RELATOS CORTOS. PREDESTINADOS. CAPÍTULO CINCO.

 

RELATOS BREVES. PREDESTINADOS. CAPÍTULO CINCO.

Bs. As., sábado, octubre de 2014.

___ Pedro se duchó pensando en la última vida recordada y antes de regresar a la cama fue en búsqueda del cuaderno de notas de la infancia y con él en su regazo cerró los ojos.

Por un momento se sintió turbado, pensó que cruzaría alguna puerta, algún sendero, algún túnel que lo llevaría a otra vida, pero en lugar de ello se vio en la presente, retrocedió a esta vida en su adolescencia en Chile.

Se vio tumbado en el campo, de noche, a la luz de las estrellas y pudo sentir el aire frío y limpio, estaba solo.

Era él mismo, a los 12 a 13 años y se pudo reconocer fácilmente.

“¿Por qué mi mente ha elegido este recuerdo de esta vida entre tantas que podría haber recorrido?

Pero me siento feliz. El cielo nocturno me inspira paz. Las estrellas son entrañables y me siento muy cerca de ellas. Me gusta fijarme en las constelaciones y observar cómo corren por el cielo con cada estación. Sólo yo disfruto de mirarlas por las noches, las estrellas son un regalo para mí. Me proporcionan bienestar, me dan la paz que me falta entre la gente en el día.

Son como una sinfonía que ya he oído antes, me alegran el alma, me recuerdan lo que he olvidado. Y, no sólo eso. Son el camino que me guía hacia mi destino, de un modo lento pero seguro. La fecha está fijada y el lugar me espera también. Y él estará allí.

¿Qué miedos puedo tener?

La seguridad. El dinero no es bueno ni malo, a veces ayuda, pero no proporciona verdadera seguridad. Necesito creer en mí mismo para poder correr riesgos y comprometerme en llevar a cabo acciones correctas, saber por adelantado que todo irá bien.

¿Qué valores y creencias son importantes en mi vida?

 El dinero y la seguridad se esfuman como la noche con la luz del sol.

 La necesidad de sentirme indispensable e importante. Eso es una ilusión del ego. Todos somos iguales. El espíritu es Uno, todos somos importantes.

 Mi necesidad de ser amado sólo puede satisfacerse a un nivel espiritual antes que en el físico. Mi familia podría ayudarme, pero sólo hasta cierto punto, mis amigos, lo que elija ser en la vida, podríamos ayudarnos mutuamente, pero no en satisfacer las necesidades más profundas.

Podemos ser personas expertas en nuestro campo. Somos eslabones de la misma cadena, como todos aquellos que ayudan en la sociedad, hoy soy estudiante, sé que deseo estudiar abogacía. Las personas suelen ocultarse detrás de sus etiquetas o títulos, la mayoría de las cuales no siquiera existían antes. Hemos de recordar quiénes éramos antes de que nos concedieran esos títulos.

Todo lo vamos olvidando a causa de nuestro ego, que intenta  que no recordemos nuestra esencia. Nuestra mente se va obnubilando, nuestros valores se invierten. Estoy apresado por mi inseguridad y mi ego. Necesito valor para correr el riesgo de ser feliz...

Soy el conductor de mi vida, mi alma lo es, el cuerpo es solamente el coche y se puede cambiar.”

“¿Estás acá? Sé que me escuchas o piensas conmigo. Estoy desesperado de Amor, encendido por un calor incomprensible y ardiente, asustado de los latidos furiosos de mi corazón, de los sueños turbulentos y de las sorpresas de mi cuerpo transformándose, el vello crece y la sangre entra en ebullición. Basta un estímulo insignificante para que estalle en un placer súbito, un roce, una escena, una frase de un libro, una mirada, todo me excita.

Además de estudiar y de trabajar, el cansancio por ello no anula el deseo insondable de hundirme en la oscuridad, en el pecado, en lo prohibido, de padecer otra vez ese goce y esa muerte siempre demasiado breves.

Los deportes y el baile me ayudan pero no son suficientes para liberar la energía y acallar el bullicio de mis instintos.

Y padezco de arrebatos pasionales con mujeres y con hombres inaccesibles. Estoy muy confundido.

Desde que ese chico me acorraló en la escuela primaria, me asedian dudas inconfesables respecto de mi virilidad.

No he vuelto a explorar a  ninguna chica y no me atrevo a acercarme a un hombre, las migajas de información que obtengo a hurtadillas en revistas, en películas o en los libros, sólo contribuyen a desconcertarme más, se estrellan contra mi experiencia en la calle.

Las prédicas de mi padre, lo que cuentan mis amigos, las revelaciones en el cine y los sobresaltos de mis fantasías me han catapultado en la soledad, en el aislamiento, negando con determinación las perturbaciones de mi corazón y el desasosiego de mi alma y de mi cuerpo. Y a cada instante el ímpetu de mi naturaleza me traiciona. Un dolor sordo y  una confusión sin nombre me vienen doblegando por un tiempo eterno y no sé si alcanzaré la fecha prevista por Alguien para esperar mi destino.”

… Lo harás precioso, lo harás porque sabrás que te estaré esperando, viviendo la misma tortura en otro tiempo y lugar hasta entonces.

….. ¿Eres tú?
… El oficial  nazi de Polonia, el náufrago, la mujer del marinero español y tu amante de siglos según sigamos recordándonos.

¿De quién estás enamorado ahora?

… Te estoy esperando. Quiero irme de este lugar de mierda, de las dudas, de los golpes de mi padre.

… ¿Adónde piensas irte?

… A cualquier parte, al carajo, no me importa. Aquí no pasa nada, no puedo respirar, me estoy ahogando.

… No es el lugar, sos vos. Te estás ahogando en vos mismo, y si te fueras a un lugar equivocado yo no estaría luego allí.

___ Entonces los ojos negros de mirada profunda encontraron a los marrones atormentados, acercándose en silencio y rodeándolo por detrás, lo envolvió en sus brazos aplastándose contra la espalda juvenil, casi infantil, los dedos firmes fueron desabotonando la camisa a ciegas, mientras el niño se tensaba y se contraía asustado y ansioso, paralizado por la sorpresa y el miedo, pero entonces el hombre comenzó a besarlo en el cuello, en la nuca, a entrar la lengua en el oído, a susurrarle palabras de amor, a explorarlo con manos firmes y expertas, a acariciarlo allí donde nadie más lo había hecho nunca, hasta que el niño se abandonó en sollozos, precipitándose por una acantilado sin fondo, sacudido de terror y de anticipada dicha, y sin saber bien lo que hacía ni por qué lo hacía se volvió hacia la mirada enigmática, desesperado, rompiéndole la ropa en la urgencia, asaltándolo como un animal en celo, rodando ambos por el suelo, pateando para quitarse los pantalones, abriéndose caminos ocultos, y el niño se convirtió en hombre, penetrándolo en un impulso de desolación, y desplomándose encima en un grito, al tiempo que el hombre le enseñaba a moverse y embestirlo haciéndolo desde abajo y atrayéndolo desde atrás, y los cuerpos urgentes se arqueaban, se retorcían y se ondulaban en el piso, bañados por la luna, las estrellas y el sudor, hasta al fin caer juntos en el abismo eterno, vaciándose a borbotones, como arterias rotas en las entrañas, pero el niño dentro del hombre que a la vez lo hacía nacer y reconocer su naturaleza y su condición, para al fin derrumbarse exhaustos, en nudos de brazos y piernas, en los brazos de quien quedaría esperando, en el lugar indicado, a que la fecha fijada llegara para ambos, no antes de lo que estaba señalado en el mapa de Dios.

… Ahora ya sabes cómo eres, y qué sientes, ya sabes cómo amarme y que soy  el Amor que tienes que esperar, el sitio que tienes que buscar, en el momento en que tu alma te lo dictamine.

… Me diste el primer beso con tu sabor, me distinguiste entre todos, me rodeaste en tus brazos y ya no pude soltarme.

… Soy la sensualidad que impregna tu aire, el deseo, lo prohibido y el Amor en años.

…. Soñaré con el Amor y contigo hasta el lugar y la hora señalada para el reencuentro, como venimos haciendo desde el inicio de los tiempos.

… Te esperaré amorcito, en ese momento mi mirada te mostrará tu alma y la tuya la mía y podrás reconocerme, como venimos haciéndolo. Te amo.

___ Pedro  no se  alteró por aquello, y se volvió en la cama sintiéndolo y sintiéndose amado, ya no importaba lo que tuviera que esperar, todo aquello indicaba que la fecha dictaminada, estaba al llegar, y que la mirada profunda de ojos negros lo esperaba en algún rincón del tiempo  muy cercano, para recordar el Amor…. Con aquella certeza, aquel sábado de octubre, el sueño lo encontró embebido del hombre con el que acababa de amarse en Chile, bajo las estrellas, con el cielo  y la luna como testigos del pacto eterno.

---- En otro lugar de Bs. As. Guillermo intentaba dormir, y su adolescencia reapareció naturalmente como  antes el recuerdo de su madre.

La sensualidad y las hormonas explotando cual granadas, todo a su alrededor invitando al placer de los sentidos, pero  era una adolescencia de aislamiento, sin válvulas de escape para el deseo, soñando con el Amor sin ningún admirador para depositarlo.

 Su padre guardaba en cajones bajo llave: Las mil y una  Noches, porque no era libro apto para menores. Pero Guillermo había descubierto la forma de abrir el mueble y cada noche leía a hurtadillas fragmentos aislados del libro prohibido, buscando deprisa las escenas eróticas.

Se zambulló sin retorno en el mundo de la fantasía y la sensualidad, guiado por genios en botellas y ladrones dotados de inagotable entusiasmo a la hora de hacer el amor, y esas lecturas clandestinas lo marcaron para siempre.

Y aquella noche especial de octubre, supo que estaba amándose en el piso con un niño – hombre que lo poseía y aprendía, bajo un cielo estrellado que los espiaba y que a ese hombre iniciándose, acababa de prometerle su Amor eterno, porque había sido su víctima en Polonia, su marido en España,  y un náufrago que había muerto en sus brazos en el beso, a medida que eran devorados por algún mar.

Aquella noche el sueño lo encontró amándose con el niño- hombre al cual le había hecho promesas, la promesa de esperarlo en el lugar indicado, a la hora  señalada, que sabía por su madre que estaba por llegar.

Y supo que eran divinos, inmortales y eternos, por su madre supo que la muerte no era más que cambiar de habitación atravesando el umbral de la puerta, o cruzando al otro lado de un camino. ¿Hombre? ¿Mujer? Ya no importaba, porque en el transcurso de las existencias se cambiaba de sexo, lugar, religión, raza, porque el alma era la misma pero el ropaje o el coche iba cambiando y cuando regresara a la mirada del alma, entonces sabría que esa era la fecha marcada en el calendario universal.

Mi doctrina es:

Vive de tal modo

que llegues a desear vivir otra vez.

Éste es tu deber,

¡porque revivirás de todas formas!

 Nietzsche.

Continuará.