miércoles, 7 de marzo de 2018

"NO SOY YO". CAPÍTULO SEXTO.



"NO SOY YO".

CAPÍTULO SEXTO.La imagen puede contener: 2 personas, personas sonriendo, texto


Homenaje A Gabo hoy 6 de Marzo por el 91 aniversario de su Nacimiento en Colombia, su tierra natal...
"Florentino Ariza la espiaba maravillado, la perseguía sin aliento, tropezó varias veces con los canastos de la criada que respondió a sus excusas con una sonrisa, y ella le había pasado tan cerca que él alcanzó a percibir la brisa de su olor, y si entonces no lo vio no fue porque no pudiera sino por la altivez de su modo de andar. Le parecía tan bella, tan seductora, tan distinta de la gente común, que no entendía por qué nadie se trastornaba como él con las castañuelas de sus tacones en los adoquines de la calle, ni se le desordenaba el corazón con el aire de los suspiros de sus volantes, ni se volvía loco de amor todo el mundo con los vientos de su trenza, el vuelo de sus manos, el oro de su risa. No había perdido un gesto suyo, ni un indicio de su carácter, pero no se atrevía a acercársele por el temor de malograr el encanto."
“Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez”.
Gabriel García Márquez, escritor, novelista y periodista colombiano, conocido familiarmente como Gabo. (1927-2014)

Previo…

Marzo de 2018.
__ ¿Qué sucede?
__Un accidente, pero no, no es.

Fabián fue por el pedido, apenas abrir la agenda de tapas de cuero, miró la hoja, el vuelo, y así la llevó a su padre, Guillermo abrió y cerró los ojos varias veces, Fabián lo vio palidecer, temblar, y apenas oyó  el grito, cuando  con todas sus fuerzas alcanzó a sostener el cuerpo de Guillermo que se desmoronó cuando todo se volvió negro...

Cuatro años después.

Santiago de Chile.
“Los datos de mi vuelo:
Ida: de Santiago a Ezeiza, vuelo 707.
Vuelta: Aeroparque- Mendoza, 404. Mendoza, Santiago…”

El papel se le escapó de entre los dedos. La habitación empezó a darle vueltas, los ruidos se apagaron. Todo se volvió… negro.

El escáner, la cena de aniversario para la que había hecho la compra y los últimos años de su vida, comenzaron a dar vueltas delante de sus ojos, mezclándose con la voz de Marga, que le llegaba amortiguada y desde una enorme distancia.
Solo una cosa tenía sentido. Solo un pensamiento prevaleció.
Su vida acababa de dar otro vuelco. Y en esta ocasión, la muerte había ganado la partida.
Camila estaba… muerta. Y ahora lo dejaba solo… con su hijo de cinco años, Bruno que ella misma había elegido adoptar…

Bs. As. Banfield.

Amor mío, no sabes cuánto te extraño, la distancia me pesa y tu amor me reanima, tus besos me faltan, y tu ausencia me lastima... y cada primavera yo siento enloquecer; si vieras cómo extraño tus caricias  y estas cuatro paredes  son más que mi prisión, no puedo desahogarme, está por dentro mi pasión y lloro de tristeza y le reclamo un poco al viento que jamás me olvides, porque vos sos mi pensamiento, y entre copas de whisky  y en el humo del cigarro... la vida se me escapa y yo mismo me disparo, porque cada día que pasa, más y más te estoy amando, a veces pienso que te miro... pero solo estoy delirando, no me dejes ahora y no me mandes al olvido, no cierres tus cadenas, solamente eso pido.
¿Qué sucedió, Pedro? ¿Quién nos hizo esta nueva burla que dio mate a la nueva partida de ajedrez que estábamos iniciando?
Sé que no debo, que todos dicen que estás muerto, sin embargo siento que vives, algo en mí estaría roto, amputado, quebrado si  tu vida se hubiera apagado en ese avión hace cuatro años, y sin embargo sigo acá, esperándote, vivo, entero.
A veces te recuerdo y en mi alma yo te siento, a veces yo te miro entre hojas de aquel viento...
y no hay nada que me alivie aquí en mi soledad, es tan fuerte mi ansiedad que de amor estoy muriendo, al tiempo yo le pido que detenga su camino, al tiempo que no pase, o que cambie mi destino...
Y si intento olvidarte, una lluvia de recuerdos llega a la mente y son más que mil infiernos,
como aquella noche de verano cuando fuiste solo mío, o como el día que me amaste y prolongaste mi agonía, y también de tu sonrisa y de tus besos yo me acuerdo, y también de tus entregas pero esas las reservo... aquí estoy  amor mío escribiendo  una carta porque esto lo sentí, que te quiero y que te amo y que solo soy  tuyo, que adoro y que te busco... y es por eso que   sigo aquí, vivo.
Y por otra parte reniego de la maldita suerte o lo que sea que marcó nuestro amor contrariado, y busco huir de tu presencia en otros sitios,  en otros cuerpos.
Te busco con el afán de no encontrarte, te llamo con la esperanza de que no me oigas, me hace daño tu presencia pero necesito esa esencia que emana de vos, que solo encuentro en nuestra hija, en Malena, ya tiene cinco años y apenas alcanzaste a conocerla, y su rostro es el tuyo, sus genes son míos, como si el demonio o Dios quisieran torturarme.
Contradicciones adversas, sentimientos encontrados, necedades que aunque necesarias bien sé que lastiman el alma, mas reconfortan al corazón, le ponen velo a los ojos, no puedo negar que te amo, que te voy a amar siempre, maldito sea todo mas eres como esa piedra en el zapato, la necedad a mi razón domina.
"No puedo estar con vos", estás muerto, tu recuerdo me hace daño pero qué hago, cómo le digo a mis pensamientos que no te recuerden, si cada vez que te nombro te maldigo, me lastimo, porque entre más quiero olvidarte más te estoy amando.
¿Qué sucedió en ese vuelo?, me cuestiono por las noches e involuntariamente en la cama te dejo un lugar... ¡Que no te gobierne la estupidez! me digo ante el espejo, el amor no es parejo ni se da, ni se recibe en la misma medida, sufre más el que más ama,  aquél que más da, es aquél...  que la soledad  más pronto cobija, soy al mismo tiempo carcelero y prisionero  de las consecuencias del amor, te niego ante la vida, vida que muchas veces se ha reído  de mí,
tengo el valor y fuerza para apartarte de mi vida, la resignación para seguirte amando, pero lo cierto es que todo sería más fácil si no existieras, porque así sería más fácil poder respirar, por eso sé que no estás muerto, no puedo liberar mi alma, pero a dónde estás...
La última vez supe que no me recordabas pero tenía tu rastro, sabía de  Camila, de vos, la seguía y te veía, pero hoy no sé nada, y todos repiten que estás muerto.
Me hallo aquí sentado, frente a la sombra de este olvido, junto a esa luz que esconde
las penumbras de mi destino. Me hallo meditando entre sentidos, en ese pesar atormentado, recordando el tiempo ya pasado, encerrado en la celda de mi castigo.
Me hallo viéndome a mí mismo, desnudando el alma entre palabras, arrojando mi ser a ese abismo que separa lo mortal de lo divino. Me hallo recitando entre plegarias, leyendo al son de prosa vana, entregado a la noche que me observa, rogándole al amor por tus mañanas.
Necesito salir.
__
Aquel hombre desmenuzaba sus dudas apoyado en la barra del bar, tomó su trago con una delicadeza casi mística, mientras en la otra mano sostenía un cigarrillo a medio fumar. Miró a su alrededor casi con desprecio, la verdad es que poco le interesaba lo que ocurría, hasta el silencio le era impertinente en sus reflexiones, sorbió un trago y con su mente en algún confín nebuloso del pasado, masticó algunas nostalgias añejas y dio una larga fumada al cigarrillo. Arrugó el ceño y pensó, la soledad no es ni más ni menos que un espejismo donde se desdibuja paulatinamente la realidad, no obstante la angustia le seguía aguijoneando el corazón, el recuerdo le golpeaba constantemente su cabeza, lo cual le producía una desolación desértica en su mente ya embotada por el alcohol, recordó el sinfín de caricias malgastadas en esa atractiva figura sensual, nuevamente la desesperanza le invadió sus pensamientos.
Tal vez estaba predestinado que él nunca sería mío, pensó, apoyó el mentón en la palma de la mano y siguió absorto en sus pensamientos, apostando a que tal vez mañana todo sería distinto.
 El sol que entraba a través de la cortina le dio un resplandor que le incineró los ojos, se levantó con desgano, caminó hacia la cocina arrastrando los pies para ver si en medio de ese desorden de bombardeo encontraba algo para comer, tomó un pedazo de pan y lo masticó con desgano, pasado un minuto le recorrió un calor reconfortante por el vientre, se lavó la cara y sintió que un destello de lucidez empezaba a entrar en forma lenta en su cerebro, se miró con detenimiento en el salpicado y borroso espejo del baño, descubrió surcos profundos en su rostro, a decir verdad aún era joven, pero la vida lo había tratado mal, y él a su vez, había maltratado su vida. Tomó su chaqueta y sacó de un bolsillo el paquete de arrugados cigarrillos que le quedaron de la noche anterior, y siguiendo con su ritual matutino, encendió uno dándole una fuerte sorbida, después de la cual aspiró el humo sintiendo una sensación casi revitalizante en esa larga fumada…
En la jornada de trabajo le fue difícil concentrarse, tenía la mente en otro parte, ordenó las carpetas en los estantes y siguió desarrollando sus tareas acostumbradas con el desgano propio de un sonámbulo…
Los días siguientes se sucedieron sin grandes novedades, excepto, por el pesado lastre que le oprimía el cerebro, el corazón, el alma en forma incomprensible se le llenaba de remordimientos; no había dejado ni un minuto de pensar en él, la vida seguía su recorrido acostumbrado, y el, aún no se lograba sacar de la mente esa pasión retorcida que lo torturaba en forma constante.
Caminó por la sombría acera de costumbre, miró los transeúntes, respiró hondo y pensó, la vida es el sendero por donde deambulamos día tras día y los tropiezos que nos pone en el camino debemos vencerlos, si no es con el corazón, tiene que ser con la razón….
¡Cuántos momentos inolvidables que pasamos juntos! ¿Será porque era un amor prohibido? ese amor que desgarra y duele en el alma, por solo el hecho de ser abolido, pero atrevido, explosivo y salvaje a la vez; entre más tiempo pasábamos juntos más nos apegamos, y los sentimientos comenzaron a mezclarse profundamente, con la triste realidad de resignarnos.
Estábamos conscientes que jamás estaríamos juntos, solo conformarnos unas cuantas horas, pero esas horas eran tan intensas que significaban mucho en nuestras vidas; son momentos que se viven y se sienten una sola vez, tu recuerdo vive en mí por siempre mi gran amor.
La realidad duele y se me hace difícil porque te fuiste muy lejos, nuestro amor se cultivaba con detalles, con tu presencia, con bellas palabras y viéndonos a los ojos con ternura, pero las madrugadas eran tan vacías sin vos, porque no podías quedarte a compartir el calor de mi lecho que derretía nuestros cuerpos.
Cada mañana al despertar me llamabas, a veces te escapabas para amarnos de nuevo, tus caricias tocaban mi alma llenándonos de tanta pasión, tus besos eran como lumbre con un sabor que jamás había saboreado, cada vez enloquecía más por vos al sentir el fuego de tu aliento, de tu piel y tu hombría.
Sé que cuando hay un amor verdadero no hay distancia ni límites, ni fronteras para expresar lo que uno siente; hoy me rindo en tus brazos una vez más, porque entre vos y yo ya nada volverá a pasar, esto tiene que terminar no podemos seguir viviendo así; en este momento me hundo en tu pasión, sin querer pensar que sos ajeno, antes de Camila, hoy de la muerte.
Mi corazón se desmorona de tanta sensibilidad pasional, del fogón que sentíamos correr en nuestras venas, no obstante con el temor de despedirnos y no volver a vernos, prácticamente ya te había perdido, ahora solo quiero disfrutarte con lujuria hasta saciarnos con frenesí en sueños. No hay nada más hermoso que amarte y ser correspondido, solo cierro mis ojos y te siento aunque me duela el alma.
Así fue por años cielito, así pensé al menos que seguiría existiendo.
Qué triste es amar lo prohibido, porque siento que es más fuerte que mi propia voluntad, pero gracias a Dios mi corazón con el tiempo entendió y dejó de sentir, ahora solo queda en mi mente la remembranza de nuestro amor clandestino, de nuestras tardes y noches candentes, y de ilusiones ficticias.
Sabíamos que lo nuestro nunca iba a ser real, pero disfrutamos al máximo y reímos por no llorar la triste realidad,  desde entonces mi vida cambió, perdí mis deseos de volver a amar a otro, porque aún te recorro en mis pensamientos donde viven tus recuerdos, que hacen arder mi cuerpo de lascivia cuando te pienso, destilando el amor que siento lleno de deseos solo para vos, y como en aquellos primeros años de amor en silencio, hoy sos prohibido porque te arrebató la muerte, y sigues vivo en el recuerdo, y cada vez que salgo con otro y no siento, no puedo, me pregunto… ¿cuándo se me va a ir este profundo dolor?
A veces siento tu voz que me pide que sea feliz, la mía contesta que vos no vas a estar y lloro, lloro… y lo intento, y no puedo, y nunca pude, y sigo esperándote.

__Papá, ¿estás bien? Piensas en él, ¿verdad?
__Nunca pude olvidar, Fabián,  le amé como a nadie había amado... con ansias que manaron  de mis entrañas y el amor que me brotó  del alma  hoy perdura en mis recuerdos... no está a mi lado, y mi piel tanto lo extraña que siento perder la calma.
No entiendo mis ojos sin lágrimas, mi vida sin su amor, mi andar sin él sin temor.
No entiendo mi camino sin sus pasos, mi respirar sin su aliento,  mi vibrar sin su sentimiento;
mi cuerpo sin sus abrazos.
No entiendo mi cielo sin que llueva, mi alegría sin su presencia, mi complemento con su carencia; mi ilusión sin que él me mueva. No entiendo el porqué de nada, hijo, de nada.
_Trata de olvidar, al menos de resignarte, papá, no puedes seguir así.
__No puedo, no quiero olvidarlo, él me dijo que pasara lo que pasase, confiara, que siempre me amaría.
__Pero se murió.
__Está vivo, hijo, lo siento vivo.
__Se murió, esta vez voló en pedazos, viejo.

 __Al transitar por donde algún día lo hicimos, en cada esquina, en cada sitio concibo
su presencia... no sé si es demencia pero lo siento conmigo, cierro mis ojos y murmuro a su ausencia, una lagrima de alegría desliza su nombre, al tiempo que se me desgarra  el alma por su amor correspondido, que se escurre entre los dedos como el agua y cual rosa del desierto de solo un día…  queda en el recuerdo su hermosura de por vida.
Si no me hallaras susurrando tu nombre,  me dijo antes del viaje, si no me hallaras aguardándote con un poema de amor,  si los verbos no llegaran con el alba despertando ilusiones contenidas,  si dejara de ser primavera de emociones enredadas en un beso, si no descubrieras mis palabras amarradas a un te quiero... llora. Si no me hallaras susurrando tu nombre con el silencio del cuarto con el arrullo de la voz, labios yermos carentes de la savia del deseo, si un abrazo quedara asido al frío del vacío,  la angustia mutara en sollozos y mi consuelo fuese ausencia…  derrama una lágrima...  tan solo muerto dejaría de invocarte. Si no me hallaras susurrando tu nombre es porque te estoy besando.
Pensaba, que la ruleta de la vida tiene su límite marcado, formando un mar de colores en el que estamos nadando.
Pensaba, que el diario vivir es duro, caprichoso y tornadizo, mientras luchamos a brazo partido el azar pone todo indeciso. Pensaba, que para sentir amor no hacen falta las estaciones, ni que haga frío o calor,  la pasión llega en ocasiones.
Pensaba que la lejanía no socavaba los afectos, pero en trizas voy recogiendo los olvidos y desprecios. Pensaba, que si oculto el corazón sin contar sueños ni escalas, mueren las apetencias en las rocas sin que nadie diga nada. Pensaba, que tapando mi rubor y cubriendo bien los espejos,  se notaría menos mi vergüenza por no seguir muchos consejos.
Pensaba, que los ecos de mi sangre esa roja que va con fuerza, me darían el valor necesario para ir logrando proezas. Pensaba, que en carrusel de los sueños me iba a bañar en la playa, y con el vaivén de las olas me vestía con verdes algas.
Pensaba, que el agua fresca y la cálida arena de la playa, me traían gratos recuerdos que dejo se los lleve el agua.
Pensaba, que la luna llena su resplandor nunca apagaba, las tétricas nubes negras
con mal frío la ocultaban. Pensaba, en románticas noches llenas de amor y magia,  con cuerpos de  varones que con sus besos embriagaban.
Pensaba, en que pienso mucho y es mejor escribir las palabras, que como etéreas mariposas
volando,  den paz a tu alma.
Ve a descansar hijo, ve.
__Papá, sal de esto.
__Pensado en él, se me inflaman los sentidos en la piel. El recuerdo de sus caricias.
__La silente noche aparece ya cubriéndonos con su manto, vos aún sumergido en el pantano de tu llanto, no sufras más por ese ser que no te ha amado, aprende y déjalo ir a la dimensión de tu pasado, revisa tu interior y ve en vos por qué ha sucedido, fuiste responsable a la mitad de este desaguisado, enciende la luz de tu conciencia, ámate, valórate , renace, tu felicidad solo depende de vos, y ve en busca de un nuevo amor, en condiciones de igualdad, respeto, ternura, equilibrio y reciprocidad,  solo tienes una vida, disfrútala, crea tu destino y felicidad.
__
 No pude decirle a mi hijo que no soy capaz de nada, Pedro. Estaba preguntando en las orillas del sagrado, cuando bramó  el viento, arrancando esa luz, en tu ausencia.
Juncos de totora, se agitaban, en las cuatro estaciones del tiempo, todo se hacía rutina, golpeando el amanecer, en tu ausencia. Las canciones al viento  aran la tierra al brotar las semillas  en los crepúsculos de los recuerdos  contorneando dulces miradas, en tu ausencia. Cómo creer ese día a día, cómo entender los espasmos de los cielos, en el bullicio del mañana,
si la muerte me lleva en silencio, en tu ausencia.
Cuántos recuerdos pueden abarcar  el tiempo de una ausencia ahora que tu fotografía rompe el silencio de este instante.
Cómo puedo amarte tantas veces al sentir morir mi fragmentado corazón  y volver a amar intensamente tu figura ausente.
Tus ojos me invaden descarnadamente trayendo rutinas y ocasos, pero también  tu abrazo tan pasional y seguro me rodea de afiebradas noches y gozos.
Cómo puedo desearte y odiarte al mismo tiempo, de qué lado caerá la moneda de mi memoria
y será cara o cruz de este sentimiento que me ahoga. Tu voz se libera desde lo lejos volviendo a ser aquel susurro enamorado y al mismo tiempo ese estridente reclamo de momentos que ahora tengo tan cercanos.
Cuántos segundos ocupan una noche de desvelo ahora que sos el resultado del frío de mis manos. Por qué pueden ser largas las distancias y tan infinito puede ser el letargo, aun así yo te sigo añorando ahora en todo lo rechazado.
Por qué aquí puedo demoler tu imagen pero en este mismo instante volver a reconstruir todo lo que anhelo de vos,  todo lo que quiero olvidar de mí.
Cuántos recuerdos pueden abarcar  el tiempo de una ausencia el día después de un adiós.
En este momento deseo que seas la necesidad de sentir mi pasión, mi cuerpo se calcina al no sentir el roce de tu piel, me consumo por no sentir tus caricias por las cuales agonizo, ahora urge que vuelvas a quitarme esta agonía. 
Es de mucha identidad acariciar las ternuras del viento, las llamadas de los árboles que se mecen para ser escuchados en su soledad divina, pues guardan los secretos de aquellos que le sembraron y que hoy a muchos sin conocerles les brinda la sombra de la vida, es bonito encontrar la ternura del cielo cuando la luna se doblega ante el celeste tierno y se adueña del celeste gris, viéndonos y qué lamentable no detectar los rostros del mundo sin poder a ver la belleza que nos cubre, es increíble que no sintamos esa energía eterna que se nos pega despacito en cada poro, al hablarnos la mañana, la tarde y la noche en un solo canto con los segundos que se hacen música y danza en el alma, ese amor necesario para vivir con la felicidad de tener los ojos y usufructuar la inmensidad del mundo en una mirada, en las miradas de las plantas que bondadosas respiran por nosotros, de las olas de la mar que se apaciguan cuando caminando por las arenas es diletante escuchar los secretos descubiertos por las espumas de sus olas, que ya son dulces porque fueron tocadas por los pasos del destino, ese que nos ama y que vivimos.  Y sin embargo mi cielo desde que no estás es siempre gris, tengo frío, los árboles susurran y se lamentan, el viento cachetea mi rostro, el sol no me acaricia, no siento nada, todo muere a mi alrededor, como vos cielito, como yo sin vos.
Hay brisas íntimas que tienen su alquimia mágica sobre los sentidos y los deseos.
Aun siendo tus labios de cerezas,  si tu boca sabía a canela y café... yo me volvía loco de besos Si tu piel  olía a jazmines y rosas, mi corazón iniciaba el derretimiento de sus polos.
Tal vez si sabía a naranjas y ternura caía en hechizo profundo de caricias.
Quizá si hueles a toda la luna me siento poseído por lobos y grillos en procesión de besos por tus templos.
Si tus pechos saben y están perfumados  en esa tibieza sensual que envuelve sus copas, cómo se comprimen mis labios y dedos por la conquista de sus cimas.
O simplemente posees el aroma profundo y primaveral del amor, me derrito como miel pura, Pedro, cierro los ojos y lo siento, te siento mi amorcito precioso, te siento a mi lado, en mi cama, en mí, hoy, en presente.

Te imploro solo un instante, para poder ser felices, sé que transformaría un nuevo universo o moriría por vos si es necesario, porque jamás encontraré la manera de huir de las llamas de tus ojos, porque sin tu mirada me calcinaría y penetras mis labios.
Te suplicó solo un segundo,  tal vez correrías a mi lado cuando sepas el amor que provoca tu nombre en mi alma, si pudieras contar los latidos cuando escribo estas letras para vos,  son las memorias de mi alma, ojalá algún día leas estas simples letras que brotan de mi ser solo para vos y al empezar a leer te quedes inmóvil al saber que sos todo para mí.
Y si al leer estas letras se hace un nudo en tu garganta, imagina que me abrazas como si nuestras almas se fundieran en un solo ser y que tus ojos penetren mis labios y en un beso fundamos nuestras vidas, ten presente que si no me ofreces ese instante jamás podré volver nuevamente a tus brazos, porque habré muerto por tu amor.
Sobre tu tristeza vuelan los pájaros, que saben escribir en el cielo las palabras con sus alas, son palabras pensadas  para orientarse, y llegar donde te quise, puedo pedir que su vuelo
traiga, aquellas migas abandonadas, para tenerlas  en mi boca pensada, que tantas veces  ha trabajado  dentro de tu cuerpo...
Mis ojos se cierran sin poder volar, y necesito sentir aquellos pasos, que se acercan con los brazos  abiertos, nunca serán elevados como tus pestañas  al despertar. Si abres mi armario,
en él encontrarás unas alas, son las mismas que tienen los pájaros, para revolotear alrededor de tu naufragio.


Santiago de Chile.

 __ Gastón, tienes que comer algo, te lo digo en serio.  __ Daniela, la nana de Bruno, dejó una humeante taza de té en la mesa de la cocina, delante de  mí, antes de sentarse a mi derecha.

No necesitaba mirar para saber que Daniela tenía una expresión preocupada y apenada. La mujer adoraba a Camila. Todo el mundo lo hacía. Ninguno de sus amigos sabía que tenía cambios bruscos de humor. Ni que se mantenía alejada de casa a propósito. O que discutíamos por culpa del trabajo, pero no tenían por qué enterarse de todo eso en ese momento. Nadie tenía que hacerlo.
__Gracias. __Con dedos temblorosos, rodeé la taza aferrándome a su calidez __. Creo que me pondré a vomitar si huelo una taza de café más.

Una continua  procesión de amistades había desfilado por la casa durante toda la tarde y hasta entrada la noche. Ese era el primer momento de tranquilidad del que podía disponer, y en ese momento… en ese momento me preguntaba para qué lo había querido.  __ ¿Bruno?

__Duerme, me costó pero al fin pobrecito mi niño cayó agotado, pero no deja de preguntar por la mamá.
Gastón, hay algo que debes de saber ahora que ella no está, no sé si es el momento, pero quizá  te alivie, quizá sea lo mejor para todos ya que no tienes recuerdos.
__ ¿Qué cosa, Daniela?
__En vida de la señora prometí callar, le debo mucho, demasiado, estuve a punto de morir y ella me salvó, pero creo que tal vez te sientas mejor sabiendo al menos una verdad.
__ ¿Qué cosa, Daniela?
__ Soy la mamá biológica de Bruno.
__ ¿Qué? ¿Cómo? ¿Camila lo supo todos estos años y me lo ocultó?
__Lo siento, Pedro, pero sí, ella quería sentirse su mamá para siempre, de estar viva aceptaría seguir ocupando el sitio de su nana, pero no estando, creo que con el tiempo el nene debe de saber que soy su  mamá, además ya perdí demasiado.
__ ¿A qué te refieres? ¿Cómo mierda me ocultaron esto?
__No recuerdas nada, Camila quiso que fuera el hijo de ustedes solamente. Pedro, Bruno vive, pero no era el único, era un embarazo gemelar, pero su hermanita no sobrevivió, no alcancé a verla siquiera, casi muero en el parto, estuve días  en coma, y luego Camila me contó, eran gemelos, idénticos, pero la nena no sobrevivió, por eso quiero pedirte que vayas donde vayas, y hagas lo que hagas, no me apartes de Bruno.
__Cómo pudo… cómo Camila  pudo ocultarme algo así.  ¿Se parece al padre? Porque de ti no tiene casi nada.
__Sí, es igual al padre, la señora era extraña a veces, pero yo no puedo juzgarla, me salvó la vida y creo que al nene, yo no supe hasta días después que solo vivió Bruno, y ella no me separó de él, no puedo culparla por haber deseado sentirse la mamá, sabía que ella no podía darte hijos y que tú los querías, pero bueno, toma el té, debería ayudar a relajarte, el día ha sido eterno. ¿Te apetece algo de comer?

Negué con la cabeza. Lo último que me apetecía era comer. Se me revolvería el estómago si lo intentaba. Agité una mano y parpadeé para contener las lágrimas que amenazaban con derramarse. No pensaba ceder al impulso. En ese momento no, ya me desahogaría cuando estuviera solo. En ese enorme dormitorio en el que estaba acostumbrado a dormir si compañía.
__No tengo hambre.  __Se hizo el silencio en la cocina. Sabía que Daniela no estaba de acuerdo, pero tenía un millar de cosas en la cabeza que nada tenían que ver con la comida __.Dios, Daniela. Tengo tantas cosas que hacer.

Daniela me cubrió la mano con la suya, que descansaba sobre la mesa.
__Hay tiempo de sobra para hacerlo, no corras.
__No. Si no me ocupo de todo, me volveré loco. __Me eché hacia atrás en la silla __. No puedo quedarme aquí.

__Tienes que tomarte un tiempo No puedes tomar decisiones ahora mismo.
__No. Esta casa fue idea suya. Vivir aquí… __, cerré los ojos con fuerza __.Ella tomaba todas las decisiones importantes de nuestras vidas amparada en mi enfermedad, en la falta de recuerdos.

__Era tu esposa de años y tú has pasado por mucho durante los últimos dos años con lo del accidente. Por supuesto que tomaba todas las decisiones. Es lógico teniendo en cuenta  tu historial médico.

Mi historial médico, la pérdida de memoria, había sido la excusa perfecta de Camila para ocuparse de la economía doméstica, para encargarse de que yo nunca estuviera solo, para escoger la editorial con la que trabajaba como colaborador independiente luego de hacer la carrera de periodismo porque no quise ejercer como abogado, por algún motivo, no quise retomar mi real carrera.
Debería haber insistido a la hora de que contara conmigo para tomar decisiones. Debería haber tenido un papel más activo porque así habría estado más preparado para lo que debería enfrentar. No sabía ni siquiera dónde buscar la póliza de seguro de vida.
El estómago me dio un vuelco y tuve que deshacerme de la bilis que había subido a la boca, me incliné sobre la mesa, apoyé los codos en ella antes de sujetarme la cabeza con las manos. Sabía que tenía que alejarme de esa casa lo antes posible. Llevaba meses sintiendo esa necesidad, pero la había desterrado por Camila. Porque  su vida estaba allí. En ese momento… en este momento ya no sé qué pensar.

__Aunque yo soy chileno, por algún motivo era Camila la que adoraba Chile, no yo. __Me dolía la cabeza. Esta noche no tomaré analgésicos. No cuando mi mente ya está abotagada.

Me pregunto cuánto hace que no veo a mis padres, ni siquiera lo recuerdo, deben saber todo, tengo que llamarlos.
__Gastón, es tu casa, no puedes irte sin más. La familia de Camila está acá ahora.
Se me escapó una risa sin querer.
__Su padre, y por algún motivo llevaban más de un año  sin verse, supongo que sabe que murió por los medios, ni siquiera ha llamado. Ese hombre apenas acepta que tiene un nieto, Daniela. No es la clase de familia que quiero para Bruno. __En mi opinión es preferible no tener familia y va para mis padres lo que digo, ni siquiera recuerdo sus rostros creo.

__Prométeme que no tomarás ninguna decisión impulsiva. Por favor. __Sus ojos castaños, rebosantes de preocupación se clavaron en mi rostro.

Daniela no lo entendería jamás. No entendería mi sensación de no pertenecer a ningún lugar, de sentirme extraño entre los supuestos amigos, una sensación que llevaba mucho tiempo enquistándose en mi interior. Que lleva atormentándome desde el accidente. Y esa noche no era el momento para explicárselo.
Daniela me dio un apretón de manos.
__Te lo prometo. Ahora mimo no puedo pensar con claridad. __Se levantó y se llevó la taza de té, que no había probado, al fregadero __.Necesito llamar a mis padres, echarme un rato.
Gracias por todo lo que has hecho hoy. No sé cómo me las habría apañado sin ti.
Daniela se puso de pie y me colocó las manos en los hombros.
__ ¿Te las arreglarás bien esta noche? Bruno ya está dormido en su cama, pero podría llevármelo a la mía si necesitas estar solo y tranquilo un rato.

Miré la escalera que conducía a la planta alta de la casa, donde mi niño de cinco años estaba dormido, y después negué con la cabeza. Todavía no le he contado la verdad. No quiero que se entere por los vecinos.
__No, gracias. Tengo que quedarme con él por si despierta, estaremos bien.
__No dejes de contar conmigo para lo que necesites. Que no se te olvide, si necesitas algo, solo tienes que llamarme.
__Gracias. __Daniela se obligó a esbozar una sonrisa forzada.

Tras darle un fuerte abrazo, se dirigió a su habitación en planta baja. Nada más escuchar la puerta al cerrarse, me volví y contemplé la casa vacía. Estaba solo, totalmente solo. Ningún coche llegaría a mitad de la noche. Camila no entraría a paso vivo por la puerta de la guardia o de correr, disculpándose por haber perdido otra cena. No volvería a ver su cara ni volvería a sentir sus abrazos. Da igual que fuera una esposa espantosa, era mi esposa. Y ya no estaba, a partir de este momento solo estaríamos Bruno y yo.
Exhalé un trémulo suspiro. Desterré el dolor que amenazaba con abrumarme de nuevo, y aunque casi era medianoche, sabía que me resultaría imposible dormir, bien o mal.

“Hoy escribiré en tinta de lluvia tu nombre, las letras se esconden, se escabullen en un destello garabateado, no entiendo aún por qué huyen.
Intentaré colorear los olvidos, calcarlos de aquel gris de cielo y pintar así la indiferencia de un adiós con duelo. Crearé un perfume de lluvia que impregne por siempre la almohada, con trocitos de nube y rosas de mustios pétalos deambulando en mi cama.
Recogeré lágrimas tristes y sonrisas vertidas en goteros de amargura lluviosa, quitándole a las olas la algarabía de sus almas.
Gritaré los aún te extraño, al canto de sirenas amargadas y silenciadas, de oro su llanto, el universo se duele de su pena.
En tinta de lluvia escribiré tu nombre, acaba mi vida, inicia el amor que no te olvida, rayos de viento adornan tu feroz abandono”.

__!Hola! __respondió la voz en la casa de Valparaíso, el número estaba en la mesa de noche, en los contactos de Camila.

__Con mi madre, por favor, habla Gastón Guerrico.
__Equivocado, adiós.
__Espere, no. Viven mis padres allí, disculpe, pero llame a la dueña de casa, por favor.
__Lo siento señor, soy la casera, esta casa está desocupada desde hace años, mis patrones viven en Europa y no tienen ese apellido.
__Pero…, no puede ser. Yo…

Me dejé caer en el sillón. Mis padres no existen o no viven donde ella dijo, y yo no recuerdo nada, pero nada.


¿Quién mató el amor, Camila? ¿Acaso fue la ausencia de besos o las palabras en exceso,
que poco a poco ocuparon los reproches  donde antes tenían lugar los labios salivando las pasiones?
Tal vez fueron los silencios que se llevaron las respuestas, acostumbrándose a la ausencia
de las palabras, las caricias gastadas, mirarse sin verse, escuchar sin oírse, dejar de sentirse, embebidos en la rutina y el hastío como carnada.
Poco a poco el orgullo dio lugar a un ego empoderado, la comprensión y la paciencia ya no caminaron de la mano,  las miradas hostiles se clavaron como dardos en el pecho,
crítica y censura acunaron la mentira, que se instaló como verdad creyéndose a ella misma.
Ya la magia no nos sorprendía enredándonos las sábanas, ni eran nuestras cómplices las
madrugadas, se nos oxidó el amor, cuando le dio paso a la costumbre, naturalizamos lo
injustificable, cobijamos el apego, dejamos de hacer del amor un arte. Y en nombre del amor...
nos olvidamos de amar (nos).
___

Me dirigí al estudio de Camila mientras me frotaba los brazos para mantener a raya el temblor del día de agotamiento. Una vez allí, me tensé tras el escritorio y dejé que la mullida tapicería de cuero envolviera mi dolorido cuerpo. Con dedos temblorosos, acaricié la madera oscura.
Recorrí la estancia con la mirada, una alta estantería decoraba una de las paredes. Las baldas estaban llenas de tomos de medicina, desde el suelo hasta el techo. La pantalla del ordenador parpadeaba en el tramo más corto del escritorio con forma de ele. Una foto de un sonriente Bruno, tomada en verano, me miraba.
El estudio de Camila, las cosas de ella.
Casi nunca había entrado allí porque era su habitación privada. Una extraña sensación, muy inquietante se apoderó de mí mientras estaba sentado en su sillón.
Encendí la lámpara de Tiffany situada junto al teléfono y me puse a ojear las cartas dejadas en el rincón del escritorio. Esa tarea tan mundana consiguió distraerme de los detalles de los que todavía tenía que encargarme y calmó mis destrozados nervios.
“Dos cosas en pocas horas, me ocultabas la maternidad de Daniela, y mis padres no existen o nunca vivieron en Valparaíso, ¿qué sucedió Camila? No recuerdo nada, era tú mi mente, mis ojos. ¿A quién le pregunto ahora?”

Facturas, la renovación de la suscripción a una revista médica, una carta que nos aseguraba que habíamos ganado un millón de dólares en un juego de azar. Tiré el correo basura en la papelera que tenía junto a la rodilla y clasifiqué el correo profesional en un montón y el correo personal de ambos en otro.
Fui a coger el abridor de cartas que solía estar en el lapicero, pero no lo vi. Abrí un cajón y rebusqué en su interior, y,  al no encontrarlo, procedí a hacer lo mismo con otro cajón.
“Tu ropa…  le diré a Daniela que la quite, que la done, no puedo con ella.”

Lo localicé al fondo del tercer cajón  junto con otra carta sin abrir. Mené la cabeza mientras una sensación  melancólica acrecentaba mi tristeza.
Seguramente Bruno había metido esas cosas allí. Siempre cambiaba todo de lugar y guardaba cosas donde no debía pero cómo reprenderlo si es un sol, con esos ojazos que penetran al alma, canela y  café, con esa sonrisa. Camila sí, siempre se molestaba cuando le cambiaba las cosas de lugar.
Claro que ya nadie tendría que preocuparse por ello nunca más.
Con más tristeza si cabía, abrí la carta, y miré la factura que tenía en la mano. Fruncí el ceño al ver mi nombre. Tomé el sobre que acababa de abrir. Aunque la dirección a la que iba dirigida era la de la consulta médica de Camila, era evidente que se trataba de una factura por el tiempo que había pasado yo en el hospital después del accidente. Un cuadro de balance mostraba que aún se debían diez mil dólares.
Camila me dijo que el seguro lo había cubierto todo. Al leer la carta con más detenimiento, me di cuenta de que no era la factura de un hospital, sino de una clínica privada.
¿Una clínica privada? No podía ser. Yo había estado algo más de una semana en un hospital. Cinco días en coma en terapia, otros tres antes de que me trasladaran a planta y después cinco más en la sala de recuperación de cirugía para recuperarme de las heridas.
Miré la factura una vez más.
Buenos Aires.
No, tampoco podía ser. Al accidente sucedió en la cordillera, acá, del lado chileno cerca de Viña del Mar. Volvía a casa tras asistir a una conferencia en el sur, regresaba a Santiago, mi periódico había cubierto el evento. Yo jamás he estado en Buenos Aires. Me trasladaron de urgencia a Viña. De allí  en avión sanitario a Santiago.
Las fechas de la factura también estaban mal. Cubrían más de dos años.
Me temblaron las manos  al dejar la factura en el escritorio. No recuerdo nada de eso. Tuve un mal presentimiento.
Informes médicos. Camila era muy meticulosa con sus archivos.
Me volví hacia el archivador y revisé las carpetas en busca de una con mi nombre.
Nada.
Abrí el segundo cajón.
Impuestos, información catastral sobre la casa y revistas médicas a las que estaba suscrita. Esa mujer incluso tenía una carpeta con todas sus notas, desde el instituto hasta la universidad. Era una obsesa del orden absoluto.

“Pero ¿dónde están los documentos referidos a mí? Si hasta está la historia clínica de su madre con Alzheimer desde el inicio de la enfermedad hasta su muerte”.
La impaciencia se apoderó de mí, así como una mal presentimiento que no quiero reconocer. Mierda, ni siquiera sé dónde está mi suegro, si sabe que ella murió.
Abrí el tercer cajón de un tirón y respiré aliviado al ver las carpetas con la información médica de Camila, del nene y la mía.
Sí, todo estaría allí.  Alguien se había equivocado y le había enviado esa factura a la persona equivocada.
Abrí mi carpeta y la dejé sobre el escritorio, tras lo cual comencé a examinar el montón de papeles.
La petición de que me pusieran puntos en el pie cuando pisé un cristal roto el mes pasado. Un reclamo dental de cuando tuvieron que hacerme un tratamiento de conducto el verano anterior.
Informes médicos del doctor Olazábal, el neurocirujano que me había estado atendiendo desde el accidente.
Documentos y evaluaciones que se extendían durante los últimos dos años de mi vida, y nada más.

Ningún informe de la adopción de Bruno, ninguno del nacimiento, ni de Daniela, ni de la muerte de ese gemelo idéntico. Nada sobre mi estancia en el Hospital Nacional de Chile, donde me habían tratado después del accidente.
No. En esta carpeta hubo de colocar lo de menor importancia. La documentación principal debe de estar en otra carpeta, seguramente es así. Algo separado marcado como importante o como Bruno y accidente. Cerré el cajón e intenté abrir el último. No pude.
Volví a tirar, pero en ese momento me di cuenta de que estaba cerrado con llave.
Rebusqué en los cajones del escritorio para encontrar la llave. Una extraña sensación de urgencia me instaba a seguir. Probé toda llave que llegó a mis manos, ninguna encajaba. Tragué saliva para deshacer el nudo que tenía en la garganta, busqué por los estantes. Antes había vaciado la caja de seguridad, allí no estaba.
Ni rastro de la llave.
Se me subió la sangre a la cabeza, intensificando el dolor punzante que sentía alrededor de la cicatriz.
Corrí al dormitorio que tan poco habíamos compartido, y abrí de un tirón los cajones del vestidor, rebuscando entre calcetines, y ropa interior, camisetas viejas.
Tenía que estar en alguna parte. Era imposible que hubiera tirado o perdido esa llave después de cerrar el cajón. Mis dedos acariciaron las prendas de algodón hasta que por fin dieron con algo metálico, frío.
Se me formó un nudo en el pecho al sacar el llavero del fondo del cajón. Dos llaves relucían a la mortecina luz, una más grande que la otra.
Regresé al estudio con piernas temblorosas y me arrodillé delante del archivador.
No la abras. Olvídate de la llave, olvídate del cajón, olvídate de esa ridícula factura, nada bueno puede surgir de esto. Ya has pasado suficiente por hoy, me dije.
Tragué saliva para deshacer el nudo que tenía en la garganta. Antes de poder cambiar de idea, giré la llave en la cerradura. El cajón se abrió con un chasquido.
En el interior había una caja metálica, alargada. La dejé con cuidado en el escritorio antes de volver a sentarme en la silla y secarme el sudor de las manos con las perneras de los pantalones.
La segunda llave entró en la cerradura de la caja con seguridad y fácilmente.
Inspiré hondo y levanté la tapa.
El interior estaba lleno de informes médicos, evaluaciones y facturas. Saqué cada papel por separado para leer las fechas y el contenido.
Todos hacían referencia a una clínica privada en Buenos Aires. Todas mencionaban fechas que iban desde hacía cuatro a dos años atrás.
Según esos documentos, yo había estado en coma casi  dos años no cinco días. El nene fue adoptado teniendo un año, mientras yo estaba en coma.
Cerré los ojos. Era imposible. Había sufrido un accidente, Daniela había tenido tres hijos por cesárea hacía cinco años en Buenos Aires, pero yo no recuerdo nada de nada, y dice el historial que solo vive Bruno.¿ Por qué ella solo nombró hoy  a dos, gemelos idénticos?, ¿por qué no al tercero aunque se encuentre muerto? Qué mierda pasa, ¿cuándo estuvieron ella y Camila en Buenos Aires?, ¿yo?
Camila me había contado todo, tantas veces, la adopción de Bruno en Chile y cómo lo habíamos elegido que ya me parecía verlo, lo imaginaba perfectamente, me llevó al hogar donde estaba viviendo Daniela con el nene, antes de traerla a casa.
Se me llenaron los ojos de lágrimas. Volví a mirar los documentos mientras mi cabeza se debatía entre lo que me habían contado y los hechos que tenía delante.
No había fotos, no había fotos del embarazo de Daniela en ninguna parte de la casa. Camila me había explicado que se debía a que ella detestaba verse embarazada y no quería recordar ese momento con ese aspecto.
¿Había dicho Daniela la verdad? ¿Por qué justo hoy? ¿Cómo confiar en ella?
Sin embargo, tampoco hay fotos mías con el nene de un año en brazos, ni en cada cumpleaños, ni cuando dio los primeros pasos, ni de  una mema. Había creído a Camila cuando me dijo que se me había olvidado la cámara ese día, pero ¿y cada cumpleaños hasta los dos últimos? ¿Por qué solo aparece con ella?
Corrí al salón, saqué los álbumes de fotos de la estantería y comencé a hojearlos.
Camila acunando a un Bruno de un año, ella bañándolo. Ella dándole de comer sus primeros alimentos sólidos. Ella sonriéndole en su primer cumpleaños.
¡Dios mío!, pensé, lo tuvo siempre a su lado, lo vio desde recién nacido, mienten las dos. En todas las fotos aparece con Camila. No había ni una sola foto de Bruno y de mí hasta después de su tercer cumpleaños, o quizá del cuarto.
El pánico me atenazó.
Siempre había supuesto  que yo no estaba porque era el que hacía las fotos, eso había dicho ella. Nunca me había planteado otra posibilidad.
Me froté con una mano la losa que corría ciñendo el pecho, intenté encontrar una explicación lógica a todo eso. No pude.
Camila era médica. Era mi esposa. Había creído en su palabra. Nunca se me había pasado por mi cabeza no hacerlo.
¿Por qué? ¿Por qué me había mentido?
“No. No, no podía ser  verdad”, me dije.

Aunque las piernas amenazaban con flaquearme, regresé al estudio. Clavé la mirada en la evaluación de un neurocirujano cuyo nombre desconocía.

“Daños en la corteza lateral del lóbulo temporal anterior como resultado de un fuerte traumatismo. Pronóstico: pérdida de memoria, posiblemente irreversible y permanente.”
Pérdida de la memoria permanente. Coma. Dos años o más.
Ahogado en lágrimas, seguí leyendo los informes.
Se me cayó el alma a los pies al ver la firma de Camila en varios documentos. Había sido una de las médicas de la clínica privada de Buenos Aires.
Concretamente, el médico que me atendió.
“No, no, no”, me repetí.

Jamás le habrían permitido a mi esposa que supervisara mi recuperación. Jamás, eso lo sabe todo el mundo. Ni  en un millón de años, ni aunque su padre juez lo pidiera. Yo sin ser médico conozco las reglas, el código de ética, no es posible.
Sentí un reguero de sudor que me bajaba por el cuello, hasta empaparme la espalda. Tenía que haber una explicación. Algo. Cualquier cosa.
Nada era como yo lo sabía, como ella lo había contado, nada coincidía, nada.
Saqué cada uno de los documentos que contenía la caja, impulsado por la frenética necesidad de saber la verdad.
Mi mente era un hervidero de preguntas y de recuerdos que ya no sabía si eran ciertos o inventados por los dichos de ella. Cuando saqué el último papel de la caja, creí que el suelo se abría bajo mis pies.
Me fallaron las piernas y me dejé caer en el sillón. En el fondo de la caja había una foto. Se me atascó el aliento en la garganta. Con dedos trémulos, saqué la foto al tiempo que sentía una punzada en el corazón.
Era la foto de una niña, de unos cinco años al igual que Bruno...  Estaba sentada en una barca. El agua relucía a su espalda, era un río. Los árboles brillaban lejos. La cara de la nena me resultaba inquietamente familiar. Tenía una melena rizada, de color castaño claro, y los ojos color miel.
Mis propios ojos. La misma forma, el mismo tamaño, el mismo color… exactamente los mismos ojos que yo veía todos los días al espejo, pero más aún, la misma sonrisa, los labios gruesos, los hoyuelos en las mejillas, en la barbilla, el pelo.
¡Dios mío!
Me quedé sin aliento. Y en un recóndito lugar de mi interior supe que esa niña solo podía ser… mi hija.
¿Camila y yo éramos los padres de los chicos y había abandonado por algo a la nena?
¿A dónde estaba ella?
¿Quién era entonces Daniela?
En el mismo instante supe, que tenía que viajar…  a Buenos Aires.


Bs. As.

Guillermo se enrolló una toalla alrededor de la cintura mientras atravesaba la suite, tras coger el mando a distancia que estaba en la cama, encendió el televisor y se pasó otra toalla por la cabeza mojada al tiempo que cambiaba de canal en busca de las noticias de la CNN.
Aunque el agua seguía corriendo en la ducha, no bastaba para ahogar la voz. No estaba de humor para nada, lo único que le apetecía era una taza de café negro sin azúcar. Pensó en llamar al servicio de habitaciones, se maldijo por lo bajo por haber hecho caso a su hijo, por esa noche o rato echado a la nada junto a Franco Nazarre, un profesor de la cátedra, uno más, una vacación en su dolor, una sonrisa congelada  en un rostro desconocido, olvidable, el caos que vio en la televisión lo distrajo del room service y de Franco antes de poder moverse.
En la pantalla se veían luces y personas corriendo de un lado para otro bajo el aullido de sirenas. Un periodista narraba las noticias del día anterior mientras Guillermo se sentaba en la cama y veía el reportaje sobre el accidente aéreo que se había producido el día anterior en el vuelo Buenos Aires, Santiago de Chile.
El corazón le latía con fuerza. Le sudaban las manos allí donde sujetaban con fuerza la toalla. Era como ver de nuevo el accidente aéreo de Pedro cuatro años atrás. El recuerdo le provocó el nudo en el estómago y una punzada tan dolorosa que le llegó a lo más hondo.

El tono del móvil lo volvió a la realidad  con un sobresalto. Se puso de pie sin desprender la mirada de la pantalla al tiempo que se pasaba una mano temblorosa por la cara y sacó  el teléfono del bolsillo del saco que había dejado en el perchero.

__Beto.
__Mierda __dijo la voz ronca de Alberto, con evidente preocupación __. El susto me ha robado diez años de vida. Llevo horas llamándote. ¿Has visto las noticas?

Guillermo era incapaz de apartar los ojos de la pantalla.
__Sí, acabo de enterarme.
__ ¿Dónde estás?
__En un hotel, en el interior.
__!Gracias a Dios! Creía que tenías un vuelo programado a Santiago.
__ Supuestamente sí. Sonia cambió la reunión a último momento. __  En ese momento captó la compañía aérea y el número de vuelo cuando el periodista lo repitió y tuvo que tragar saliva para deshacer el nudo que se formó en la garganta __.Dios, era mi vuelo.

__ ¿Estás bien entonces?
__ ¿Qué? __A Guillermo le costaba pensar. __Sí, bien.

__ ¿Cuándo vuelves?
__Estoy en Córdoba, esta noche supongo. Pero esto va a asustar mucho a Malena sobretodo, Beto ve a casa de Amalia, está con ella y con Agustín, Fabián tenía que ir con Valeria a otro sitio.
__Sí, claro, espero que puedas conseguir vuelo a Bs. As. Guille, sabes que nunca entendí esa relación tuya con la familia de Pedro luego de…, nada. Llámame antes de salir.
__Lo haré. Nos vemos.
Malena es de los dos, ellos son los abuelos y el tío, son  todo lo que ella tiene de Pedro, y además me quieren, y yo aprendí a quererlos, Beto, sobre todo a Agustín.
Cuando Pedro moría, ellos estaban llegando a Bs. As. en otro vuelo, no pude no sentirlo una señal, es una herencia de amor, una herencia…  de Pedro.


CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.

CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO, ESCENAS EXPLÍCITAS.


14 comentarios:

  1. Ana María Qué sorpresa bella. Muchas gracias amiga, feliz día

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  2. Beatriz, qué linda es, lloro, pero divina. Muchas gracias . Feliz día, saludos.

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  3. Marcela Gracias por tu bello trabajo, qué trama, qué lío hiciste, beso.

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  4. .Matías.. Precioso, súper interesante, lo voy a leer otra vez, gracias un saludo

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  5. Veronica Lorena Piccinino muy lindo. Este capitulo me llegó al alma. Saludos

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  6. Uyyy Eve , qué lío tremendo...Espero que todo se pueda ir aclarando y sería buenísimo que Pedro comenzara a recordar...

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    Respuestas
    1. ALI, ESTOY BLOQUEDA, DEJO LA CÁTEDRA, LLEGAN ÚLTIMOS DE ACCIDENTE PARA RETOMAR ENIGMA, LO QUE ENTIENDAS DE ESTA PREGUNTA, HASTA YA, PEDRO ANTES ESTUVO DOS AÑOS SIN MEMORIA POR EL TUMOR, QUE SE UNE A UNA ACTUAL POR UN SUPUESTO ACCIDENTE A´ÉREO QUE CREE GUILLERMO Y NO FUE, NO SALIÓ DE ALLÍ, PERO LA PÉRDIDA DE MEMORIA HOY ES Y SIGUE, SOLO QUEW APARECIERON LOS CHICOS Y DANIELA, MADRE BIOLÓGOCA O CAMILA? NO MLO SÉ, PRONTO ESPERO REGRESA A BS. AS. TRANQUILA, MÁS NO TE DIGO, SOLO QUE ESTÁ LA CÁTEDRA, NO TE ENOJES POR LA PRESENCIA, EN BREVE EL VIAJE SI ME SUGE NORMITA NO SE ENFADE, Y ÚLTIMOS DE ACCIDENTE, BESO.

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