PRÓLOGO. NUEVA TIRA. FIN DEL MUNDO O SUR, NO LO SÉ. Probando letras.

El hombre odia viajar, casi no recuerda cuándo lo hizo por última vez.
Una lejana letanía parece decir que fue hace muchos años atrás, cuando viajó con sus padres a algún lugar que ya no recuerda, como casi ha olvidado los rostros de ellos.
A desgano y trémulo, con una tenaza en la garganta y un peso de plomo en el pecho, ordenó y puso todo el esfuerzo en que las piernas ascendieran la escalerilla del avión, siniestro aparato que siempre lo intimidó, y en las circunstancias actuales mucho más.
Pero la decisión estaba tomada. No puede permanecer en Bs. As., menos en su propia casa, en su rol recién estrenado de padre y madre al mismo tiempo.
Hace apenas un mes que nació Fabián, el mismo tiempo en que la vida de Ana se le escurrió de entre los dedos, dejándolos solos.
No encuentra sentido a nada de lo sucedido, y sin embargo sabe que seguramente lo debe tener, aunque como hombre sin creencias, no lo puede encontrar.
La casa lo asfixia, el estudio lo aturde, el llanto de Fabián como si presintiera la pérdida lo desespera, y necesita huir, de todo, de todos, aunque  lo ama, sabe que ahora no puede cobijarlo, menos consolarlo, alimentarlo ni cuidarlo, porque el peso de la culpa lo consume, y sin embargo la que hizo la elección cuando él opinó que el tiempo de ser padres había quedado atrás, había sido Ana.

La gente lo empuja, habla, ríe, otros se despiden y hay saludos, lágrimas, sin embargo nada le sorprende, menos le interesa.
Apenas son imágenes ilusorias dentro de una pesadilla de la que necesita despertar, pero ¿es un mal sueño o Ana murió cuando apenas se escuchó el primer llanto de vida de Fabián?
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CONTINUARÁ.