jueves, 12 de marzo de 2015

PREDESTINADOS. CAPÍTULO 24.






 




PREDESTINADOS. CAPÍTULO 24.



 Bs. As., jueves 02 de noviembre de 2014.



..Amor, ¿qué le  pasa a tu caballo?, está decaído.
…Seguramente por la lluvia de cuando salimos, ya veremos mañana, si necesita medicamentos, no te preocupes, no es la primera vez  y tengo de todo.
… Pobrecito.

___ Habían paseado de la mano caminando hasta el río y regresado recreándose en el silencio y en sus pensamientos.
Pedro había confiado lo poco  de grave que había en su vida, pero sentía que Guillermo apenas había hecho un vuelo rasante por la suya, no deteniéndose en detalles, como si aún temiera asustarlo, perderlo, pero no deseaba presionarlo, lo esperaría demostrándole su amor.
Sabía que su primer amante era Juan, el último José,  la historia de  Leo y Matías, y de los demás poco le importaba ahora que sabía que nadie los separaría. Pero deseaba que confiara, que se liberara. Y aquella noche se lo dijo en la cena, a medianoche, ya era jueves.

… Amor, me gustaría que me cuentes algo más de tu vida, de tu infancia, de Fabián, de Ana, del estudio y de su gente.
… ¿Qué deseas saber amorcito?
¿Que con Ana tenemos un pacto donde ella acepta mi condición, se ocupa de Fabi, y yo nunca la escandalizaría con mis aventuras?, ¿o que a veces se emborracha para soportarlo pero que jamás me pidió el divorcio?, un poco porque quiere a Fabi, otro porque no se ama a sí misma.
Fabián estudia física a los tumbos, tiene 22 años de negarse a ver a Silvina y considerar como madre a Ana, sale por ahí con amigos y no lo veo convencido con su carrera pero supongo que es normal.
De la gente del estudio algo sabes, ya te hablaré de ellos en Bs. As.








¿ Sabes?, nunca tuve algo como esto, como estos días a solas con el Amor de mi vida, y todo lo demás ha perdido importancia, deseo disfrutar de estos días aislados de todos, como si fuéramos los únicos sobrevivientes de aquel Naufragio donde morimos abrazados antes de  que el mar nos devorara.

Pedro sentía que estaban eludiendo su vida actual previa al reencuentro, opacada en el cuidado de ese amor ansiado. En su segunda noche juntos, aislados de todo, el sueño los abarcó anudados piel a piel.
 Y contra todo lo esperado de que los sueños ya no regresarían, Pedro se trasladó a una vida en Inglaterra por el año 1800, lo sabía por la ropa que usaban, las casas, los carruajes.
 Venían de visitar a una familia amiga. Guillermo a su lado tenía el rostro concentrado en guiar a los caballos. Sonreía y con su mano le daba calor. Pedro reflexionaba sobre el cálido ambiente que reinaba en esa casa, con un brillo acogedor en todos los lugares. La familia, el sentimiento de familia y el cariño de la familia que allí, para los habitantes de esa casa eran considerados normales, era lo que él no había conocido nunca. Tener una familia así era su sueño más querido, más profundo y más imposible, al observar a Guillermo lo supo. Con él, su sueño se haría realidad. Ya había tomado la decisión y sabía que no estaba equivocado. Guillermo con el hijo de ambos tendido junto al fuego del hogar y él atendiéndolos, jugando, revoloteando...
 Sin detenerse a pensarlo...aquél era su nuevo objetivo y supo que también el de su amor sin necesidad de preguntárselo. Aquél era el código. La familia. Lo más importante de sus vidas.
Guillermo lo miraba.

… ¿Tienes calor suficiente?
… Estoy bien bajo las mantas y con la ropa que me hiciste poner. Tú conduce mi amor.


 A su alrededor caía el misterioso crepúsculo. Sobre ellos pendían unas nubes bajas y espesas. Arremolinadas. El aire era áspero. El viento iba cargado de nieve y ellos con una misión. Avanzaban a través de la noche, internándose en la oscuridad para el último acto de un drama. La última caída del telón. Para poder al fin subirlo. Despedir a los actores....y continuar viviendo sus vidas. Creando un sueño. Abrió los ojos y dijo...eso estamos por hacer. Así será mi amor.

… Guiie, amor, despierta mi amor,..
… Cielo, ¿qué sucede?, pero,…, es de noche todavía.
.. Lo sé, los sueños Amor, quiero contarte porque temo olvidarlo.
… ¿Volvieron? Amorcito, ¿no habíamos quedado que dejaríamos eso en el pasado?
  Esto es distinto mi vida. Es uno hermoso, en el 1800, pero es distinto a los demás,  tuvimos una vida feliz, y me dice lo que estamos buscando en ésta y lo que vamos a lograr, lo será mi vida, será una vida feliz.
… Claro precioso, te dije que no estábamos en guerra ahora.










… Pero es que entendí todo, estos años sufriendo sin encontrarnos estuvimos viviendo un drama,  cometiendo errores y siendo ultrajados, sufriendo la ausencia y la falta de rumbo, pero estábamos juntos en un carruaje donde llevabas las riendas aunque no lo sabíamos, nos estábamos dirigiendo a  ver terminar ese drama, a despedir a los actores o sea a las personas equivocadas para iniciar la verdadera obra, nuestro sueño, nuestro Amor y nuestra Familia.

___Pedro le contó el sueño a Guillermo al detalle, y sí, había sido un sueño premonitorio de la vida actual, que ya habían vislumbrado y olvidado en aquella del 1800.

… Te amo precioso. Ahora vamos a dormir o no haremos nada bueno en el fin de semana.

___ Pedro volvió a acurrucarse y regresaron al sueño, esta vez profundo y pleno, sabiendo que todo lo harían realidad y que no todas las vidas pasadas  habían sido dramáticas y breves.

Por la mañana, los despertó un quejido, un sonido lastimero, suave que provenía de afuera, y entonces supieron que era del caballo de Guillermo.
 Se vistieron a las apuradas, fueron al establo y lo encontraron echado, con fiebre y al parecer sufriendo.

… Guille, ¿no hay cerca ningún veterinario?
… No hace falta amorcito, le daré el remedio, tengo para todo, en la noche estará mejor.
… Quiero cuidarlo.

___ Luego de bajarle la fiebre reaccionó, y aprovecharon para entrar a ducharse, a cambiarse y para beber un café mientras juntos preparaban una carne al horno y al rato almorzaban y dejaban luego la cocina ordenada.


… Guiie, quiero quedarme en el establo hasta verlo bien como antes.
… Bueno amorcito, ve que mientras haré unas llamadas a casa y a José para ver cuándo cree que será el juicio.













___ Pedro pasó la tarde cuidando al caballo, y Guillermo se le unió, hasta que luego de cenar y estar un rato a su lado, Guillermo lo fue a buscar.
Le enternecía verlo sentado acariciándolo con tanto amor, y ya no sabía si estaba mejor por el remedio o por Pedro.

 Pedro percibió su presencia al acercarse. Levantó la vista y le sonrió con dulzura. Guillermo curvó las manos sobre sus hombros, le sujetó y, suavemente pero con firmeza, lo levantó de la silla y Pedro le permitió que lo llevara al círculo de sus brazos.

.. Vámonos. Ya no corre peligro.
… Pero...
….No le gustará despertarse y encontrarte dormido en una silla, no necesitas pasar una noche en vela cuidándolo. Nadie va a hacerle daño y si se siente mal nos lo hará saber como esta mañana. No puedes cuidar a todo el mundo.
Le serás más útil mañana si duermes, y ya estará tan bien que podremos cabalgar.
… Supongo que...
… Exacto. No pienso dejarte aquí.

__ Guillermo lo obligó a traspasar el umbral y cerró la puerta tras ellos. Pedro abrió los ojos pues lo único que veía era oscuridad.

… Ven.

Guillermo deslizó el brazo en su cintura y lo estrechó con fuerza para ceñirlo a su costado. Caminando despacio, a pesar de la luz de las velas, a Pedro le resultó fácil relajarse en el calor que le proporcionaba él, hundirse en el consuelo que le daba su fuerza. Caminaron en silencio por la casa casi a oscuras hasta el corredor que llevaba a la habitación.

.. ¿Estás seguro que no le pasará nada?
… Confía en mí, estará bien. Y los labios de Guillermo le rozaron la sien, con una nota en su voz ronca que le infundieron seguridad y confianza, y amparado en la oscuridad Pedro permitió a sus labios curvarse en una sonrisa cómplice.
Ante ellos se erguía la puerta del dormitorio... Guillermo la abrió y lo hizo pasar. Un caballero se habría retirado llegado a ese punto, pero él siempre supo que no lo era... Entró detrás de Pedro y cerró.
Pedro necesitaba dormir, pero él no podría descansar hasta que él estuviera soñando. Preferiblemente, acurrucado en sus brazos...
Pedro sabiendo que estaban juntos, no miró atrás, y se puso a contemplar la noche por la ventana. Trató de esclarecer lo que deseaba en aquel momento, en aquel minuto.
De él y de sí mismo
Necesitaba algo. A alguien. Al menos esa noche







Guillermo inició un lánguido asedio, acorralándolo poco a poco, acariciándole con la mirada la curva de la garganta y los labios.

Pedro necesitaba que alguien tomase de él todo lo que podía dar. Dar era su salida, su alivio, necesitaba dar tanto como necesitaba respirar. Necesitaba sentirse deseado, necesitaba a alguien que lo tomase tal como era, por lo que era. Por lo que podía dar.
Sus sentidos buscaron a Guillermo, intuyéndolo, percibiéndolo cerca. Entonces respiró hondo y se volvió, encontrándolo a su lado.
Lo miró, examinó y delineó el rostro, los ángulos, las curvas, los ojos negros, los labios finos, y aquella mirada nublada, brumosa que buscaba los labios gruesos. Apartó de él todo pensamiento del mal o del bien y alzó las manos hacia su pecho.
Guillermo se quedó inmóvil.

Pedro deslizó los brazos más arriba y se acercó un poco más. Cerró las manos alrededor de su nuca, se apretó contra él y amoldó las caderas con las de Guillermo.
Entonces los labios de ambos se encontraron, hambrientos y desesperados, se fusionaron con mutua aceptación, con el mismo pacto. Con avidez. Pedro sintió las manos de Guillermo cerrarse sobre su cintura, y después los brazos, que lo rodearon y lo ciñeron como un torniquete incrustándolo.

Su invitación, su aceptación, provocaron a Guillermo un estremecimiento que llegó al fondo del alma, a duras penas logró evitar aplastarlo contra sí. Sus demonios aullaron triunfantes, él se apresuró a maniatarlos y sujetarlos, y luego volvió a centrarse sobre Pedro, voluntariamente, se apretó más contra él. Guillermo dejó que sus dedos esbeltos vagaran por su espalda y fueran moldeándola a él, instando sus caderas a acercarse, y después, avanzando un poco más con las manos, tomó las firmes curvas de sus glúteos y lo atrajo con fuerza hacia su pelvis anhelante,  al espacio entre sus muslos moldeados por el ejercicio.
Pedro ahogó una exclamación y le ofreció nuevamente su boca, la cual él reclamó igual que un ave rapaz. En lo más recóndito de su cerebro, sonó una alarma, una letanía de advertencia que le recordó los demonios maniatados, los preceptos del comportamiento civilizado, de la pericia de la madurez… todo lo característico de su experiencia. Dicha experiencia, sin  ninguna orden conciente, propuso un plan de acción.
Junto a la ventana, a la luz de la luna llena, podrían desvestirse sin problemas y admirarse en ella para después trasladarse a la civilizada comodidad de la cama.
Una vez formulado el plan, Guillermo centró su atención en ponerlo en marcha.
Fue por los labios de Pedro y lo besó a fondo, explorando, sugiriendo… y sintió la rápida reacción de él cuya lengua se enredó con la suya en una danza recién inventada. Perturbado y sorprendido, empeñado en experimentar nuevamente aquella dulce reacción, lo instó a repetir la exquisita caricia. Y así lo hizo Pedro, en un aliento, en la misma saliva, bebiéndolo, absorbiéndolo, degustándolo, saboreando cada porción conquistada, pero tan despacio, que todos los sentidos  de Guillermo siguieron cada uno de los movimientos, cada uno de los deslizamientos, de las succiones, con aturdimiento e intensidad.








No fue hasta que por fin volvió a sus cabales y se despegó de aquel beso asfixiante cuando sintió las manos de Pedro sobre su pecho. A través de la camisa, las palmas lo marcaban a fuego sin remedio, lo masajeaban y modelaban a gusto. Pedro subió a los hombros, pero la chaqueta estorbaba sus movimientos e intentó quitársela. Guillermo desesperado se apartó y en un movimiento de hombros interrumpiendo el beso, la hizo caer.
Pedro se abalanzó sobre la camisa, transfiriendo la atención a los botones, y en cuestión de segundos los desabrochó a todos. Luego sacó los extremos de la camisa de la cintura del pantalón, la abrió y se lanzó con ansia a recorrerle el pecho con las manos, a enredar los dedos en la mata de vello oscuro mientras Guillermo lo miraba  a la cara y saboreaba la sorpresa y la sensualidad que expresaban los rasgos, el brillo de emoción de los ojos marrones.

Y entonces se aplicó a la misma tarea, a los botones de la camisa de Pedro que estaba extasiado en él y por él.
Guillermo ya lo había explorado en su totalidad, ya había  tenido su oportunidad, pero Pedro aún no había tenido la suya de explorarlo a él. Extendió los dedos y abrió los sentidos para beber de la dureza y el calor de aquellos fuertes músculos, investigó los huecos, las curvas, los valles y los montes, las anchas superficies del pecho, las amplias crestas que formaban las costillas, la mata de vello entrecano que se rizó y enredó en sus finos dedos, los discos planos de las tetillas que se endurecieron bajo su contacto. Todo le parecía de lo más fascinante, sorprendido como un niño y deseoso de ampliar sus horizontes, asió los bordes de la camisa, al tiempo que Guillermo tomaba los de la suya.

Lo que siguió a continuación provocó risas acaloradas, cosquillas y chistes, enredados en brazos y manos que se colaban buscando, cada uno sobre el cuerpo del otro, ambos iniciaron una especie de baile al tiempo que ajustaban su contacto. Mientras Pedro luchaba por quitarle a Guillermo la camisa, éste mucho más experto, ya lo despojaba de la suya.
Luego lo atrajo a sus brazos y se apoderó de su boca hundiéndose profundamente en el territorio conquistado sin permiso, sujetándolo con un brazo, mientras con la otra mano se afanaba con los botones del cinto y del pantalón. Mientras Pedro respondía al desafío y devolvió el beso con avidez... y los dedos se escurrieron a luchar con los botones y el cinto del pantalón de Guillermo.
Los labios de ambos se encontraban, se tomaban, se embebían, se derretían, se deshacían para rearmarse y moldearse a gusto ajeno y se hundieron y se separaron tan sólo para fundirse y derretirse de nuevo con ardor.


El pantalón de Pedro cayó al suelo, en el instante en que sus manos deslizaban a las caderas el de Guillermo arrastrando el bóxer. Guillermo interrumpió el beso para mirarlo a los ojos, las miradas  ardientes de ambos colisionaron.






Entonces Guillermo dio un paso atrás y se desprendió de pantalones, medias y zapatos.
Pedro lo miraba, con los ojos muy abiertos, se recreó en la visión de aquel cuerpo, de aquellos planos brutalmente duros, bañados por la luz plateada de la luna.
Guillermo levantó la vista haciendo el mismo recorrido en él y sorprendiendo la exploración, pero antes que pudiera tocarlo, Pedro tomó el borde de su camisa y se la  abrió.
Con los ojos de uno incrustados en los del otro, Pedro dejó caer lentamente la prenda, olvidada, de sus dedos. Sus  brazos y sus manos buscaron a Guillermo y acudió deliberadamente al encuentro de su cuerpo.

El instante dorado y plateado en que  se tocaron, el primer contacto de piel desnuda contra piel desnuda, de pecho contra pecho, causó la sensación de un exquisito placer que agitó la respiración. Pedro cerró los ojos, apoyó los brazos en los hombros de Guillermo, se apretó contra él sintiéndolo en su totalidad, encajando cada pieza de uno en el hueco del otro, acomodando los pezones contra los del pecho ajeno, los muslos contra los muslos, la virilidad de ambos contra el vientre plano del otro, acunándose allí.
Ambos cuerpos se movieron y se deslizaron, hasta apretarse fuertemente el uno contra el otro. Los brazos de Guillermo se cerraron, como un torniquete alrededor del cuerpo amado.
Y entonces sintió la tensión que lo atenazaba a él. La tensión contenida que estaba reprimiendo.
La fuerza y la omnipotencia que percibía en aquellos músculos contraídos, en la carne que lo rodeaba, a Pedro se le hicieron irresistibles. Lo fascinaron. Lo envalentonaron y lo estimularon. Quiso conocerlo, sentirlo, tocarlo, esculpirlo, grabarlo, incrustarlo, beberlo, devorarlo, gozarlo y rodeándole el cuello rozándole los labios susurró:

… Suéltate.

Pero Guillermo no le hizo caso, Pedro no sabía, no podía saber lo que le estaba pidiendo. Y bajó la mirada abrasadora a los labios gruesos  para capturarlos en un beso largo, prolongado, agónico, diseñado para intensificar la gloriosa sensación de su cuerpo desnudo contra el de Pedro amoldado en él. Pedro era la seda, vibrante, delicado, suave y sensual. El roce de su cuerpo era una potente caricia que lo dejaba dolorosamente excitado, aturdido, causándole una agónica urgencia. Necesitaba llevarlo a la cama, pronto.
Pedro se despegó de su boca, para cubrir de besos ardientes el cuello, el hueco de la garganta, la sensible piel de la base del cuello. Y para acariciarlo por todas partes y Guillermo se paralizó.
 Pedro deslizó las manos hacia arriba, a lo largo de la espalda y lo hizo doblarse hacia atrás, de modo que sus pezones, hinchados y maduros, quedaran a su entera disposición para gozarlos. Y los gozó.
Pedro oyó su propia exclamación cuando la boca se cerró con ansia sobre el pezón engrosado. Momentos más tarde vino un gemido. Ardiente y voraz, Pedro le lavó  el pecho y succionó  los sensibilizados pezones hasta que Guillermo estuvo seguro de estar a punto de perder la razón o de morir.





…. Suelta las riendas amor.


Con delicadeza y devoción sin apartar la mirada ni liberar la boca, poco a poco, Pedro curvó los dedos alrededor del miembro rígido y Guillermo gritó poniéndose en tensión y alerta máxima… y al fin dejó escapar un suspiro.

… La cama…

Guiado por instinto infalible, Pedro cerró los dedos con más seguridad al tiempo que lamía un plano pezón desatendido con una lengua que parecía escaldar, y seguía murmurándole sonidos de amor.
Guillermo sintió que la cabeza no le pertenecía, el mundo giraba a su alrededor.
Entonces Pedro dejó de acariciarlo y alzó la cabeza, intensificando el beso, flexionó una rodilla y levantó el firme marfileño muslo hasta la cadera de Guillermo.

… Déjame tomarte, entrégate por primera vez a tu Amor.
… Tómame, soy tuyo, desde siempre y para siempre.

Pedro había perdido el juicio, la cordura, la razón, pero él lo había perdido antes.
Del cerebro de  Guillermo voló todo pensamiento acerca de caballerosidad y madurez civilizada. Sin ninguna orden conciente las manos de Pedro se cerraron levantando los firmes globos de los glúteos de Guillermo al tiempo que lo colocaba de espaldas contra la pared más cercana sin tiempo para más y lo levantó en vilo. Al instante se amoldó con sus piernas abarcándolo apretándolo con fuerza.
Y fue Pedro quien hizo el ajuste necesario para capturar  con la vibrante cabeza de su miembro erecto la carne resbaladiza de entre sus muslos, dejando a Guillermo suspendido, dolorido y desesperado mientras lo sentía en la entrada por primera vez.
Perdiendo la razón hizo el primer movimiento para descender y atraerlo al interior de su cuerpo, para empalarse en su rígido miembro.
Pedro, con todos los músculos en tensión,  luchó por respirar, luchó por negar el impulso de tomarlo con la violencia que  marcaba su espera de siglos, y entonces buscó calmarse buscando la fusión de los labios acariciándolos tentativamente con los suyos.
Guillermo no se soltaba, no podía renunciar al control, era algo que para él quedaba totalmente fuera de su alcance, pero sí aflojó las riendas, aminoró el paso para sentirlo y Pedro con los músculos contraídos y flexionados, levantó a Guillermo y embistió hacia arriba al tiempo que él se dejaba caer hacia abajo muriendo en la sensación de pasar a pertenecerle a Pedro, a su amante de siglos y de vidas, a su hombre destinado y adecuado.
Y Pedro aprendía deprisa o sabía todo de antes, de las tantas vidas que aunque cortas habían tenido siempre la misma intensidad de la urgencia impuesta por la muerte y la tragedia.






La siguiente vez que lo levantó, Guillermo se relajó al fin y luego se tensó al sentir cómo él lo llenaba, ralentizando su deslizamiento hacia abajo, alargándolo, para absorber de él más que antes.
Guillermo hizo rechinar los dientes. La cabeza no dejaba de darle vueltas mientras Pedro   embestía una y otra vez y Guillermo se cerraba a su alrededor ordeñándolo, presionándolo, acariciando la intimidad que lo conquistaba con un calor arrasador que lo devastaba a los dos.
Y no supo en qué momento descubrió la verdad y comprendió que Pedro lo estaba amando, dándole placer ilimitado concientemente, derrochando las caricias más íntimas con él, pero de pronto lo vio claro como el agua.
Nunca había sido amado, por el hombre que correspondía, el hombre empeñado en darle placer, en darle y exigirle todo, con determinación, con empeño, con devoción y más.

Las hábiles caricias continuaron. Guillermo estaba seguro de que había perdido la razón y de  que moriría en el acto. Sintió nacer un fuego en su interior, una llama sobre otra. Estaba ardiendo, y la fuente de aquel incendio era Pedro.
 Éste se enterró en el húmedo horno que él mismo alimentaba con todas sus atenciones y que Guillermo ofrecía  en cada recepción y lo sintió en la manera de abrazarlo con audacia. Entonces derritiéndose, Guillermo con un gemido sofocado cayó de rodillas al piso. Pedro se adaptó al instante y aprovechó  con avidez el nuevo apoyo que le proporcionaba el suelo para montarlo con más ansia y precisión.
Guillermo no podía aguantar mucho más. Le sujetó por detrás empujándolo mientras Pedro se aferraba a sus caderas atrayéndolo, y Guillermo lo sostuvo contra sí, tratando de contener la respiración, desesperado por prolongar aquella gloriosa y agónica unión, mientras Pedro se  mecía intentando retomar el control. Guillermo apretando los dientes deslizó un siseo agónico al aire, sintió  a Pedro en el interior de su ser, sintió cómo lo llenaba con la dureza del acero, lo colmaba, lo completaba. Y Pedro embistió más profundo, más hondo todavía, reclamándolo por entero: cuerpo, mente, alma y sentidos.
Atrapado en su abrazo, Guillermo gritó y se retorció. Incapaz de elevarse por encima de Pedro, pero nada dispuesto a dejarse someter, cambió de dirección y empezó a mover las caderas contra las de Pedro, acompasándose en el ritmo como en todo a la perfección y gimieron, suspiraron, murieron, se incendiaron, se deshicieron, se rearmaron, se derritieron, se embebieron y la tensión acumulada en el interior se intensificaba más y más, investida de una fuerza que no esperaban poder controlar. Ni sujetar ya más.
Pedro introdujo una mano entre los cuerpos hacia delante, y al primer contacto, a la primera caricia acompañando a la última embestida, al deslizar los dedos entre los rizos húmedos y llegar, estallaron, se fragmentaron, se demolieron, se precipitaron al vacío, los sentidos explotaron  en gritos quebrados al tiempo que se despeñaban por aquel precipicio invisible y desaparecían en el dulce olvido de la unión eterna.
















 La noche transcurría. Sus cuerpos, unidos fuertemente, estaban demasiado enredados el uno en el otro y dentro y alrededor, como para separarse. Los dos se despertaron, pero ninguno cambió de postura, demasiado contentos con aquella cercanía, aquella intimidad.

Fue transcurriendo el tiempo, y ellos siguieron entrelazados, dejando que fueran calmándose los latidos, que se enfriasen los cuerpos carbonizados, que el aire ingresara, pero con las almas unidas en una, en el UNO, en éxtasis Absoluto.

Por fin, Guillermo bajó la cabeza y rozó los labios  hinchados de sus besos. Pedro levantó los ojos escrutando los negros y los labios se sellaron muy despacio, con dulzura y agradecimiento.

Siguieron abrazados, Guillermo notó cómo lo rodeaba su calor, Pedro vio cómo los rodeaba la luz, y ambos percibieron como los corazones latían a la par.

Algún tiempo más tarde, que no se molestaron en conocer, Guillermo se dio el gusto, lo levantó en sus brazos, y lo llevó a la cama al susurro de la sinfonía del Amor y ahora sí, pertenencia mutua Absoluta.




Continuará.



`PREDESTINADOS... LA HISTORIA DE DOS ALMAS GEMELAS DESTINADAS A AMARSE PARA SIEMPRE.







53 comentarios:

  1. Gracias Romi, al fin puse la última foto, mi amor.

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  2. Gracias Mirta, para compensarte. mi amor.

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  3. Gracias Valeria Soledad, espero que dejes de llorar.

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  4. Gracias Alicia leguizamón, besos.

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  5. Eve este capitulo de predestinados es sublime, entrega absoluta a ese amor tan bello unico que describis que biene desde otras vidas, esta historia es increible se puede sentir y vivir cada momento, y en el tiempo que describis es como poder vivir,ver otra epoca, sos brillante escribis de una manera tan atrapante, original me encanta.Gracias te quiero, genia besos!!!

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    1. Esta joyita es distinta a todo Belu, ya te dije que los vivo aislados en su amor y en cámara lenta, no logro sacarlos de ese mundo de vidas por donde pasaron de la s cuales ésta es una más. Y sí hay sitios donde pasa algo con los tiempos, mezcla de verbos que confunden, yo lo cuento así y me parece que es lo correcto, se vive, se ve. Gracias infinitas y mi amor.

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  6. Por favor estos hombres están prendido fuego!!!Esa espera de tantas vidas, de tantos años buscándose potencio al máximo ese deseo que hoy dejan salir y puffff...Choque de planetas locura absoluta de reconocerse, entregarse por favor ya esa primera vez en el establo nos dejó el corazón como potros desbocados y ahora verlo a Pedro poseer a ese hombre que es su posesión ahora en cuerpo como ya lo es desde hace siglos de alma fue mágico, dejando atrás ese pasado tan sombrío que estuvo inmerso....Wowwww me encantó Eve!!!! Quiero mas pero mi lado oscuro me pide verlos en lo que ellos llaman realidad!!!Pero ahora a disfrutar del amorrrrr

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    1. Y siguen yendo y viniendo, pese a Guillermo que no quiere siguen viéndose y esta fic la siento así, en ese túnel del tiempo y de Amor eterno que incluye la vida actual y hace que me cueste mucho llevarlos al mundo real, digamos, pero sí, son sublimes en el reconocimiento del Amor que en éstos se ve más fuerte porque han tenido la gracia de recordar las vidas anteriores y lo que en ellas los unió, gracias infinitas y a las niñas que siguen medio tímidas aún. Mi amor.

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  7. Eve cap hermoso y lleno de ternura y mucho AMOR como siempre. Gracias x seguir con estas historias a las que amo!!!!!

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    1. Amor puro esta joyita Vale, espero que no llores acá, te amo.

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  8. DESCRIPCION HERMOSO DE ESTE AMOR QUE ESTA PREDESTINADO DESDE SIEMPRE PERO QUE AHORA ES REAL MAGNIFICO ESTE CAPITULO DE AMOR Y PASION GRACIAS EVE UN BESO

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