"LA CASA DEL DELTA". CAPÍTULO SEGUNDO. RELATO TIPO UNITARIO.

“Las maravillas y miserias del amor

Las maravillas y miserias del amor.
Sus oscuros fulgores, sus catástrofes.
Caminar por el filo de la pérdida.
Dar lo que no se tiene.
Recibir lo que no se da.
El amor a la poesía,
a la madre, a la mujer,
a los hijos, a los compañeros
que cayeron por una esperanza,
a la belleza todavía de este mundo.
Como cualquier hombre,
amé y amo todo eso.
Algo de todo eso tal vez
tiemble en los poemas que siguen,
escritos a lo largo de 50 años.
La muerte me enseñó
que no se muere de amor.
Se vive de amor.

Juan Gelman - En el hoy y mañana y ayer”.

“Lo que pasa.

Yo te entregué mi sangre, mis sonidos,

mis manos, mi cabeza,

y lo que es más, mi soledad, la gran señora,

y lo que es más aún, todo mi olvido.

Para que lo deshagas  y dures en la noche,

en la tormenta, en la desgracia,

y más aún, te di mi muerte,

veré subir tu rostro entre el oleaje de las sombras,

y aún no puedo abarcarte, sigues creciendo

como un fuego,

Y me destruyes, me construyes, eres oscuro como la luz”.

“LA CASA DEL DELTA”.

CAPÍTULO SEGUNDO.

Bs. As., noviembre de 2025.


__Pedro como un sueño, estaba parado en el umbral, apenas iluminado por la tenue luz del porche y de los relámpagos que traía la tormenta.
Hacía meses que no tenían qué decirse, ¿qué podría cambiar esa noche?
Guillermo lo reconoció por los contornos, por la silueta apenas recortada contra la oscuridad, por la postura, y fue  el que  emitió los primeros sonidos, casi rotos, como ellos, como la fría casilla de años atrás.


…Sólo he venido un ratito, a ver la casa por última vez, me quedé adormilado, pero enseguida me voy, no quiero molestarte.
Pasa que te vas a mojar, está comenzando a llover.
… No hay prisa. Siento haberte interrumpido, no esperaba encontrarte acá a esta hora.
… ¿Viniste en coche?
…No. En lancha, me demoré yendo al súper a comprar vinos y algo para cocinar, pensaba pasar  un rato acá.
Fui donde íbamos siempre, juntos, con los chicos.
… ¿Te hicieron preguntas?
… No me pareció decirles algo tan largo, confuso hasta para nosotros, solamente dije que nos  mudamos al centro por el colegio de los niños.
… Está bien, entra, yo pediré un remis, no hay más lanchas, además con la tormenta, menos.
…Tampoco conseguirás remis, no tienes que irte, al parecer los dos quisimos despedirnos de la casa, quédate, es tan tuya como mía todavía. O de los dos o de  ninguno.
… Tampoco yo esperaba encontrarte, Pedro. Estás algo pálido, más delgado, pero… hermoso como siempre.
.. Gracias, también a ti te veo más delgado ___ con las entradas más pronunciadas, las marcas de ruta lo mismo, sin embargo  pese al tormento que significaba para Guillermo la calvicie incipiente, no había usado esas armas, ni en las peores discusiones, le parecía fascinante.
…Puede ser, pero a mí luego del infarto y del stent, me pusieron a dieta, esa es la diferencia.
… ¿Te sientes bien? ¿De salud digo?
… De lo que pasó si, sabes que fue pequeño, casi sin secuelas___ Guillermo quiso decirle que tenía el corazón en pedazos, sin embargo el silencio apareció flotando en la estancia de nuevo, interrumpido por los truenos nada más, la incomodidad les ganó por igual.
__Pedro lo encontraba hermoso como siempre, y se preguntó ¿cómo podía sentirse incomodidad con alguien que se ama tanto, con alguien que se compartió la vida por diez años o más, con alguien tan conocido desde mucho más allá, con la intimidad que ellos tuvieron?

… Mejor me voy, ya estoy algo mojado, como aquella noche en que aparecí en tu casa, ¿recuerdas?
..A declararme tu amor, ¡cómo olvidar algo semejante!___ Guillermo se contuvo emocionalmente como venían haciendo desde tomar la decisión, acotando los encuentros a los papeles, a firmas, a cortesía, a formalidades.

…Está bien, gracias, entraré___ Pedro quedó detenido instantes en la mirada, hasta que la despegó para ir hacia la cocina con las bolsas de las compras.
…Debería irme antes que sea más tarde___ Guillermo entendió que pareció el eco de las palabras de Pedro, y éste lo miró, negando.

… No  pasa nada de verdad, esta casa es tan tuya como mía, es grande.
¿Quieres una copa de vino? Traje Cabernet de la mejor cepa.
…Me vendría bien, pero una copa solamente.


__Guillermo asintió, con el corazón bramando en el pecho, las piernas doblándose, con lo cual se sentó en el sillón, mientras en la mente porfiadas estaban en disputa, imágenes de la primera vez, en la casilla, Marcos lo había posibilitado, como también el después,  el inicio de las discusiones, de la enfermedad, del cansancio.
Marcos otra vez.
“Años se sintió desterrado de su vida, viviendo la farsa del matrimonio con Ana, con los amantes sin nombres, que iban y venían, con Fabián ajeno a todo, y el estudio lo contenía, sin embargo si le faltaba algo era enfrentar la hipocresía de Marcos, compañero de la facultad, socio y amigo de toda la vida, eternamente infiel a su mujer. Solamente él no, todos, fue la comidilla de tribunales, del barrio, de los clientes, hasta que gritó su verdad, hasta que Pedro irrumpió como  un huracán y aquella mañana en tribunales se gritaron todo y de todo con Moravia.
Luego… el vacío, las caras extrañas, la expectativa hasta en Alberto, como si su sexualidad diferente fuera algo trágico, no lo de Marcos, tampoco la fachada de Miguel en la Fiscalía, delitos y moral dudosa se eclipsaron ante su verdad.
Marcos siempre pensó en facturar, sin embargo, más allá de los dichos de Gaby, de lo que lo conoce, esta vez le cree, lo entiende, a partir de Pedro se siente mejor persona, y sabe que si alguien tocara a Fabián, aceptaría defender al mismísimo Hitler, no puede culparlo, y sin embargo lo hecho con y hacia Pedro jamás dejará de torturarlo.

El mismo que  recibió dos certeros disparos porque no titubeó cuando Camila preguntó a quién amaba, a Guillermo dos veces se lo había dicho, el mismo que asustado y temblando lo esperó en la iglesia, y con el rostro torturado, la ropa con la sangre de Orestes deseaba entregarse, y él no dejó que lo hiciera, dándole las llaves aquella vez de la casilla.
Aquella noche, casi había llegado como en ésta, en la lancha,  sabiéndolo enloquecido de pánico, de frío, de soledad, y al abrirle la puerta de chapa apenas, en la noche que usó para desalentar la persecución, él le había dicho las palabras que ahora escucha de Pedro. Llegaron con la  sonrisa en los dos, la suya doliente,  indefenso, aún con la camisa ensangrentada, lleno de miedo en ese lugar apenas con unas velas  junto al camastro, y él con la mirada calma llena de ternura, de deseo de cobijarlo, intentó darle la seguridad que tampoco tenía, quizá como cada vez que uno o el otro o los dos estuvieron en riesgo.
Sin embargo  esa noche se sintió como en toda su vida, pero con él, fuera del mundo, pero no solo como en medio de la gente cincuenta años, y la sonrisa con hoyuelos la hizo luminosa más que si el sol estuviera espiando,  y llegó al tiempo del abrazo, urgente, desesperado, y se lo dio, así, cobijándolo, estrechándolo, amparándolo, abrigándolo, casi lo desarmó en sus brazos sabiendo que le aislaban del afuera, del dolor, de la huida, del peligro.
Los besos llegaron hambrientos, desenfrenados, desesperados como estaban los dos, como locos en el desierto, se besaron con ansia, con anhelo, como nunca antes en la primera timidez, y la pasión, el deseo en oleadas los empujaba a la par, mientras las manos dubitativas, torpes, atolondradas de lo mismo se colaban a la piel, hasta enterrarse en el interior de la casilla, apenas iluminada.
Guillermo le había desabotonado la camisa, despojándolo de la sangre de su suegro de la que nunca fue culpable, con manos torpes, afiebradas, suaves, y cada vez más apresuradas, fue descubriendo aquella travesía en el mapa, por primera vez con sus manos, con sus dedos, mientras Pedro lo dejó hacer, concentrándose en besarle la frente, el ceño, hasta zambullirse en la boca para saborearlo como no pudo aquella tímida vez en su cama.
Lo sintió estremecerse mientras con los labios frenéticamente paseó al cuello, desde las clavículas, a mordisquear más allá, hasta demorarse devorándole los hombros, lejos de las caricias y miradas robadas o sin límites, de los abrazos y roces profundos, buscados pero disimulados en otra cosa,  esa noche Pedro sintió sus manos, sus labios, su lengua, sus dientes recorriéndolo, y el postergado deseo los arrasó en oleadas, ardiendo  en llamas las brasas que  vinieron preparando, y su cielito también comenzó tiernamente a acariciarlo, a tantearlo, a descubrir la piel de otro hombre, del que amaba, del que dijo amaría para siempre, como él, y lo repitieron millones de veces.
Y las bocas ansiosas se buscaron, se reexploraron insaciables, hasta que se animaron las manos a ir más abajo, a deshacerse de las barreras, que terminaron en el piso, dejándose caer enmadejados como vivieron diez años, enredados, amoldados,…., en aquel catre destartalado, y comenzaron aquella primera vez, embargados de emoción, con lágrimas, con las dudas, el miedo incipiente en uno, la experiencia y el cuidado en él.

“… ¿Cómo llegamos a esto, Pedro?”


Ahora extraña aquellas caricias, pese a que nadie los persigue, no las tiene, tiene que cerrar los ojos o desenfocarlos para sentir aquellos besos y tantos, como cuando en la casa del reencuentro le enseñara las ceremonias, la del beso era la primordial, cuando cegándolo le dedicó cada roce, y sin embargo allí, hoy, la realidad lo cachetea, porque hace meses que lo siente lejos, aunque sabe que piensa y siente lo mismo, que se estremece y tiembla como él en el recuerdo, que siente renacer el deseo, el fuego, que añora lo mismo .

Quizá las ganas de verse los hizo coincidir allí, al menos para oír la voz, para mirarse en el espejo, quizá llegar a percibir el calor del cuerpo, y el latir acompasado como siempre.

No puede dar con un instante concreto en que todo se viniera a pique, quizá fue un proceso, gradualmente todo se deterioró durante los meses del maldito juicio, desde que los vio pelear con Beto contra Marcos y terminó en el hospital.
Quizá una serie de malentendidos, el carácter de mierda de siempre, los celos eternos de los dos, hicieran su parte, la mezcla de todo unido al estrés del entorno, al desprestigio del estudio, a la pérdida del dinero, a su hospitalización.
_Pedro ahora ve que quiso cuidarlo, como todos, como Alberto y  Fabián, y lo mantuvo alejado del quilombo que se cernía sobre todos el mayor tiempo posible, apuntalándose en sus socios, pero emocionalmente quebrado, había acudido a hablarlo más de una vez con un amigo, con el cual no hubo infidelidad, pero para los malditos celos suyos,  al descubrirlo lo vivió peor que verlo en la cama con otro, y  sólo intentaba asesorarse, que lo aconsejaran para no perder el estudio, sin decirle la gravedad de lo que todos ya veían en el horizonte, que Marcos jamás podría ganar ese juicio, es más, cuando supieron que José Miller sería el fiscal, él mismo lo confirmó.

_Marcos, por otro lado, se empecinó en decir que lo creía inocente, ocultando el secuestro de Solange, quizá al comienzo le creyera, luego por Isabel, quizá, prefirió inventar el viaje con Renzo, que en medio de clases como maestra jardinera no resultó demasiado creíble, amén que jamás llamó.

_Guillermo sabe que hizo lo suyo, ofuscado porque  no lo veía más que a la noche, una de ellas en que llamó para avisar que se quedaría a trabajar hasta más tarde, se fue de copas, ya de alta, a casa de Juan, sabiendo que José no estaba en ella, y terminó ni siquiera recordando si  tuvo sexo con él, en medio de la borrachera de los dos. Pedro lo vivió como un dèja vu, los celos explotaron como la primera vez  que supiera de Juan.
Para peor, no fue una vez, sino hasta que Juan lo detuvo, se plantó en su matrimonio, y se acercó a José, que casi siempre, enfrascado en lo mismo que Pedro, regresaba tarde del juzgado.
Aquello había  sido el último clavo del ataúd del matrimonio, sumado a que los chicos, recibieron llamado de atención en el colegio, que enfrentó Romina, Pablito y Rominita les dijeron que los veían llorar a menudo, hasta el último parate que hiciera José, ya el hombrecito en medio de sus hermanas.
Intentaron  reconciliarse, lograr una renovación de la confianza, un abrir el juego de la catástrofe laboral, pero Pedro y Alberto, salieron a salvar la hipoteca, al menos a intentarlo, y Guillermo no pudo ver eso más que como una traición, de ambos.
 Sin embargo Pedro como asesor legal, otra vez en una multinacional, y Beto como socio en  un estudio del centro independiente, traen fortunas cada mes para salvar el suyo, Fabián lo pudo ver desde el inicio, Guillermo lo empieza a ver recién quizá en ese momento”.

__
“…Guille, sólo quise protegerte, si hubieras entendido. No sé qué sucedió, cómo mierda se encadenaron los cansancios, la incertidumbre,  habíamos pasado todo juntos, aunque intuyo la real diferencia.

A Miguel, a la muerte la venció nuestro amor, pero estábamos uno con el otro, y Fabián era grande, esta vez, los trillizos quedaron entre las balas, y me rendí, creo que yo antes.
Ante el mismo asombro, dejamos las noches de insomnio juntos, saboreando cada madrugada, bailando al unísono desde siempre, desde aquella primera vez, desde mis ceremonias del reencuentro que inventé en Uruguay para ti, entre miradas que todo decían al fin se perdió la esperanza, viviendo sueños vanos, confundidos en celos insensatos”.

Final del formulario

…¿Te quedas a cenar, Graziani?___ tendiéndole la copa de vino, regalándole los hoyuelos___, podrías ayudarme en la cocina.
…¿Qué estás haciendo?
… Había pensado en  regalarme un asado con ensaladas y cabernet, está marchando, te gustará, y traje más que suficiente para los dos.


__Guillermo removió el vino en la copa antes de catarlo, viendo cómo no se aferraba al cristal, y pensó qué bueno sería poder hacer lo mismo con las personas, dejarlo ir, soltarlo, sin embargo... el dolor era lacerante, era la amputación de la otra parte.


…¿No regresarás al estudio? Digo, con la venta de la casa, tendremos más que suficiente para comprar casas individuales para cada uno, para Romina, para que los niños nos vean a los tres, pero alcanzará para pagar al fin la hipoteca, la cartera de clientes, con la declaración y la salida de Marcos regresó, y más.
…No sé si es conveniente que regrese, el caso de Beto es distinto, el mío, no lo sé. Estoy bien en la empresa, ¿por qué viniste?__ Estaba terminando ensaladas pero la mirada paseó cerca.

…Nostalgia, pena, tristeza, supongo.
Quería pasar un momento.
… Como yo, sólo que  no asimilaba que estaba en venta, con todo lo que acá sucedió, y me planté de cara a la realidad al ver el cartel___ Pedro dejó correr el agua sobre la verdura, y Guillermo creyó ver lágrimas en ella.
..También yo___ hundió la mirada en la copa, intentando leer en el vino, respuestas que no aparecían en palabras, quizá, porque no estaban, no las había.

__Pedro alquilaba un tres ambientes para recibir a los chicos, el departamento de antaño que ya los alojara, era para Romina con sus hijos, y Guillermo por ahora deseó quedarse en la extensión del estudio, donde había escrito el libro de sus vidas, se sentía más en casa, con las plantas, y más recuerdos de todos, a veces las visitas de algunos, principalmente de Cuca que pese a la edad vivía entre él y Fabián, antes en el Delta en total lucidez.
De súbito buscó la mirada y la voz salió decidida, convincente.


…¿En qué te ayudo ahora que invertimos los roles? Me encanta quedarme a cenar. Ya que no son pastas, el ayudante seré yo, lavaré y pondré las papas al horno.


__La mente de ambos se fugó a otras y tantas cocinas, sobretodo  a aquella tímida primera vez cuando quiso mojar el pancito, y Fabián les detuvo el beso por nanosegundos, a otras donde Pedro fue el pinche, Guillermo el jefe, compartiendo besos y arrumacos entre susurros de amor.

Y no era tan difícil regresar a la rutina, aunque ya no se movían con la naturalidad de antes,  ni buscándose, sino evitando chocar.

__Pedro siguió troceando verduras, Guillermo papas, entre algunas miradas, el asado estaba al grill, y con las copas en la mano, salieron apenas al porche a contemplar lo que antes era a cada instante, comprendiendo en silencio  lo mucho que extrañaban aquello, la panorámica del río, fundirse allí.

…¿Recuerdas cuando me escondía con las pequeñas?
…Y yo los buscaba por todas partes con Josecito, crecieron tanto, la semana que viene cumplen once años.
… Las tremendas fiestas que odiabas, terminaron al fin Graziani, ya no más cien niños  ni madres, ni juegos, nada,… nada, no. Quizá debiéramos hablar en la cena de lo que haremos el 18.
…Nada más que para evitarla, saqué los pasajes a Europa para el año siguiente no estar, al menos lo que alguna vez pareció terrible, ahora nos hace reír, el lío que hice en aquel cumpleaños, por la ropita de las nenas, con tu mamá, con tus admiradoras.
…El feliz velo de la memoria, la memoria selectiva, un mecanismo de defensa de la psiquis, de la mente.

__En un instante del tiempo el estómago se encogió dejando de ingerirlo, y los labios se unieron luego de llegar a ellos el aroma, el aliento, la mirada.

Sintieron que el crepúsculo estremecía las entrañas, que si llegara el alba, la lluvia dejaría ver luego el arcoíris, los labios navegaron unos en los otros de comisura a comisura, derritiendo la sangre en riachuelos palpitantes hacia las entrañas. Los besos llegaron como la lluvia, dejando en ellos la esencia tan conocida por ser la misma, la que por años bebieron sin palabras, como susurraron los sueños en el aliento, como se embriagaron en el sabor, mientras llegaban a notas álmicas  idénticas, y paseando las sonrisas bordaban la razón de la existencia.

En silencio se despegaron, intentando los sonidos, llamando a la cordura, ¿regresando a las vidas separadas?

…Perdona, debo ver, sonó el temporizador del horno. Luego si deja de llover y lo deseas, podríamos bajar hacia el río, si se puede, como tantas veces.
…Me encantaría, pensaba en eso antes de tu llegada.

___Uno fue a la cocina, el otro a preparar lo faltante en la mesa, envueltos en recuerdos,  que era la vida juntos en familia en la… casa del Delta.



CONTINUARÁ.

HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS, CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES MERA COINCIDENCIA.

LENGUAJE ADULTO Y ESCENAS EXPLÍCITAS.