martes, 20 de enero de 2015

RELATOS CORTOS. PREDESTINADOS... CAPÍTULO NUEVE.








 

PREDESTINADOS.  CAPÍTULO NOVENO.




Bs.As., domingo 22 de octubre de 2014...




Pedro pensaba en que necesitaba encontrar una explicación a la superficialidad de sus relaciones. Las críticas despiadadas de su padre, sus sentimientos de culpa respecto de ser raro o distinto quizá le impedían enamorarse. O acaso no había conocido a la mujer idónea. ¿Al hombre idóneo?
A la luz de lo que venía  soñando vívidamente al parecer existía en esta vida un hombre que le estaba predestinado y era gay como sospechara su padre.

Todavía era de noche, ni siquiera miró la hora, deseaba seguir durmiendo y vislumbrando esas vidas donde estaba el hombre que en verdad aún no conocía en esta vida.


“Soy un soldado inglés, creo. Nos estamos preparando para llegar en barco y tomar la fortaleza  de los enemigos, los españoles me dicen.
Los informantes nos dicen que es enorme, con altos y gruesos muros. Que han interceptado el puerto con unas rocas inmensas. Debemos acceder por otro lugar. La invasión es retrasada y estoy a su lado en esto.

… ¿Tienes miedo?
… ¿Crees que vamos a sobrevivir?
…. No lo sé precioso, los de arriba nos dicen que sí, que somos superiores. Pero nunca se puede predecir. Vivamos estos momentos como si fueran los últimos.
… Mi amor, no quiero perderte.


Es verano y la tierra palpita, tibia, fértil, con fragancias a mil flores. Salimos de la concentración separados para no dar lugar a habladurías, y bajamos el cerro, dejando atrás la ciudad amurallada.
Nos encontramos en el río y corremos de la mano hacia la espesura, donde buscamos un sitio lejos del camino.
Él trae unas hojas para hacer un nido, y se quita el saco para cubrirlas, y luego me enseña sin prisa, algunas ceremonias del placer.
Traemos una botella de vino y pan, y bebemos en sorbos traviesos de la boca del otro. Besos, vino, risa, pan, el calor que se desprende de la tierra y nosotros enamorados, por  ir al combate.
Nos quitamos la ropa y descubrimos el torso, me lame los pezones, diciendo que son una fruta dulce, y sigue explorándome con la lengua hasta que creo morir de placer y de amor.
Se tiende de espaldas sobre la hierva y me hace montarlo, desnudos, húmedos de sudor y deseo, porque quiere que imponga el ritmo de nuestra danza, y así, de pronto, como jugando, sin susto ni dolor lo recorro adorándolo, una y otra vez,…, al ritmo urgente del sentir que puede ser la única vez, y lo adoro en cada embate mientras me recibe al mismo ritmo y las lenguas juegan en el aliento. En el momento del éxtasis, levanto los ojos a la verde bóveda del bosque, y más arriba el cielo ardiente del verano, y gritamos largamente de pura y simple alegría.


… Te amo precioso, pase lo que pase tienes que recordarlo.
… Más allá de la muerte lo recordaré, porque nos volveremos a encontrar, siempre...



Hemos podido ingresar por las rocas y entramos a la fortaleza. Hay túneles estrechos, los atravesamos pero no sabemos adónde nos dirigen, los techos son bajos, cuesta respirar. Avanzamos agachados en filas, y ya no lo veo en ella.”


___ Pedro comenzó a agitarse, a sudar en forma copiosa y a llorar, respirando en forma entrecortada y exclamaba... !Dios mío!


“Enfrente hay una puerta pequeña. Los españoles están del otro lado. Nos van matando a medida que entramos, uno por uno… ¿Me han clavado una espada?, grito y me llevo la mano al cuello, lo busco y lo veo caer adelante,…, lejos.”

___ Pedro  se quedó sin aire y gotas de sudor caían en las sábanas, se contorsionaba, hasta que al fin  se fue tranquilizando de a poco.



“Floto por encima, dejo esta vida… son todos cadáveres… tanta sangre… no lo encuentro... y floto encima de ellos… pero recuerdo nuestra promesa.
Y descubro que la violencia refleja una profunda ignorancia. Nuestra muerte es absurda. Fallecemos lejos de nuestro hogar por culpa de la codicia de los gobernantes. Los ingleses y los españoles  se matan los unos a los otros estúpidamente, en tierras lejanas, por el dominio del oro. Lo roban y se matan por él. Morimos por la codicia y la ignorancia, por el olvido del amor.”


___”Estoy en otra vida mucho más reciente.
 Soy mujer. Soy muy linda, tengo el pelo largo, rubio, los ojos azules y la piel muy blanca.
Soy elegante y una cotizada prostituta en Alemania después de la primera guerra mundial. Los ricos disponen de dinero para lo que hago. No recuerdo mi nombre, pero en el trabajo me va muy bien.
Soy confidente de políticos, altos cargos militares y hombres de negocios muy importantes.
Están todos obsesionados por mi belleza y mi talento. Siempre sé lo que tengo que hacer, seguramente porque en muchas vidas he sido hombre.
Ejerzo una enorme influencia sobre todos ellos. Puedo dirigirlos a mi antojo, hacerles cambiar de opinión. Hacen cualquier cosa por mí. Puedo dominar a esos hombres poderosos mucho más que ellos a mí. Me encanta el poder, las intrigas políticas y sé más que ellos, les puedo dar clases de política. Pero mi poder es siempre a través de ellos y eso me frustra.

Y  no sé cómo, pero lo veo, un hombre joven, está de pie, apartado del resto, tiene una mirada que me hechiza, con ojos negros y sé que es él.
Es el más inteligente y formal de todos. ¡Se apasiona con todo lo que hace! Pasamos largas horas hablando. Nos amamos, ambos lo sabemos, aunque no lo reconozco como alguien de mi vida actual.
Desde el primer instante me trastorna la mente y el cuerpo, me pone en carne viva, alternando el placer absoluto de amarlo con el dolor atroz de amarlo en vano.

Lo sigo a todas partes como una sombra, lo sirvo, lo convierto en el héroe de mis fantasías solitarias. Al principio  me ignora por completo, pero tomo conciencia de mí misma a través de mi amor por él. Me miro en el espejo, me palpo el cuerpo acariciándolo, aunque pasa por mi lado sin verme porque soy prostituta. Sin saber que es el protagonista de todos mis cuentos de amor. Ya no me basta el beso final de las novelas que leo, sino que comienzo a vivir tormentosas e ilusorias noches con él.
La existencia se tuerce para ambos en un viaje, no recuerdo el motivo, cuando nos quedamos solos y me ve, y ya no le es posible sustraerse al poder de mi amor, a la huella pesada de mi aroma, al calor de mi paso cercano, al embrujo de mi voz.
El ámbito se llena de presagios, de urgencias secretas, de llamadas, de presentimientos, de alertas. A mi lado sucede algo prodigioso de lo cual al fin no estoy excluida, una guerra entre ambos, una violenta lucha de voluntades.
Él quiere batirse en retirada, cavando trincheras, defendido por siglos de tabúes, por los lazos de sangre que por terceros sabemos que nos unen, pero estoy ávida como una flor carnívora, agito mis pétalos fragantes para atraerlo a su trampa, soy una araña tejiendo la red que lo atrapa sin remedio.
Lo seduzco, me insinúo, le muestro mis largas piernas, fumo y acaricio en círculos con la punta de la lengua la boquilla del cigarrillo, los labios húmedos y gruesos que sé que mira disimulado. Me muevo para que el vestido se deslice y descubra mis hombros o mis senos, atrapando toda la luz del día con la blancura de mi piel. Como frutas maduras mirándolo y sus ojos negros me penetran.
Resiste durante tres días. La tensión crece hasta hacerse insoportable, el aire está a punto de estallar en una tormenta eléctrica, reduciéndonos a cenizas.
Al tercer día trabaja hasta entrada la noche para no verme, gastando las horas en cosas inútiles, y cuando piensa que nadie queda despierto entra a buscar su comida a la cocina. Y yo lo espero en la penumbra de un pasillo dejando entreabierta la puerta de la habitación.
Me he puesto una túnica, debajo estoy desnuda, me he bañado, perfumado y frotado la piel en cremas, me he cepillado el cabello, tengo el aliento fresco, estoy descalza, preparada para el Amor. Sólo me importa él y la batalla que voy a ganar y lo atrapo en el patio, en la noche de su derrota.

… Te estoy esperando.


Está comiendo una banana, se detiene con la boca llena y los ojos espantados. Me aproximo con sigilo, tan inevitable como un fantasma, hasta quedar a centímetros de él y de pronto el canto agudo de los grillos, se me clava en el cuerpo como las notas de un instrumento oriental.
Le nombro, en un murmullo, Guillermo, Guillermo, mientras con un dedo acaricio los labios finos y dibujo su contorno con un roce muy suave.
Gime vencido, deja caer el resto de la fruta. Le tomo la cabeza y lo atraigo a mi regazo, reteniéndolo, meciéndolo, hasta que se aparta y nos miramos jadeantes, pesando y midiendo el riesgo, y puede más el deseo y el Amor contenidos que nos arrastran al abrazo desesperado y a comenzar a caminar hasta la cama.

 Lo envuelvo en mis brazos y lo beso hasta que él levanta las manos para tomarme por la cintura, respondiendo con ardor en un sollozo sufriente. Le recorro los párpados, el cuello, la frente con besos rápidos, lamidos urgentes y mordiscos breves, suaves, mientras las manos le desabrochan la camisa y la quito a tirones. Antes él intenta arrancar la túnica enredándose y se lanza a los senos a través del escote.
Sin dejar de acariciarlo por todas partes, lo hago girar colocándome detrás y sigo explorándole el cuello y los hombros con la lengua ansiosa y atrevida mientras mis dedos manipulan desesperados el cierre y le bajan el pantalón. A pocos pasos de distancia veo entonces su masculinidad apuntándome, pensando que es mucho más atractivo sin ropa, porque así pierde su delicadeza casi femenina. Su sexo grande y oscuro le dan aspecto bestial. Sobresaltada olvido respirar durante una eternidad y cuando lo hago tengo un lamento atravesado en la garganta. Está frente a mí y nuestros ojos se encuentran un instante. Afuera cae lluvia torrencial de verano y el ruido del agua y de los truenos se suma al agónico canto de los grillos. Me quito por fin la túnica y aparezco frente a él en toda mi espléndida abundancia. Me empuja sobre la cama y grito, aprisionándolo con mis piernas y arañándole la espalda cuando  se entierra en mi interior y me embiste sin piedad, hasta que lo siento sacudirse y convulsionar una y otra vez desplomándose en un quejido gutural.

Pero no me he preparado tanto para salir del paso en un minuto, por tanto lo volteo  y lo acomodo entre los almohadones dedicándome a reanimarlo de la muerte del amor, susurrándole instrucciones, diciéndole nuevos juegos, que al fin dan resultado en poco rato. Entonces se abandona con los ojos cerrados, mientras lo acaricio hasta hacerlo desfallecer y al fin lo cabalgo cubriéndolo con el regalo de mi cabello y más., haciéndolo desaparecer por completo, tragándolo con mis arenas movedizas, devorándolo, exprimiéndolo hasta su esencia y conduciéndolo a los jardines de Alá, donde lo celebran todas las odaliscas del Profeta.
Luego descansamos en calma, abrazados como un par de criaturas en el bochinche de la lluvia y de los grillos de aquella noche que se había vuelto caliente como un mediodía soleado.
Esperamos que se aplacaran las estampidas de caballos en el pecho, saliendo luego tambaleando afiebrados, pensando que manteniendo el secreto, el silencio iría borrando el Amor, que lo que no se nombra no existe. Pero el aroma del deseo se expande por la casa, impregnando los  muros, las ropas, los muebles, se filtra por las grietas, afecta la flora y la fauna, calienta los ríos, satura el cielo, y se hace visible como un incendio imposible de ocultar.


…. Siempre te amaré.
…. Siempre te volveré a encontrar.



Pero a pesar del Amor, lo dejo por otro hombre mucho más poderoso e importante, que me quiere sólo para él. No sigo los impulsos de mi corazón y le hago mucho daño que no entiende ni entenderá por siglos quizá.
Opto por el poder y la seguridad en lugar de inclinarme por el Amor, la verdadera fuente de seguridad y de poder. Una vez hacha la elección, en la encrucijada del camino, no se puede volver atrás
Y ese hombre pierde el poder cuando la política alemana se desplaza a nuevos y violentos partidos y me abandona cuando ya  he perdido la pista de mi amor en esta vida.

Al tiempo empiezo a deteriorarme por una enfermedad venérea y en una fuerte depresión que no supero hasta llegar a un camastro de hospital. Un hospital para pobres con gente enferma que gime, los más miserables de la tierra. Con médicos y enfermeras por ahí, mi cuerpo es grotesco. No me hacen caso, no sienten pena por mí. No están de acuerdo con la vida que he llevado ni con lo que he hecho. Ahora me están castigando.
Aquella vida llena de belleza, intrigas y poder  pasa a ser patética,…, hasta que floto encima del cuerpo al fin, en paz, con la esperanza de  volverlo a encontrar…”



“Estoy en otra vida, de repente me siento furioso y desesperado. Me obligan a irme, y yo no quiero. ¡No deseo esa clase de  vida!
Mis padres quieren que tome los hábitos, que me haga monje y yo no lo quiero.
Soy el hijo menor, mis padres esperan esto de mí. Pero yo no quiero dejarla, estamos enamorados. Si me voy, alguien ocupará mi lugar… en esta vida,… y no podría soportarlo. Prefiero morir.
Pero no muero, poco a poco me voy resignando hasta conformarme con mi única opción. Me separo de mi amada en esta vida, con el corazón desgarrado, pero continúo viviendo y pasan los años…
Hoy no es tan terrible. Llevo una vida pacífica. Me siento muy cerca del Abad y decido permanecer a su lado, estamos muy unidos y lo reconozco como el hermano que perdí en esta vida, lo reconozco por los ojos.

Pasan los años, el abad ha envejecido, pronto me abandonará, pero nos reuniremos otra vez, ya sé que como mi hermano en esta vida por algún tiempo. Rezamos para que así sea.
Muere, lamento su pérdida, rezo, medito.
Al fin enfermo de tuberculosis y mis hermanos espirituales me asisten, me consuelan, se quedan alrededor de mi lecho, pasando al otro lado del camino en paz.
Sabiendo ahora qué es la ira y el perdón.
Aprendo que sentir rabia es estúpido, corroe el alma.”

“Mis padres hicieron lo que creyeron más apropiado, tanto para mí como para ellos. No comprendieron la intensidad del Amor que sentía ni tampoco que era yo quien tenía el derecho a decidir qué hacer con mi vida. Su intención era buena, pero no comprendieron. Fueron ignorantes pero yo también lo fui. He intentado dominar las vidas de otros. ¿Entonces por qué juzgarles?
Por eso es tan importante perdonar. Todos hemos hecho cosas por las cuales condenamos a otros, debemos perdonar. Dios nos perdona.
Si yo hubiera tenido claro mi camino, no me hubiera encontrado con el Abad. Siempre que buscamos compensación, gracia y bondad, la encontraremos. Yo debía redimir mi vida como prostituta y el daño que le hice a mi amado cientos de años antes.
Si yo hubiera estado resentido por la vida que llevaba ahora y hubiera seguido con rabia y amargura, habría perdido la oportunidad de reencontrar a mi Amor, y de encontrar la bondad que me brindaron en el monasterio.
Me he dado cuenta de la importancia de rezar y de meditar.
Quizá en esta vida fue mejor para  redimirme, sacrificar el amor de pareja por el inmenso Amor a Dios y de mis hermanos, aunque no estoy seguro.



Continuará.





El secreto del mundo es que todas las cosas
subsisten y no mueren, tan sólo se retiran y desaparecen de nuestra vida
para regresar más tarde. Nada muere, los hombres
fingen estar muertos y tienen que
aguantar la parodia de sus funerales y afligidas
necrológicas, y ahí están, de pie,
mirando por la ventana, sanos y salvos, con
su nuevo y extraño disfraz



RALPH WALDO EMERSON


46 comentarios:

  1. Gracias Ela adorada, es una de las fotos más bellas que recuerdo. Mi amor.

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  2. Gracias Romina, te espero acá, comment no aptos para el grupo porfa. Te amo.

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  3. Gracias Mirta que andas por allí, ya comentarás, besos mil.

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  4. Mónica Hernández, te quiero y gracias por estar a mi lado y acá. Besos.

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  5. Qué misterioso para mi entendimiento y a la vez qué bello relato donde descubro respuestas a mis interrogantes sobre Vidas Pasadas y el reencuentro de las Almas Gemelas...Me apasiona el tma y no te niego que me quedan muchas preguntas por hacer...Pero qué maravilla has hecho al unir un tema tan interesante con las historias de El Amor Eterno de estos dos personajes que tanto amamos y que ya no se irán de nosotros...Guillermo y Pedro son el mejor ejemplo de lo que puede lograr el Destino y, tal vez por eso su Amor Único me sorprendió y me conquistó de tal manera que yo misma me sorprendí de los sentimientos que despertaron en mí...Eve querida, si bien siempre tus fics son geniales, a ésta le sumaste un tema tan atrapante que sólo alguien con tus maravillosos conocimientos y tu talento inigualable puede explicar con tanta claridad y con tanta magia...Qué más que aplaudirte fervorosamente y agradecerte por tanto...Te qutero con el alma, y me quedo esperando la continuación envuelta en una nube de sueños y de misterio......Alicia Vitolo

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  6. Me apasiona esta fic Alicia, no sé si muchas lo entiendan, pero cada vida les deja una lección que los va acercando en el presente, y ya en una Pedro recuerda el nombre Guillermo, a su vez ya las vidas que sueñan uno y el otro empiezan a coincidir. Amo esta fic y sé que vos también, ojalá no te desconectes. Besos del alma.

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