“EL VIAJE”
Capítulo 132.
28 de julio de 2016.
“Ven a dormir conmigo, no haremos el amor.
El amor, nos hará”. Julio Cortázar.
El amor, nos hará”. Julio Cortázar.
“Te
quiero como para escuchar tu risa toda la noche y dormir
en tu pecho, sin sombras ni fantasmas, te quiero como para no
soltarte jamás”. Mario Benedetti.
en tu pecho, sin sombras ni fantasmas, te quiero como para no
soltarte jamás”. Mario Benedetti.
CAPÍTULO HOMENAJE ANIVERSARIO SEXTO DE
FARSANTES.
Nordelta.
Los
trillizos, a pesar de papá, jugaban en el interior del corralito
localizado en un rincón del living.
Guillermo
sonrió a pesar de su disposición cuando su niño se estremeció y se asustó ante
el rebote inesperado de una pelota mientras sus hermanas ni siquiera apartaron
la vista de las muñecas. José no lloró, sino que siguió con la vista el recorrido
de la pelota hasta que se detuvo. Volvió a sujetarla y a lanzarla, sin obtener
el mismo resultado. Que no llorase agradó a Guillermo. Luego sujetó un cubo con
ambas manos estudiándolo con expresión reconcentrada y lo atacó con las encías
como un león royendo un hueso, achinaba los ojos y aplicaba fuerza con
tenacidad.
“Es
increíble que siendo igual a Pedro cuando te enojas te mimetices conmigo”, se dijo Guillermo.
Se
puso de pie y lo levantó, sus niños estaban cortando los dientes y les
molestaban las encías, se había asustado de más con las líneas de fiebre que
detectó, y el llanto inesperado,
cuando la mirada de las nenas pareció
reprocharle dejarlas, el veintidós de
octubre sería la gran fiesta de cumpleaños.
__Qué
fiesta la ronda de niños, qué lujo es verlos jugar, sentir el amor en sus
manos, cuando rondan al lado del mar. Se ríen mirando sus ojos, es serena su
música, la paz escolta sus almas,
son pasos en la arena al bailar. Las niñas hacen un giro, danzan al compás de las olas del mar, navega un perfume hermoso de algas y flores que sube en la piel, y se va con el mar.
son pasos en la arena al bailar. Las niñas hacen un giro, danzan al compás de las olas del mar, navega un perfume hermoso de algas y flores que sube en la piel, y se va con el mar.
Los
niños brincan sin par, realizan piruetas de ensueños se apuestan quien llega
primero, ellas le ofrecen un beso. Que tibio está mi mar, unido al sol cantará un tema nacido del
juego, un tema que habla del mar. Crecerán sanos y nobles, sus bellas sonrisas
gritarán, cuidemos nuestro mundo protejamos nuestro mar. Niños y niñas vivirán
en la tierra de nuestros ancestros cultivando sus tradiciones, su primera meta
es amar, amar de donde vienen, de la
tierra y el mar. Nuestro Dios los cuida
en el cielo y sus padres por ellos lucharán,
mientras tanto jugarán en sus aguas,
reirán y danzarán a la orilla del mar.
__!Papá!
__gruñó Francesca y Guillermo se acercó a cantarles su canción__. Dulce nana,
la niña duerme, es hermosa su bella tarde, una mañana duerme en sus ojos,
cuando la noche limpia su cara. Ríe tu aroma en una sonrisa, toma tu mundo en
su melodía, risa que toma la miel del alma, duende bebé la frente alta. Sol que
se posa en sus mejillas, rosado el dulce de sus caricias, juego en ti, te hago
cosquillas, ven a mis brazos mi maravilla.
__!Qué
bonitos los cuatro! __susurró Pedro al oído abrazando a su esposo.
__Apúrate
que ya llegan los abuelos y tengo que terminar de acicalarme __susurró tratando
de mantener el control, tantos años y su esposo le despertaba el mismo deseo
febril cada vez que entraba en su campo de energía __. No me hace gracia
dejarlos fuera de casa a todos.
__Vale
amor, que son los abuelos y quieren tenerlos, tenemos demasiado trabajo, son
solo un par de días o algo más. Además el pobre Fabián no puede con sus huesos
con la gripe que tiene.
__Pedro,
Belén apenas ha salido del castigo, temo que
haga de las suyas. Y mi hijo mayor como siempre fuera de oportunidad,
enfermar justo ahora.
__Ya
Guiiermo, no otra vez, tu hija está sana, ya hablaste con la psiquiatra y su
pediatra, termina con esa borrachera casual.
__!
Casual! _remarcando las palabras.
__Casual
Graziani, ya con eso, que tuvo su
castigo.
__Además
no entiendo qué pasa con Gaby que no pudo sacar de en medio a ese cliente, sabe
que estamos con el juicio de estos
asquerosos pedófilos, no podemos con todo _ gruñó.
__Mi
amor, entiende, hay clientes y clientes, ella quiere regresar a
casa con los chicos, estamos complicados, no te preocupes, iré una hora,
despacharé a ese pesado y ya _ dijo Pedro levantando a Barby y besándola por
todos lados.
__Y
ya nada, no me gusta estar en audiencia solo, esto lo hacemos juntos.
__Vamos
Graziani. ¿Supersticioso ahora que me necesitas pegado en un juicio? Anda, ve y
cómete a esos defensores inútiles, yo iré al estudio y antes que me extrañes estaré en la sala.
__Una
hora, no más.
__Menos.
“¿Qué hiciste para que después de tanto
tiempo juntos, cada vez te necesite más y no pueda vivir sin vos?”, me
preguntó Guille después de estar
mirándome un rato así… como miran los
tercos cuando algo se les mete en la cabeza. “Lo mismo que me hiciste
vos a mí”, le respondí, ni lerdo ni perezoso. Es que muchas veces estuvo a
punto de descubrir mi secreto, pero eso de andar revelando el cómo aparecen los
conejos en la galera, no. Quizás en un futuro a mis hijos.
Yo le llamo la sobre exposición, y vaya que surte efecto. Aquí va la explicación, los pro y los contra pero que es efectiva… lo es. Lo descubrí (al efecto de sobre exposición) tiempo después de haberme peleado con mi primera novia, años antes de Camila. Bueno, a decir verdad, en ese momento yo lo vi más como un defecto a corregir, que un ardid para enamorar hasta la locura a alguien. Pero con el tiempo lo entendí. A ella (mi primera novia), gracias a mis hormonas incandescentes, los celos descontrolados, la ignorancia en el tema del amor o lo que fuera, comencé a sobrecargarla de mí. Empecé a visitarla más y más seguido y junto a eso mis celos, el sentido de pertenencia o control y el amor romántico se incrementaron también hasta el punto en que no me soportó más y tras un año y algo de noviazgo, me asestó un patadón en el trasero, metafóricamente hablando aunque en realidad le hubiese encantado dármelo, y no me quiso ver hasta años después, poco antes de encontrar a Guiie.
Con el tiempo entendí, la sobre exposición para que cause efecto completo y deseado tiene que ser equilibrada. Explico: Es un poco de atención y demanda, celos y flirteo, romanticismo y psicopateo de alta escuela, horas juntos y demanda constante, y otras cosas más. Con mi primera novia me excedí con los celos y el control, y digamos también, gracias a la efervescencia de la adolescencia y un toque de violencia verbal. Así la cansé antes de que pudiera colonizar su voluntad, estuve a un paso, en la orilla, pero fallé.
Cuando conocí a mi segunda novia, ya había perfeccionado el temita de las equidades y estaba listo para experimentar a otro nivel. Era una persona de hogar, medida, de hábito medio, sensible e inseguro, y me afilé los dientes. La visitaba dos veces por semana al principio y poco a poco aumenté la dosis a niveles extremos. Era de ir a dormir a las nueve, diez p.m. como más, entonces la empecé a llamar a las diez para darle un beso por teléfono, luego a las once, una de la madrugada y ahí escalé a otro estadio: Una noche pasé a buscarla a las cuatro de la mañana para que juntos fuéramos a ver la salida del sol a la playa. Vi que mi plan marchaba bien cuando ella me llamó una noche a las dos de la mañana porque yo no la había llamado aunque habíamos estado juntos en su casa hasta tarde. Varias veces la desperté con un desayuno, flores, bombones, un pasacalle y por otro lado le cuestionaba sus compañeros de trabajo, sus amistades, no abiertamente por supuesto, su familia, etc. En dos años ya estaba enferma y juraba que se mataría si la dejaba, cosa que hice, por otra parte, pues me aburrí de ella. La sumisión y dependencia habían llegado a niveles insoportables para mí. Con el tiempo se recuperó.
A Guiie lo conocí por casualidad, ¿causalidad? y sabiendo que la teoría de la sobre exposición, mi teoría, era eficaz, solo me dejé llevar. Años de machaque psicológico de alto vuelo, sin fisuras, y ahí estaba totalmente enamorado o dependiente que para el caso es o da lo mismo, y esa mirada de cachorro enamorado. Yo solo hago lo mío, cada tanto un toque de enojo, amenazas de pronta partida si no… inculcar en su mente lo que yo quiero que germine como pregunta que obviamente yo puedo contestar, ¿quién más? Y unos “te amo” cada tanto con sutiles toques románticos.
Toda teoría tiene por lo menos un lado oscuro y esta lo tiene. Si uno no sabe salirse a tiempo corre el riesgo de la sobre exposición reflectora, es decir: Uno sobre expuso su impronta y carácter ante otra persona, y esta reacciona en consecuencia pero… tantos años pueden generar en vos reacción de haber recibido sobre exposición de alguien. El típico caso del cazador cazado. Así que cuidado, hay que tener todos los flancos cubiertos y ¡voilá! Enamorada/do de vos por siempre. La persona te necesita como a su sangre, ya no sabe vivir sin vos, se enferma sería el correcto diagnóstico. Sin amigos, sin relacionarse demasiado con sus parientes, sin expectativas personales, ¿qué le queda? Vos, y eso la obsesiona a tal grado que formas parte de ella y ella empieza a creer que sin vos no puede vivir. La teoría de la sobre exposición ha vencido.
Con Guiie llevamos juntos años y él depende pura y exclusivamente de mí. Yo lo extraño un montón cuando no estamos juntos. ¿Lo extraño un montón…? No tengo amigos, hace rato que no me visito con parientes y estoy peleado con casi todos mis compañeros de trabajo… Maldición… ¿Dónde está Guiiermo? ¡Guiie!”
Yo le llamo la sobre exposición, y vaya que surte efecto. Aquí va la explicación, los pro y los contra pero que es efectiva… lo es. Lo descubrí (al efecto de sobre exposición) tiempo después de haberme peleado con mi primera novia, años antes de Camila. Bueno, a decir verdad, en ese momento yo lo vi más como un defecto a corregir, que un ardid para enamorar hasta la locura a alguien. Pero con el tiempo lo entendí. A ella (mi primera novia), gracias a mis hormonas incandescentes, los celos descontrolados, la ignorancia en el tema del amor o lo que fuera, comencé a sobrecargarla de mí. Empecé a visitarla más y más seguido y junto a eso mis celos, el sentido de pertenencia o control y el amor romántico se incrementaron también hasta el punto en que no me soportó más y tras un año y algo de noviazgo, me asestó un patadón en el trasero, metafóricamente hablando aunque en realidad le hubiese encantado dármelo, y no me quiso ver hasta años después, poco antes de encontrar a Guiie.
Con el tiempo entendí, la sobre exposición para que cause efecto completo y deseado tiene que ser equilibrada. Explico: Es un poco de atención y demanda, celos y flirteo, romanticismo y psicopateo de alta escuela, horas juntos y demanda constante, y otras cosas más. Con mi primera novia me excedí con los celos y el control, y digamos también, gracias a la efervescencia de la adolescencia y un toque de violencia verbal. Así la cansé antes de que pudiera colonizar su voluntad, estuve a un paso, en la orilla, pero fallé.
Cuando conocí a mi segunda novia, ya había perfeccionado el temita de las equidades y estaba listo para experimentar a otro nivel. Era una persona de hogar, medida, de hábito medio, sensible e inseguro, y me afilé los dientes. La visitaba dos veces por semana al principio y poco a poco aumenté la dosis a niveles extremos. Era de ir a dormir a las nueve, diez p.m. como más, entonces la empecé a llamar a las diez para darle un beso por teléfono, luego a las once, una de la madrugada y ahí escalé a otro estadio: Una noche pasé a buscarla a las cuatro de la mañana para que juntos fuéramos a ver la salida del sol a la playa. Vi que mi plan marchaba bien cuando ella me llamó una noche a las dos de la mañana porque yo no la había llamado aunque habíamos estado juntos en su casa hasta tarde. Varias veces la desperté con un desayuno, flores, bombones, un pasacalle y por otro lado le cuestionaba sus compañeros de trabajo, sus amistades, no abiertamente por supuesto, su familia, etc. En dos años ya estaba enferma y juraba que se mataría si la dejaba, cosa que hice, por otra parte, pues me aburrí de ella. La sumisión y dependencia habían llegado a niveles insoportables para mí. Con el tiempo se recuperó.
A Guiie lo conocí por casualidad, ¿causalidad? y sabiendo que la teoría de la sobre exposición, mi teoría, era eficaz, solo me dejé llevar. Años de machaque psicológico de alto vuelo, sin fisuras, y ahí estaba totalmente enamorado o dependiente que para el caso es o da lo mismo, y esa mirada de cachorro enamorado. Yo solo hago lo mío, cada tanto un toque de enojo, amenazas de pronta partida si no… inculcar en su mente lo que yo quiero que germine como pregunta que obviamente yo puedo contestar, ¿quién más? Y unos “te amo” cada tanto con sutiles toques románticos.
Toda teoría tiene por lo menos un lado oscuro y esta lo tiene. Si uno no sabe salirse a tiempo corre el riesgo de la sobre exposición reflectora, es decir: Uno sobre expuso su impronta y carácter ante otra persona, y esta reacciona en consecuencia pero… tantos años pueden generar en vos reacción de haber recibido sobre exposición de alguien. El típico caso del cazador cazado. Así que cuidado, hay que tener todos los flancos cubiertos y ¡voilá! Enamorada/do de vos por siempre. La persona te necesita como a su sangre, ya no sabe vivir sin vos, se enferma sería el correcto diagnóstico. Sin amigos, sin relacionarse demasiado con sus parientes, sin expectativas personales, ¿qué le queda? Vos, y eso la obsesiona a tal grado que formas parte de ella y ella empieza a creer que sin vos no puede vivir. La teoría de la sobre exposición ha vencido.
Con Guiie llevamos juntos años y él depende pura y exclusivamente de mí. Yo lo extraño un montón cuando no estamos juntos. ¿Lo extraño un montón…? No tengo amigos, hace rato que no me visito con parientes y estoy peleado con casi todos mis compañeros de trabajo… Maldición… ¿Dónde está Guiiermo? ¡Guiie!”
Y ese día comenzó el malentendido, y la
consiguiente pelea del momento.
DÍAS DESPUÉS.
__No Beto,
no insistas porque no iré esta vez, no soy yo quien debe de ceder _dijo
Guillermo suspirando.
__Papá, ya basta que hartan con lo mismo cada dos por tres.
Hace años que están juntos y siempre lo mismo, los celos.
__ No son celos, Pedro se pasó. Es la picazón
del séptimo año.
__No llevan siete años de casados, deja de
decir pavadas papá. __Mira vos, yo pensé
que el que se anduvo paseando por los pasillos de tribunales con el chico de
Rosario eras vos si mal no recuerdo _ le reprochó el hijo.
__ No iré,
prefiero morirme a ceder. __Beto, ¿lo viste?
__Estuvo en casa sí, y a decir verdad no
estaba muy bien. Ha perdido peso.
__ ¿Y cómo lo sabes vos?
__Porque lo levanté del piso en un abrazo, me
dio mucha alegría verlo y lo levanté como lo habría hecho con Fabián.
Guillermo se incorporó en la butaca.
__No vuelvas a hacerlo, te prohíbo que
vuelvas a hacerlo.
__ ¿Y quién sos vos para prohibírmelo? ¿Acaso
no andas diciendo que terminaste con él? __El acento burlón del amigo lo
irritó.
__Ese no es asunto de tu incumbencia.
__Tampoco es tu asunto si lo levanto por el
aire. Y será mejor que decidas pronto si lo dejas liberado o no, porque si lo
quieres para ti, tendrás que cuidarlo, sé de buena fuente que saldrá a cenar
con ese amigo que viajó de Chile.
__! Vete a la mierda!
__No es a mí a quien debes enviar a ninguna
parte sino al pibe que quiere robarte a tu esposo.
Guillermo se hundió en el sillón con tanta
violencia que los pulmones se vaciaron de aire, cerró los ojos y se cubrió la
frente con la mano. Estaba cansado, un poco aturdido, acechado de problemas. Se
permitió soñar que al abrir los ojos, Pedro estaría allí, sonriéndole o desnudo
en la piscina, y que lo acunaba en el agua, mientras le aseguraba que todo iba
bien. Adonde tratase de huir, sin remedio regresaba a un pensamiento
recurrente, Pedro, y siempre Pedro y cuánto deseaba acudir a esa cita. Tal vez
podrían hablar de cómo empezó el embrollo. No quería seguir adelante si Pedro
no formaba parte de su vida. Antes, su existencia lo conformaba, la farsa con
Ana, sus amantes y el estudio le proporcionaban la dosis de adrenalina
necesaria para mantener satisfecho al fuego que habitaba en él, y los hombres
no constituían un problema, tomaba lo que le gustaba y por el tiempo que
quería, pero con Pedro todo había sido distinto desde el comienzo. Aún no se
reponía de la irrupción de ese abogado chileno en su vida, cuya naturaleza,
ingenua y sutil como una brisa mas poderosa como un huracán le había
desquiciado la vida y le había reacomodado los valores, sin embargo, la pelea
había sido la peor, y no debía olvidar que él dijo claro que no confiaba en su
amor, que no lo respetaba. Sin duda lo excitaba, Pedro gozaba con él. Pero
él lo quería todo, en especial le
exigiría su admiración, su devoción.
__Guille, ¿lo amas?
__ Él es todo para mí, lo sabes Beto.
__Entonces ve a esa cita.
Hermoso
desierto que murmuras de noche con lamentos que hacen ecos y sombras que
aparecen y desaparecen entre espejismos y mi realidad, las pupilas de mis ojos se engañan al ver las
finas sábanas de arena envueltas en pisadas por todos lados.
Mientras
mis oídos se atormentan al oír los lamentos de miles de almas en su delirio
aterrador encadenadas al desierto, sin salir dando vueltas y vueltas con
lágrimas en su rostro y lamentos susurrando el dolor del alma mientras el aire
se lleva el aroma de flores de varios aromas.
Estás
tú. Encarnación de la oscuridad que la luz de la luna tu sombra refleja como
guía de las animas que luchan por salir de un abismo de oscuridad y
sufrimiento, mientras sigo caminando voy cayendo en un cansancio que mis
fuerzas debilitan y la sed de mi cuerpo pide agua.
Sigo
sintiendo el escalofrío de tu presencia y las ánimas que me rodean en este
inmenso mar de arena y ver que se aproxima el amanecer y las ilusiones se
dispersan al amanecer, las sombras que siguen mis pasos, las pisadas
desaparecen y el aroma de flores se los lleva el viento.
Mientras
caigo de rodillas sin fuerza al ver al fin,
el amanecer y tú te alejas vieja amiga guiadora de ánimas y ver el fin
de este aterrador desierto de miles de almas atrapadas.
¡Hoy seré libre! Solo en vos soy libre, Pedro.
¡Hoy seré libre! Solo en vos soy libre, Pedro.
Apenas
llegó al Cristo Redentor, Guillermo
comprendió que el vuelo a Mendoza y el esfuerzo serían inútiles, el paso estaba
cerrado, se adivinaba por la fila interminable de automóviles, camiones y el
malestar de la gente. Pidió al hombre que conducía que estacionara, consultó la
hora e hizo una llamada.
__Graziani,
usted tiene la errada idea de que yo soy el dueño del país y de que todo se
hace y se deshace a mi…
__!
Y una mierda, ministro! No me ocuparé de
ese maldito caso que lo desvela si no puedo ver a mi esposo. Haga lo que tenga
que hacer, llame a quien tenga que llamar, pero quiero que el paso se habrá en
media hora.
Al
ver la cola de automóviles y la multitud congregada cerca del puesto de
control, Pedro supo que el cruce estaba cerrado y la desazón que lo había
dominado se profundizó hasta convertirse en angustia, bien sabía que la
apertura podría tardar días o semanas. Las lágrimas le desbordaron los párpados
y se deslizaron por las mejillas. Necesitaba ver a Guillermo, que aclararan las
causas que los había separado, tocarlo, olerlo, lamerlo, sentir su calor y
escuchar sus latidos.
Ya
casi había perdido las esperanzas cuando cuarenta y cinco minutos después el
paso se abrió, y casi se lanzó del auto en movimiento al llegar a la frontera.
Pedro
lo divisó entre la multitud, resaltaba su porte en medio de todos, y corrió
sorteando bultos, personas y automóviles. Guillermo al divisarlo le salió al
encuentro dando largas zancadas, apartando a quienes obstaculizaban su paso
pidiendo disculpas, dando las gracias a medida que ganaba carrera por poseerlo.
Pedro se echó en sus brazos con abandono y se sujetó a su nuca con ansias tan
elocuentes que Guillermo presintió que se desmoronaba ante él como tantas veces
desde conocerse, que caía de rodillas y empezaba a llorar como un crío. Lo
apretó con brutalidad inconsciente de ello para ahogar un bramido que le
trepaba por el pecho y le empujaba en su garganta como ariete, Pedro apartó el
rostro de la campera y levantó la vista para escrutarlo.
__
¿Por qué lloras, mi amor? _susurró él, y el esfuerzo le provocó un calambre en
la tráquea.
__Porque
pensé que no vendrías, y luego al ver el paso cerrado que no te vería… Nadie
sabía cuándo volverían a abrirlo. Y me volví loco de angustia pensando en que
no te vería. No podía soportar…
Guillermo lo acalló con un beso delicado,
tanto como implacable fue el abrazo.
__Ya
estás acá, conmigo __lo tranquilizó contra sus labios__. ¿Piensas que iba a
permitir que nos mantuvieran separados? Aunque debería castigarte por poner en
riesgo nuestro amor.
__
¿Y qué podías hacer tú? Hazlo, castígame si crees que fui responsable, lo que
dije no salió de mi corazón, estaba
rabioso de celos, lo sabes y lo mismo tú.
__Ya
estás aquí _repitió.
__Vamos
al hotel amor, por favor. Te necesito. Solo para mí.
__No
nacieron las palabras que describan tu belleza y tu figura. ¿Acaso eres un
ángel de alma misteriosa que en un mortal busca su amor? Me miras, parpadeo
fugaz del cielo de tus ojos, tu perfume jazmín en flor. La brisa marina bebe tu
aliento de vida, y sin pudor te acaricia. La brevedad de tu figura y de tu
ropaje, que tu cuerpo balancea sonriendo es mirarte y morir y vivir al verte,
entre la lujuria de mi pasión y tormento. Dame el tiempo necesario para amarte
como se merece tu alma. Inventaré tu gozo en mi pasión en el delirio que seas
mío, y con tus huesos en lo profundo de tus sombras dulces, beberé lujuria en tu fuente a besos. Amándote
callado, bebiendo tu savia, tengo mi boca en la tuya. Respirando tu aliento,
una bella primavera enciende las flores en tu huerto, aromas de amor y flor en tu piel me ahogan,
tu pasión por mí, latiendo. Contigo quiero volver a ser fuego, y amarte entre
mis llamas. Te amaré como el sol, y no más brumas desoladas en los grises de mi
vida y hacerte mío suavemente, dulcemente, soñando vivir en tu vida, todavía.
Quiero estrujar hasta el delirio tus sombras, con mis manos. Perdido en el
éxtasis consentido de este amor que
acaricia mis sentidos y dibujar en la curva desnuda de tu espalda mi nombre, en
un dulce latido. Te vas, extasiado de amor, y siento la caricia de tu risa
cristalina. Tu promesa vuela al viento y reclama el momento de un nuevo
encuentro, dejas el dolor de tiempos de
espera en mi vida y extrañarte entre lamentos. Amor, regresa conmigo. O moriré
por vos.
Recorrieron
los casi cien kilómetros que los separaban de la ciudad compartiendo miradas y
caricias confesándose cuánto se habían echado de menos. No les importaba
esperar en cada semáforo o puesto de control, al contrario aprovechaban para
besarse locamente.
__Quiero
despertar contigo de nuevo todas las mañanas en nuestra casa __ dijo Pedro __.
Nos equivocamos los dos, como siempre, los celos.
__Nuestra
casa, qué bien suena eso, mi amor.
En
el hotel, el conserje les indicó que la suite estaba esperándolos, apenas
traspusieron el umbral, el celular de Guillermo sonó, y se apartó para atender,
era el ministro.
__Prometo
que luego de esta llamada lo apagaré por todos estos días.
Pedro
depositó el morral y el bolso en el suelo del vestíbulo y recorrió la sala
donde la visión de una mesa puesta para el desayuno lo embargó de regocijo. Si
bien el mantel blanco cubría el vidrio por completo, la vajilla, la cubertería
y los alimentos ocupaban solo un extremo. Tomó un jazmín del florero, y en un
ataque de coquetería sacudió la cabeza
para alborotarse el pelo y se lo colocó tras la oreja, la visión que le
devolvió el espejo le gustó, se pondría hermoso para él. Con ánimo distendido,
estudió los componentes del desayuno: tostadas, medialunas, mermelada,
mantequilla, frutas varias, yogur, leche, cereales. Levantó un trozo de
frutilla y lo cubrió con crema, se lo llevó a la boca y la mezcla le supo
deliciosa. Sobre un aparador de caoba brillante, divisó dos infiernillos, en
uno al levantar la tapa el vapor le volvió agua la boca al divisar huevos revueltos
en manteca con jamón, en el otro, leche con avena endulzada con canela, y
habían colocado una cafetera que mantenía a buena temperatura el café negro y
amargo.
__Pedí que nos esperaran con el desayuno. __La voz
de Guiiermo lo envolvió con la vehemencia que habían empleado sus brazos en el
puesto de aduanas. Se dio vuelta y lo divisó en el umbral de la sala. Se había
despojado del morral y de la campera, y lucía una remera blanca que le sentaba
estupendamente a los jeans de color desgastado. Fijó la vista en el cinturón
grueso de color suela, con hebilla de bronce y en las botas a juego con punta
de plata y supo que en ellos se resumía el temperamento poderoso y atemorizante
del hombre que lo subyugaba.
Avanzaron
hacia el centro de la sala al mismo tiempo, el amor era lo urgente, los motivos
de la pelea intrascendentes incitados por la misma ansia. El encuentro no fue
delicado, Pedro se impulsó al cuello de Guillermo y se prendió a su torso
rodeándolo con las piernas. Él calzó las manos bajo sus nalgas, y las apretó.
Subió a ciegas los escalones que lo separaban del comedor, mientras Pedro le
sujetaba la cabeza para mantenerlo pegado a su boca. El beso no lo era, era un
entrevero de lenguas, labios, encías, alientos agitados y salivas candentes. Se
separaron cuando Guillermo lo depositó sobre la mesa y lo contempló sin
pestañear, sus ojos negros de lujuria, mientras lo desembarazaba de las
zapatillas, también le quitó las medias, y le deslizó los pantalones cuya tela como luego el elástico de los
bóxers le lamieron la piel de los muslos, las corvas y pantorrillas, erizándole
la piel a su paso. Pedro se incorporó para que Guillermo le quitara el suéter y
la camiseta y aprovechó para sacarle la remera.
Volvió
a recostarse y gimió cuando el frío del vidrio se coló a través del mantel, le
lamió la espalda y le acentuó la erección de los pezones, que, enhiestos,
atrajeron la mirada hambrienta de Guillermo. Este se inclinó para apretarlos
con los labios. Pedro se sujetó a sus hombros desnudos y se arqueó un poco para
resistir el espasmo que lo surcaba, otro poco para invitarlo a apoderarse de su
cuerpo, a beber de él.
__Cóbrame
la deuda que crees que tengo amor.
--Yo
me encontraba en el frente oriental y el tibio sol del amanecer ya era un fuego
que insuflaba coraje aunque la batalla pareciera perdida. El terreno áspero y
lodoso dificultaba el paso firme y una caída a esta altura significaría la
derrota, la final. Mis soldados tenían experiencia y pericia con las armas, la
estrategia y el camuflaje bajo la presión del fuego enemigo. Confiaba en ellos,
éramos un equipo y yo el comandante. A mi señal algunos subieron la colina y
plantaron la insignia bajo la metralla atronadora que paralizaría a cualquiera,
pero grité con todas mis fuerzas y nos imbuimos del espíritu necesario para
morir con dignidad, si es que ese era el destino trazado. Moriríamos con honor,
empuñando las armas.
De pronto un quieto y tenso silencio atropelló las trincheras y nos miramos desconcertados, pálidos ante el presagio del vendaval que asomaba presuntuoso en nuestras mentes turbadas. La hora había llegado y listos para el golpe. Sabíamos que estaban allí, deleitándose en nuestra zozobra. Habíamos hecho el juramento y era hora de honrarlo, salté a su encuentro comandando la estrategia y el enemigo desplegó su táctica y se posicionó en escuadra amenazante blandiendo su poderío sin piedad.
De pronto un quieto y tenso silencio atropelló las trincheras y nos miramos desconcertados, pálidos ante el presagio del vendaval que asomaba presuntuoso en nuestras mentes turbadas. La hora había llegado y listos para el golpe. Sabíamos que estaban allí, deleitándose en nuestra zozobra. Habíamos hecho el juramento y era hora de honrarlo, salté a su encuentro comandando la estrategia y el enemigo desplegó su táctica y se posicionó en escuadra amenazante blandiendo su poderío sin piedad.
__ Te amo -le dije esperando el tiro de gracia, la realidad que detuviera este impulso loco de conquista.
__ ¡Por fin! Pensé que nunca lo ibas a hacer -respondió y asaltó mi cuello y me abrazó y nos besamos locamente.
¿Quién había ganado? ¿Quién era el derrotado? Los dos bandos festejaron esa noche la paz conseguida con dolor. En el mapa del amor marqué la posición y fecha, y clavé un corazón y besé el ajado papel y cerré el libro con hojas por escribir. Un ligero aire ganador se plasmó en mi sonrisa y tuve la certeza de que el botín lo tenía yo. Hoy deseo grabar en tu cuerpo,
con estas torpes manos y con estos ardientes besos, todos los deseos y sentimientos que nacen de mi corazón, deseo pintar en tu alma, con la tinta de mis lágrimas y el perfume de las rosas, cada uno de mis sueños y también mis anhelos contigo, deseo tatuar en tu piel, con el fuego de mis labios, el aliento de mis suspiros y las caricias de mis manos, todo el amor que siento por vos , deseo decirte tantas cosas, que muchas veces, no sé cómo, por eso me gusta ser creativo, para así poder decirte lo que siento, a través de mis humildes garabatos.
Qué
aroma tan exquisito tiene tu piel, es un grito de placer, aroma que no sé si
resisto, que estremece, que se percibe, porque en mí dejas ese olor
inconfundible, qué delicia, qué exuberancia dejas en mi piel en la que me
seduce y alborota mi ser.
Cuánta
pasión y deseo provocas en mi cuerpo, quiero fundirme y embriagarme de esa
esencia en la que me dejas cada noche cuando te entregas a mí, ese perfume
ideal que erotiza mis sentidos, que por las noches se confunde en mi cuerpo y
es tan sublime.
Inspiras
deseos de entrega total, y me enloquece y me encanta y me fascina, te encargas
de llevarme a la locura, eres el éxtasis en el que quiero perderme totalmente
en tus brazos, y te entrego mi esencia también para que no olvides que te puedo
pervertir.
Esa
esencia que perdura en las noches de placer y que son tan frescas, que producen
insomnios, desvelos, quiero saciarme de vos,
de tu esencia, con tu dulce aroma especial solo de vos. Provocas latir mi corazón más fuerte, sensible
soy y me derrito en tus brazos, los poros de mi piel no saben tener a nadie que
no seas vos y solamente vos, mi esencia adorable.
Si
te digo que tus ojos son tan bellos, y que te quiero con todo mi corazón y mi
alma, que en mis sueños existes y te beso y te amo con todo mi ser, ¿qué me
dirías vos amor?
...
Diría te quiero con todo mi cariño, eres ese sueño que no quiero despertar, en
que solo quisiera tus besos, esos que
saben a dulce miel, que eres hermoso, y que me enamoras con ese dulce mirar, mi
corazón cuando te ve se vuelve loco por tu amor, tu piel suave, tersa, me fascina,
me eriza mi piel, nada más con tan solo verte me tiembla el corazón, tu pasión
y la mía son un infierno de amor, sentir
las caricias de tus manos en todo mi cuerpo, solo tus labios besar, y besar,
porque mis noches sin ti ya no son nada amor, y sé que soy correspondido por ti
dulce amor de mi vida.
__
¿Te acuerdas _le preguntó Guillermo _del día en que te hice el amor sobre el
escritorio y en el rincón del despacho?
Pedro
asintió, sin mirarlo, con la vista en el cuello grueso de Guillermo, en los tendones
tirantes, en la carótida que pulsaba, en la yugular saliente, en la nuez de
Adán puntuda y protuberante, y deslizó las manos hasta dar con su nuca de pelo
al ras, y el contacto del pelo grueso, corto y pinchudo en su palma,
inexplicablemente le atizó la líbido. Cualquier detalle de él lo enardecía.
__Habla
_le exigió__. Dime cualquier cosa__. Le gustaba el efecto que la palabra
ejercía en su cuello.
__Recién,
cuando te diste vuelta y te vi con la flor y el pelo alborotado __Pedro apoyó
las puntas del índice y del mayor sobre la nuez y acompañó el movimiento _me
dieron ganas de estar con vos en una playa de la Polinesia. Solos. Desnudos.
__Quiero
que me hagas el amor en una playa desierta.
__Sí
_aseguró él con fiereza, y se alejó para bajarle los bóxers.
Resultaba
asombroso que la visión de su sexo siguiese afectándolo como la primera vez. Se
trataba de una imagen perturbadora, su bello muchachito, inocente, ingenuo,
casi un niño asustado al conocerlo, su hombre niño perfecto. Su vientre plano
entre las crestas ilíacas subía y bajaba, palpitaba, y el diamante tatuado como
aquellas cicatrices de años atrás apenas esbozadas se ondulaban. El movimiento
del ombligo, que, como una barca en medio de las olas subía y bajaba, le
enturbiaba la vista, le llenaba la boca de saliva, se la secaba un segundo
después. Con la cara hundida entre las piernas, estiró los brazos y cerró las
manos sobre los pezones.
__Tengo
hambre _manifestó__, tengo hambre de mi Pedro.
Lo
abandonó un momento. Pedro echó la cabeza hacia un costado y, con los ojos
cerrados, repasó cada sitio donde él había impreso una huella candente: la
presión en los pezones, el ardor en su sexo, la inflamación entre sus piernas,
la palpitación en la boca del estómago. Lo oía en el extremo de la mesa, hacía
ruido con la vajilla, removía los platos. Sin ganas, levantó los párpados y lo
descubrió con el bol de crema batida y el plato de frutas en las manos, que
apoyó a un costado. Arqueó apenas la columna cuando él se inclinó para besarlo.
Jadeó y enredó los dedos en el pelo de su nuca cuando Guillermo le succionó los
pezones y después los sopló. El contacto de su aliento contra su piel húmeda
llevó la dureza a una instancia dolorosa.
__Guiie…
_suplicó, y levantó los párpados súbitamente.
Guillermo
le untaba los pezones con la crema batida. Rio cuando le colocó trozos de
frutillas y se mordió el labio cuando él atrapó la fruta y la punta del pezón
entre los dientes. Temía que lo mordiera, el temor le elevaba las pulsaciones, no solo del
corazón, sino del pene. Se aferró de nuevo a sus hombros le apretó la carne
dura y tibia sin conseguir enterrar los dedos.
Guillermo
soltó el pezón para barrer con la lengua la crema que cubría todo el contorno hasta que solo quedó la frutilla
para devorar y otra vez sus dientes lo acicatearon, en tanto con los dedos
pringosos de crema le masajeaba su umbría, que terminó por limpiar con la
lengua. Pedro estalló en un orgasmo que vibró entre los labios de Guillermo. Lo
observó desde esa posición entre las piernas, lo estudió en ese trance hasta
que la cabeza de Pedro colgó al costado.
__Pedro __necesitó decir, mientras se
preguntaba cómo haría para dejarlo alguna vez, cómo había soportado esos días
como tantas veces años atrás, si solo se sentía vivo gracias a él__. Pedro. __Acercó
la cara a la de él, distendida después del orgasmo, hermoso, encendido,
sublime__. Pedro, te amo más que a nada en este mundo. __ Él sonrió sin
levantar los párpados, una sonrisa debilitada por la satisfacción__. Antes de
vos estaba muerto, vos sos mi vida, todo tiene sentido porque estás vos, hasta
los chicos. Júrame que nunca me dejarás.
Júrame que nada volverá a separarnos. __Si él se lo juraba, Guillermo siempre
se mantendría sano y salvo de todo, nunca se separarían de nuevo __.
Júrame __le exigió de nuevo, y le apretó
la cintura en gesto demandante.
Lo
conmovió la desesperación que se adivinaba en su voz. Siempre con los ojos
cerrados, tanteó su rostro, cada detalle.
__
¿Qué pasa mi amor?
__Tengo
miedo de irme de este mundo antes de haber sido feliz a tu lado y de ver crecer
a los chicos.
__Guiie,
no vuelvas a decirlo, te juro lo que me pidas. Sobre todo te juro que seremos
siempre felices, que envejeceremos juntos, te juro fidelidad, amor eterno, que
nunca voy a dejarte solo en este mundo, solo pienso en regresar a casa y hacer la vida que siempre soñé al lado del
mejor hombre, de mi Guiie. __Le tomó la cara entre las manos y lo obligó a
acercarse a su boca__. Hoy y mañana
olvidémonos de todo, amémonos sin pensar
en pasado o futuro. Á mame, Guiie, por favor.
__Sí,
sí. __Guillermo arrastraba los labios por el torso de Pedro y recogía el dulzor
de la crema, que despertaba su hambre y su deseo. Trazó un camino de ananás y
de bananas desde el pecho hasta el ombligo, el cual coronó con un kiwi, y regó
la fruta con yogur. A Pedro lo enloquecía el concierto de sensaciones que lo
asaltaba, la tensión por el frío del yogur, el cosquilleo por la gota que
resbalaba hacia el costado, la irritación a causa de la barbilla incipiente de
él el dolor cuando sus dientes no medían la energía aplicada a la mordida, la
excitación cuando el yogur se deslizaba
por sus testículos y Guillermo lo recogía con su lengua y limpiaba entre las
sinuosidades de su sexo cada recoveco, cada intersticio, cada hendidura, cada
monte y hueco de esa parte de su ser que encerraba el secreto del gozo.
Supo
que Guillermo se preparaba para liberar se pene cuando oyó el estrépito del
cinto al caer sobre la mesa. Se irguió sobre sus codos y aguardó con curiosidad
y emoción el momento en que él se bajase el bóxer y que su falo saltase fuera.
El calzoncillo acariciaba el bulto en tanto descendía. Los labios de Pedro se
despegaron al descubrir la mata de pelo negro que contrastaba con la blancura
de la piel. El miembro rebotó por la acción del elástico y a causa de la
erección. Pedro se sentó en el borde de la cama y lo tomó entre sus manos. Rio
con picardía cuando Guillermo le sujetó los hombros, inspiró de manera sonora y
frunció el rostro en una mueca adolorida.
__Me
gusta tenerte en mi poder __ lo provocó, mientras iniciaba un masaje que lo
hipnotizaba. Le gustaba ver aparecer y desaparecer el glande entre sus dedos,
la coloración intensa que adquiría con cada caricia, la humedad que asomaba por
la hendidura que lo coronaba, lo impresionaba percibir en la palma de la mano
el latido de las venas que lo surcaban, el calor que aumentaba, la dureza que
se acentuaba, lo quería en su boca, con crema, con yogur, con fruta. Apartó a
Guillermo del filo de la mesa y se bajó. Él colocó las manos sobre el borde
cubierto con mantel y lo encerró entre sus brazos.
__Agárralo
de nuevo __le exigió en un susurro torturado y con los ojos cerrados__. ¡Ah!
__exclamó al sentir la untuosidad fría de la crema sobre el glande.
__Guiie.
El
poder de su voz lo condujo de nuevo a la realidad, y se topó con los ojos de
Pedro, que ya no eran castaños, sino enormes y cargados de lascivia que no le
quitaba un ápice de inocencia. El niño y el hombre. La excitación de Guillermo
alcanzaba niveles descomunales. Los testículos le latían, duros, calientes.
__Por
favor… __suplicó y Pedro sonrió con malicia.
__
¿Sabes qué, Guiie? _dijo mientras seguía cargando el glande con crema batida__.
He descubierto que me has trasformado en un libertino. __Estupefacto de
excitación y de amor, lo vio ponerse de rodillas__. Yo antes de conocerte nunca
pensaba en el sexo. Ahora, en cambio, me gusta más y más.
El
semblante de Guillermo se alteró cuando los gruesos labios de Pedro se
ajustaron a su pene y descendieron hasta engullirlo por la mitad. Profirió un
rugido, y el estremecimiento que lo sacudió cuando Pedro le barrió los restos
de crema del glande con la lengua lo obligó a devolver las manos al filo de la
mesa. Se retiró de su boca en un acto desesperado. Lo urgió a ponerse de pie y
lo levantó en el aire por las nalgas. Pedro se prendió a su torso con los
brazos y con las piernas.
__ Bésame _le exigió. A veces cavilaba sobre la
necesidad que lo asaltaba porque lo besase mientras lo poseía, y Pedro arribó a
la conclusión de que esa acción, la de unir las bocas, intercambiar alientos y
saliva, entrelazar las lenguas o tener la del otro en la garganta, era a su
juicio, mucho más íntima, personal y reveladora que la de la cópula misma. Se
acordaba de que la pasión de un beso no podía fingirse.
__Házmelo
contra la pared.
Enajenado
a causa de la excitación, Guillermo gruñó al oír la súplica de Pedro y al
percibir la humedad caliente de su aliento en la oreja. Se movió con los
pantalones atascados en las rodillas
hasta apoyar el torso de su esposo contra la pared.
__
¿Qué quieres que te haga contra la pared?
__Quiero
que me penetres las entrañas con tu erección y con tu lengua en la boca imites
el ritmo, al mismo tiempo.
Lo
complació en todo, impaciente por hacerlo gozar hasta dejarlo sin sentido, si
era posible, para que él nunca se cuestionase si otro se lo haría mejor, o si
en los brazos de otro hallaría más placer para satisfacerlo hasta la saciedad,
hasta empalagarlo de orgasmos para que no lo olvidase y no buscase jamás
consuelo en otro, como en ese estúpido editor que los había separado días
atrás, por ejemplo. La sola idea lo encolerizó, y lo poseyó con la violencia de
una bestia rabiosa, como si su falo fuese un cuchillo que se clavaba con furia
una y otra vez en la carne de él para matarlo. Lo besó con mordiscos hasta
percibir el sabor metálico de la sangre en la boca, y lo empujó contra la pared
para que su pene le marcase las entrañas. Pedro nunca se quejó, y su aceptación
sumisa solo sirvió para atizarle el humor cruel y demandante. Los gemidos de
Pedro en el estallido y alivio, unos lamentos desgarrados que sofocó en su
hombro, le colmaron el sentido de la audición hasta ensordecerlo. Se vació en
él con una eyaculación tan violenta como el acto, que por unos segundos lo
desposeyó de aire en los pulmones.
Pedro
lo devoró con la mirada, amaba la paralización que lo acometía cuando lo bañaba
con su simiente, ese gesto estático de labios tensos, entrecejo apretado y
tendones inflamados y tirantes. Lo sobrecogía el primer sonido que brotaba
cuando el aire conseguía pasar por sus cuerdas vocales, un gemido doliente que
iba despojándose del timbre debilitado hasta adquirir y una nota oscura de
contrabajo, prolongada. Después, retomaba los embistes, más cortos y profundos,
alentado por las últimas expulsiones de semen.
Con esto, perdida la fuerza se desmoronaba sobre él. En este caso, apoyó
la cabeza sobre su hombro, donde absorbió ingentes porciones de oxígenos por la
nariz, caldeándole la piel, mojándola.
Pedro
se removió para bajarse porque percibía el temblor involuntario de los músculos
de Guillermo tras el esfuerzo. Él extenuado, le permitió colocar los pies en el
piso, no obstante lo encerró entre sus
brazos y lo pegó a su cuerpo. Una vez recuperado el aliento, lo amenazó al
oído:
__Pedro,
no te atrevas a dejarme.
__Tú
tampoco _respondió, y le sujetó el pene que aún no perdía la dureza.
Guillermo
abrió los ojos abruptamente, y Pedro escondió la impresión que le causaron,
había más que el fuego habitual, más que deseo y pasión, que la exigencia de un
hombre machista y posesivo que era, había angustia. Le apartó los mechones de
las sienes, le acarició las mejillas, y no retiró las manos antes de
preguntarle.
__
¿Qué pasa, Guiie?
Guillermo
se obligó a esbozar una sonrisa sosegada.
__Mi
muchachito libertino _farfulló con ternura y lo besó en su frente__. Pero solo
conmigo.
__Solo
con vos, no imagino haciendo estas cosas con nadie más en la vida. Vamos a
bañarnos, estamos pegajosos.
__Y
dulces _añadió él. Y le chupó el pezón.
__Vamos __insistió, Pedro, y la boca de Guillermo
emitió un sonido similar al corcho que abandona la botella cuando Pedro lo
despojó de su diversión y lo vio alejarse, desnudo hacia las escaleras que
conducían al baño.
__No
hagas eso _le ordenó.
__
¿Qué? _Quiso saber él.
__Menear
así la cola.
__Perdón
doctor Graziani, no lo hago, es mi forma de caminar.
__Aténgase
a las consecuencias. __Y lo siguió con una erección que Pedro atisbó sobre el
hombro y le causo risa__. No te burles _le advirtió él.
Pedro
reía, y antes de seguirle la carrera, Guillermo tomó un pote de vaselina que
había tenido la precaución de comprar.
__Hoy
acariciaré tu cuerpo, hasta extasiarme
de pasión hasta hacerlo mío, haré míos tus ardientes labios, nadie ha llegado
jamás, y así convertirte y llegar hasta
donde en la esclava de mis ganas,
también haré míos tus suspiros y jadeos,
hasta desgastar la carne, llenándote de mí, besándote después de amarte, porque
haré míos cada uno de esos deseos que
aún tienes pendientes, y que incineran
tu cuerpo, por esas pasiones silenciadas, tratando de lograr así que tengas el
placer inagotable de ser amado y así
podrás consumar cada una de tus fantasías.
Me
tomaré un momento para mirarte, cuando estés dormido, cuando estés distraído o
concentrado en alguna tarea, será para mí detener el tiempo en tu espacio…
observaré tus ojos, sabré los colores que forman tu iris, me perderé en el
contorno de tus labios y dibujarlos así en mi mente despertará las ansias de
besarte así de improviso y sabrás que eres dueño a cada instante de mis
pensamientos.
Me
tomaré el tiempo, ese que te hará sentir ajeno a todo, lo haré interminable
para mí, sabiendo que te tengo, recorreré las líneas de tu cuerpo que aun
cubierto, maravillará mis sentidos, veré que todo lo que luzcas sobre él lo
hará perfecto para mis ojos, sabré que por debajo de tus prendas está la piel
que despierta mis deseos, que hace incansable el recorrido de mis besos.
No
importará si son segundos o minutos los que también haga míos de tus momentos
de silencios, será tiempo detenido, invaluables instantes donde la emoción
correrá por debajo de mi piel, ternura vestirá mi mirada… quizás el amor allí a
flor de mi piel despierte tu percepción y perturbe entonces tu silencio,
entonces la pregunta que en tu boca quiera nacer, la ahogaré con mi beso que,
arrastrará un te amo de mis labios.
Buscaré
y siempre encontraré, ese perfecto momento que será solo mío, callado, secreto
y mágico momento que no se perderá en el tiempo, descubriré en tu rostro, en
tus gestos lo nuevo que me llevará a sentirme dichoso por tenerte, me sentiré
más enamorado que un ayer… y volveré a descubrir una nueva manera de enamorarte
cada hoy más… que cualquier mañana.
Lo
encontró dentro de la ducha. El agua caliente corría, y el vapor inundaba el recinto.
Con ánimo juguetón, Pedro se pegó al vidrio esmerilado con los labios en la
forma de un beso, y Guillermo, parado en un pie mientras se sacaba la bota,
exclamó para sí, aturdido por la sensualidad de él. ¡Mi Dios! La silueta de su
cuerpo se adivinaba tras el vidrio mate y traslúcido, en cambio sus labios, sus
pezones y su erección, que presionaban
la mampara, se divisaban con bastante claridad. Se sentó sobre la tapa del
inodoro, y siguió luchando con la bota sin apartar la vista del espectáculo.
__
¿Qué parte de mí quieres? __preguntó Pedro, con acento voluptuoso y
desafiante__. Mis labios _se oyó el sonido de un beso__, mis pezones __los
movió sin despegarlos del cristal__. ¡Ah, ya sé qué quiere mi esposo! __Se dio
vuelta y apoyó las nalgas sobre el vidrio.
__Pedro
_susurró, sorprendido por el talante de él, y feliz, y triste, y toda la
colección de sensaciones y de sentimientos que Pedro avivaba en su interior,
que en ese momento estaba en llamas. Carraspeó para recuperar el control de la
voz__. Estás jugando con fuego.
__Estoy
preparado. Me siento muy relajado.
Terminó
de desembarazarse de las botas y del pantalón en un frenesí impaciente que
provocó hilaridad en Pedro. Al verlo aproximarse hacia el receptáculo de la
ducha, blandiendo su erección como una espada se acobardó. Guillermo ladeó la
cabeza en una sonrisa sarcástica.
___
¿Te echas atrás ahora?
__Es
tan grande _ masculló, con la vista en el pene.
__Es
el mismo de siempre.
__Parece
más grande.
__!
Cobarde! _ Se rio él, y lo obligó a darse vuelta y a pegar el rostro en el
vidrio. Se aproximó a su oído para exigirle__: Pídeme lo que quieres que te
haga. __Le masajeó el sexo y el ano al mismo tiempo__. Di mi nombre y pídemelo.
__Por
favor, Guiie, penétrame.
__
¿Por dónde?
__No…
puedo decirlo.
Guillermo
carcajeó y lo besó en el cuello con la mansedumbre que no había mostrado en
toda la mañana. Le masajeó alternativamente el sexo y el ano con la ducha
teléfono. Luego lo embadurnó con vaselina, lo mismo hizo con su miembro, y lo
penetró lentamente. Se imaginó la escena como la hubiera visto un intruso que se metiese en el baño en ese momento_ la
mejilla, las manos abiertas, los pezones encarnados. El vientre palpitante, el
sexo, los muslos temblorosos de Pedro aplastados contra el vidrio de la
mampara, y la figura de él, oscura, amenazante y difusa, que se alzaba detrás
de él. Y fantaseó con lo que el intruso oiría: los jadeos afanosos, los
sollozos de placer, y sus clamores roncos, mezclados con el golpeteo del agua
al dar contra el mármol del piso. El orgasmo, al cual llegaron al mismo tiempo,
tuvo un efecto portentoso, Guillermo cayó de rodillas, y arrastró a Pedro con
él. Le habló casi sin aliento de manera entrecortada.
__Quiero que sepas que… en toda mi vida… había sentido… algo… similar __Le deslizó los labios por la mejilla arrebolada y húmeda__. Gracias por ser mío. Por darme tu cuerpo sin restricciones. __Pedro llevó los brazos hacia atrás para sujetarle la nuca a Guillermo, que le ciñó la cintura con las manos__. Por regalarme tanto placer. Por confiar en mí. Por hacerme sentir importante porque soy importante para vos.
__
¿Te hago feliz? Es lo que más deseo en la vida.
Había
tanta genuina preocupación en la pregunta, también candor, que Guillermo
presintió que rompería a llorar. ¿De dónde reunió las fuerzas para vivir
alejado de él las veces en que habían peleado?
__Sí
_contestó_. Feliz. Más que eso. Y yo, ¿te hago feliz?
__Te
lo he dicho desde conocernos o al menos desde que supe que era gay y te amaba.
Eres todo para mí, lo único en mi vida, Guiie,
vos sos mi vida.
Envueltos
en las batas confortables en la calidez de la habitación __afuera hacía frío y
nevaba o lloviznaba__, desayunaron a la hora del almuerzo.
Guillermo
devoró los huevos con Jamón, antes de tostadas con mermelada y café negro,
Pedro saboreó la avena hervida en leche con canela. Terminaron la fruta, los
trozos que quedaron en los platos, y bebieron café. Saciados se apoltronaron en
el sillón a conversar. Pedro quiso abandonar el regazo de Guillermo para elegir
música pero este lo detuvo.
__Hablemos
de lo que nos separó esta vez __pidió Guillermo.
__Guiie,
luego de estos años, ¿aún crees que si el amor se termina es porque nunca fue
verdadero?
__No
habría sabido responder a esa pregunta antes de conocerte. Ahora puedo decir
que es imposible acabar con el verdadero amor que resiste a todo.
__
¿Y si las personas cambian? ¿Y si de pronto la persona que amas ya no es la
misma?
__No
imagino la situación en que dejaría de amarte. Tal vez podría enojarme con vos,
enfurecerme, pero dejar de amarte… No, de eso, no soy capaz.
__Todo
comenzó aquel día cuando te fuiste al juicio y yo al estudio.
“
Estudio
Graziani y socios.
__Gaby,
ya llegué _ se apresuró a anunciar Pedro__. Ve a casa con los chicos que yo me
encargo del cliente.
__Qué
suerte, es amoroso, pero tiene un caso penal y quiere hablar con Guillermo,
pero contigo aceptará, pero ojo que creo que es gay.
__ ¿Qué
quieres decir?
__Nada,
por los celos de Guille.
Cuando
Pedro entró al despacho, un joven más o menos de su edad o menor, volteó
enfadado y el mal talante se transformó en dulzura al verlo. Luego de las
presentaciones, disculpó a Guillermo, y él le refirió su caso, un divorcio
contencioso, su esposo se negaba a dárselo y él estaba enamorado de otro y
deseaba formalizar.
A
poco de trazar estrategias, Pedro supo que era médico, obstetra, y le habló de
los trillizos, y de Moni, del deseo de concebir un hijo por inseminación.
__Pero
qué casualidad si las hay, vamos a almorzar _pidió Andrés__, hablaremos
tranquilos, si deseas darle la sorpresa a tu esposo, lo charlaremos nosotros,
me visitarás en la clínica con esa mamá, y veremos sus estudios antes de que le
cuentes.
__Dale
_respondió Pedro consultando el reloj y entusiasmado, en verdad era tarde para
llegar a la audiencia.
Se
dirigieron caminando a un coqueto restaurante, y pidieron el almuerzo,
distendidos, charlando de todo un poco, el hecho de ser gais les daba
temas, Pedro por momentos se tensaba, percibía la
intensidad de la mirada del muchacho, llegó a preguntarse si su ex no tendría
razón en que era un infiel nato. Quiso llamar a Guiiermo, mas no tenía batería en el móvil, sonrió al recordar el
día en que fueran al campo.
Mientras
lo intentaba sintió un cosquilleo en la piel, el cliente había sacado una foto, juntos, una selfie.
__ ¿Qué
haces?
__Para
mostrarle a mi novio, no pudo acompañarme, bueno no quise porque temí
apareciera mi ex y pelearan, quiero te conozca _explicó __. Igualmente le envié
a decir que se venga, quizá pueda, me gustaría que sepa lo de tus hijos, yo
quisiera tener, y él no sé, es renuente.
__No
es fácil, con los peques porque están
enfermos, te asustan, las chicas porque empiezan a salir al mundo, pero es
hermoso _ concluyó Pedro__. Entonces quedamos así, iré a la clínica con Moni,
nos harás los estudios y cuando todo esté bien le diré a Guiie, será mi regalo.
__Los
espero.
En
tanto ellos hablaban, Guillermo aplastaba al abogado de oficio de parte del
violador de la amiga de Melina en audiencia, y no lograba entender por qué
no había llegado Pedro.
Por
aplausos y palmas que recibió al finalizar, su humor de perros lo llevó a
intentar salir disparado del recinto, y ya cerca de lograr la calle chocó con
alguien que al alzar la mirada supo le resultaba conocido, pero no de dónde.
__Guillermo,
¿no me reconoces? O quizá debería decir
Joaquín.
__ ¿Maximiliano?
¿De Rosario?
__Bueno,
al menos me recuerdas, aunque ya no vivo en Rosario. ¿Recuerdas lo que te dije
hace años para tu cumpleaños? Bueno, conocí a quien me voló la cabeza, pero
vive acá __ le contó.
__Qué
bien, me alegro. ¿Y qué haces por acá?
__Nada,
es que sigo el caso de los pedófilos, soy abogado después de todo, no quería
perderme de verte en el ruedo contra estos desgraciados, como mi pareja tenía
un compromiso, vine a la audiencia. ¿Tomamos un café o almorzamos algo?
El
celular de Maxi sonó, entró una foto en un archivo y el mensaje.
__Qué
casualidad, mi pareja me pide vaya a buscarlo, mira, no sé quién es el chico
que está a su lado y espero tenga explicación para darme.
Le
mostró, la sangre de Guillermo se congeló, sintió un puñal horadando el
vientre, las mandíbulas se tensaron al punto de doler, supo que no podría
articular, asintió como tonto cuando Maximiliano le dijo que lo acompañara.
No
necesitó más, al entrar al restó, el
primero en verlo fue Pedro, y su mirada lo horadó al reconocer pese a los años
transcurridos al chico de Rosario que tanto lo persiguiera desde que él llegó
de Chille, sintió al verlos llegar juntos un mazazo en la nuca, y las fuerzas
lo abandonaron.
Cuando
se acercaron a la mesa, Maximiliano le tendió la mano, pero él no la aceptó, la
visión se le nubló, no oía con claridad lo que se decía, solo era capaz de oír
la voz que resonaba en su cabeza.
“Otra
vez, el chico de Rosario, Joaquín, la mentira, Guiiermo estaba con él”.
Se
volvió sin poder articular y salió corriendo, por nada del mundo rompería a
llorar allí. No supo en qué momento estaba sacando algunas cosas de su
vestidor, las nenas las volvían al
sitio, él las sacaba y así siguió hasta que terminó por farfullar una excusa de
trabajo, y literalmente huyó para
refugiarse en la ampliación del estudio, en lo que de ella estaba en pie, y
allí pasó las primeras horas, antes de tomar un vuelo a Chile, necesitaba
pensar.
Guillermo
por su parte con la foto tuvo suficiente, y no alcanzó la conciencia la
explicación de que ese muchacho joven y apuesto con el que Pedro había
almorzado dejándolo plantado en el juicio, era pareja de Maximiliano ni la
causa del encuentro hasta días después. Plantó una excusa, y salió a pasear la
ira, la angustia y desesperación, la furia que le dolía en las entrañas y le
oprimía el pecho, por las frías calles de Buenos Aires”.
__Gaby
me contó quién era ese muchacho, luego até cabos, pero ¿qué hay entre vos y él?
__Guiie,
no empieces.
__Pedro,
contesta.
__Nada,
me desea, le gusto, quiere salir conmigo, pero yo te amo a ti _le mintió y no
tanto.
__
Vete al demonio. ¿Qué hay exactamente para que me dejaras plantado en la
audiencia?
__Nada
de nada, entre nadie y yo hay nada, vos sos mi vida, Graziani, solo vos__ dijo
temblando__. El que tiene derecho a desconfiar solo soy yo, porque tienes
antecedentes con Maximiliano, no creas que lo olvidé.
__Pedro,
mi amor, ¿no alcanza lo que acabamos de vivir para terminar con esto? Aunque
reconozco que te amo con locura y desesperación pero de a ratos sigo enojado,
celoso, rabioso.
__Y
yo. Guiie, el novio de Maximiliano me esperaba en el estudio, era el cliente
que pedía por ti, y que fue por un divorcio contencioso porque quiere casarse
con Maxi, pero a poco de hablar, supe algo, y quise darte una sorpresa, pero la
sorpresa la tuve yo.
__No
me pases la pelota, ¿qué sorpresa?
__Es
sorpresa.
__Y
si yo también te digo que Maximiliano fue al juicio por la pedofilia, y lo choqué
al salir, y por casualidad vi la foto, que también tenía una sorpresa.
__Y
me la mostraste, vaya si me la diste.
__Esa no tonto. ¿Te dijo el novio que además de
médico es dueño de una editorial?
__No,
y no me interesa.
__Pedro,
estamos a punto de volver a pelear, y no es lo que vine a hacer acá, quiero que
bailemos, anda busca la música que te guste.
__ ¿Y
las sorpresas?
__Son
sorpresas. ¿Te interesa ese muchacho acaso?
__No.
__ ¿Me
interesó mandar a… ya sabes dónde a Maximiliano cuando apareció al conocerte?
__No.
__Entonces,
vamos a hacer lo que vinimos a hacer.
__ ¿Que
sería?
__Cumplir
con nuestro sueño erótico, tengo hambre de vos, y no me iré de acá sin vos, es
más sin renovar nuestros votos, no olvides que perdimos los anillos, allí
empezó la maldición.
__ ¿Qué
sería?
__ ¿La
maldición?
__No,
lo otro, el sueño…
__Sueño
erótico. Cuando pierdes la inocencia. Cuando un orgasmo vale más que mil te
quiero. Cuando el encuentro cuerpo a cuerpo ilumina la noche. Cuando el sudor
se confunde y nuestros cuerpos resbalan. Cuando las caricias rebasan más allá
del pudor. Cuando nuestros centros se confunden con nuestros cerebros. Cuando
desdibujados y casi invisibles hacemos palidecer de los siete pecados capitales
al más candente. Cuando detenemos el tiempo y nos volvemos labios, manos como
ventosas y cuerpos que penetran unos poros en otros.
Esa es nuestra noche erótica… ¿Lo entendiste?
Esa es nuestra noche erótica… ¿Lo entendiste?
__Vale.
CONTINUARÁ.
HECHOS
Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER
PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
LENGUAJE
ADULTO.
ESCENAS
EXPLÍCITAS.
Lily Rz Hermoso! 👏👏👏
ResponderEliminarMirta Que hermosooo!!!GRACIASSS!!!!
ResponderEliminar1
Rosa BELLÍSIMO, FUERZAS DE SENTIMIENTOS PROFUNDOS ...
ResponderEliminarR Sonia Querida Eve Monica Marzetti 😀Gracias
ResponderEliminarMagdalena Hermoso
ResponderEliminarMaravilloso Eve, un explosión de seducción, erotismo y amor...El Viaje es un clásico y, como siempre, inunda el alma de magia...Gracias por tanto...Bellísimo homenaje a ese Farsantes que no olvidaré...
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