PREDESTINADOS. CAPÍTULO 31. PARTE DOS.

PREDESTINADOS. Capítulo 31, SEGUNDA PARTE.

… Bueno gente, voy a leer un rato y a dormir, nos veremos en el desayuno.

… Gracias por todo Fabi.

… Gracias Hijito.

… De nada, pero mañana cocinas vos viejo, no te acostumbres.

 Pedro, ¿te quedarás?

… Está bien, si tu padre no me echa, me quedaré unos días, hasta que todo vuelva a la normalidad.

… Buenísimo.

___ Guillermo lo miraba con adoración.

… ¿Qué pasa Graziani?

… Que te amo, que lo que has logrado con mi hijo es único, y que la normalidad es ésta, mi familia son ustedes dos.

… Bueno amor, de a poco, no quieras todo ya porque sabes que no se puede. ¿Qué pasó con el control de Spencer, Graziani?

… El control y las riendas serán de Spencer, yo ya solté todo por los aires luego de esta velada. ¿Vamos a nuestra habitación?

… ¿Nuestra?

…. Así la sentiré a partir de esta noche.

___ Guillermo apagó las luces sin apartar la mirada de Pedro, se le fue acercando hasta tomarle de la mano y unidos en el beso subieron las escaleras olvidados de todo.

Guillermo abrió y Pedro saltó a la cama.

… ¡Qué lindo, qué ganas de llegar a la camita!

… Amorcito, ¿qué tal si primero nos damos un buen baño, una ducha y nos sacamos la ropa?

 Pero primero ven.

… ¿Adónde?

…  A brindar, no ves que he subido Champán. ¿Te gusta nuestra habitación mientras sea ésta mi casa?

… Huele a ti, riquísima.

… Que forma rara de describir una habitación.

… Los lugares los hacen las personas, si acá duermes tú me fascina.

… Brindo por nuestra primera noche en mi casa y en mi cama, por lo que quiero que continúe para siempre.

… Por ti amor, y por Spencer aunque me enoje un poco.

… Él y yo estamos perdidamente enamorados de vos, ¿no lo sabes?

… De ti sí, de él tengo mis dudas todavía.

… ¿Estás bien?

… Algo nervioso.

…Ven acá.

__Guillermo tenía planes, miró a Pedro en profundidad, y en los ojos marrones el alma, sonrió y apuró lo que quedaba en la copa, dejándolas en la mesa y atrayéndolo hacia sí, posando la mirada en los labios que comenzó a acariciar con los dedos, para suavemente besar las comisuras, distrayendo a Pedro de la obra de sus manos que poco a poco le desabotonaban la camisa y los pantalones para dejar caer la prenda olvidada por los hombros y desplazar sus labios dejando un reguero de besos húmedos desde la base de la garganta hasta ellos, descendiendo por cada brazo, succionando cada dedo y lamiendo el hueco entre ellos mientras Pedro aspiraba el aire con dificultad, para al fin atraparlo en su boca, poseyéndolo en el beso mientras sus manos se encargaron de quitarle la camisa a Guillermo y luego ambos separándose jadeando, con dificultad se ocuparon de arrancarse pantalones, bóxers, medias y zapatos con urgencia para lanzarse uno en brazos del otro.

Todo era silencio, reinaba la quietud, excepto por el sonido de la respiración y los gemidos ahogados de ambos.

Pedro se echó en sus brazos con los ojos brillantes y  Guillermo lo rodeó en los suyos.

.. Te amo, Guille y a tu hijo.

__Guillermo sonrió al tiempo que  lo estrechó para regresar al beso aturdido de deseo y de Amor, poseyendo la boca, reexplorándolo desde la punta de la lengua a la base, paladeándolo y saboreándolo, bebiendo el mismo fluido, en el mismo aliento y muriendo para renacer al apartarse a desgano para aspirar el aire  que el otro le ofrecía.

.. Lo sé.

… ¿Tan evidente es?

__ Guillermo lo devoraba en sus besos.

… Esa parte de la ecuación, nunca ha estado en duda. Ni tampoco el resto. Desde el momento en que te miré por primera vez.

… ¿El resto? Tu parte de la ecuación, lo que sientes por mí.

__Pedro se despegó para poder estudiarle el rostro, y le acarició la mejilla con la mano.

Necesito saberlo.

__El semblante de Guillermo se modificó, el deseo llameó en sus ojos-

.. Ahora lo sabes. Y regresó al beso que ya era su adicción.

 Por cierto, nunca lo olvides.

Ya sin aliento, Pedro sonrió iluminando la noche. Nadie ha compartido la mesa con mi hijo, menos mi habitación, ni mi cama, solamente tú, mi hombre destinado.

.. Tendrás que cerciorarte de recordármelo.

… Claro que lo haré. Todas las mañanas, todas las noches y cada vez que pueda.

Aquellas palabras fueron un voto, una promesa. Pedro buscó los labios finos y lo besó hasta perder el juicio y quitarle la poca razón que quedara en Guillermo. Con una sonrisa, Guillermo alzó la cabeza, lo rodeó en sus brazos y lo condujo al baño.

… Teóricamente, no debería estar acá.

… ¿Por qué? ¿Qué diferencia hay, que sea en tu cama o en la mía?

… Bueno, en eso no mucho, salvo que no estoy casado ni tengo amantes, a Camila la dejaré oficialmente de inmediato.

… Yo ya dejé todo precioso.

… Supongo que si eres como Spencer no tienes problemas con que me quede acá.

… No, nosotros los caballeros arrogantes, mirándolo en profundidad, nos concentramos en quitarle la ropa a quien amamos, en llevarlos a la cama. Y otras cosas.

__Y sin más lo atrajo hacia sí y se lo demostró… con gran eficacia.

Entraron en la bañera y lo devoró de cabeza a pies, dibujando sus contornos a su antojo, tomando lo que quiso, bebiendo su elixir, lo recorrió sobre el agua y por debajo, mientras ahogaba los sonidos del amor en los besos agónicos y al fin, luego de lograr amoldar los cuerpos en cada valle, llano y montículo se hundió profundamente en Pedro, y la respiración de éste se fracturó en una exclamación ahogada.

Guillermo se movió dentro de Pedro reclamándolo, presionando cada vez a mayor profundidad, sólo para retirarse y llenarlo nuevamente más allá. Apoyado en los brazos, acompasando los ritmos de besos y de los cuerpos, lo colmó, lo adoró, lo amó, y delante de él Pedro se retorcía de placer haciendo desbordar el agua por todos lados. Cuando dio vuelta la cara y encontró los labios, se aferró a ellos y a aquella caricia, para retener el momento, para retenerlo a él.

Cuando las bocas se separaron dejaron escapar un suspiro. Y entonces sintió que Guillermo le hablaba, al tiempo que se movía en lo más profundo de su cuerpo.

… No sé cuándo podrá reconocerlo Spencer, pero yo hoy, con mi cuerpo te venero, con mi corazón te adoro, con mi alma y me esencia te amo Pedro Beggio, para siempre. Y si quieres que te lo repita un millar de veces, lo repetiré. Todo el tiempo que sea necesario, hasta que aceptes sin miedos ni reparos cuando pueda por mi situación, ser mi esposo.

… Acepto, aceptaré.

… Pedro oyó aquella palabra en su cerebro la saboreó en sus labios… y la sintió resonar en el corazón, a pesar de su miedos.

___Transcurrió la siguiente hora, y ni una sola frase coherente pasó por los labios de ambos que se dedicaron a recorrerse y besarse descubriendo cada geografía con todos sus recodos y secretos.

 Pasaron de amarse en la bañera, a la ducha, a la cama, y  la cálida quietud que reinaba en la habitación se vio rota tan sólo por el roce de las sábanas y los murmullos suaves y urgentes. El silencio daba paso a los gemidos, quejidos, jadeos, exclamaciones sofocadas en cada embestida del uno o del otro, porque ambos tomaron las riendas y ambos se rindieron una y otra vez sin excusas, sin miedos, sin juicio, sin reparos, y culminaban cada vez en un grito ahogado, conmovedor, que iba desvaneciéndose hasta convertirse en un gemido gutural al terminar de verterse uno en el otro y por el otro, dentro, alrededor, en la boca, en las manos, en el mismo fluido, en la misma sed.

Afuera había salido la luna, adentro, luego de horas de cambio de roles al fin bajo la ducha el incendio que los había devastado por horas se apagó por el momento.

Envueltos uno en brazos del otro, con los corazones igualmente entrelazados en uno, exhaustos y plenos, ambos se rindieron a los brazos de Morfeo que sonrió al recibirlos por fin en sus dominios.

Como era de esperarse, y de hecho ansiaban desde hacía horas, ambos se trasladaron a sus roles de Spencer y de Peter en la casona de Inglaterra de 1836.

CONTINUARÁ, CONTINUACIÓN Y FINAL DEL CAPÍTULO 31.

PREDESTINADOS, LA HISTORIA DE DOS ALMAS GEMELAS DESTINADAS A AMARSE PARA SIEMPRE.