miércoles, 25 de marzo de 2015

PREDESTINADOS. CAPÍTULO 28.





 


PREDESTINADOS. CAPÍTULO 28.





Bs. As., sábado 04 de noviembre de 2014.


Luego de despertar por el sueño compartido, regresaron al mismo porque era sábado y tenían la libertad del aislamiento y del abandono momentáneo del mundo. Apenas ingresar a las profundidades del dormir, antes del amanecer, regresaron a Inglaterra, traumatizados por la situación en que los dejara el sueño.


… Algún pueblo cercano a Londres, 1836.


 A la mañana siguiente, Pedro despertó a una mañana húmeda y gris. Miró por un ojo la impenetrable oscuridad que reinaba fuera, y escondió la cabeza bajo las sábanas.
Recién una hora más tarde, muerto de frío se vistió y decidió  bajar a desayunar, pensando que ya nadie se encontraría en el comedor. Pero al llegar, allí estaban todos los caballeros, Guillermo sentado a la cabecera de la mesa, y no le sonrió en absoluto.

Mantuvo su mirada profunda fija en él, con expresión fría y pensativa. No se esbozó expresión alguna en el rostro. Pedro logró sonreír débilmente, se sirvió el desayuno y se colocó junto a su  hermano en la mesa, deseando que éste fuera más corpulento, lo bastante para ocultarle la mirada de Guillermo. Pero Gerardo había terminado   de comer y se encontraba cómodamente  arrellanado en su asiento. Lo cual lo dejaba a él totalmente expuesto. Mantuvo la vista fija en el plato y la mente concentrada en comer. Aparte de la amenazadora presencia a la cabecera de la mesa, no había ninguna otra distracción.

Mientras retiraban los platos, los caballeros pasaron a conversar sobre las posibilidades que planteaba un día así, desde juego de cartas, ajedrez o billar, finalmente se decidieron por el último, mientras las damas pensaban en salir de compras.
Guillermo alzó una de las cejas, su mirada permaneció posada en Gerardo, sin embargo Peter sabía que su atención estaba puesta en él. Entonces Guillermo directamente lo miró ronroneando.

.. Es una idea excelente Gerardo, pero quizá tu hermano tenga alguna otra para ti.

Habló de manera nítida, clara, con sarcasmo. Peter estaba eludiendo su mirada, apretó los dientes, y Guillermo estaba logrando que las miradas de todos fueran a él. No contento con eso, no hacía intento alguno en disimular la frialdad existente entre ambos, daba color a sus palabras, a su expresión, se hacía notar mucho en ausencia de su habitual sonrisa cautivadora. Permanecía quieto, impasible, pero con la mirada totalmente clavada en Peter. Y sus ojos negros mostraban un frío desafío.
Fue Gerardo, el único del grupo que pareció no enterarse del cambio entre ellos y acto seguido se volvió hacia Guillermo, pero éste no movió su mirada.
Peter depositó su taza en el plato y habló.

.. No veo motivo alguno por el cual no puedan jugar al billar, hizo el comentario dirigido a su hermano, ignorando a Guillermo. Retiró su silla y se disculpó en que debía ir a ver a su tía. Fue hacia la puerta conciente de la mirada que no la abandonó hasta estar fuera de su alcance.

No había nada de malo en el juego, no dejaba de decírselo a sí mismo. Pero no lo creía. Lo preocupaba la conversación natural que favorecía el juego, justo la clase de interacción que no quería que su hermano tuviera con el caballero elegante. Ello fue la razón para que media hora más tarde, se deslizara en el invernadero  adjunto a la sala de juegos. Parapetado entre unas plantas, espió a los hombres y  los vio. Guillermo de espaldas, rodeó la mesa estudiando la ubicación de las bolas. Se había quitado la chaqueta y, vestido con el chaleco entallado y la camisa, parecía, más grande, físicamente más poderoso que antes.
Se detuvo en la esquina de la mesa. Se inclinó y apuntó. Debajo del ajustado chaleco se agitaron los músculos. Peter se quedó de piedra admirándolo y parpadeó. Luego de una sonrisa de satisfacción, rodeó la mesa y se detuvo junto a Gerardo haciendo comentarios inaudibles para Peter que se removió en su sitio. Ni siquiera estaba escuchando la conversación pero se sintió culpable de no tener fe en su hermano. Aunque su mirada se deslizó nuevamente a absorber las formas esbeltas, de innegable elegancia, que le quitaban el aliento.
Acto seguido se obligó a moverse y salió del invernadero rumbo al dormitorio de sus tíos


La tarde continuó húmeda y triste. Las nubes grises que pendían de cielo los obligaban a mantenerse en la casa. Tras el almuerzo, Guillermo desapareció, nadie supo adónde y Peter aliviado dejó a su hermano dibujando, a salvo de influencias indeseables y permaneció junto a sus tíos en el estar.


.. Debo decir que supone un gran alivio que Spencer  haya accedido a  quedarse, era el nombre de Guillermo en esa vida.
… ¿Accedido?
… Sí, iba camino a Londres, por eso estaba cerca de aquí cuando estalló la tormenta. Ya me estoy imaginando qué diablura tendría planeada esa pandilla, pero, por supuesto, en cuanto se lo pedí, accedió inmediatamente a quedarse. Y la tía lanzó un suspiro de afecto. No importan las cosas que digan de los Linsters, siempre son de fiar.
… ¿De fiar?
… En algunos aspectos son muy predecibles, siempre se puede confiar en ellos cuando se los necesita. A veces, incluso aunque no se lo pidas. Pueden llegar a ser terriblemente protectores.

Pedro, Peter, se quedó mirando el vacío… y vio un rostro de contornos duros, de ojos negros acusadores. El nudo de angustia que se había formado la noche anterior se hizo gigante... más pesado.
Le dolía la cabeza y el alma. Cerró los ojos y volvió a abrirlos de golpe. No podía ser, no era verdad la idea que acababa de cruzarse en su imaginación…, pero aquella temible premonición no se le iba de la mente.

… ¿Quiénes son los Linsters exactamente?
 … Es una familia que posee el ducado de St. Yves Loret, la sede principal está en Cambridge,  de allí es de donde viene Spencer. Es el quinto primo varón del sexto duque. Han estado siempre juntos porque tienen casi la misma edad, aunque el duque acaba de casarse, pero todos responden a la autoridad de  la duquesa.
… ¿No eran seis primos?
… Son más, pero en la quinta de los Linsters viven cinco, los varones más elegantes y codiciados por las mujeres de Inglaterra., ellos son los primos mayores.
… ¿Mujeres?
… Sí, dicen que provocan desmanes entre las jóvenes, son dignos de ver.

 Pedro pensaba que por los visto todos eran caballeros elegantes, comenzó a sentirse mejor.

… Spencer. se llama así, porque según el duque es muy intuitivo, siempre sabe de qué lado soplará el viento y qué flota en el aire, es clarividente, se mueve por su instinto y siempre es correcto.

Supongo que los Linsters, son los caballeros normales de la ciudad, o más correctamente, los caballeros a imitar por los hombres normales de Londres.
Los Linsters son parte de una de las familias más antiguas de la ciudad. Dudo que alguno pueda tener un mal modo, aunque lo intentaran, no va con su personalidad. Puede que monten escándalos, que sean hedonistas temerarios dentro de la alta sociedad, que caminen a un centímetro de pasarse de la raya, pero no la cruzarían nunca, y si alguno se acercara demasiado, la gente se enteraría por las mujeres de la familia.

La imagen que Pedro tenía de Guillermo, fuerte, sólida, era el arquetipo de caballero elegante, ahora comenzaba a tonarse borrosa.
  Era un protector confiable, dócil y hasta sumiso a la autoridad de las mujeres de la familia como demostraba con su madrina… Nada de aquello... le recordaba a su padre… controlador, borracho y maltratador, que había sumido a su madre en el dolor y finalmente la había llevado a la muerte, por lo cual Pedro desconfiaba de los hombres y se imponía la protección excesiva de Gerardo de todo mal.
. Ni tampoco a ninguno de los hombres de la casa o que había conocido por allí. En muchos aspectos, Guillermo encajaba con aquel retrato de perfección, sin embargo las actitudes de los Linsters que había expuesto su tía, eran contrarias a sus expectativas.

… Estos varones siempre son domesticados por Amor, por una razón.
… ¿Qué razón tía?
.. La familia.
Tienen como eje el amor a la familia, desean tener hijos y cuidarlos. Son completamente dignos de confianza. Probablemente les venga de ser una familia tan grande, siempre han sido prolíferos. Los mayores acostumbran a tener a su cuidado a los hermanos menores.

El estómago y la cabeza de Pedro se colmaron de una sensación de consternación dolorosa, fría y pesada, enorme que lo atravesó y se le hundió en las entrañas. Revivió en su mente lo que le había dicho a Guillermo, los insultos apenas velados de la noche anterior y notó que sus entrañas se aferraban con fuerza al nudo del estómago, helado, pesado. Y se sintió realmente enfermo de culpa.

A la mañana siguiente bajó a desayunar sonriendo, alegre, luminoso y saludó con un gesto a los caballeros sentados a la mesa del desayuno, permitiendo que su sonrisa encantada y encantadora flotara hacia Guillermo, pero éste no lo miró a los ojos si bien logró captar su atención.

… Parece que habrá buen tiempo, quiero aprovechar para sacar mi caballete.

Pedro asintió a su hermano.
La mirada profunda se clavó en su rostro, su expresión era impasible, pero ceñuda, entrecerró los ojos negros, como si pudiera ver tras la máscara de Pedro.

… De hecho, si a tu hermano no le importa, me gustaría que me enseñaras las cosas que has estado pintando, Gerardo.
Pedro levantó la mirada y Guillermo la capturó.

… Siempre y cuando a tu hermano no le moleste.
… Me parece excelente idea.

__ Los caballeros se levantaron, Gerardo y Spencer salieron y Pedro se levantó, y una hora después se encontraba junto a la puerta, escrutando la extensión de hierba empapada que había entre él y el sitio donde estaba Guillermo con su hermano. La brisa fresca olía a lluvia, y pensó que todo formaba parte de su penitencia por el comportamiento erróneo, y al fin salió con paso decidido a pedir las disculpas que no podía demorar, no sabiendo la siguiente jugada del destino, que en breve lo pondría  frente a frente con Guillermo.





 Bs. As., sábado 04 de noviembre de 2014.



 Guillermo despertó primero. Esperó que sus sentidos enfocaran. Sentía los miembros pesados por la profunda satisfacción, y un brillo embriagador que aún lo saturaba. Miró por la ventana con la sensación de estar en otro cielo, en otro espacio, en otra época y recordó el sueño, compartido con Pedro. Tenían que hablar.
Al rato, con los ojos cargados, adormilado, Pedro emergió de debajo de las sábanas, lo miró, parpadeó y bajó la mirada a los labios, y en un movimiento se colocó desperezándose sobre el cuerpo de Guillermo, sus caderas contra las de él, al tiempo que él lo aspiraba, lo inhalaba y  respiraba con dificultad.

.. Mmm..., Pedro encontró que sus labios habían quedado a la altura de una de las tetillas de Guillermo, y la lamió. La sacudida con la que le respondió lo hizo sonreír. Muy interesante.
Reptó nuevamente y amoldó las piernas con las de Guillermo, que sintió un calor que se deslizaba sobre sus caderas, sobre su rígida virilidad, parpadeó varias veces e intentó recordar qué iba a decir.

… Pedro.
.. ¿Mmmm?

El tono de Pedro, sugería que tenía otras cosas en mente, estaba recorriéndole el torso, cada vez más tenso, con besos cálidos dados con la boca abierta.

… Pedrito, tenemos que hablar…

Pero un gemido impidió terminar la frase, un gemido que le costó reconocer como propio. Un músculo tras otro se fueron tensando y contrayendo. Lo invadió una potente ola de deseo, como reacción a las caricias ingenuas e inquisitivas de Pedro, a su risa. Unos esbeltos y suaves dedos recorrieron su miembro rápido, luego se posaron sobre él con timidez y se cerraron. Lo acariciaron, después lo exploraron un poco más allá. Pedro iba resbalando hacia abajo, claramente fascinado por la indefensa reacción de Guillermo, que se estremeció de cabeza a pies cuando le acarició el extremo de su virilidad.

.. Dios Santo, ¿qué…? Su voz quedó en suspenso cuando Pedro insistió un poco más y cerró la mano. Guillermo gimió y cerró los ojos. El interior de los párpados le ardía de pasión. Aspiró aire con desesperación y buscó entre las sábanas capturar la mano que lo torturaba deliciosamente. Pedro reía y lo eludió con facilidad, él volvió a dejarse caer, con la respiración demasiado irregular. Sus miembros se habían vuelto pesados bajo la carga de pasión, el ardor del deseo.

.. ¿No te gusta?, aquella pregunta burlona emergió de algún lugar entre las sábanas, y Pedro se removió otra vez.
Quizá esto sea mejor.

.. Así es. Guillermo sufrió las embestidas húmedas y calientes de su lengua, una dulce caricia de los labios gruesos, Pedro no tenía ni la menor idea de lo que estaba haciendo… gracias a Dios, porque así era mortal, y si la pericia pasase a formar parte de la ecuación, él acabaría muerto sin remedio.

Trató de recordarse a sí mismo que aquella experiencia apenas era nueva para Pedro, pero el raciocinio no funcionó. No podía distanciarse del contacto de ese hombre, no podía imaginar tampoco que fuera un hombre sin rostro como antes, con el que compartiera la cama. Ninguna lógica podía aplacar el fuego devastador que Pedro en su ingenua exploración provocaba.
… ¿De dónde puedes saber...?
… Improviso mi amor, para ti. ¿Está mal?

Guillermo hizo acopio de sus últimas fuerzas, Pedro había ido demasiado lejos, y apretando la mandíbula hasta que le dolieran los dientes, lo buscó bajo las sábanas. Encontró su cabeza y enredó los dedos en el pelo sedoso, en busca de los hombros. Bajo sus manos, Pedro se movía. Una humedad caliente se cerró sobre él, sus dedos se tensaron y se cerraron con fuerza, y el resto del cuerpo reaccionó igual. Por un instante creyó que iba a morir, que irremediablemente sufriría un infarto. Dejo escapar un gemido… y Pedro volvió a tomarlo en su boca, con los ojos cerrados se dejó caer sobre la almohada y se rindió. Pedro lo tenía a su merced, lo sabía, porque se dedicó a disfrutar de su recién descubierta maestría. Hasta la empuñadura. Extrapolando con audacia. Inventando con feliz abandono como un niño.

Hasta que con un gemido desesperado, se vio obligado a gastar el último resquicio de fuerza que le quedaba y capturar a Pedro, despegarlo de su cuerpo, tomarlo y levantarlo y lo hizo pero en la excitación rodaron y rodaron, hasta quedar bajo él y con movimientos expertos terminó de rendirse haciéndolo descender al ingreso resbaladizo de entre sus glúteos para al fin recibirlo en su interior con devoción y llevando las manos atrás lo empujó hacia abajo más y más mientras Pedro acariciaba la virilidad dolorida y urgente que había excitado en los últimos diez minutos, mientras gemía y se hundía un poco más, sujetándose con las manos luego, en los antebrazos de Guillermo que lo absorbía por entero recibiéndolo en su ser.

 Pero Pedro estaba decidido a doblegarlo y negándose a permitirle marcar el ritmo se colocó de rodillas y lo montó con temerario abandono mientras las manos ascendieron a los pezones erectos, y Pedro lo colmó, lo llenó, lo gozó, hasta que, en un glorioso espasmo, ambos resbalaron por el borde del mundo conocido y, unidos entre sí, se zambulleron en el más completo vacío de a dos, en UNO.

No tuvieron tiempo para hablar, para conversar, para debatir nada, incapaces de articular pensamientos concientes, perdidos y obnubilados el uno en el otro, por y con el otro.


Recién dos horas más tarde, se sentaron a desayunar, sonrientes, radiantes, resplandeciendo la luz del Amor, incapaces de disimular la dicha de estar juntos, como si los hubiera atravesado un huracán, mientras Pedro recordaba cada una de las palabras de Guillermo, de sus matices, para grabarlas en la memoria. .

Y comprendió el sueño, la desconfianza de entonces y la de ahora, pero con las palabras pronunciadas la noche anterior, que aún no decía en la vida de Inglaterra, en esta vida ya no podía asaltarlo ninguna duda respecto a la veracidad y a la fuerza de los sentimientos de Guillermo. Había empezado a preguntarse si su deseo de oír aquella tranquilizadora declaración expresada con palabras no sería, demasiado pedir, una expectativa poco realista en un hombre como Guillermo Graziani, que jamás antes amó a nadie.
 Los hombres como él no sabían, no podían pronunciar la palabra de cuatro letras llamada AMOR, no era algo que entregaran sin más e, incluso una vez que lo entregaban, no lo reconocían con facilidad.
Pero Guillermo, sí.
Guillermo lo había reconocido en palabras sencillas, tan cargadas de sentimiento y emociones que no pudo dudar, no pudo cuestionarlo. Pedro deseaba aquello, lo necesitaba, de modo que él se lo había  dado. Costara lo que costase quería casarse con él.

¿Era de extrañar entonces que sintiera el corazón estallar de alegría? Y le regaló una sonrisa de felicidad. Pedro entendía el contenido del sueño en su totalidad, el mensaje para él ya estaba claro, quizá para Guillermo aún no, pero lo ayudaría a comprenderlo. Igualmente estaba soltando las riendas, estaba aprendiendo a confiar en él, y a dejarse amar.


… ¿Cuándo quieres regresar a la ciudad?
… Nunca.
… Hay bonito, ¿qué voy a hacer con… “Esto”? Necesito ir a tribunales, pero no quiero separarme de vos, ni un instante.
… Ni yo. Cuando regresemos me quedaré solo, lo sé.
.. ¿Qué dices?
… Por tu hijo amor, no puedes ni vas a dejar tu casa.
… Tampoco puedo dejarte a vos, ya veremos. Tiene que haber alguna forma. Supongo que es perentorio que te asocie al estudio, que todos te conozcan y en ese todos incluyo a mi hijo. Necesito que te empiece a querer sin darse cuenta.

Mientras se miraban en profundidad, el destino preparó los encuentros. El celular sonó y era una llamada de Fabián.

… ¡Hola hijito!, ¿por qué lloras?
… ¿Qué hiciste viejo, qué mierda hiciste?
… Hijo, ¿qué pasa?
… ¿De  verdad le pediste el divorcio a Ana?
… Eso es algo entre ella y yo, algo que debimos hacer hace mucho, hijo.
… Te llamé mil veces pa., tenías el celular apagado,… y Ana...
… ¿Hijo,… qué? ¿Chupó? ¿Es lo de siempre?
… Está en coma alcohólico, no saben si la pueden sacar, estamos en el hospital, está en terapia.
… ¿Cómo?
… Cuando llegué del boliche, estaba al pie de la escalera, pensé que había caído, llamé a la ambulancia, y…
… ¿Guillermo, qué sucede?
…Hijo, ¿adónde están? Salgo para allá.
Ana Pedro, no sé cómo, pero lo hizo, para no darme el divorcio lo hizo.
… ¿Qué cosa?
… Tomar, se tomó todo, está en coma, en terapia, tengo que ir con Fabián.
… ¡Dios!, voy contigo.
… No, espérame acá.
.. Estaré a tu lado, ahora y siempre, y quiero conocer a Fabián. Nos vamos ya para la ciudad. Va a estar bien mi amor, y no es tu culpa.
… Lo sé.

CONTINUARÁ.

46 comentarios:

  1. Gracias María Elena, Ventura, besos.

    ResponderEliminar
  2. FE DE ERRATAS, DONDE DIGO SÁBADO 04 DE NOVIEMBRE ES DOMINGO O5 DE NOVIEMBRE DE 2014.BESOS.

    ResponderEliminar
  3. Por favorrrrr que entrega amo a este Pedro descubriendo día a día el Placer tanto propio como el de su gran amor, y Guille dejandose incendiar por su chiquitín que capítulo más sensual, erótico tan sexual que te traslada las niñas enloquecidas escondidas bajo la cama de esos dos y muertas a ansiedad por saber de esa vida del 1800. Esa Ana no deja de romper las pelotas ni un segundo ya nos tiene re podridas ahora se chupa hasta el agua del cantero para que Guille sienta culpa porque corno no se van bien a la miércoles y ahora falta las escénitas del histérico de Fabian espero que este no sea tan enfermo como El de Naufragio o sino se puede ir bien a cagar y dejar de jorobar!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cuchi, estos dos empezaron muy tímidos y aturdidos de tanto soñarse, pero al fin van soltando las riendas y reconociéndose, confiando e intercambiando las entregas. Anita dormirá largo rato y tranquila que ya el Fabián insoportable me colmó a mí, así que verás en el 29 que éste es distinto, el de naufragio creo que lo hice irredimible, veremos. Gracias infinitas y mi amor.

      Eliminar
  4. Eve este sueño que comparten ambos es muy atrapante me encanta como lo llevas, y tu manera de describir esa entrega absoluta al mor que sienten sublime, los transporta a otro lugar y tiempo, pero la realidad los trajo de vuelta y tienen que enfrentarla Gracias genia te quiero besos espero el próximo con ansias !!!!!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como explico en face, son ellos, y su seducción en ambas vidas, los irán viendo descubirse en personalidad. dudas y miedos y también el mismo amor. Gracias infinitas y mi amor,

      Eliminar
  5. Mi querida Eve, me vas a hacer morir de amor con estos divinos de Guille y Pedro...Me fascina Predestinados, y este ensamble entre la vida actual y los sueños que los remontan a la Inglaterra del 1800...quiero saber qué reconoció Pedro de aquella vida, y qué quiere decirle Guille en la actual...Pero tenía que aparecer esta loca de Ana para arruinar el momento con sus esfuerzos inútiles para retener a Guillermo...cándo va a entender que Guille no está enamorado de ella, pero es tan egoísta que quiere tenerlo a su lado aunque sea por lástima...Perdón Eve, pero esta loca me saca...Atrapante este fabuloso capítulo mi querida amiga...Admiro tus enormes conocimientos y esa forma tan clara de narrarlos...Te aplaudo emocionada y me quedo soñando con esta bellísima fic que tanto amo...TQM......Alicia Vitolo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pedro en aquella vida como en la actual tuvo padre disfuncional, y en ambas le teme a la forma de ser de Guillermo por ello, en la pasada por el parecido al padre, en la actual por cómo terminó la madre y él por atarse al matrimonio al que se va a resistir como en la vida del 1800, y Guille en ambas es controlado, dominante, egocéntrico y desconfiado, y le cuesta soltarse y soltar las riendas, comenzó a hacerlo en la actual y ahora debe reconocerlo en la previa donde por ahora cree que las tiene perto las perdió el mismo día del encuentro. El amor, el mismo. Gracias infinitas y mi amor, en face también he hablado de esto.

      Eliminar
  6. Gracias Alicia Leguizamón, besos.

    ResponderEliminar