mentón pequeño respingado hendido y redondeado.
__No
puedo creer yo que algo tan valioso como vos sea solo mío. Yo no sabía amar…
creo que desde vos y los chicos aprendí.
Decía
que nunca sintió pena, que no conocía los zarpazos en el corazón, que su pecho
jamás saboreó el amargo sabor del desconsuelo, pero, sin embargo, en sus ojos
se dibujó la extrañeza cuando le hablé de suspiros paridos por los recuerdos,
de lágrimas hijas de la felicidad, de sueños capaces de dibujar una sonrisa
aunque las manos estuvieran vacías.
No conocía la hiel del desamor ni la miel del amor; entonces, ¿qué habitaba en ese extraño pecho, incapaz de padecer o de sentir el fuego de una ilusión?
Precisamente, ese era el problema: una morada tan herida, que cerró las puertas a los sentimientos, cortó ese hilo que une los recuerdos con la vida y se construyó unos fríos e insensibles muros que lo aislaran de cualquier atisbo de emociones y de pasiones que pudieran resucitarlo de su mortal letargo.
Prefería sentirse muerto antes que respirar los distintos aires que nacen del amor.
Pero, ¿realmente no sufría?, ¿era verdad que su carne era tan inmutable que ni una canción, ni un acto de piedad, ni una mirada o palabra teñida de amabilidad, ¡nada!, eran capaces de alterar esa piel o de invitarle a responder con una sonrisa o de esbozar, en su alma, un atisbo de esperanza o de ilusión?
No lo creo. No podía ser verdad… y no lo era.
Fue suficiente que el corazón más sincero y desinteresado se interpusiera en su camino, para que todos esos muros de hielo se fundieran y dejaran al descubierto un erial de dolor sepultado bajo el rencor.
Fue el siguiente suceso.
Sentado, solitario, en un banco de un parque poblado de niños, su mirada procuraba evitar ese infantil mundo del que solo nacían risas y voces alegres mientras sus ojos, ausentes, buscaban en el cielo un punto limpio y vacío.
Pero esa cascada de vitalidad infantil que lo rodeaba era como esas gotas que, desde tiempos inmemoriales, van cayendo lentamente, una a una, sin apariencia de daño, pero que acaban erosionando la roca más viril hasta transformarla en débil esponja.
Así, bastó que uno de esos niños le pidiera, con un “por favor” capaz de agrietar las paredes más pétreas, si podía cogerles un balón que quedaba lejos del alcance de sus cortos brazos, para que esa angelical voz resonara en su pecho con clamores de “aleluyas” que le invitaban a hacer una obra buena.
Fue suficiente que viera a uno de esos pequeños llorando por tan lamentable pérdida, para que esas lágrimas, al igual que esas milenarias gotas de agua, empezaran a horadar esa oscura costra en la que él escondía las suyas.
Y esas sinceras risas, esa humilde súplica, ese sentido llanto, fueron capaces de hacerle recordar que él también vivió esas emociones, salvo que no tuvo quién le ayudara.
Ahora, él podía curar esas mismas heridas que otros sufrían y quién sabe si, así, se resarcía de las propias.
Vencido, derrotado por la purificadora fuerza de un amor limpio, escuchó las lejanas voces de su alma y corazón que le pedían ayudar a esos niños.
No habían muerto, jamás lo hicieron, solo esperaban un motivo que les devolviera la vida.
Una vez asaltada su fría y pétrea fortaleza, saboreó las felices consecuencias de un acto que, para él, fue heroico.
La alegría de esos niños al recuperar su balón, la felicidad grabada en sus rostros, el ver cómo esas sentidas lágrimas se secaban en el rostro infantil y se transformaban en sonrisas, todo ello, revirtió en su corazón y le hizo revivir aquellos felices momentos que le hicieron sentirse niño; esos momentos en los que el amor le hizo soñar o aquellos en los que las pinceladas de los sueños decoraban su futuro.
Sí, él vio cómo todo aquello, un día, se hundió, pero descubrió, en ese parque, que pueden volver a nacer si buscaba la felicidad de los demás.
Desde entonces, se olvidó de sus propias penas y vivió para curar las de los demás.
Ahí encontró la verdadera fuente de la felicidad, una fuente que impidió que volvieran a nacer esos fríos muros de hielo.
No conocía la hiel del desamor ni la miel del amor; entonces, ¿qué habitaba en ese extraño pecho, incapaz de padecer o de sentir el fuego de una ilusión?
Precisamente, ese era el problema: una morada tan herida, que cerró las puertas a los sentimientos, cortó ese hilo que une los recuerdos con la vida y se construyó unos fríos e insensibles muros que lo aislaran de cualquier atisbo de emociones y de pasiones que pudieran resucitarlo de su mortal letargo.
Prefería sentirse muerto antes que respirar los distintos aires que nacen del amor.
Pero, ¿realmente no sufría?, ¿era verdad que su carne era tan inmutable que ni una canción, ni un acto de piedad, ni una mirada o palabra teñida de amabilidad, ¡nada!, eran capaces de alterar esa piel o de invitarle a responder con una sonrisa o de esbozar, en su alma, un atisbo de esperanza o de ilusión?
No lo creo. No podía ser verdad… y no lo era.
Fue suficiente que el corazón más sincero y desinteresado se interpusiera en su camino, para que todos esos muros de hielo se fundieran y dejaran al descubierto un erial de dolor sepultado bajo el rencor.
Fue el siguiente suceso.
Sentado, solitario, en un banco de un parque poblado de niños, su mirada procuraba evitar ese infantil mundo del que solo nacían risas y voces alegres mientras sus ojos, ausentes, buscaban en el cielo un punto limpio y vacío.
Pero esa cascada de vitalidad infantil que lo rodeaba era como esas gotas que, desde tiempos inmemoriales, van cayendo lentamente, una a una, sin apariencia de daño, pero que acaban erosionando la roca más viril hasta transformarla en débil esponja.
Así, bastó que uno de esos niños le pidiera, con un “por favor” capaz de agrietar las paredes más pétreas, si podía cogerles un balón que quedaba lejos del alcance de sus cortos brazos, para que esa angelical voz resonara en su pecho con clamores de “aleluyas” que le invitaban a hacer una obra buena.
Fue suficiente que viera a uno de esos pequeños llorando por tan lamentable pérdida, para que esas lágrimas, al igual que esas milenarias gotas de agua, empezaran a horadar esa oscura costra en la que él escondía las suyas.
Y esas sinceras risas, esa humilde súplica, ese sentido llanto, fueron capaces de hacerle recordar que él también vivió esas emociones, salvo que no tuvo quién le ayudara.
Ahora, él podía curar esas mismas heridas que otros sufrían y quién sabe si, así, se resarcía de las propias.
Vencido, derrotado por la purificadora fuerza de un amor limpio, escuchó las lejanas voces de su alma y corazón que le pedían ayudar a esos niños.
No habían muerto, jamás lo hicieron, solo esperaban un motivo que les devolviera la vida.
Una vez asaltada su fría y pétrea fortaleza, saboreó las felices consecuencias de un acto que, para él, fue heroico.
La alegría de esos niños al recuperar su balón, la felicidad grabada en sus rostros, el ver cómo esas sentidas lágrimas se secaban en el rostro infantil y se transformaban en sonrisas, todo ello, revirtió en su corazón y le hizo revivir aquellos felices momentos que le hicieron sentirse niño; esos momentos en los que el amor le hizo soñar o aquellos en los que las pinceladas de los sueños decoraban su futuro.
Sí, él vio cómo todo aquello, un día, se hundió, pero descubrió, en ese parque, que pueden volver a nacer si buscaba la felicidad de los demás.
Desde entonces, se olvidó de sus propias penas y vivió para curar las de los demás.
Ahí encontró la verdadera fuente de la felicidad, una fuente que impidió que volvieran a nacer esos fríos muros de hielo.
__Tuyo
y solo tuyo __Pedro volvió a encogerse contra el torso de Guillermo__. Cuéntame
algo lindo.
__
¿Que llamé a casa y que vi a los peques es algo lindo?
__!
Sí! __Guillermo vio cuando Pedro encendió el velador y se sentó en la cama como
los indios y lo apremió con los ojos fulgurantes__. Cuéntame todo en detalle.
__Precioso
los viste hace un día. Pero bueno están grandes, bien, con la bebé de muñeca y con fiebre porque
están cortando los dientes… balbuceando lo que ellos solo entienden, intentando
caminar cosa que espero no suceda hasta dentro de un año.
__Amor
no seas malo.
__No
quiero que rompan todo Pedro y si además de custodiar a las chicas tengo que
perseguir a estos tres y dar la mema al
nuevo… creo que pediré la jubilación o
el divorcio.
__Guiiee
no empieces. Ya está casi lista la ampliación, en unos días podremos llevarlos
con nosotros.
__Y
nos volverán locos en el estudio, no hay mucha diferencia.
__
¿Quieres que desistamos del biológico?
__Yo
no he dicho eso.
__Solo
mi amor es capaz de amar a alguien que no conoce.
__
¿Cómo no voy a amar al hijo del amor de mi vida?
__No
sabes si será mío o tuyo pero da igual y
a veces dudo, leo que hay tantos sin hogar en África, en países en
posguerra.
Guillermo
lo atrajo para sentarlo en el hueco que formaban sus piernas.
__Nosotros
ya hicimos todo el bien que se puede al respecto ¿acaso olvidas la cantidad de
chicos que encontraron hogar luego de aquel caso de trata?
Bueno
como sea que fuere nuestros peques ya caminan con ayuda, dicen papá y papi, y
otras nimiedades, les gusta dormir con el osito de toalla en los brazos, los
postres de chocolate y si se los prohíbo compota de manzana con miel y posan para las
fotos como vos, en trapitos.
¿Te
acuerdas que te dije de la sorpresa?
Bueno,
ese pibe que conociste y que casi asesino ayer es editor ¿verdad? Me lo dijo…
Maximiliano.
__Obstetra
es y no hace falta que lo nombres al bendito amigo de Rosario.
__Bueno,
me dijo mi amigo que le envíes el libro que en un par de meses puedes estar
firmando ejemplares. ¿Aceptas?
__Pero…
Siempre dijimos que no era para publicar sino solo nuestro.
__Y
yo quisiera que lo hagas. Mi amor, mi abogado, mi socio, mi esposo es escritor
y quiero que todos lo sepan y valoren.
__Te
confieso que nunca pensé que me entusiasmaría publicarlo pero visto así sería
otro sueño hecho realidad, y que los chicos podrían ver, leer nuestra historia desde el libro, y quizá
pueda continuar con otra parte que refleje desde aquí para que nunca quede este
presente en el olvido.
--No,
no jamás. __Guillermo lo recostó y lo cubrió con su cuerpo, sus brazos lo
envolvieron, el peso de sus piernas le comunicó fuerza, sus besos le recordaron
que no estaba solo, sus labios le barrieron lágrimas, sus palabras de amor lo
reconfortaron__. Amor mío me parecería perfecto porque en este primer libro hay
mucho dolor, está nuestra historia previa a encontrarnos que no es linda y todo
lo que tuvimos que superar casi morir para lograr este presente… a mí me encantaría esa segunda parte.
__Sí
_ suspiró entre sollozos__ por supuesto será más linda no tengo dudas si
estamos juntos__: Quiero pedirte algo.
__
¿Qué?
__Quiero
que todo lo que ganemos por la venta de los libros lo destinemos a sitios
refugios de chicas y niños víctimas de abuso, de tráfico humano, de esclavitud sexual y maltrato.
__Claro
amorcito cómo negártelo, somos muy afortunados y tenemos demasiado.
Guillermo
lo condujo por otros derroteros para alejarlo de la herida a veces sangrante de
su infancia de maltrato.
__
¿Quieres que salgamos a cenar y a dar un paseo? Hemos estado todo el tiempo
encerrados en el hotel.
__No.
No quiero salir de nuestro nido a solas. Tenemos poco tiempo de intimidad en el
Delta.
__Está
bien pediremos que nos traigan las comidas acá.
Se
sumieron en un cómodo mutismo. En la mente de Pedro resonaban las estrofas de
la canción, horas atrás se había quedado dormido en el sofá escuchándolas y se
había despertado en la cama.
__
¿Seguro que si el amor termina es que nunca lo fue?
__Ya
te dije que antes de vos no habría sabido cómo responder a algo que no conocía,
hoy sé que es imposible acabar con el verdadero amor, que no imagino la
situación en que dejaría de amarte. Puedo estar celoso, furioso, enojado pero
no soy capaz de dejar de amarte.
Por
la mañana se levantaron temprano, se ducharon juntos luego de hacer el amor y
subieron en bata a desayunar.
Con
una taza de café en la mano Pedro se sentó en las piernas de Guillermo frente a
la computadora y vieron fotos de los chicos admirados de la emoción que crecía
en ellos y preguntándose se amarían tanto al hijo nacido de ellos como a esos
trillizos de Mariana. Lo deseaban, amar a más hijos con el mismo amor inefable
infinito y poderoso que ellos les despertaban como si en otra vida hubiesen
nacido de sus entrañas.
__Fantaseo
con ellos y dos más _dijo Pedro mirándolo.
__
¿Dos?
__Sí
sueño con que yo estoy enseñándoles a
nadar a los trillizos en la parte profunda de la piscina y tú esperas a que
lleguemos del otro lado haciendo flotar a los más pequeños, intentas enseñarles
y los otros llegan a ti buscando refugio porque yo quiero atraparlos, cierro
los ojos a veces y me sonrío imaginándolo. Te llaman papá y eso me da más
alegría que me lo digan a mí y se me ocurrió que si sueño con esa escena
entonces la atraeré. ¿Crees en el poder del amor? __. Guillermo imposibilitado
de responder asintió__. Nuestro amor traerá esa escena a la realidad. Ámalos
Guiie porque como cuando estábamos en el otro lado y vimos a los trillizos
estos sentirán nuestro amor y llegarán.
Guillermo
transformó la energía del llanto emocionado en un beso arrollador, en el cual
el gusto salobre de las lágrimas de ambos se disolvió en sus lenguas, se mezcló
con las salivas, se secó con los suspiros.
__Vos
me enseñaste a amar Pedro, y a partir de amarte pude amar y aceptar a nuestros
hijos y sé que puedo amar a muchos más, porque el amor que vos les tienes es
tan grande que contagia, es imposible resistirse a quererlos. __Inspiró
profundo antes de continuar__. Te prometo que cuando completemos la familia
vamos a crear esa escena que hoy imaginas en la piscina de casa, jugaremos y
reiremos y todo dolor quedará en el pasado.
__Entonces
diremos lo mismo que Edith Piaf: Je me fous du passé.
Guillermo
rio con el llanto atascado en la garganta un sonido afectado y conmovido, no
solo por la ocurrencia de Pedro sino por el fervor con que lo había expresado,
una pasión violenta tan impropia de él, tan ajena a sus facciones de duende,
que lo impactó.
__Sí
mi amor aquel pasado mío y tuyo a solas, el otro antes de casarnos, todo lo
malo va a importarnos un bledo porque serán tantos los recuerdos felices que
iremos creando que ya se irá difuminando.
Pedro
volvió a observar las fotos en la pantalla… en una estaba Guillermo con Guillermito en
brazos, los dos reconcentrados con aspecto severo muy erguidos con la vista
clavada en el objetivo de la cámara. Un impulso lo llevó a arrastrar los dedos en
la imagen.
__Chiquito…
es tan parecido a ti que de no saber que
es tu nieto diría que es tu hijo. Hasta en la seriedad se te parece.
__Él
es más simpático. Se parece al padre, se ríe todo el tiempo.
¿Y
mi sorpresa?
__
Poder tocarte con mis palabras y hacerte
vibrar. Que tu mente y deseos sean para mí y me sientas. Mi piel espera por tus
labios, como tu piel espera por su dueño. Tomar de ti lo que desee y sentir de
tu boca "sí mi señor".
Transformar
todo mi placer en tu gran placer. Grabar tus gemidos en mi mente y mi placer en
tu cuerpo. Dejar marcada toda mi pasión con fuego ardiente en tu entrepierna.
Hacer que me sientas en tu piel aun a la distancia. Mis manos firmes y fuertes
te tocan y te poseen. Hacerte mío y disfrutar de este universo sin
límites, sin prisas, sin tiempo.
Cuando
esos ojos me miran, siento como que
ellos me cautivan y me atraparan, y
aunque quiera resistirme, ya no puedo lograrlo, porque su encanto enciende el fuego incandescente de mi loca y olvidada pasión, y con esos ojos nada
pude hacer… mas, mi viejo corazón
vuelve a latir desenfrenadamente, porque
en esos ojos empieza la ilusión de
sentirme al borde de lograr esa hermosa
fantasía, que no es otra cosa que hacerte mío y esta pasión que has desencadenado, se ha
transformado en mi vida.
Estoy
sobre tu cuerpo bebo de tus labios, así mojados saboreando un fogoso beso entre
la pasión y el deseo acaricio tus pezones, que son como dos perlas, siento el
calor y olor a sexo ardiendo, gritando la liberación del deseo, gozando de placer acaricio la desnudez de tu
piel
el temblor, la excitación que se libera al penetrar un grito de goce, el dulce éxtasis de placer liberando orgasmos salvajes.
el temblor, la excitación que se libera al penetrar un grito de goce, el dulce éxtasis de placer liberando orgasmos salvajes.
__Esa
no es sorpresa.
__Bueno,
que no era para ahora pero te lo diré. El novio de tu ex, me dijo que podríamos
ir a la clínica, es jefe del departamento de obstetricia y ginecología, con
Moni y que nos haría los estudios y que aunque no estemos decididos, podría
criopreservar el semen y los óvulos y hacer la inseminación e implante cuando
lo deseemos.
__Te
amo, lo haremos entonces si todo está bien, hablaremos con Moni y lo haremos,
será mejor que no haya tanta diferencia con los peques, para criarlos será mejor que sean de poca
diferencia de edad o sí nos volveremos locos.
__Se acerca como siempre la inevitable soledad de mis noches, soy el silencio que te habla y no te olvida, soy el aire que baila cuando te piensa, soy la carne que te siente, soy los labios que te esperan, y soy tu hombre soñador, tu enamorado que cuenta los tiempos de ausencia, que nunca se cansa porque sé que está por llegar ese día soñado por los dos.
En la soledad de tus noches sueño con el abrazo de tus brazos, pero no tengo tu mirada para perderme en ella, tampoco tengo tu presencia en mis mañanas, pero encadenado tengo tu recuerdo atado a esa sombra de ti que me acompaña en esta soledad cruel que va minando mi alma, donde en sus oquedades resuenan tus palabras y anhelos, me falta la mirada profunda de tus ojos, ¿sabes amor que guardo tus palabras y a la vez nada tengo?, guardo tu sonrisa y la forma de tu boca… las guardo en mi retina.
No te buscaba, y menos te esperaba, las caricias regaladas que salían de tu mirar me producían ternura y a la vez esa locura de sensación ya olvidada de rubor de niño enamorado surgía de mis adentros, me hablabas y no encontraba el momento ni las palabras, ni el momento de hablar, tu mirada me cortaba la respiración, mis pulsos me ahogaban, faltándome el aire, y algo me quemaba en mi alma, en mi primavera de nuevo había colores, de nuevo un cielo azul cubría el jardín de mi vida.
Contigo de nuevo la vida. Antes de que nazca la luna amémonos como si no hubiera un mañana, como si las noches se quedaran para siempre a oscuras y los amaneceres no volvieran a despertar, amémonos amor, con los cinco sentidos déjame que mi boca muera meciéndose entre los murmullos de un quiero amarte eternamente y envolverte entre ternuras, mientras nos inventamos auroras y dejamos que nos salude y nos besen los rayos de sol al ver que la noche se despide hechizada, de tanto amor.
Mientras, en mí, tiernos amaneceres nacen cada día, amaneceres que sé que no podrán traerte a mí, ni tampoco tus besos podrán posarse en mis labios, entonces es cuando el dolor y ese nudo que ahoga mi garganta hacen acto de presencia, donde los deseos se convierten en verbos dolientes que nacen en mi mente, no sé cómo frenar el deseo de amarte, he tratado de firmar en las hojas del olvido el poder olvidarte pero las hojas ya están muertas, no sé cómo frenar ese desenfreno de soñar un beso enamorado, no sé amor, háblame vida mía, miéntele a tu sinrazón y sal en mi busca, dile que tu niño enamorado muere por morirse en tus brazos que muere por pasearse en tus ojos, miéntele a la razón engaña a tu conciencia, amor miéntele y ven a mí.
Esta noche llueven ausencias de amor, y la noche esta fría, acurrúcate en mis brazos, yo te regalaré miles de sueños para vivirlos conmigo.
Te amo amor, te amo.
__ ¿Y
cuándo te sientes así?
__Cuando
me celas al límite de enojarte.
__Eso
se resuelve con un beso.
Hoy,
por accidente he caído en los accidente de su geografía. La maldita
culpabilidad del día me negó el placer de admirarlo tras los cristales de mi
ventana, a la hora de siempre con la misma gente, que vanidosa e hipócrita lo
envidian. Recordé el día, que en mi largo caminar, concluí mis pasos en el banco de un parque.
Seguí con la mirada el aletear de una paloma, y bendita casualidad o bendita
divinidad, mi corazón echó a volar cuando el ave, se posó
en sus pies. Y le miré, Dios que le miré hasta agotar las retinas de mis ojos. Era usted, ese punto inflexible del infinito donde siempre me pierdo, el punto exacto del universo donde usted, y solo usted le da sentido a la vida. Sostenía un libro en el atril de sus manos,
mientras sus miradas se perdían entre infantes, de brazos agitados tras las palomas. Coloreó sus labios esa sonrisa tierna, que solo enternece a los niños. Me enamoró la risa de sus labios,
provocada por esos niños tras el aleteo de las aves que escapaban a sus manos, sus gritos inocentes tras el vuelo de los pájaros. Me enterneció su ternura esa que siento, cuando en la
culpabilidad del día no me permite verlo… si algún día coincidimos en alguna biblioteca,
me detendré a leer su nombre, en el libro abierto de sus ojos. Sos tan perfecto Pedro que me preguntaba cuando te enamoraste de mí cómo podía ser mío un ser tan perfecto y transparente, lleno de luz con una esencia pura, ingenua, tan excepcional como transparente, pero no obstante al verte supe que quería fueras mío para siempre.
en sus pies. Y le miré, Dios que le miré hasta agotar las retinas de mis ojos. Era usted, ese punto inflexible del infinito donde siempre me pierdo, el punto exacto del universo donde usted, y solo usted le da sentido a la vida. Sostenía un libro en el atril de sus manos,
mientras sus miradas se perdían entre infantes, de brazos agitados tras las palomas. Coloreó sus labios esa sonrisa tierna, que solo enternece a los niños. Me enamoró la risa de sus labios,
provocada por esos niños tras el aleteo de las aves que escapaban a sus manos, sus gritos inocentes tras el vuelo de los pájaros. Me enterneció su ternura esa que siento, cuando en la
culpabilidad del día no me permite verlo… si algún día coincidimos en alguna biblioteca,
me detendré a leer su nombre, en el libro abierto de sus ojos. Sos tan perfecto Pedro que me preguntaba cuando te enamoraste de mí cómo podía ser mío un ser tan perfecto y transparente, lleno de luz con una esencia pura, ingenua, tan excepcional como transparente, pero no obstante al verte supe que quería fueras mío para siempre.
Tras
verlo pasar por la bohemia de mi calle, osado, me tomé la libertad de comprarle
flores,
y un paraíso sin serpiente en mi imaginación, con la exclusiva del pecado de su cuerpo.
Le mandé margaritas porque las dudas, siempre es una tendencia al error. Me quedé, en si me quiere omitiendo el resto de pétalos, para que usted, deshojara a placer, un sí, lo quiero.
Un girasol que gire en torno suyo, aun cuando duerma si al azar conmigo, sea la luna que gira
orbitando los secretos de su almohada. Y entre el ramo de mis ojos y flores, deposité violetas,
pequeñas, delicadas del cristal de su piel frágil y sensible. Tulipanes, de mil colores
sin fronteras, de un mismo lenguaje en el esperanto de su pecho. Un racimo de claveles desnudos, en su sonrisa desnuda, en la piel de sus labios, que hace su boca, que hacen los besos en la fragua de su lengua. Alguna enredadera para ascender a su cuello, abrazar su esqueleto, subir por su espalda, sorprendiéndolo en sus pensamientos, abrir las rejas de sus dientes y enredarme en su voz. Algún narciso vanidoso para que la envidie. Una flor de loto
para el estanque sereno de su alma. Rosas de mi sangre sin los cementerios de mi ser,
con los pétalos perfume de sus formas.
y un paraíso sin serpiente en mi imaginación, con la exclusiva del pecado de su cuerpo.
Le mandé margaritas porque las dudas, siempre es una tendencia al error. Me quedé, en si me quiere omitiendo el resto de pétalos, para que usted, deshojara a placer, un sí, lo quiero.
Un girasol que gire en torno suyo, aun cuando duerma si al azar conmigo, sea la luna que gira
orbitando los secretos de su almohada. Y entre el ramo de mis ojos y flores, deposité violetas,
pequeñas, delicadas del cristal de su piel frágil y sensible. Tulipanes, de mil colores
sin fronteras, de un mismo lenguaje en el esperanto de su pecho. Un racimo de claveles desnudos, en su sonrisa desnuda, en la piel de sus labios, que hace su boca, que hacen los besos en la fragua de su lengua. Alguna enredadera para ascender a su cuello, abrazar su esqueleto, subir por su espalda, sorprendiéndolo en sus pensamientos, abrir las rejas de sus dientes y enredarme en su voz. Algún narciso vanidoso para que la envidie. Una flor de loto
para el estanque sereno de su alma. Rosas de mi sangre sin los cementerios de mi ser,
con los pétalos perfume de sus formas.
__Deja
que sean mis labios los que griten la
pasión de mis sentimientos, porque hoy quiero dejar de amarte en silencio, ya
me cansé de callar mi amor, quiero dejar de imaginarme
tu mirada, tu sonrisa, tus besos y tus caricias, basta de jugar a tenerte, basta de sueños y fantasías, hoy quiero al fin detener el tiempo, vivir en tu mirada y que sean tus ojos, la luz de mi amanecer, perderme en tu cuerpo, con el candor de mis labios y así conocer cada uno de los secretos que esconde tu piel, mientras los cuerpos se irán fundiendo, en el eterno abrazo de la pasión y así podré pintar un arco iris en mi vida, porque al fin pude tenerte a mi lado… ¿Dime qué harías esta noche, si nos arrancase la ropa y en esa fragua de tu cuerpo me fundiese con tu boca al tiempo que mi caricia con dulce pasión te arropa dejando a la lengua jugar por tu piel y volvernos locos?
tu mirada, tu sonrisa, tus besos y tus caricias, basta de jugar a tenerte, basta de sueños y fantasías, hoy quiero al fin detener el tiempo, vivir en tu mirada y que sean tus ojos, la luz de mi amanecer, perderme en tu cuerpo, con el candor de mis labios y así conocer cada uno de los secretos que esconde tu piel, mientras los cuerpos se irán fundiendo, en el eterno abrazo de la pasión y así podré pintar un arco iris en mi vida, porque al fin pude tenerte a mi lado… ¿Dime qué harías esta noche, si nos arrancase la ropa y en esa fragua de tu cuerpo me fundiese con tu boca al tiempo que mi caricia con dulce pasión te arropa dejando a la lengua jugar por tu piel y volvernos locos?
Pedro
lo abrazó… Permaneció allí, quieto con la mejilla apoyada en su pecho mientras
Guillermo se ocupaba de trabar la falleba de la ventana y correr las cortinas.
La habitación quedó sumida en la más insondable oscuridad. Pedro no se habría
visto la mano a diez centímetros de distancia del rostro.
Con
un movimiento impaciente Guillermo lo apoyó contra la pared lo obligó a
levantar los brazos por encima de la cabeza y le devoró los labios. Le sujetaba
las muñecas con rudeza y lo aprisionaba contra el muro empujándolo con la
pelvis. Le refregaba la erección en el vientre, y seguía besándolo e
introduciéndole una lengua autoritaria que nada le permitía hacer solo
contenerla en el interior de su boca. Estaba allí atrapado sometido al deseo y también
a la rabia del hombre que lo era todo para él y se quedaba quieto porque comprendía
que necesitaba marcarlo como el macho alfa de una jauría habría hecho con una
hembra.
Guillermo
lo soltó para desvestirlo. A ciegas le sacó la chaqueta y Pedro lo ayudó con
las demás prendas que se había puesto para salir a comprar un regalo como
aquella primera vez en que él llegó de sorpresa y el terremoto los halló en
medio de la confesión y el amor.
Guillermo se quitó rápidamente lo que llevaba y le tomó
la mano y se la pasó por el cuerpo para que supiese que estaba desnudo. Frenó
en su erección.
__Aférralo
__ le ordenó.
Lo
complació enseguida y él respondió con jadeos roncos que soltaba entre los
dientes clavados en su hombro y en un estado de parálisis en el que lo sujetaba
con rudeza, sin ser consciente del malestar que le causaba. Movió la mano… subió y bajó lentamente por el largo de su
pene, y Guillermo reaccionó. Le buscaba el pezón arrastrándole los labios con
una ansiedad desmedida como si de eso dependiese el próximo respiro.
Le
raspaba la piel con la barba incipiente y ese aspecto de su masculinidad le potenciaba
las sensaciones y le arrancaba jadeos reprimidos. Encontró el pezón y lo
engulló con un gemido de satisfacción. Mamó con una avidez que le causaba dolor
lo mismo que relámpagos de placer que le confluían en el pene. Echaba la cabeza
hacia atrás sobre la pared y se mordía el labio para no romper en gritos desaforados.
Guillermo le deslizó las manos entre los cachetes del trasero y le refregó el
ano y Pedro explotó en un inesperado y repetido orgasmo tan insospechado que no
tuvo tiempo de atajar el alarido de gozo que Guillermo ahogó al devorarle los
labios. Medio desfallecido, se dio cuenta de que lo guiaba en la oscuridad.
__Ven
_le escuchó decir y se oyó el ruido de la cama cuando él se sentó.
__Enciende
la luz __le pidió, Pedro__. Necesito verte. Me gusta ver tus labios en mis
pezones.
__
Sí _dijo solo Guillermo con la voz rasposa cargada de deseo, y Pedro sufrió un
escalofrío de lujuria.
Lo
acomodó a horcajadas y se estiró para encender la luz. La lámpara del velador
lanzó destellos mortecinos sobre el rostro anhelante de Guillermo, sobre sus
labios finos, sobre la barba crecida, le arrancaron un brillo de obsidiana a
sus ojos que se habían vuelto negros de anticipación. Sentía sus manos
abarcarle la espalda con posesiva exigencia. Se miraron fijamente.
__Eres
lo más hermoso que he visto __pensó Pedro en voz alta.
__Dime
que me amas _le exigió.
__Sabes
que te amo más allá de la comprensión, de la vida misma.
Le
ordenó en un susurro apurado que se volviera y elevara y lo obligó a deslizarse
sobre su pene erecto tumefacto hasta introducírselo profundo en las entrañas. Guillermo expelió el respiro como si se
hubiese aliviado de un gran padecimiento. Pedro hubiese querido acunarle la
cabeza pero lo hizo desde atrás Guillermo y aunque deseoso de moverse Pedro
esperó a que él superase el momento de tensa quietud.
Guillermo
recuperó la urgencia repentinamente y de nuevo volvió a buscarle con los dedos
un pezón como el cachorro ciego que desea alimentarse. Como antes succionaba uno y luego el otro
ahora los hacía rodar entre sus dedos, nunca conseguía satisfacerse, y solo con
la presión de las manos lo dirigía en los movimientos que más lo hacían gozar.
Se aliviaron juntos… las bocas unidas… las manos tiesas sujetas a la carne del otro,
los respiros mezclados, las agitaciones reprimidas y los gritos tragados.
No
le dio tiempo a reponerse. Lo colocó boca abajo y lo obligó a elevar el
trasero. De reojo, lo vio rebuscar algo en el cajón de la mesa de noche. Se
conducía en silencio y esa actitud determinada y enigmática lo llevaba a un
nivel de excitación intolerable. Necesitaba que lo aliviara de nuevo.
__Guiie
_suplicó.
__Quiero
amarte de nuevo pero te aliviaré con gel _le confesó con un pote en la mano y
al acariciarle el orificio del ano le provocó una descarga de deseo tan
perturbadora que debió hundir la cara en el colchón para desahogarse__. Quiero
que seas mío de todas las maneras posibles. Lo necesito _pareció suplicar.
__Sí
_susurró con voz pesada consciente de que cualquier cosa que él le hubiese
pedido en esa instancia él se la habría concedido.
Fue una
experiencia fascinante que Pedro sabía marcaba un antes y después en la
intimidad que estaban construyendo pero sobre todo en la confianza. A él
todavía le tenía perplejo el modo en que desde el inicio se entregaba a él… sin condiciones, sin recelos, ciegamente
cuando en el pasado todo le había resultado sospechoso y amenazador. En esa
postura casi humillante con el trasero al aire mientras él se tomaba su tiempo
para estudiarlo y prepararlo antes de introducirse de nuevo tan pronto lo único
que sentía era gozo y confianza, nada de miedo ni timidez.
Se
dio cuenta de que Guillermo no improvisaba, sabía lo que hacía. Buscaba
relajarlo en los músculos, predisponerlo para recibirlo. Primero lo había
penetrado con el pulgar tras pringarlo con la sustancia oleosa del pote y luego
de removerlo dentro de él lo retiró para introducirle el índice y el mayor que
usó para masajearlo y relajarlo ampliarlo y mientras… le excitaba su umbría con masajes y le
desataba una increíble sucesión de orgasmos.
Acabó prácticamente inconsciente. Al final
cuando entró en él. Lo hizo con un impulso corto, certero y decidido que si
bien le provocó una sensación dolorosa que lo espabiló súbitamente se desvaneció
enseguida. Guillermo erguido detrás de él con las rodillas clavadas en el
colchón le concedió un momento para que lo aceptara de nuevo y se adaptara y lo
hacía persistiendo en el comportamiento silencioso y determinado con que lo
había tratado apenas había regresado.
Con
el trasero elevado, los antebrazos sobre el colchón, Pedro se mecía al ritmo
lento de Guillermo que entraba y salía de él con actitud mesurada casi
reverencial, respetuosa hasta que al sentirlo cómodo, seguro, lo sujetó con más decisión por la cintura y
fue adquiriendo velocidad hasta adoptar impulsos cortos rápidos y violentos.
Cada
estocada implicaba un gruñido, una penetración más cruel y dolorosa, que Pedro
aceptaba con lo que parecía una mansa disposición cuando en realidad se
concentraba en la sensación que le crecía en el punto donde sus carnes estaban
unidas y que cuando explotó fue más, mucho más de lo que había esperado.
Se estremecieron
juntos con un alivio devastador.
El primer pensamiento de Pedro con la boca hundida
en la almohada fue que jamás había vivido una cosa igual. Guillermo desde
encontrarlo lo había conducido por el camino a través de una nueva experiencia
de placer más intenso sí pero sobre todo más íntimo, más perturbador, una sensación indescriptible que sabía querría
hacerle y repetir una y otra vez.
Permanecieron
largos minutos en la misma posición mientras sea recuperaban, la espalda de
Pedro soportando el peso de Guillermo, su aliento agitado en el cuello, las manos
entrelazadas y cuando Guillermo se deslizó fuera de él profirió un gemido de protesta al
percibir un vacío intolerable. Se echó junto a él y lo obligó a abandonar la
posición para acostarse a su lado. Lo envolvió en un abrazo exigente y le besó
la frente. Pedro disfrutó del contacto tibio de sus pieles y enlazó las piernas
con las de él.
__Gracias
_susurró Guillermo tras unos minutos y lo contempló con ojos expectantes.
Pedro
le acarició la barbilla y sonrió.
__ ¿Por
qué me agradeces?
__Por
soportarme así posesivo, celoso, por darme el gusto. Necesitaba hacer lo que acabo
de hacerte. Fui brusco me duraba el enojo _admitió__. No soporto que otro ni
siquiera te mire.
__Pues
enójate todos los días si lo deseas. Fue el orgasmo más espléndido que he
tenido.
Guillermo
le devolvió una sonrisa.
__ ¿Haremos
los estudios entonces para tener ese hijo?
__Si
lo quieres, solo si tú quieres.
__Claro
que quiero, como también deseo que publiques tu libro.
Pedro
se deshizo del ovillo y estiró el brazo hacia la mesa de noche.
__ ¿Qué?
__Que
eres un poco intenso amor mío y en esas salidas de amantes que inventamos
perdimos los anillos, como no quiero que te pasees por allí sin que se sepa que
tienes dueño acá están.
__ ¿Compraste
las alianzas?
__Claro
¿a qué crees que salí si no?
__Ese
discurso de que lleves mi marca es mío.
__No
mío… tu pasado te condena Graziani, ahora dame el dedo que por pulseras
grabadas, relicarios y cadenitas ocultas que llevemos, quiero verte con el
anillo.
__ ¿Quién
es el ogro ahora?
__Y
quiero otra cosa.
__ ¿Más?
__Siempre
más.
Un
tatuaje.
__ ¿Un
qué? ¿Te volviste loco?
__No.
Quiero llevarte impreso en el alma, en el corazón, en la retina, en la memoria
y en la piel también y lo mismo vale para ti.
__Lo
primero vale, tatuaje no.
__Tatuaje
sí.
__Que
no.
__Que
sí.
El
beso arrollador y hambriento que se
inició entre las palabras terminó por sellar el pacto, al menos de momento no discutirían por ese
tema.
CONTINUARÁ.
HECHOS
Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER
PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
Lenguaje
adulto.
Escenas
explícitas.
Delia Bellísim
ResponderEliminarGladys Hermoso
ResponderEliminarConmovedor Eve...No hay amor más grande que el de Guillermo y Pedro, y El Viaje es una historia maravillosa e inolvidable que nos lleva por el camino de sus vidas...
ResponderEliminarIsabel Bonilla Eve Monica Marzetti pero salió en la publicación y me encantó
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